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REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXIV
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«Facundo» en letras criollas.

por Alfredo Canedo
Artículo publicado el 05/07/2003

Castilla miserable,
ayer dominadora,
envuelta en sus harapos
desprecia cuanto ignora.
Antonio Machado
`Poesías completas’

 

La independencia cultural presupone maduras y complejas circunstancias, tales como ocurriera en el país a mediados del siglo XIX, cuando se hablaba mucho de una literatura escrita con elementos típicos de la campaña y las ciudades populosas, que luego había de llamárselas criolla o simplemente cos- tumbrista. Fue una época de turbulenta metamorfosis cultural, aunada al deseo de liberarse del clasicismo español. Y en igual sentido, uno de los escritores más preocupados por ese problema ha sido Domingo F. Sarmiento, buscando las verdaderas fuentes de las letras no en el olvido del vocabulario preciso sino por resistencia al purismo de los parlantes castizos.

Nadie sino Sarmiento estaba llamado para aquella obra; y nadie, tampoco, pudo revestirla de la forma más potente y original con la prosa de `Facundo’ en páginas de conversación pintoresca con la leyenda de `civilización y barba- rie’. Le hubiera sido imposible, ciertamente, describir la pampa infinita, el im- perio de los bosques, el galope del malón, el paso tardo de las carretas y hasta el `alma terrible de Facundo Quiroga’ en castellano académico o español. Sin embargo, demás está decir que se le acusó de antiespañolista, de prosista em- pobrecido, semibárbaro, atropellado y febril. Por caso, Alvaro Melián Lafinur, quien sin demasiado conocimiento en las letras americanas escribió:

La prosa de Sarmiento es incoercible, desigual, bárbara, carece de
gusto e ignora o desdeña el valor fonético de las palabras y el arte de su
colocación armoniosa. En vano se buscaría en las páginas de `Facundo’
el equilibrio, la exactitud, la suavidad del matiz, la ática pureza».
(`Introducción a la escritura literaria’)

La inexactitud del crítico uruguayo está en no haber advertido que la obra del sanjuanino es, de manera casi absoluta, para una sociedad y un ambiente de vocabulario muy propio, y que por eso no debía de ser entendida en renegada al castellano, sino de tendencia deliberada a valorizar de preferencia las costumbres y los relatos autóctonos.

Si bien Sarmiento tuvo dicterios para la Real Academia de Letras de España en cambio no negó ni dudó de la lozanía de la lengua castellana. Su espíritu le hacía escribir en castellano criollo, bronco, rechinante a veces, deliciosamente incorrecto en otras, y sin espantarse de los vocablos. No era anti-español o un perfecto liberal en el idioma, tal como habían sido Hilario Ascasubi, Juan B. Alberdi y Juan María Gutiérrez. En todo caso, escritor no disciplinado en la lengua castellana sino de innovación y protesta contra el dogmatismo acadé- mico, para el cual el dialecto de los parlantes americanos correspondía sólo a gentes `sin culta expresión’. Por eso, bien se le considerará en quien ha sabido dar identidad al dialecto criollo, mucho tiempo antes a José Marti, Manuel Gu- tiérrez Nájera, Julián del Casal, José Asunción Silva, y hasta el mismísimo Rubén Darío.

Desde esa perspectiva, Sarmiento adapta el castellano al gusto y oído del parlante rioplatense, sin estropearlo con nuevas y absurdas voces, y, entonces, podría afirmarse que su prosa es española, pero en nada parecida a la de José Zorrilla. Acerca de esto mismo, Marcelino Menéndez y Pelayo, contra los ar- gumentos de filólogos y lingüístas madrileños, sobresalió por su tenaz defensa a la prosa de`Facundo’:

Esa lengua, de la cual los españoles tienen mucho que aprender, está
pidiendo investigaciones que la recogan acá en España y allá en Améri-
ca, pues está derramada por todas las repúblicas. Este es el trabajo en
el cual las academias y los filólogos deberían poner su empeño, en vez
de ocuparse en limar y limar esa jerga erudita semi-castellana de ciuda-
des y libros odenos, que tiene por único castellano y en él cual única-
mente andan atareados.
(`Crítica literaria’)

Para el erudito español lo rescatable de la novela el `alma’ de paisanos revelada en plenitud por el candoroso, legítimo y sencillo vocabulario criollo, tan candoroso, delicado y sencillo como el legítimo castellano. Motivo que le llevará a escribir en otro momento:

