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Guillermo Núñez: “Tres Tiempos de una Memoria”.

por Juan Bragassi H.
Artículo publicado el 01/09/2017

guillermo-nunezA comienzos de este año, se realizó en la Sala Punta Ángeles de la Universidad de Playa Ancha, una muestra de trabajos del artista visual Guillermo Núñez. El año pasado (2016), había tenido oportunidad de hacer un comentario respecto a una muestra similar de trabajos, efectuada en el Instituto de Arte de La Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Dicha exposición, contaba con una producción principalmente gráfica, realizada por este artista entre los años 1966 y 2015, muestra que además contó con la exhibición en mostradores de objetos personales de esta figura (postales, libretas con notas del artista, adhesivos, libros y algunos catálogos). Manifesté en aquella oportunidad, algunos aspectos, que me parecieron débiles de la muestra: el deficiente montaje de las obras – puestas en las paredes por medio de alfileres -, la saturación del espacio de exhibición, que impedía en desplazamiento adecuado y la observación cómoda del visitante, la ausencia de algún escrito que contextualizara la importancia de los objetos dispuestos en los mostradores, así como esa suerte de cita forzada de la exhibición “Exculpturas-printuras” de 1975, con la instalación colgante consistente una jaula para pájaros con una rosa en su interior. Recordemos que Guillermo Núñez, presentó en 1975, una exhibición compuesta por jaulas para pájaros, en cada una de ellas encerró en su interior distintos objetos. La exposición fue clausurada dos días después de su inauguración, el artista detenido y luego expatriado.

En el caso particular de la exposición realizada en la sala de la Universidad de Playa Ancha, ella ofrece una adecuada amplitud e iluminación, los trabajos en esta oportunidad contaron con una presentación y montaje apropiado. Sin embargo hay otros aspectos en cuanto a este espacio de exhibición, que se deben mejorar, pensando en la comodidad del público visitante, como ejemplo: la adquisición de banquetas para salón y baños para el público; la difusión y registro de las actividades que allí se realizan.

Volviendo al tema principal de este escrito, y a modo de presentación del autor de la muestra, debemos decir que Guillermo Núñez, es un destacado artista visual chileno, laureado con Premio Nacional de Artes Plásticas 2007. Su formación la realizó en la década de los 50´s del Siglo XX en la Universidad de Chile (donde estudió teatro) y paralelamente en la Escuela de Bellas Artes de esa misma casa de estudios; posteriormente asistió a la Alta Escuela de Artes Aplicadas de Praga (Checoslovaquia). Se registra También en su currículo, una breve estadía a mediados de los años 60´s, en la ciudad de New York, lugar donde habría sido influenciado por las corrientes más contemporáneas de la época: como el arte pop y el arte conceptual.

Núñez ha desarrollado un extensa y variada producción artística, en los lenguajes de la pintura, las técnicas gráficas (dibujo, grabado, serigrafía) y mixtas, así como en la instalación. Considerado un “artista contemporáneo”, en sus trabajos podemos hallar las formas figurativas y no figurativas; la influencia de los estilos informalista, matérico, neo figurativo, el arte pop y lo conceptual; donde se manifiesta su preocupación por abordar, a partir de su experiencia personal, las temáticas históricas y sociales de su contexto.

En 1971 fue nombrado Director del Museo de Arte Contemporáneo MAC. Tras el golpe militar, es detenido en dos oportunidades por los organismos de seguridad, sufriendo el exilio entre los años 1975 y 1980, estableciéndose finalmente en Chile de manera definitiva hacia el año 1988.

En cuanto a la muestra realizada en la galería de la Universidad de Playa Ancha, ella estuvo compuesta por un grupo de obras que reflejan tres tiempos, lenguajes y estilos distintos; cuya temática tiene como centro al ser humano, la esperanza, el dolor y la violencia.

Al ingresar a la galería, ubicada casi a un costado del Edificio que aloja las dependencias del Gobierno Regional, hay que descender por una escalera bastante parada, hacia lo que podría haber sido un subterráneo o bodega del edificio. Nos llama la atención del lugar, la gradual aislación del ruido exterior, silencio que va adquiriendo a medida que uno baja por las escalinatas. También podemos percibir la amplitud razonable del recinto, que se caracteriza por sus altas paredes de ladrillo pintadas de blanco, al igual que las gruesas bigas, que están hacia el medio de la sala dividiéndola en dos.

