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REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Vicente Bianchi: Legar lo legado

por Francisco Díaz Céspedes
Artículo publicado el 07/10/2024

Texto de Francisco Díaz C. (1) y Adolfo Ramos A. (2)
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Resumen
Escribir una biografía completa del compositor, pianista, director de las artes musicales y culturales del chileno Francisco Vicente Germán Bianchi Alarcón se necesitarían tomos para explicitar cada una de sus obras. Sin embargo, en este breve artículo solo enfatizaremos en ciertos puntos esenciales que todo lector nacional tiene la impronta de conocer; destacando la capacidad creadora y difusora, la narrativa de su figura humana.

Palabras claves: Composición, armonización, legado

 

Abstract
To write a complete biography of the composer, pianist, director of the musical and cultural arts of the Chilean Francisco Vicente Germán Bianchi Alarcón would require volumes to explain each of his works. However, in this brief article we will only emphasize certain essential points that every national reader has the impression of knowing; highlighting the creative and disseminating capacity, the narrative of his human figure.

 Keywords: Composition, harmonization, legacy.

 

Vicente Bianchi Alarcón: Creador y Maestro
A nuestro tiempo, Francisco Vicente Germán Bianchi Alarcón es considerado como uno de los músicos y compositores más selectos de nuestro país, junto a Luis Advis, Violeta Parra, Margot Loyola, Víctor Jara, Gabriela Pizarro, Roberto Parra, Claudio Arrau, Pedro Vargas, y otros que han legado las bases artísticas de nuestro país. Por supuesto que no fue tarea fácil, ya que la esencia resultante de su labor, radicó en su formación escolar y universitaria.

Vicente Bianchi nació un 27 de enero de 1920 en la comuna de Ñuñoa (Santiago de Chile), el mayor de los cinco hijos del matrimonio de German Bianchi y Blanca Alarcón (3). Realizó sus primeros estudios lectivos en el Liceo Manuel de Salas. En su hogar tenía un piano de cola (4), y en él, iniciaría su labor compositora (5). Este aspecto era muy común para la época, porque existía una alta influencia enciclopedista e ilustrada; tal como lo señala el historiador Norbert Dufourcq:   “(…) hasta comienzos del siglo XX, casi todos los compositores permanecieron fieles al tradicional concepto tonal impuesto por los madrigalistas italianos de fines del siglo XVI”(6), lo cual puede ser comprendida como una “música “dinámica” o música de “laboratorio” hecha de contrastes, de impresiones fuertes y a menudo de dibujos abstractos o puramente intelectuales”(7). En este sentido, con el pensar creador de Bianchi Alarcón, este se forzaba a trasponer al dominio de los sonidos los ruidos de la vida moderna, y de transformarlos a ritmos más evocados al oído humano.

Según la reflexión e interpretación del músico Valentín Trujillo, Vicente Bianchi “(…) no se puede ser más chileno que Vicente Bianchi, porque nació en la semana del “Roto Chileno” (…), porque vive en La Reina, como chileno del mesmo campo con su noria para sacar agua, una enorme campana en vez de timbre. Su patio, con un letrero municipal que dice “Manuel Rodríguez”, de pasaje de bienvenida a un hogar tan musical… piano de cola, partituras, cacharros de greda, fotos de artistas como Pedro Vargas, Juan Arvizu, Leo Marini, Silvia Infantas y Los Baqueanos y otros que, sin ser chilenos, también admiraron su música, con el testimonio de decenas de ediciones en inglés, francés y sueco, y otros países que disfrutan del talento de este músico completo. Ganador de muchos torneos musicales, amado en el Perú, distinguido en Argentina, conciertos en U.S.A., es decir, “todo” lo que ha hecho desde 1930” (8).

