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Global street art: Invader ha estado aquí

por Ferenz Jacobs
Artículo publicado el 11/12/2008

¿Quién no conoce los Space Invaders? Este videojuego, una obra de 1978 del diseñador japonés Toshihiro Nishikado, ha popularizado los records y ha inaugurado la era dorada de los videojuegos. Después de 30 años es uno de los videojuegos más importantes de la historia, no sólo para jugadores, sino también para la moda, el diseño y el arte.

Un artista de un suburbio parisino se obsesionó por Space Invaders. Lleva ocho años plasmando unos pequeños mosaicos multicolores con estos pixelados marcianos en las calles de Paris. La ciudad de la luz quedó pequeña para sus criaturas así que continuó invadiendo urbes de todo el mundo, incluyendo Barcelona, Rotterdam y Los Ángeles.«Entrar en una ciudad con azulejos y cemento y luego invadirla. Es el juego más adictivo que he jugado», dice Invader (www.space-invaders.com). El invasor prepara los mosaicos y con cemento los pega en monumentos, edificios y puentes. Y como en el juego, suma puntos en cada ciudad. De acuerdo a la composición, tamaño y ubicación oscilan entre 10 y 50 puntos, y tarda por lo menos dos semanas en invadir un lugar. La dificultad del juego aumenta nivel tras nivel, porque en el 99% de los casos el artista urbano no tiene autorización.

La invasión de Barcelona en 2002 fue un éxito. Se pueden encontrar 17 alienígenas invasores del espacio con una puntuación total de 0290. Por ejemplo, en las esquinas de la calle Ferlandina, la plaza de Santa María y la calle Floristas de la Rambla. También los edificios del Palau de la Música Catalana y el MACBA fueron invadidos, pero el ayuntamiento los retiró una semana después. En la página web del artista hay un mapa del mundo donde está marcada cada invasión, la cantidad de space invaders en cada lugar y los puntos que suman. Cada ciudad invadida tiene un plano en el que se indica la posición de cada pieza colocada. Pero se pueden encontrar más fotos de marcianitos barceloneses, neoyorquinos o tokianos en la página web de Flickr (www.flickr.com/photos/tags/spaceinvader).

El trabajo de este invasor francés es un ejemplo perfecto del street art o post-graffiti del siglo XXI. También Pez (www.lawebdelpez.com), Os Gêmeos (www.lost.art.br/osgemeos.htm) y Banksy (www.banksy.co.uk), probablemente el artista urbano más globalizado, han dejado su huella por paredes de distintas ciudades. Especialmente en centros del arte callejero como Berlín, Sao Paulo y Bristol. Las obras de formato reducido y fácilmente manipulable como las pegatinas, las emulsiones fotográficas, las plantillas o los mosaicos parecen ser una nueva forma de “yo he estado aquí” de un artista que prefiere ser anónimo y apropiarse un alias.

El anonimato permite al artista a buscar la gloria, mientras se protege de las consecuencias más infames de esa búsqueda de la fama global. Al despojarse de su nombre, el artista se libera de las obligaciones de la autoría. Banksy, por ejemplo, no asiste a sus propias inauguraciones y se niega a hacer entrevistas cara a cara. Su anonimato nació de un deseo a eludir a la policía. Comprensible para este «vándalo de calidad” cuando la limpieza del street art alrededor del mundo supone un gasto estimado de 23.000 millones de euros. Por lo tanto, los artistas callejeros conquistan las ciudades del mundo por la noche.

En definitiva, el street art hace que la experiencia urbana sea cada vez más global. Puedes andar en las calles de Londres y encontrarte con las mismas expresiones artísticas que hay en tu propia ciudad, haciendo del producto artístico una franquicia. Un producto registrado del artista. Una presencia en la ciudad mundial similar a un Starbucks, pero con un impacto visual muy distinto.

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