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Entre el presente y la actualidad: la posibilidad de crítica en el arte contemporáneo

por Valentina Mujica
Artículo publicado el 07/11/2010

“La modernidad es lo transitorio,
lo fugitivo, la mitad del arte, cuya otra mitad es lo eterno,

lo inmutable”
Charles Baudelaire

 

Tal como lo indica el título, la problemática de este trabajo surge de la tensión de dos tiempos: el presente y la actualidad. El concepto “presente” puede servir como punto de partida para ilustrar la concepción tradicional del tiempo, esta es, la concepción moderna ilustrada, o también podríamos decir la cristiana occidental, que se encuentra en las bases de nuestra configuración de entendimiento de la realidad.

El presente en tanto que unidad histórica del tiempo tiene que ver con un “hallarse” en el espacio. Un posicionamiento que se activa en relación a otros (el pasado y el futuro) como el primer punto en una red del lenguaje, que ha sido hasta hoy la estructura mediante la cual nos relacionamos con el espacio-tiempo, “la escala humana de comprensión del devenir”(1), y cuya matriz sigue un eje horizontal: una concepción lineal del tiempo.

Esta concepción lineal del tiempo implica una mismidad en devenir, una unidad del tiempo moderno que podría ser llamado “acontecimiento”, “hecho”, incluso “idea” o “verdad”. Lo eterno, lo inmutable (la mitad del arte según Baudelaire), es precisamente aquello sobre lo que se ha basado la concepción occidental del tiempo. El Ser o la idea, el significado en correspondencia con el significante, es lo que ha permitido articular el relato del tiempo. Una línea que teje, de un mismo material artificioso, las relaciones entre “hitos” o acontecimientos, para configurar una historia acorde a nuestra subjetividad.

Pareciera que necesitamos una aprehensión del pasado y/o una objetivación del tiempo que permita posicionarnos en la actualidad inaprehensible. En este sentido, la actualidad (lo transitorio, lo fugitivo) tiene más que ver con el cuerpo de la experiencia y con los sentidos. Es un concepto que concentra los hechos de la contingencia, abstraídos de la trama del tiempo.

Ambos conceptos en tensión originan la problemática de este trabajo que tiene que ver con un aspecto primordial y configurador del sujeto: la auto-reflexión.
Para hablar de auto-reflexión hay que comenzar por nombrar la filosofía kantiana, antecedente primordial en el pensamiento moderno, o en las estructuras de pensamiento que corresponden a uno de los elementos en tensión: el tiempo lineal.

La razón es capaz de exceder la experiencia sensible, permitiendo que el ser humano perciba los límites de su propia configuración de sujeto. Esta premisa fundamental en el pensamiento kantiano nos habla de una necesidad humana en tanto que el ser humano se piensa para reconfirmar una y otra vez sus límites o contorno; y también su centro ontológico que es la autoconciencia. Pero también no deja de hablarnos de un tiempo radicalmente distinto al que vivimos ahora. Independiente de una esencia pensante, el ser humano también responde a estímulos externos, a sus antecedentes culturales o conciencia histórica. Y podríamos decir que, actualmente, este antecedente corresponde en cierta medida a un gran cúmulo de información, tanto del pasado como del mismo presente. Las tecnologías y los medios de masa presentan ante los ojos del individuo una enorme realidad fragmentada y a la vez cohesionada por la red virtual. La multiplicidad, la simultaneidad y la instantaneidad son los estímulos externos con que el individuo se enfrenta en el cotidiano.

Esta determinada condición del mundo actual significa un desborde para el ser humano, de algo que él mismo ha producido. Esta idea puede dar luces sobre el origen de una crisis, o sobre la tensión entre un entendimiento de tradición moderna ilustrada –que se caracteriza por la posibilidad de hacerse sujeto de la realidad– y una percepción que se ve sobrepasada por la información. O bien podríamos decir, el encuentro entre fragmentos de la realidad, que niegan su cohesión o su inserción en la trama lineal del tiempo, y la objetivación de la realidad que significan muchas de las disciplinas humanistas y científicas que se desarrollaron principalmente en la modernidad. Estas últimas, basadas en la “aprehensión” mediante el lenguaje de una sucesión de hechos o experiencias y sintetizadas en un sistema. Y todo esto, en cierta medida, bajo el antecedente del fantasma kantiano.