“Lo chileno”, estaba en la familia de Bianchi Alarcón, cuyos padres creyeron en las intuiciones a las que asistía el pequeño Vicente. Sus padres de igual manera contrataron a un profesor particular de música, llamado Daniel Julio, un pianista profesional que tocaba en las funciones del cine mudo. Las enseñanzas del profesor Daniel eran de horario vespertino, y el talento de Bianchi era de alto progreso. Más tarde, Vicente Bianchi, con tan solo diez años, tomaría clases con la profesora Olga Águila Fraga, quien lo formaría para ingresar al Conservatorio Nacional de Música (9). Entre los profesores formadores del Conservatorio sobresalen: Flora Vial, en Teoría Musical; Samuel Negrete, en Armonía; Alberto Spikin-Howard, en Piano (9).

Durante la década del 30’, las competencias de Bianchi en el Conservatorio serían su mejor esencia creadora y difusora; y comenzaría a presentarse en radios chilenas, cuya edad no excedía de los once años, al participar en el programa infantil “El abuelito Luis» de la desaparecida radio Otto Beckers. Bajo este hito, estimulador y motivador, fue trascendental para el futuro músico, ya que Bianchi formaría parte de una orquesta -con niños de su edad-. En dicho conjunto musical, la instrumentalización sería el piano, el acordeón, el violín y la batería, además de las voces de los cantantes. Dicho grupo musical recorrerían dos veces distintos escenarios de Chile (10). De aquella orquesta aparecerían nombres de valor invaluable para la música chilena, tales como: Juan Mateucci, Humberto Lozán, Fernando Morello, y el propio Bianchi Alarcón. Este último, al cumplir un proceso prometedor renunciaría a la orquesta, teniendo diecisiete años; y además abandonaría sus estudios formales (11) por querer dedicarse completamente a la radiofonía (12). Sin embargo, en su jovialidad de no parar de crear, fugazmente, fundó su propio conjunto musical, una banda de jazz constituida por los músicos Luis Silva (en guitarra) y Dolores Díaz (en canto). Empero, este conjunto musical no perduró en el tiempo y Bianchi se dedicaría en su totalidad a la radio (13).

En el transcurso laboral de Bianchi en la radio, parafraseando al investigador Álvaro Menanteau Aravena, el primer trabajo del maestro fue en la radio La Americana, cuyas actividades a ejecutar eran: poner al aire números musicales desde el piano, acompañamientos, arreglos musicales, improvisación y transportar la música a tonalidades a cada cantante. Bianchi Alarcón afirmaría con los años que: “trabajaba con un auditórium lleno y no crea que sólo para ofrecer programas de música popular. También daba ciclos de conciertos con audiencia masiva. En esos años, sin televisión, la gente en Santiago disfrutaba y sabía más que ahora de buena música. En todo eso hemos ido perdiendo mucho” (14).

En 1940, Bianchi fue contratado por la radio Agricultura, en la cual trabajó con un octeto, es decir, una orquesta más estable, y con el permiso necesario para escribir sus propios arreglos musicales. En esta radio, le correspondió acompañar al tenor lírico Tito Schipa. Tres años más adelante, Bianchi viajaría a Buenos Aires (Argentina) y firmaría un contrato de trabajo por seis meses en la radio El Mundo de Buenos Aires, estando a cargo de tocar el piano para toda clase de melodías, y de respetándole sus propios arreglos musicales y las improvisaciones contractuales que podían surgir (15).

Bianchi al regresó de Buenos Aires, trabajó en radio Minería, acompañando con su orquesta a Lucho Gatica, con quien laboró en algunas grabaciones y arreglos musicales. Asimismo, perfeccionó aún más sus ideas musicales en base a canciones folclóricas con las hermanas Estela y Margot Loyola. Y en su paralelo, desarrolló conciertos de música clásica, junto al español Enrique Iniesta Cano (reconocido solista de violín), estrenando obras orquestales como Saint-Saëns y la del chileno Enrique Soro Barriga (reconocido pianista y compositor académico) (16).

Así entre la década del 40’ y la del 50’, la actividad radial era muy efervescente en Vicente Bianchi; de modo que obtuvo su primer contrato discográfico con RCA Victor, en que acompañó numerosos arreglos y grabaciones; como no destacar el trabajo colegiado con las hermanas Sonia y Myriam Von Schrebler(17), y el acompañamiento en bolero al cantante Mario Arancibia(18).

