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Desafíos y oportunidades de la educación en tiempos de Coronavirus.

por Javier Ignacio Cortés
Artículo publicado el 26/04/2020

RESUMEN
Tras el cierre de escuelas en todo el mundo, producto del COVID-19, nuevos desafíos desviaron los objetivos de la educación hacia nuevos y diversos destinos. Con ello, la improvisación develó prácticas que no necesariamente apuntan hacia estos horizontes. Sin embargo, mirando un poco más atrás es posible descubrir experiencias exitosas que cuentan las claves que permitirán hacer del confinamiento un espacio para aprender a pesar de las circunstancias.

PALABRAS CLAVES: Educación a distancia, comunicación, motivación, pandemia, COVID-19.

 

INTRODUCCIÓN
Entre febrero y marzo del presente año, el 91% de los estudiantes del mundo se vieron forzados a dejar de asistir a clases presenciales, comenzando de manera inmediata la educación a distancia. Casi sin pensarlo, los colegios avocaron sus esfuerzos en la transformación digital, dando paso a videoconferencias, tutoriales de Youtube, tareas en Google Classroom, entre otras plataformas.

A los pocos días, una avalancha de actividades escolares inundó los hogares, provocando el agobio de los padres y apoderados. Los descargos no se hicieron esperar en redes sociales y en los medios de comunicación. No obstante aquello, la cuestionada educación a distancia no es un fenómeno que nace a partir de esta crisis sanitaria. En los últimos años, una serie de programas de educación a distancia se han instalado formalmente en distintos centros. A partir de esta experiencia, intentaré contrastar algunos de los desafíos surgidos en Chile a raíz de la pandemia mundial que vivimos, con experiencias exitosas conocidas antes de la crisis.

DESAFÍOS: UNA IMPLEMENTACIÓN SOBRE LA MARCHA
El COVID-19 fue tema de risas y negación en su fase inicial. Se hablaba de un virus no letal o un resfriado común. Los números de contagiaos y fallecidos al día de hoy se explican, en parte, por no haber sido capaces de prever la pandemia que hoy nos tiene confinados en nuestros hogares.

Lo anterior implica también que no se tomó el tiempo necesario para pensar y diseñar un modelo a distancia, dejando en evidencia errores y dificultades que representan un gran desafío para la educación chilena:

  1. Medidas improvisadas: Previo a la crisis existía un calendario y una planificación escolar que evidentemente no se pudo desarrollar. La literatura disponible en referencia a la educación a distancia hace firme hincapié a la importancia de contar con un cuidadoso diseño y planificación. A pesar de aquello, en los programas de estudios formales existentes ya era frecuente ver cómo el diseño tiende a centrarse más en aquello que el profesor tiene que hacer, y no en lo que los alumnos deben hacer para aprender ciertos contenidos. Esto normalmente sucede con aquellos profesores que provienen de sistemas presenciales y que tratan de reproducir mucho de lo que es su experiencia pasada en esta nueva modalidad educativa. (Valenzuela, 2010). Si esto es una problemática ya existente en los sistemas formales de educación a distancia, cuánto más se podrá ver acrecentado en un sistema improvisado.
  2. Acceso a la tecnología y competencias digitales: La mayoría de los docentes están catalogados como migrantes digitales, mientras que los alumnos están en la categoría de nativos digitales. Lo que no considera esta generalización es el hecho de que muchos niños y jóvenes carecen de suficientes conocimientos sobre el uso de las TIC por falta de acceso, o porque se centran en usos fundamentalmente sociales y recreativos, que no son necesarios o suficientes para el aprendizaje virtual (Henríquez, 2010). Adicionalmente, un estudio reveló la realidad sobre el acceso a recursos digitales, donde se señala que en la mayoría de los países, la distribución de computadoras en las escuelas tiende a ser más equitativa que en el hogar (Reimers & Schleicher, 2020). En otras palabras, esta crisis educacional está siendo enfrentada principalmente por medios digitales, sin haber asegurado ni las competencias de los actores (docentes y alumnos), ni los medios necesarios para desarrollar la educación virtual.
  3. Coherencia entre actividades y aislamiento social: Cualquier programa educacional a distancia debe preguntarse ¿a qué tipo de estudiantes está dirigido el curso?, ¿cuáles son las condiciones para que se lleve a cabo el aprendizaje?, ¿cuál es su experiencia de aprendizaje en cursos presenciales y a distancia?, entre otras. (Chávez, 2009). La casa no es la escuela. Por ende, no responder estas preguntas, podría llevar a desarrollar actividades alejadas de las necesidades de los educandos y a trabajar a ciegas en pos de un objetivo más bien centrado en el docente.

