Resumen
Producir más unidades, en un menor tiempo, con menor intervención humana y un menor costo. Bajo esa visión simple pero rentable se han instaurado empresas, formado profesionales y desarrollado procesos productivos desde la revolución industrial. Fue gracias a la industria que un hombre fue capaz de producir cientos de veces lo que diez hombres con sus propias manos podían, siendo un gran avance para el desarrollo mundial, más no contemplaba lo sostenible como algo importante.
Una empresa no dudaría en tomar una oportunidad de satisfacer una gran demanda, subir sus ventas y aumentar sus rentabilidades. Siendo la principal motivación del sector productivo generar utilidades ¿porque desperdiciar recursos en cuidar el ambiente?, basta con cumplir las reglas, no contaminar de más para no ser sancionado, no contaminar de menos si es que significa invertir recursos adicionales.
¿Y si lo sostenible y lo productivo no necesariamente fueran antagonistas?, lo eco amigable no necesariamente debería ser menos rentable, lo renovable tampoco debe ser ineficiente. Son muchas las carreras de estudios que se encargan de desarrollar “ideas verdes”, tecnologías capaces de cuidar el ambiente y conservar los recursos de futuras generaciones. Año tras año escuchamos de innovaciones que prometen ser las soluciones para el planeta, pero que desfallecen al momento de intentar incorporarse en una línea productiva.
Es la ingeniería industrial, bajo mi experiencia, la rama de estudio con la mejor capacidad de tomar todas estas innovaciones e incorporarlas en escenarios reales de producción y servicios. No solo añadir un desarrollo eco amigable a una línea productiva, si no volverlo rentable, hacerla apetecible para el empresario y el consumidor e incluso darle un mayor valor al producto final.
Fue en el rubro del packaging en Chile donde encontré mi mayor oportunidad de unir las ideas sostenibles. Incorporé el aditivo eco-one® en forma similar a un pigmento de color en la producción de envases plásticos para la industria farmacéutica, otorgando al politereftalato de etileno la capacidad de transformarse en un material apetecible para los micro organismos que se encuentran en suelo de los vertederos. Este aditivo está respaldado con estudios internacionales, demostrando un proceso de biodegradación de 60,7% en 180 días. Sumar este aditivo no significó aumentos de los ciclos productivos y tuvo poco impacto en la estructura de costos.
La revolución industrial mantuvo sus ideales por casi dos siglos, pero el escenario mundial es ahora distinto y los requerimientos de manufactura ya no son los mismos. Los ingenieros industriales, profesionales del área productiva y demás carreras afines debemos impulsar una nueva visión donde se unifiquen innovaciones eco amigables con el crecimiento productivo y de rentabilidades, evitar que se queden como simples propuestas y hacerlas tentadoras para las empresas, en pro de un futuro económica y ecológicamente sustentable.
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