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Jorge Edwards entre la biografía y la ficción en La casa de Dostoievsky

por Marcia Pérez-Rivera
Artículo publicado el 12/07/2012

La casa de Dostoievsky, la polémica novela de Jorge Edwards ganadora del premio Planeta del 2008, ha suscitado tanto elogios como enconadas discusiones en el mundo literario dentro y fuera de Chile. No es de extrañar que este escritor, acostumbrado a figurar como “persona non grata” dentro de ciertos círculos extremistas, levante semejantes polémicas. Los temas políticos relacionados con Chile recorren su narrativa entre 1973 y 1987. Entre ellos se podrían mencionar Los convidados de piedra (1978), El museo de cera (1981), La mujer imaginaria (1985), y El anfitrión (1987). Los lectores de Edwards, por tanto, ya están acostumbrados a que su prosa pulida y exquisita se nutra a la vez de alusiones directas al panorama político social que su condición de diplomático y escritor le permitió observar en ensayos biográficos como Persona non grata, revisada y corregida en sucesivas ediciones, Desde la cola del dragón (1977) y Adiós, poeta (1990). Para algunos este hecho singular de convertirse en testigo ocular de los hechos que narra, le confiere al relato una visión más auténtica, pero, por otro lado, su intención no comprometida ha provocado muchas reacciones entre los que asumen posiciones ideológicas al analizar una obra literaria. Algunos olvidan el hecho de que La casa de Dostoievsky es una novela y no un documento histórico y se presenta por tanto como una ficción narrativa y no una biografía del poeta Enrique Lihn. La intención de este trabajo es descubrir los mecanismos que conforman el corpus literario basado en referentes biográficos y particularidades discursivas que apuntan a la interpretación personal y que se transforma en un ejercicio de la conciencia donde Edwards pasa revista a toda una época de la vida chilena. En consecuencia, los hechos históricos, la biografía y la ficción se funden en un discurso discontinuo a través del cual Edwards nos presenta un cuadro, en ocasiones nostálgico, de una época convulsa. En ese discurso personal, donde se integra ficción y biografía, converge un conglomerado de elementos que delimitan las fronteras entre los mencionados géneros narrativos.

La obra comienza durante la década  de 1940, período donde gobierna Gabriel González Videla. Si bien este presidente recibió el apoyo para su campaña de varios sectores políticos, entre ellos del  Frente Popular, y especialmente del Partido Comunista, al cabo de un corto plazo rompe con la izquierda y formula la  Ley de Defensa de la Democracia con la cual prohíbe  la existencia de ese partido. Esta ley sería conocida como la «Ley Maldita»  y le ganó un sinnúmero de críticas entre los defensores de la Unión Soviética con la cual el presidente rompió relaciones diplomáticas. El entonces senador y poeta Pablo Neruda, mencionado varias veces en esta novela, había ayudado personalmente en la campaña presidencial y luego se convirtió en el antagonista más ferviente del gobierno de González Videla, insultándolo en cuanta oportunidad se le ofrecía, hasta el punto de mencionar la persecución que sufrió por culpa de éste  en sus libros  Canto General y Confieso que he vivido, e inclusive en el discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1971. La figura de Neruda estará siempre como  trasfondo en las páginas de la novela a quien Edwards menciona como el Poeta Oficial. Así el autor describe cómo la gente de los alrededores de  Isla Negra suponía que el joven escritor visitaba el lugar para recordar al reconocido poeta oficial, a lo que el personaje les contesta:

—¡Qué Nerón ni que ocho cuartos! —exclamó, rojo, con los ojos salidos de las órbitas, mojándose los labios con un vino de pésima calidad, y sus conocidos, gente de El Tabo, de El Quisco, de Algarrobo, ¿Nerón?, preguntaban, y se reían con ganas, moviendo la cabeza. ¡Nerón Neruda! remedaban: ¡Nerón Neruda! 1

De modo que el proceso desacralizador del discurso de Edwards en esta novela no sólo apunta sus certeros dardos  a la figura de Enrique Lihn sino también al exponente más prominente  de las letras  chilenas. Como es sabido en su función de diplomático llegó a trabajar en la embajada de Francia como asesor de Neruda y conocía bien de cerca al poeta nacional.