Esta crisis puede expresarse a través de una autodestrucción que caracteriza a la modernidad. Partiendo por el hecho de que la modernidad empieza con las guerras (hablando desde la trama o “acuerdo histórico”), que marcan un primer desborde del ser humano por sí mismo, y siguiendo con la ironía que marca los orígenes del arte contemporáneo. Concepto ambivalente (el arte contemporáneo) en el sentido que es, y no es, la continuidad del arte a través del tiempo. Porque, independiente de los discernimientos de carácter historicista, entendemos principalmente el arte, por lo menos del pasado, como representación o objetivación de una realidad. Lo que viene después de aquello, es decir, lo de ahora, hablando desde la “escala humana de comprensión del devenir” (no nos queda otra), vendría siendo el arte contemporáneo. Sin embargo, el arte contemporáneo se caracteriza, al igual que otros aspectos del sujeto moderno, por ser una autodestrucción puesta en obra en tanto que irrumpe en los hábitos de comprensión cotidiana, en una búsqueda por hacer visibles las estructuras que configuran la comprensión de la realidad. Esta autodestrucción podría ser un afán de reencontrarse con una muerte (o fin) que se perdió del horizonte del tiempo mítico occidental. Y que permitía, a través del principio y fin del mito originario, un posicionamiento claro en el espacio-tiempo. En este sentido esta autodestrucción, o auto-reflexión, es también signo de un motor primordial que, independiente de las condiciones externas, no puede apagarse porque, tal como dijimos unos párrafos atrás, contiene un sentido del “ser” humano. En otras palabras, nos configuramos, entre otras cosas, desde la imposibilidad de dejar de creer.

La tensión entre los tiempos, al igual que la tensión entre modernidad y modernización (naturalización y extrañeza de la realidad) es el fluctuar que activa el concepto de crítica, que se ha hecho tan presente en el arte contemporáneo en tanto búsqueda dirigida hacia el retorno a la posibilidad de comprender y configurar mundos.

En el contexto de la última Trienal de Chile, se puede encontrar un interés explícito por revisar los conceptos de arte, y de abrir así la posibilidad del arte contemporáneo de dialogar con la realidad. La muestra se inscribe en un programa curatorial acerca de los límites del arte, problemática donde se abordan las relaciones que la producción artística puede tener con la institución, la política, lo cotidiano y lo local. “Cada cierto tiempo el sentido de la institucionalidad del arte y, más aún, el concepto mismo del arte, precisan ser revisados (2). Clara tendencia del arte contemporáneo, la de auto-revisarse. Y para ello se han dispuesto diálogos en la Trienal entre los terrenos tradicionales del arte y otros, tales como el arte indígena, el popular y el contemporáneo, a fin de problematizar un contenido que puede abordarse desde distintas concepciones. En este sentido, y también en la tendencia cada vez más teórica, el arte contemporáneo de esta Trienal puede tomarse como una búsqueda por cohesionar una realidad fragmentada por el encuentro y tensión entre dos tiempos. “Los límites del arte”, tal título ilustra la paradoja de nombrar algo que quizás es muy difuso para ser aprehendido incluso bajo un concepto. Un encuentro y tensión entre la realidad actual y un pensamiento de emancipación de impronta ilustrada.

De la cuestión de los límites del arte surge la pregunta por la posibilidad de crítica –que implica una distancia– de las estructuras de configuración. ¿Cuáles son las condiciones que hacen posible una crítica siendo que buscamos la emancipación de las mismas estructuras con las cuales pensamos?

Lo interesante es que la POSIBILIDAD, o bien la pregunta, se hará siempre presente, así como la expectativa de emancipación, debido a la imposibilidad –por arte del ser humano– de abandonar el lugar primordial de la auto-reflexión.
Para reflexionar acerca de estas condiciones nos desplazamos directamente a la obra, específicamente a una obra presentada en la Trienal de Chile, como forma de revisar la operación de una crítica y su relación con lo externo, lo cotidiano y lo actual.