A mano derecha, nos encontramos con trabajos gráficos – no tenemos claro si son dibujos o serigrafías -, los cuales se caracterizan por el colorido presente en algunas figuras y formas, sobre el fondo blanco; la incorporación de manera sintetizada y a veces desproporcionada, de la figura humana que dialoga en algunos casos, con la representación de símbolos heráldicos universales y nacionales, como la estrella de seis puntas – que alude en el caso de Chile, a la estrella de ocho puntas mapuche- y lo que podría ser bandera de Chile, cuyos colores azul , blanco y rojo están alterados, por franjas de variados colores contrastados.

Sin embargo, creo que su mayor valor está en la conexión emocional que se puede establecer a través de éstos trabajos. La estética de estas ilustraciones, nos lleva a la época de la Unidad Popular, la brigada muralista Ramona Parra, y preferentemente, a la gráfica de esos años o mejor dicho al paradigma estético que tenemos almacenado en nuestra memoria y que viene a ser una suerte de síntesis de la época. Al observar dicho conjunto, se viene a la memoria los discursos del Presidente Allende, la música de Víctor Jara y Quilapayún; las consignas del “Poder popular”; las imágenes fotográficas y las fílmicas de las concentraciones, los enfrentamientos callejeros y el abrupto final, con el edificio de La Moneda siendo bombardeado, mientras la bandera de Chile era consumida por las llamas.

La apariencia de estos trabajos, también nos hacen rememorar el film animado de 1968 “Yellow Submarine” – una cosa más inocua, pero igualmente universal-, compuesto por Paul Mc Cartney, cuyos dibujos estuvieron basados en las ilustraciones del diseñador gráfico checo Heinz Edelmann; así también las portadas de revistas, las carátulas de discos y los afiches relacionados con la psicodelia, el movimiento Hippie y el Arte Pop. Digamos que en el aspecto formal, podemos inferir sin duda dicha influencia, sin embargo las temáticas abordadas por el autor, están relacionadas más con el contexto del escenario político nacional de la época. La observación de estos trabajos, nos deja la impresión, de que por sobre la idea pictórica, asociada a la labor manual, en estas obras prevalece más aspectos del diseño gráfico industrial.

Igualmente evocador, es el trabajo gráfico de Núñez que deambula entre el informalismo y la nueva figuración, donde predomina la mancha oscura o a veces de color, sobre fondo blanco, el registro lineal dinámico y las formas indeterminadas, que nos da la idea de estar frente a despojos de cuerpos arrancados, cercenados, en descomposición, piezas óseas rotas. Sin embargo, el hecho de estos trabajos son aparentemente reproducciones, impresas por medios industriales – posiblemente serigrafía-, le restan impacto. Hacen de ellas obras frías, despersonalizadas. Como dije, no sabemos si estamos ante un original (pieza única) o una reproducción. Pese a ello, reconocemos en la idea una potencia que no nos deja indiferente. Por un lado, parecen ser citas de la pintura de Rembrandt “El Buey desollado” (1655), por otro, detalles basados en las grotescas pinturas de Otto Dix y Francis Bacon. Lo representado, nos hace creer que estamos frente a un hecho violento o a algo que es producto de ello. Buscando dentro de la biografía del autor, comprobamos algo que intuimos en su momento al ver este conjunto, que dichos trabajos corresponden a lo realizado por el artista en el período 1984-1986, período en que vino en forma intermitente a Chile y que corresponde a un momento en que la crisis económica, arrastró a la rearticulación de la oposición a la dictadura, las protestas y paros nacionales. Es la época de “La voz de los 80´s”, el PEM y el POJH, de Mario Kreutzberger y sus “Sábados Gigantes”, las cadenas nacionales, los apagones y los degollados. Tal vez para quienes crecimos en ese período, el mayor impacto fue el ir adquiriendo conciencia de una realidad que estaba latente, como una sombra que se escondía detrás de nuestros juegos infantiles. Un peligro inminente que nos asechaba sin saberlo. Algo que pienso todavía no logramos asimilar ni dimensionar.