La clave para analizar la actitud del autor al presentar sus personajes dentro del discurso narrativo debe encontrarse en la propia tendencia de Edwards a rechazar los endiosamientos, y es necesario recordar que Enrique Lihn es considerado hoy el poeta chileno más importante de la segunda mitad del siglo XX.  La otra clave tal vez se refiera a un soterrado desacuerdo  con ambos escritores en el terreno político. Edwards no acepta la imagen del escritor como símbolo  y prefiere rescatar al ser humano con sus virtudes y defectos. El Lihn que nos presenta Edwards es mucho más tangible, más verdadero inclusive con su gran dosis de ficción literaria. A pesar de lo que sus detractores puedan decir el libro en sí es un homenaje no sólo a Enrique Lihn sino a la bohemia literaria de ese período y a la literatura que circulaba en Santiago en general en esa época y de la que saldrían notables poetas de diferentes tendencias, entre estos la poesía lárica de Jorge Teillier, el lenguaje urbano, conversacional e intimista de Enrique Lihn, la antipoesía de Nicanor Parra, la poesía irónica y epigramática de Armando Uribe Arce, la poesía  telúrica de Pablo de Rokha y el surrealismo de La Mandrágora. En cuanto al grupo La Mandrágora, mencionado por Jorge Edwards en su novela, resulta interesante destacar  la considerable influencia que tuvo en la generación de escritores nacidos en  la década de los cincuenta, tanto en la formación literaria  como por  el interés en autores como T.S. Elliot, Lautreamont, Jarry, Éluard, Rimbaud, Rilke.

El protagonista, líder indiscutible del grupo,  muy joven aún, orienta y discute con ellos lecturas y autores. Así lo presenta Edwards: ¿Y sabes Chico, quién es Rimbaud? ¿Y has leído Tierra baldía y Miércoles de ceniza…¡Chico pelotudo! ¡Anda corriendo a leer a Rimbaud y consíguete a T.S. Eliot! No te aparezcas por aquí mientras no los hayas leído! 2

La novela recrea todo el ambiente de la bohemia chilena reunida alrededor del Parque Forestal. El paisaje urbano se describe como un escenario perdido, se percibe la nostalgia; sin embargo la descripción de Edwards recupera la instantánea histórica de Santiago de Chile en ese momento:

En esos años tan lejanos, el Parque Forestal estaba mucho menos invadido que ahora por el tráfico, por el ruido, por la mugre, por las tarimas con orquestas atronadoras y payasos chillones. Era un espacio que podríamos llamar amable, aunque esto sea, quizá, una noción de la generación nuestra, un concepto sin destino. De hecho, había en el Forestal, o planeaba sobre él una belleza no estridente, no agresiva, y cuya función parecía consistir en conectar  el centro urbano con el río, con el espectáculo de la cordillera, con el cielo y sus nubes, con todo lo que estaba más allá de lo rutinario y lo consabido.3

El grupo La Mandrágora  también inició grandes polémicas cuyos blancos principales fueron Pablo Neruda y Vicente Huidobro, este último paradójicamente había sido su modelo inicial. Dedicaron siete números de la revista a criticar Residencia en la tierra. Edwards lo plasma de manera efectiva en su novela al señalar:

Muchos se acordaban de un recital de Neruda en el Teatro Miraflores en el que había leído poemas de Residencia en la tierra desde atrás de una máscara del Oriente Lejano, pero el Neruda de ahora, el que se paseaba por Europa en calidad de héroe comunista, era otro sin duda, para bien o para mal, y Oyarzún, con voz un poco engolada, defendía a Gabriela Mistral y recitaba poemas suyos de memoria. 4

Por medio de esta semblanza Edwards retrata a Luis Oyarzún, reconocido escritor y académico chileno, perteneciente a la llamada Generación de 1938 y mentor de la generación del cincuenta. Todo lo cual corrobora la intención de Edwards de presentar en la novela de manera panorámica distintos períodos históricos y tendencias literarias vistos retrospectivamente en torno a la figura del Poeta. Por otra parte nos muestra, en apretada síntesis, las inclinaciones ideológicas, sociales y literarias del momento. La polémica era parte del entorno chileno de entonces y por extensión de Latinoamérica lo cual incluye siempre el elemento biográfico. Se valora y se juzga a los escritores no sólo por su literatura sino por su proyecto de vida. Sin embargo el autor no intenta hacer un cuadro histórico, por lo que fusiona la biografía y  la ficción, y es de esperar que presente al biografiado desde su propia perspectiva. Para dejar clara la intención de la ficción Edwards llamará a su protagonista por un listado de dos o tres nombres: “Eulalio, Heriberto, Ernesto”