En 1951, Bianchi Alarcón viajó a Perú y aceptó el cargo de director de la Orquesta de la radio El sol de Lima. Dicho trabajo no debía superar entre uno o dos meses, pero su motivación lo hizo residir en Lima alrededor, de cuatro años. En esta tetra radial, Bianchi acompañó como pianista al Trío Llanquiray (19). Asimismo, dirigió una orquesta amplia entre 15 a 30 músicos, conociendo e interactuando con sus propios arreglos musicales, tanto en la música popular como folclórica del Perú, sean estas: valses, marineras, boleros, tonderos, andino y afroperuana (20).

A su regreso del Perú (21), en el año 1955, Bianchi Alarcón fue contratado por el sello Odeón, participando activamente de grabaciones junto a Lucho Gatica y Los Huasos Quincheros. A su vez, fue contratado por la radio Cooperativa (22), en la que acompañó su labor musical junto a Arturo Gatica, Hilda Sour, Silvia Infantas, Pedro Vargas, Leo Marini y Rayén Quitral (23). También, incluiría musicalmente las tonadas de Manuel Rodríguez, cuya autoría de la letra correspondería al poeta Pablo Neruda.

En 1958, Vicente Bianchi realizó el arregló de La tranquera (de Osmán Pérez Freire) quien, junto a César Araya, en violín; Agustín Cullel, en viola; Arnaldo Fuentes, en chelo; y Ramón Bignon, en contrabajo (24); grabaron con magna perspectiva lo clásico y lo elocuente mediante la asociación, coordinación y sincronización instrumental.

Un dato importante a considerar en el relato de la vida radial de Bianchi, es que durante las décadas del 30’ al 50’, el espacio físico de la radio era completamente en base a un sistema acústico, en que se tapaban las paredes con frazadas, se colocaban discos en una vitrola y se le acercaba el micrófono, con el objetivo de trasmitir claramente y sonoramente al aire (25). En este sentido, de nuestro presente al pasado, dicho proceder era estrictamente prístino. Sin embargo, la calidad vocal e instrumental de los artistas superaban toda expectativa que se tenían de ellos, y cuánto más lo eran en presentaciones, en vivo y en directo, en sus innumerables conciertos en distintas localidades del mundo. En rigor, la calidad musical estaba sujeta siempre a la perfectibilidad comunicacional y tecnológica.

En 1959, debutaría «La Pérgola de las flores»(26). Obra de teatro escrita por Isidora Aguirre; musicalizada por Carlos Llanos Echeverría (27) y Francisco Flores del Campo; escenografía por Bernardo Trumper; coreografía por Juana von Laban; organización y dirección musical por Diego García de Paredes; dirección por Eugenio Guzmán (28); y en instrumentalización y arreglos musicales por Vicente Bianchi (29). Interpretamos que Bianchi Alarcón aportó musicalmente a una caracterización de la esencia de la obra, sea en cualidades costumbristas y populares, pero otorgándole ciertos aspectos de opereta europea (30).

Cabe explicitar que la obra “La Pérgola de las flores” es la comedia musical más trascendental en la historia de Chile. Fue montada por el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica de Chile (TEUC), estrenada el 9 de abril de 1960 en la sala Camilo Henríquez. A su vez, es substancial hacer mención que, a la fecha, es la obra más exitosa del teatro chileno, y de ser a la primera en tener numerosos reconocimientos en el extranjero (31). Su primer elenco estuvo compuesto por Carmen Barros, Anita González, Silvia Piñeiro, Hernán Letelier, Violeta Vidaurre, Germán Peñaloza, Mireya Kulczewski, Blas López, entre otros (32).