Sobre la pertinencia de las actividades, John Hattie analizó la influencia de ciertas prácticas en el logro académico de los alumnos. Varias medidas que se adoptaron en Chile se encuentran por debajo de la barrera de una influencia positiva: la televisión, la tecnología en educación a distancia, el control estudiantil sobre la enseñanza, las modificaciones en el calendario escolar, las transmisiones streaming, el home school y el aprendizaje basado en la web. Si bien no significa que no sirven, prácticas que están por debajo del punto de bisagra requieren consideraciones especiales para lograr que tengan un impacto positivo en los alumnos. (Hattie, 2012).

OPORTUNIDADES: EXPERIENCIAS EXITOSAS ANTES DE LA PANDEMIA
A partir de los desafíos planteados, quienes trabajamos en educación debemos concentrar esfuerzos en buscar respuestas pertinentes para las necesidades educativas de nuestros alumnos. Sin embargo, existe poca literatura disponible que nos ayude a orientar las respuestas en el contexto del coronavirus que nos afecta. Uno de los pocos referentes disponibles y consultados en este artículo es el “Marco para guiar una respuesta educativa a la pandemia del 2020 Covid-19”.

Las oportunidades planteadas a continuación están vinculadas directamente con los tres desafíos anteriores:

  1. ¿Cómo planificar la educación a distancia? La salud es lo primero y la casa no es la escuela. Partiendo de esa premisa, es necesario hacer explícitos y visibles los objetivos de bienestar, y buscar estrategias que ayuden a mantener el bienestar frente a un evento de salud global que tendrá un costo considerable en la vida y la salud de las personas. Por lo mismo, la planificación educacional debe tener un enfoque sanitario, lo cual debe obligar a reconsiderar las expectativas iniciales, reconociendo que las circunstancias extraordinarias hacen que sea prácticamente imposible para los sistemas e instituciones lograr los mismos objetivos. Esto requiere priorizar los objetivos curriculares y definir lo que se debe aprender durante el período de distanciamiento social. Para hacerlo, cada escuela debe tener un plan para garantizar la continuidad de las operaciones durante la pandemia. (Reimers & Schleicher, 2020). En el contexto de pandemia, será muy necesario estar al tanto de la salud física y mental y tomar medidas especiales en los casos que lo requieran.
  2. ¿Cómo reducir los problemas de acceso y cobertura? La respuesta a esta pregunta está fuertemente limitada por los recursos económicos. Si bien Reimers & Schleicher recomiendan como alternativa la televisión, radio, podcasts, DVD y paquetes de aprendizaje, no descartan la inversión en el desarrollo de la infraestructura digital donde falta. Reconocen que es algo difícil de hacer con los presupuestos de educación ordinarios, pero como respuesta a esta pandemia debe ser una inversión esencial, la cual debe enfocarse en proporcionar dispositivos a estudiantes y maestros, y conectividad para apoyar un modelo de aprendizaje en línea que permita la mayor interacción posible en tiempo real entre estudiantes, estudiantes y maestros y con los padres, así como la creación de redes escolares y comunidades profesionales de docentes de varias escuelas. (Reimers & Schleicher, 2020)
  3. ¿Cómo lograr coherencia entre actividades educativas y aislamiento social? Una de las grandes limitantes de la educación a distancia es que las instrucciones no necesariamente serán planteadas directamente por el profesor, ni el alumno podrá plantear sus inquietudes de manera instantánea. Lo anterior implica que ciertos procedimientos podrían generar incertidumbre y frustración. Por lo mismo, si los colegios no han tenido el tiempo de reflexionar sobre sus prácticas hasta ahora, más vale destinar tiempo en reflexionar antes que seguir avanzando a ciegas. Para alcanzar los objetivos mientras dure la pandemia, en mi opinión, la comunicación y motivación serán las claves que hagan la diferencia entre el éxito o fracaso escolar.