Sarmiento que se titulaba con énfasis «ignorante por principios, ig-
norante por convicción» (como si la ignorancia fuese una virtud muy re-
comendable y extraordinaria), parecía ignorar, entre otras muchas co-
sas, que esas soberbias profesionales de no saber nada y pisotear la len-
gua propia para vengarse de no acertar a escribirla, era un rasgo de he-
roismo americano.
(`Historia de la poesía hispanoamericana’)

Igualmente su prosa por no pocos hombres de letras americanos ha sido juzgada de excelente calidad idiomática, y sin olvidos ni desconocimiento de la lengua cervantina. Pedro de Angelis, por ejemplo, comenta que `Facundo’ honraba la lengua castellana con el dialecto criollo; Vicente F. López distinguirá la prosa del sanjuanino por auténticamente nativa, y criterios del mismo tenor con Guillermo Hudson, Carlos Guido Spano y Calixto Oyuela. (Ver: `Estudios en la literatura argentina’, edición Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires).

Sostuvo Sarmiento en realmente ocioso que los académicos de la Península impusieran la gramática española por superior a la del dialecto criollo. Así, al chileno José Victoriano Lastarría hizo saber, mediante correspondencia, que el dialecto de los hispanoparlantes no es un `reyeno’ de vocablos absurdos y ca- prichosos, tampoco de sintaxis disolventes como se lo consideraba en España. (`Romanticismo y política’ de Marta E. Pena) Y en Madrid, adonde había llevado `Facundo’ para hacerlo conocer en ámbitos literarios, embistió sin éxito con- tra los denostadores de la voz criolla. Su intención fue de convencerles en que la prosa era española, moldeada por la idiosincracia y sensibilidad de los par- lantes rioplatenses, y exenta, a la vez, de estilo como de arrebatos indecoro- sos. Todo inútil fue para él, ya que la`crema’ literaria madrileña mostrábase desde intransigente con la prosa castellana no escrita `a la española’, ya por inconsistente y hasta ridícula.

Años más tarde, Miguel de Unamuno, grande hombre de letras pero no dog- mático de la lengua, acerca de ese paso de Sarmiento por Madrid, ofenderá a los gramáticos, estilistas, filólogos y lingüístas colegas con que la prosa de `Facundo’ era de hondo e indeleble sello castellano:

pero hoy, que hemos quedado sin colonias, parece intolerable a unos
cuantos sujetos que se plantee el problema de la superioridad relativa
de la expresión española a la criolla.
(`Más sobre la crisis del patriotis mo’)

Su autorizada voz no fue escuchada por la intelectualidad académica, que tenía a la prosa sarmientina por ilegítima de la gramática castellana. De entre esos `profetas del idioma’, Federico de Onis, Juan Ramón Jiménez y Ramón del Valle Inclán, escritores de mucho prestigio en la Península, siguieron con que la ciudadanía idiomática’ de `Facundo’ iba contra la naturaleza de la pro- sa castellana (`Españoles de América y americanos de España’, de Donald Fogelquist) Otra suerte por el lado de Julio Cejador y Frauca, para quien la prosa del ar- gentino, lejos de arcaica y aplebeyada, era de tonalidad excelente y tan fértil como la española. (`Historia de la lengua y literatura castellana’, Vol. VI) Y no había de faltar en esta polémica el doctísimo Juan Valera responsabilizando a Sarmiento de la muerte de la escritura castellana en Hispanomérica mediante neologismos y voces arcaicas:

Lo que se requiere para ser escritores genuinamente americanos no
es corromper el idioma. No es menester que los escritores de la América
se empeñen en buscar colores indianos en que teñir sus obras; no es me-
nester que tornen a ser bárbaros y paganos, más bien no negar la len-
gua madre ni contraponerla a la jerga absurda.
(`Ecos argentinos’)

Valera no advertía que la cuestión crucial era para el sanjuanino la busca de la expresión idiomática americana, sin la arrogancia de `existir’ por sí misma ni de fundar por la palabra criolla un nuevo idioma. Ciertamente, detestaba, al igual de filólogos y lingüistas de su época, que la lengua americana se escri- biera a orillas de las prescripciones académicas. Pero contra ese enfoque ego- ísta, Sarmiento, mucho antes a Valera, hizo saber, cuanto más en `Facundo’, que el dialecto criollo de los hispanoparlantes no era refractario al castellano, ni siquiera a la España académica celosa en la honradez y pulcritud de la lengua.

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