A juicio de los investigadores Nicolás Masquiarán Díaz, Patricia Henríquez Puentes y otros: “La Pérgola de las flores no la exime de deslizar gestos críticos al problematizar el encuentro campo-ciudad y, sobre todo, la resistencia al impulso modernizador representado en la lucha de las floristas por preservar su tradicional espacio de trabajo (…). En este punto, también, es importante aclarar que, si bien la tradición musicológica sitúa a la opereta como principal referencia de lo que aquí llamamos teatro musical, existe un sinfín de matices posibles en el diálogo entre música y teatro. En la literatura nacional estas parecen polarizarse hacia formas de espectáculo asociadas a la élite, la ópera y sus derivados, y formas populares relacionadas con lo musical (…)” (33). En consecuencia, si homologamos lo descrito por los investigadores Masquiarán Díaz, Henríquez Puentes y otros, el argumento se refuerza aún más con el pensar y el accionar de Vicente Bianchi, ya que, al ser partícipe de la experiencia instrumental y musical desde su estructura, logró complementar la ópera con lo popular. Esta idea fue una de las autenticidades más ingeniosas para el teatro chileno.

En el transcurso de la década del 60’, Bianchi Alarcón compuso la obra “Misa a la Chilena”, nacida gracias a las propuestas del Concilio Vaticano II (1962-1965). Dicho Concilio autorizó a que los cantos religiosos sean en el idioma vernáculo de cada país. En su creación, Vicente Bianchi declaró: “Con mi amigo Jorge Inostroza la llevamos, primero, a un sacerdote amigo suyo, de los Salesianos, para ver qué opinaba. Me la hizo tatarear al piano. Se entusiasmó y llamó a otros sacerdotes. Al final había como 30 curas, tan felices con los cantos, que nos invitaron a almorzar.

Lo mismo le pasó al Cardenal Raúl Silva Henríquez. Le gustó tanto que él mismo la estreno en una misa en la Capilla Santa Adela -de Maipú en 1965-(34). Pero ya se habían levantado muchas voces indignadas que hablaban de “falta de respeto y hasta de sacrilegio. Lo que más les molestaba era la cueca del final”.

Ese día del estreno, Monseñor Silva hizo la Misa con toda mi música de fondo hasta llegar a la parte de la cueca. Yo estaba nervioso. Pensaba que la gente iba a reaccionar mal y, al final, no me atreví. El cardenal se quedó un rato, hincado, esperando la cueca, pero yo le dije a los músicos que no la tocaran. Después me preguntó “Bueno, Vicente, ¿qué pasó con la cueca del final? Yo le dije que me había dado miedo” (35).

“Misa a la Chilena”, cantada en español (desde mediado de los años sesenta), incorporó ritmos del pueblo mapuche, cantos corales, danzas nortinas y cueca. Así, la obra en su originalidad estuvo compuesta por la siguiente categorización: “Kyrie”, “Gloria”, “Sanctus”, “Agnus Dei” y “Aleluya” (36). Dado a la clasificación, al escuchar cada una de ellas, inferimos que las composiciones religiosas Bianchi Alarcón estuvieron influenciadas por el modelo europeo, cuyas características musicales expresaban un arte sutil, con una novedosa variedad en la tonalidad que evocaba la gracia y el espíritu (37).

En 1969, por solicitud del Cardenal Raúl Silva Henríquez, Vicente Bianchi compuso la obra «Te Deum laudamus», título que es considerado como una pieza musical de base, e influyente, en la institucionalidad religiosa de nuestro país, y con algunas extensiones hacia otros países latinoamericanos.

El Cardenal escogió el escrito de San Ambrosio de Milán (38), el Te Deum laudamus (A ti, oh Dios, te alabamos), cuya alabanza fue traducida del latín a lengua vernácula del castellano por el presbítero salesiano Felipe Lázaro Urrizola (39). Durante tres décadas, la composición sería interpretada por la Orquesta Filarmónica de Santiago bajo la dirección de Bianchi Alarcón. Año tras año, estos hitos anuales formarían parte del colectivo imaginario como un baluarte más de la identidad nacional. De este modo, el Te Deum laudamus se consolidaría como un himno cristiano-católico, suscitado de Chile para el mundo.