La crítica actúa exponiendo las estructuras de configuración naturalizadas por la sociedad. Sin embargo, en las condiciones contemporáneas, es decir, en la crisis del entendimiento de impronta moderna ilustrada, se deben buscar nuevas formas de hacer emerger estas estructuras de configuración. En un texto de la trienal, Nelly Richard señala:”La crisis del arte y lo crítico en el arte se viven siempre como experimento: como una puesta en tensión de los límites que enmarcan convencionalmente las definiciones legitimadas, para aventurarse en zonas de paradojas y ambivalencias donde las prácticas creativas deben ensayar siempre nuevas orientaciones estratégicas en función de cómo se mueven los diagramas de fuerza de las instituciones artísticas y el mercado cultural”.(3)

En el contexto de la Trienal se articula una rama curatorial, El terremoto de Chile, que se propone desplegar una muestra de producción chilena de arte contemporáneo en búsqueda de “temblores” o acontecimientos espontáneos, impredecibles, “situaciones veladas o discontinuidades sin pretender una imagen institucional ortodoxa”(4). Una muestra en un contexto de “arte joven” que busca producciones dialogantes con la realidad.

Personalmente, una de las cosas que llamó mi atención de la muestra El terremoto de Chile fue la propuesta de Demian Schopf. Un dispositivo compuesto por dos monitores, una impresora y una máquina de coser, conectados por un software de inteligencia artificial. La obra se activa en interacción con el público que es estimulado a conversar con la computadora a modo de chat. La base de datos de la máquina contiene un escrito de Marx, otro de Nietzsche, la Biblia, las noticias que regularmente baja el computador desde un noticiero de la red, y también palabras que teclea el público participante. El diálogo se imprime automáticamente, de tal manera que una intervención (o una escultura) genera otra escultura, y paralelamente la máquina de coser enhebra palabras en puntos sobre una tira de papel. Palabras y conceptos sacados de la base de datos.

LA OBRA DE ARTE EN PROCESO
Máquina de Coser

En el segundo monitor figura un texto de Schopf que habla sobre el fundamento de la obra. “El objetivo de la máquina de coser es llegar a ser una máquina dialógica mediante el uso inicial del azar restringido de las respuestas extraídas, de las obras del índice mediante un motor de búsqueda convencional y del determinismo de las propuestas programadas. Y hacer emerger lentamente o no tanto patrones colectivos de respuestas frente a diversos estímulos en forma de chat. Así, se incorpora el principio de causalidad dinámico y emergente, en una obra que no termina de constituirse, como el mundo” (5) .

Tal es el interés de la obra, regirse bajo un azar relativo. La obra de Schopf es una obra en proceso y auto funcional. En palabras de Schopf, la máquina tiene un período de vida de aproximadamente 10 años hasta que colapse el software, pero de una u otra manera, en dimensiones indescifrables, se direcciona a partir de lo contingente.

La obra de Schopf es una crítica a las vanguardias y a uno de sus grandes paradigmas: el azar. Las vanguardias siempre opusieron el concepto de “fragmento” al orden positivista y a la institución, radicalizando la realidad y pasando por alto el tejido de relaciones que se halla inevitablemente al origen del imaginario social, de las estructuras de comprensión. “(La vanguardia) no parece haber buscado ni discriminado la enorme, quizás infinita gama de fenómenos, posibilidades que oscilan entre un polo y otro, como hacen o intentan los actuales teóricos ontogenéticos de los sistemas complejos” (6).

La obra expone la factura del tejido, que nunca cesa de enhebrarse, bajo el trabajo veloz de la máquina de coser, donde converge la información pasada y presente en potencia, dejando un cúmulo ondulante de información que hace visible tal cantidad de ideas y conceptos.

La imposibilidad de dejar de creer no se presenta en el trabajo de Schopf como un cinismo que muchas veces se puede encontrar en el imaginario social actual. Y que es, en resumidas cuentas, una actitud resignada frente a la realidad y también, frente a sí mismo (crisis del pensamiento individual), un escepticismo desde el cual y a pesar del cual se “juega” a creer o a comportarse acorde al sistema.

A mi parecer la obra de Schopf recupera la gota de romanticismo en la obra de arte, esto es, el misterio o la cuota de azar por el que se teje la obra en proceso, y también el mundo. La tecnología combinada con dicha cuota de azar producen una inteligencia que crea un ambiente más o menos futurista y también romántico, ya que nos hace pensar tanto en las posibilidades del futuro como en lo inaprehensible, incluso por parte de las ciencias exactas de la tecnología, que puede ser la realidad. La obra reniega de un azar extremo, pero reivindica la cuota de azar que nunca desaparece. Se puede decir que esta cuota de azar es el difuminado del límite entre el extrañamiento y la naturalización de la realidad.