Segun Michel Foucault el pensamiento de un autor está entretejido en una compleja red simbólica social, lo que incluye una referencia constante a textos anteriores y actuales y dentro de  un entramado cultural que necesariamente se ubica y decodifica en relación a otras producciones textuales, diferentes, distantes o simultáneas. Es decir que todas las variantes de discurso se interrelacionan. Esto nos lleva a analizar la validez de las fuentes históricas que Foucault define,  en conversación con  Raymond Bellour, de la siguiente forma:

No debe haber fuentes históricas privilegiadas. Hay que poder leerlo todo, conocer todas las instituciones y todas las prácticas (…) Es por eso que se tratará en el mismo conjunto [dans la même foulée] a Don Quijote, Descartes y un decreto sobre la creación de las casas de internamiento de Pomponne de Bellièvre» 5

Al presentarnos una imagen iconoclasta del héroe de ficción que la crítica asocia con el Lihn histórico, Edwards nos indica que ha iniciado el proceso de humanización del personaje-poeta al presentarlo en situaciones controvertidas que incluyen el opio, el alcohol, el miedo, los rumores de homosexualidad, y la veta histriónica. Todo esto corresponde al terreno no histórico pero también válido para el interés del público en la ficción narrativa, lo que por otra parte juega muy bien dentro de ese contexto con la figura del Antipoeta, deliberada alusión a Nicanor Parra, en contraposición al Poeta Oficial Neruda.

Edwards, al igual que muchos que lo preceden, está contando una historia para despertar el interés de sus lectores y si para ello necesita sacudir  la visión tradicional de algunas figuras consagradas y sacarlas de su pedestal, que así sea. La novela es su proyecto y parece decirnos que no le importa que sea juzgada como biografía o que despierte la polémica literaria. Pienso mas bien que la desea porque de cierta manera suscita mayor interés por su lectura. Como diría Foucault refiriéndose a la labor del intelectual:

The work of an intellectual is not to mould the political will of others; it is, through the analyses that he does in his own field, to re-examine evidence and assumptions, to shake up habitual ways of working and thinking, to dissipate conventional familiarities, to re-evaluate rules and institutions. 6

De cierta manera, y eso es lo que parece decirnos Edwards, toda biografía forma parte de una ficción, y las discrepancias sobre la autenticidad forman  parte entonces de la misma polémica que podría atraer a los críticos a juzgar la ficción literaria. El propio Edwards anticipó en su novela la tendencia de que la lectura del libro se convirtiera en una no autorizada biografía de Lihn con la supuesta dosis de escándalo que estaba seguro provocaría. Refiriéndose a la estancia del protagonista en La Habana señala:

La mayoría de los relatos sobre esta etapa de la vida del Poeta incurren en contradicciones más o menos gruesas. Algunos testigos de primera mano entregan versiones curiosas, que no se conocían, que no habían sido incorporadas, por así decirlo, a la biografía oficial. Pero, ¿desde cuándo un personaje literario tan de los márgenes, una especie de vagabundo, casi un hippie, en alguna forma un maldito, podía contar con una biografía precisamente oficial? ¿Y dónde se encontraba esa curiosa biografía, quién la escribía: un angel rilkeano, un gnomo colchagüino, un imbunche? ¿ La escribía en el remoto Chile (¿en el horroroso Chile?), el inefable Chico Adriazola o Eduardito Villaseca, en las pocas horas libres que le dejaba su bufete de abogado? Muchos de estos testimonios aseguran, por ejemplo, que el Poeta recibió en préstamo el departamento de El Vedado, el de la máquina de escribir Underwood del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, no antes sino algunas semanas después de conocer a María Dolores, y que antes dormía en un cuarto subterráneo del edificio de la Casa de las Américas, un cuarto que sólo tenía algunos centímetros de vista, entre sólidos barrotes, a los zapatos de los transeúntes que paseaban taconeando por los pastelones de la vereda. 7