Entre 1969 y 1970, Bianchi Alarcón compuso la obra «La Sudamericana o Misa de la Cruz del Sur», siendo grabada finalmente en 1972. El propio Bianchi afirmaría que se sintió inclinado en realizar otra obra de naturaleza religiosa (siguiendo la experiencia musical de “Misa a la Chilena”), pero con una proyección más internacional o como un homenaje a América del Sur. Referente a este último, se denota reflexivamente que existen sentimientos en común en los países hermanos, con ritmos muy interesantes e inclusive universales. Sin embargo, hubo obstáculos de base que incidieron en la creación, tales como: i. que no todos los países contaban con misas populares; ii. y tratar de mantener, equilibradamente, la fantasía musical y la armonización instrumental (40).

Frente a este hito, el investigador Cristián Guerra Rojas, la obra «La Sudamericana o Misa de la Cruz del Sur» es símil a la “Misa a la Chilena”, pero agregándose un canto de comunión. En rigor, la “Misa de la Cruz del Sur” presenta una sucesión de tópicos que favorecen apreciar estilísticamente la raíz tradicional los distintos países latinoamericanos. En su estructura, las diez pistas en el fonograma corresponden a los diez países sudamericanos representados, todas entrelazadas por aclamaciones litúrgicas a cargo de un sacerdote y del coro (41). Por consiguiente, la composición sostuvo la acción unificadora de proyectar de alguna manera la contemporánea frase célebre: ¡Latinoamérica unida!

En 1973, Bianchi Alarcón compuso la obra «A la bandera chilena». Esta sería muy significativa, puesto que la musicalización de Bianchi a partir de la letra de Neruda marcaría un sello genuino y legítimo en el desarrollo del arte musical en Chile. El grupo folclórico “Los Fortineros” interpretarían la obra en el décimo cuarto Festival de la Canción de Viña del Mar (febrero de 1973) (42), obteniendo el Segundo Lugar de la Competencia Internacional. Este hito, marcó un antes y un después para los futuros folcloristas de Chile, debido a que la autenticidad de fusionar ciertos elementos pletóricos pueden autodeterminarse a partir de su esencia.

En las décadas venideras, el contexto musical chileno cambiaría radicalmente, debido al reemplazo vertiginoso de la actividad radial por la imparable maquinaria de la televisión y la música anglo (de habla inglesa). En efecto inmediato, por una parte, declinó la industria radiofónica; y por otra, los grupos orquestales –sobre todo de origen local- serían desplazados, paulatinamente, al recuerdo o al olvido del público nacional. Y Vicente Bianchi, también daría un paso al costado (43).

En los años siguientes, a grandes rasgos, Bianchi Alarcón continuaría participando -y potenciando- la actividad coral, arreglos y composiciones musicales. Destacaría el Coro Santa Marta, y sus trabajos musicales dedicados a los requerimientos de la Iglesia Católica. Dicha institución, le permitiría a Vicente Bianchi, viajar, visitar y presentar en Estados Unidos y Brasil.

Por otro lado, Bianchi apoyó, colaborativamente, en la formación de la Sociedad del Derecho de Autores e Intérpretes Musicales (SCD); como también dirigiría el Coro de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) hasta fines de 1992(44). Asimismo, proseguiría en los arreglos orquestales de las sinfónicas de Santiago, Concepción y La Serena. De estas, sobresale la Orquesta Sinfónica de Chile.

En 1998, la composición de la obra Las noches de Chillán obtuvo el primer lugar en la competencia folclórica del trigésimo noveno Festival de la Canción de Viña del Mar (45). Cabe señalar, que la letra corresponde al poeta Pablo Neruda, quien le entregó personalmente el escrito a Vicente Bianchi en la habitación de su casa en Isla Negra en 1973. A petición de Neruda, Bianchi Alarcón musicalizó los versos que estaban en papeles sueltos en ese momento. 25 años después, bajo la interpretación del conjunto musical Santiago Cuatro (con la participación de Alejandro Bianchi, hijo del compositor) (46) cumplirían el anhelo de ser campeones, pero Neruda ya no estaría para festejar con los que hicieron posible aquel hermoso sueño.