Más allá del fenómeno de la violencia que aflora como tema en estos trabajos, hay un discurso político que está alejado del anterior conjunto descrito, en cuanto a que ya no está presente la idea del metarelato ideológico, propio del discurso de masas, sí hay ciertamente un discurso universal, pero este parte teniendo como protagonista al individuo. Es decir, este nace a partir de su particularidad y de ahí se constituye como relato (deconstrucción). Hay una individualización de un dolor, pero se mantiene el anonimato del sujeto y del lugar que lo contiene.

En el lado derecho de la galería, se ubicó una serie de trabajos realizado por medio de técnicas variadas, cuyo soporte es la tela de harpillera u osnaburgo de color café, donde se aprecian distintas imágenes (figurativas y no figurativas) impresas por medio de serigrafía, fotos pegadas, escritos hechos a mano, signos gráficos y trozos de tela. Es una suerte de collage realizado con una serie de retazos de imágenes, objetos y signos. Ellas me recuerdan a las obras de Eugenio Dittborn, Juan Luis Martínez, Carlos Montes de Oca y su poética de los objetos. En ellas, hay un ejercicio de descontextualización “duchampiana”, un reordenamiento de elementos preexistentes, su intervención por medio de escritos y signos gráficos, algunos de ellos realizados por medio de procedimientos manuales. En este caso la autoría de la obra, está relacionada con esta apropiación, descontextualización, reordenamiento e intervención de los objetos y las formas; mientras que el concepto de creación, pasa por el resultado de la nueva mixtura, una resignificación que hace el artista y que debe resolver el observador.

Tal vez dentro de las imágenes más reconocibles dentro del conjunto, es una donde aparece una impresión serigráfica, basada en una fotografía del campo de exterminio de Buchenwald, la que es intervenida en algunas zonas con un escrito de color azul y amarillo oro, que reza: “¿Volverán alguna vez los pájaros?” (Frase interrogativa que se repite varias veces). Los colores de dicho escrito, a lo mejor tiene relación con los parches distintivos que usaban los presos en dichos campos: azul emigrante y el amarillo judío.

En esta imagen, se aprecia una barraca de dicho campo – que estuvo ubicado en Weimar (Alemania)-, que es antecedida, a mano derecha del observador, por la presencia en la entrada por uno de los presos liberados, que posa apoyado en el dintel de la entrada, con parte del vientre expuesto y el torso descubierto, mostrando el nivel de desnutrición, de desprotección y hacinamiento, mientras que al fondo, se asoman desde los camarotes, los famélicos rostros de sus compañeros de cautiverio, uno de ellos Víctor Frankl, neurólogo y psiquiatra judío austriaco, creador de la logoterapia, autor del libro “El hombre en busca del sentido” de 1945.

En la parte inferior de la obra, se observa la firma hecha por Guillermo Núñez en grafito y más abajo, aparece una impresión lineal en negro, de una forma indeterminada, que se asemeja un brazo y una mano esquelético. En las otras obras podemos reconocer, una figura impresa en positivo y en negativo, donde aparece arrodillada una mujer semidesnuda, imagen posiblemente sacada de alguna revista para adultos, que contrasta en la parte superior con dos fotografía de temáticas familiares; otra pieza del conjunto, presenta una impresión distorsionada en negativo de una jaula para pájaros, al costado inferior , hay otra impresión en alto contraste, mucho más reconocible de la misma jaula con un fondo violeta; en el trabajo siguiente, aparece un calendario en blanco y negro de 1974, de una tienda anunciado una venta “directa de fábrica” con los meses de mayo, junio, julio, agosto y septiembre tarjados, en cuya parte inferior hay una pequeña impresión en papel de acuarela, del rostro del artista en alto contraste y a mano izquierda , la impresión de un gran timbre donde se lee: “Fiscalía de aviación de tiempo de guerra”. Todo este conjunto, hace claramente alusión a su período de encarcelamiento y tortura, que antecedió a su destierro, pero también el lado oscuro de las utopías políticas del Siglo XX, derivadas de la ilustración, ideas que colocaron la razón como clave para el progreso. Pensamientos que terminaron generando el exterminio científico de poblaciones humanas, y que ahora han sido desplazados por el culto a la política de la “despolitización”, para la instauración de una sociedad tecnificada al servicio el mercado: la nueva utopía.

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