Enrique Lihn ganó el premio Casa de las Américas en 1966 con su libro Poesía de paso. El gobierno de Cuba pensaba que era un buen candidato puesto que había militado brevemente en el Partido Comunista chileno. El premio, que en ese entonces gozaba de prestigio en Latinoamérica, le abre las puertas a Lihn a un mundo literario más cosmopolita que el de la bohemia de Santiago. En Cuba  asiste a congresos, trabaja en la revista Casa de las Américas y el Instituto del libro, y traba amistad con personalidades literarias algunas de ellas controversiales como Heberto Padilla, José Lezama Lima y otras como César López, Fayad Jamís, Pablo Armando Fernández y Rodríguez Feo. Como es sabido, Cuba comete dos graves errores que le crean serios problemas con el mundo intelectual en ese momento: el apoyo a la invasión soviética a Checoslolovaquia conocida como la Primavera de Praga y el  escándalo internacional del caso Padilla. Acontecimientos que  polarizan las posiciones políticas  de los escritores a favor o en contra del gobierno cubano. Edwards narra ese momento en su novela de manera magistral al ofrecernos las tendencias y posturas de los escritores del momento y en especial un retrato muy humano de las debilidades y agudezas de Padilla.

El Lihn histórico que regresa a Chile en los últimos momentos del régimen de Allende comienza a sufrir el desencanto que animó a muchos otros al notar cómo crecía la represión y la censura en Cuba, donde se instaura el discurso mayestático del líder máximo «Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada» 8. El Frente Popular también se radicaliza aunque en menor medida en 1970 cuando Salvador Allende asume la presidencia y el poeta comienza a tener confrontaciones. La actitud de Lihn ante el caso Padilla resulta bastante ambivalente como lo testifica el artículo publicado en Proyecto Patrimonio con el título “Enrique Lihn opina sobre el caso Padilla” el 17 de mayo de 1971  donde defiende y critica de manera ambigua a la Revolución Cubana.

Finalmente, ante los problemas y los antagonismos sociales propios de un socialismo en construcción que parece haber elegido el ascetismo de las masas y el poder irrestricto de sus dirigentes, puede haberse llevado a la conclusión de que era políticamente más útil terminar con las visitas inoportunas y, en el interior, con dos o tres ovejas descarriadas. Es así como se le ha permitido al poeta Heberto Padilla dividir su vida en dos, en una celda de Seguridad del Estado, acusándose él mismo de las peores cosas y declarando a ciertos viejos amigos de la Revolución —a quienes por lo demás, mal pudo Padilla invitar personalmente— de «incuestionables agentes de la CIA».

El encarcelamiento y la conversión de Padilla ocurrieron oportunamente, unos días antes del discurso de Fidel Castro al cierre del congreso de educadores de su país; discurso en el cual (¿Por una feliz coincidencia?) arremete contra los «pájaros de cuenta» «que trataron de presentarse como amigos de la Revolución», contra «los intelectuales libelistas burgueses y agentes de la CIA», «ratas intelectuales» que se hundirían a corto plazo en el tempestuoso mar de la Historia. El discurso al que nos referimos -uno de los peores del gran estadista cubano- está lleno de apreciaciones de tal modo burdas, que parece que le hubiera sido dictado, o por la pasión del momento o por una falta de objetividad -sectarismo e infantilismo- imputable a su auditorio. 9

Al evitar una confrontación directa con el gobierno de Cuba su respuesta resulta ambigua como también lo fue su poemario Escrito en Cuba publicado en México en 1969  mientras  en cambio se nota la frustración ideológica en su otro libro La musiquilla de las pobres esferas publicado en Santiago de Chile el mismo año.  De este último llama la atención el poema “Revolución” donde expresa una evidente desilusión por aquellos valores en los que había creído.

No toco la trompeta ni subo a la tribuna / De la revolución prefiero la necesidad de conversar entre amigos / aunque sea por las razones más débiles / hasta diletando; y soy, como se ve, un pequeño burgués no vergonzante / que ya en los años treinta y pico sospechaba que detrás del amor a los pobres de los sagrados corazones / se escondía una monstruosa duplicidad/. 10

Mientras la biografía nos presenta a un Lihn controvertido que se debate entre la desilusión y su posición en defensa de la libertad de expresión, Edwards trata de rescatar al amigo, al que presenta con sus complejidades, en última instancia contradictorio y excéntrico, con esa verdad suya,  que el lector percibe como verosímil más que biográfica.