– Motivación: Los alumnos y familias son quienes están regulando los tiempos. Una tarea poco motivante y sin el monitoreo del docente implica un mayor riesgo de que el alumno no aprenda lo esperado. El profesor no puede limitarse a establecer metas y plazos para entregar trabajos. Los esfuerzos deben involucrar fuertemente el concepto de motivación, lo que otorgará mayores posibilidades de que el trabajo sea desarrollado a consciencia. Para incrementarla y disminuir la evasión escolar, el diseño de los nuevos currículos y la práctica de la enseñanza deben considerar el análisis de las nuevas culturas juveniles (Marchesi, 2009).

– Comunicación: Reimers & Schleicher señalan que una estrategia de comunicación es fundamental para ayudar a mantener la coherencia y la colaboración, ya que todo el sistema escolar busca apoyar la educación durante la pandemia. Un elemento crítico en una estrategia de comunicación es la comunicación con las familias. (Reimers & Schleicher, 2020). Lo anterior aplica para alumnos de cualquier nivel, con énfasis en las familias en los alumnos de los cursos menores. Por lo tanto, la comunicación debe estar intencionadamente pensada tanto para los alumnos, como para sus apoderados. A su vez, una comunicación fluida permitirá entender de mejor manera las instrucciones y reflexionar sobre los avances mediante la retroalimentación. Según el listado de Hattie, la retroalimentación es una de las prácticas que se encuentra por sobre el punto de bisagra.

CONSIDERACIONES FINALES
Los desafíos y oportunidades que nacieron a partir de esta crisis, demandan que todos los actores del sistema educativo renovemos la mirada en nuestro actuar.

En el corto plazo, será necesario considerar las experiencias e investigaciones disponibles con el fin de reducir al mínimo posible la brecha entre los objetivos iniciales con los posteriores a la crisis, cuidando siempre que estos convivan armónicamente con las medidas sanitarias.

En el mediano plazo, debemos comenzar a diseñar el próximo año escolar con la mirada puesta en recuperar las metas no alcanzadas este año, reduciendo las brechas entre los alumnos que se verán más perjudicados, sin descuidar a los alumnos más aventajados. Para alcanzarlo, será necesario profundizar y ampliar los desafíos y oportunidades señalados en este artículo.

Y en el largo plazo, debemos terminar por instalar un modelo de educación que cuente con las variantes suficientes para evitar que sucumba ante la crisis. Junto con ello, que reduzca significativamente las desigualdades sociales como las que ha dejado en evidencia este coronavirus.

Referencias
Chávez, M. (2009). Las mejores prácticas de la educación a distancia. Revista Mexicana de Investigación Educativa , 301-306.
Hattie, J. (2012). Visible Learning for Teachers: Maximizing Impact on Learning. New York: Routledge.
Henríquez, S. (2010). ¿Qué es necesario saber de la educación a distancia? Puertas Abiertas .
Marchesi, Á. (2009). Metas educativas 2021: Los desafíos de las TIC para el cambio educativo. Fundación Santillana .
Reimers, F., & Schleicher, A. (2020). Un marco para guiar una respuesta educativa a la pandemia del 2020 Covid-19. Enseña Perú.
Valenzuela, J. (2010). La Evaluación de la Calidad en la Educación a Distancia. Didasc@lia .
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