En este sentido la posibilidad de crítica en Schopf se da en la medida que no objetiva una idea en su puesta en obra. La obra de arte “en proceso” no refiere a una cosa, objeto o idea (sobre lo que se ha basado la concepción occidental del tiempo y del arte) sino más bien refiere a un “ambiente” de fragmentos tejidos por la contingencia y que son una superación del azar extremo de las vanguardias. De este modo se logra colar un mensaje en la ambigüedad de una puesta en obra que finalmente se destierra de la subjetividad del artista para convertirse en una ventana de mundo que va registrando el diálogo fresco entre un sujeto y el computador y que da como resultado un poema de la realidad cercana.

El hermetismo de tales diálogos puede apelar a la subjetividad individual primordial que hace posible la auto-reflexión. “Tenemos el privilegio de disponer de un mini universo para poner a prueba estas intuiciones: conjunción entre lenguaje natural, internet y la gente que usa la máquina.” (7)

Es imposible abandonar el punto ciego de la subjetividad y la impronta moderna ilustrada que sustentan nuestro entendimiento, pero son estos mismos que propician la imposibilidad de dejar de creer y que activan la rebeldía propia. Una posibilidad de crítica en el arte contemporáneo puede darse cuando la puesta en obra del discurso teórico de la realidad se sirve de materias primas sacadas en bruto de la realidad, como son las palabras tecleadas por la gente, las palabras bajadas regularmente del movimiento incesante de la red. Aquí lo importante no es la información en sí, sino la manera en que se mueve, se activa, se teje y se presenta. En esa operación se libera del relato y se conecta con un “tiempo anterior al nacimiento, tiempo virtual de lo que aspira a venir, tiempo frágil, incluso efímero, de lo que quizás vendrá” (8) . En la no-objetivación del tiempo se desnaturaliza el lenguaje y se conquista un nuevo lugar, o un “no-lugar” que se libera de la cartografía del lenguaje.

 

Bibliografía_________
  • Catálogo de la Trienal de Chile 2009
  • BUCI-GLUKSMANN, Christine, Estética de lo efímero, Traducción de Santiago E. Espinoza, Arena Libros, Colección Filosofía una vez, Madrid, 2006
  • RICHARD, Nelly, Introducción al coloquio Internacional de Santiago de Chile 2009.
  • ROJAS, Sergio, De la expectativa moderna de un arte crítico contemporáneo, texto leído en el coloquio “Imágenes, imaginarios e imaginación crítica”, Trienal de Chile.
  • ROJAS, Sergio, Sobre la crisis de la “escala humana” de comprensión del devenir.
  • KRISTEVA, Julia, Sentido y sinsentido de la rebeldía, traducido por Guadalupe Santa Cruz, Editorial Cuarto Propio, 1999, Santiago Chile.
  • VIRILIO, Paul, Estética de la desaparición, Ediciones Anagrama, Colección Argumentos, 1988, Barcelona.
  • HORKHEIMER, Max, Crítica a la razón Instrumental, Editorial Trotta, 2002, Madrid.
NOTAS _____________
1. ROJAS, Sergio. Sobre la crisis de la “escala humana” de comprensión del devenir.
2. ESCOBAR, Ticio. Curador general de la Trienal, Los límites del arte, Trienal de Chile 2009.
3. RICHARD, Nelly. Introducción al coloquio Internacional de Santiago de Chile (2009)
4. CASTRO FLÓREZ, Fernando. Curador, El terremoto de Chile, Trienal de Chile 2009.
5. Schopf, Demian en el monitor de la izquierda. Obra Máquina de coser
6. Schopf, Demian en el monitor de la izquierda. Obra Máquina de coser
7. BUCI-GLUKSMANN, Christine, Estética de lo efímero, Traducción de Santiago E. Espinoza, Arena Libros, Colección Filosofía una vez, Madrid, 2006
8. SHOPF ,Demian en el monitor de la izquierda. Obra “Máquina de coser”
9. BUCI-GLUKSMANN, Christine, Estética de lo efímero, Traducción de Santiago E. Espinoza, Arena Libros, Colección Filosofía una vez, Madrid, 2006.

 

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