Edwards en uno de los pasajes de su novela Persona non grata ya había descrito la actitud contradictoria de Lihn con respecto al gobierno de La Habana. Así recrea la atmósfera de vigilancia y persecución que imperaba en la isla y de la cual Lihn tampoco puede escapar:

Recordé una fiesta en casa del poeta chileno Enrique Lihn, en 1968, época en que él trabajaba en La Habana en la Casa de las Américas. Alguien me señaló una persona y me dijo que tuviera cuidado.
-¿Cómo admites a policías en tu casa? Enrique se encogió de hombros
-Siempre vienen-dijo- Evitarlo es completamente imposible 11

¿Temería Enrique Lihn represalias fuera de Cuba al pronunciarse contra el gobierno cubano después de haber vivido desde dentro la atmósfera de persecución? Nunca lo sabremos.

La amistad de Edwards y Lihn se había iniciado en la época de estudiantes universitarios y se extendió durante toda la vida a pesar de las diferencias de opinión en distintos terrenos. De jóvenes los dos se encontraron formando parte de la cultura del Forestal, el parque donde coincidían después de clases en la Universidad de Chile. El propio Lihn lo menciona en una semblanza que había dado sobre Edwards:

Jorge Edwards se paseaba con sus libros por ahí. Era muy cabrito cuando lo conocí y en ese tiempo vivía en una casa en la Alameda, que, para gran sorpresa nuestra, después se convirtió en el Club Peruano. Era una casa señorial, con un papá con mucha plata y donde nosotros nos filtrábamos medio clandestinamente. A veces llegábamos a comer tarde, las doce de la noche. Una vez que nos asomamos a una hora imprudente, el papá de Jorge nos enfrentó y nos increpó. Me miraba y le preguntaba a Jorge «¿Quién es este melenudo, este chascón?» 12

Esta descripción nos recuerda las secciones de la novela de Edwards  relacionados con el personaje de Eduardito Villaseca que sería el alter ego de Edwards en la novela. Sin embargo al incluir a Villaseca como secundario y a Lihn como protagonista el lector percibe el interés del autor en centrar la ficción narrativa en Enrique Lihn. Se puede afirmar que al seleccionar al Poeta como personaje principal el autor trata de recobrar al amigo, un tributo a Lihn, no una biografía. Al convertirlo en ente de ficción lo recupera, deja de lado los academicismos para presentarnos a ese mismo joven díscolo que conoció en la juventud y que habitaba en una pieza destartalada que llamaban la casa de Dostoievsky, dedicado febrilmente a encontrarse a sí mismo en su poesía, al poeta desarraigado e itinerante al que vio crecer poéticamente, sufrir y tambalearse ante los embates políticos, al que luego vio convertirse para su complasencia en un autor consagrado. La novela es también un pretexto para recuperar al Chile de la nostalgia, el de la juventud. Quiso además  pintar al Poeta con otros atributos y por eso decidió novelar sus amoríos, sus miedos, sus andanzas. Esto contribuye a elevar su estatura como personaje de ficción, inmortalizar la leyenda, lo cual le añade nuevos bríos al protagonista en oposición a la imagen dada por el discurso del poder, sustentado en jerarquías. En resumen, se propone recuperar al ser humano con sus virtudes y flaquezas, y por ese motivo elige la ficción. Sin duda esta acertada elección nos permite conocer  una nueva dimensión del personaje mucho más atractiva, a lo que se añade la indiscutible calidad y refinamiento de la prosa de Edwards que de manera diestra nos envuelve en su esplendor mágico.

Marcia Pérez-Rivera

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Ver también:  “AMIGOS” DE LIHN DISPARAN CONTRA JORGE EDWARDS»
NOTAS
1 Edwards, Jorge. La casa de Dotoievsky. Buenos Aires: Planeta-Casa América, 2008.116
2 … La casa de Dotoievsky. 18
3 … La casa de Dotoievsky. 10
4… La casa de Dotoievsky 12
5 Bellour. R .  “Entretien avec Michel Foucault”  Le Livre des Autres. París: 10/18. 1971.17
6 Foucault. Michel. Interview, in «The Concern for Truth,». Paris:  Le Magazine Littéraire. May 1984.
7 … La casa de Dotoievsky.168
8 Castro,  Fidel. «Discurso a los intelectuales», Casa de Las Américas No.7. 1960.
9 Lihn, Enrique. “Enrique Lihn opina sobre el caso Padilla”. Proyecto Patrimonio 17 de mayo. 1971
10… La musiquilla de las pobres esferas Editorial Universitaria, Santiago, 1969
11 Edwards, Jorge. Persona non grata. Madrid.: Alfagura, 2006. 91
12 Piña, Juan Andrés. Conversaciones con la poesía chilena. Santiago:. Pehuén, 1990
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