Entre los años 2010 y 2015, Bianchi Alarcón grabaría un disco en su hogar, interpretando en piano composiciones de su autoría y repertorios tradicionales. El contenido sería editado en partitura, y con el apoyo de la Escuela Moderna de Música y la SCD(47). Y en el 2016, compuso su última obra “Chile fértil” (48), compuesta por diez canciones, financiada voluntariamente por el empresario y filántropo Leonardo Farkas Klein a petición del propio Vicente Bianchi (49).

Francisco Vicente Germán Bianchi Alarcón partiría al crepúsculo eterno, el 24 de septiembre de 2018, a los 98 años en el Hospital Salvador de Santiago, decretándose Duelo Oficial en Chile(50).

Entre los numerables reconocimientos que recibió Vicente Bianchi, hacemos mención algunos de ellos: el Premio Folclor (1998), la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral (2002), el Premio a lo Chileno (2004), el Premio APES a la trayectoria (2008), Medalla de Honor Pablo Neruda (2011), Doctor Honoris Causa por la Universidad Tecnológica Metropolitana (2015), y el merecido y esperado, Premio Nacional de Artes Musicales de Chile (2016).

“¡Vaya y hágame famoso!”
Corría mi tercer año de estudiante en Licenciatura en Música en la Universidad de Chile, cuando mi profesora de la asignatura de Práctica Coral, me dio un inesperado regalo. Durante el segundo semestre debíamos investigar acerca de algún compositor o arreglista de música coral chileno y montar alguna de sus obras. Yo decidí investigar acerca de Vicente Bianchi (51).

Cuando le comenté a la maestra Silvia Sandoval (la académica que dictaba dicha cátedra), me sonrió y me dijo: “tengo su número de teléfono, dile que hablas de parte mía y que necesitas entrevistarlo para un trabajo”. Mi sensación fue de incredulidad y también de nerviosismo: era llamar a una leyenda de la música, sin conocerlo y tratar de convencerlo de darme una entrevista. Hasta hoy me cuesta pensar en mi “patudez”, pero esa misma tarde fui al teléfono público que había en un negocio al frente de la facultad y marqué su número, para mi sorpresa fue él mismo quien me contestó:

  • Buenas tardes, soy estudiante de la maestra Silvia Sandoval, ella me dio su número. Me gustaría saber si existe la posibilidad de entrevistarlo para un trabajo de investigación -le dije con nerviosismo.
  • La verdad es que no puedo salir mucho, pero si puedes venir a mi casa, con gusto te puedo recibir -me contestó.
  • ¿Cuándo podría ir?
  • Ven el próximo jueves en la tarde, anota mi dirección…

Me sorprendió mucho lo simple que había resultado la conversación, asumí que por el cariño que tenía a mi profesora, había aceptado sin cuestionarlo, más tarde entendería que no era solo eso lo que lo movía a recibirme, pero no nos adelantemos.

Los días fueron pasando y se acercaba la fecha de nuestro encuentro, yo me preparé leyendo algunos artículos sobre su vida y obra, pero no era tanto el material disponible en aquella época. Cuando fue el día de la entrevista, sentía mucha ansiedad porque llegara el momento. Me fui luego de mi última clase en la facultad; un largo viaje en micro, caminé muy nervioso por una calle de la comuna de La Reina, buscando la dirección hasta que di con su casa, una linda casona con un largo antejardín, con una ornamentación que le daba un aire bastante campestre. Toqué el timbre y el mismísimo Vicente Bianchi salió a recibirme. Caminaba lentamente y muy encorvado, su aspecto era acorde a su edad de ese momento (83 años), sin embargo, se veía muy alegre y parecía que le agradaba mi visita.

Me invitó a pasar a un salón muy iluminado, con grandes ventanales, que estaba en la parte de atrás de la casa y en el que había un piano de media cola, una especie de sala de estar, desde donde se podía ver un amplio patio que me reforzó la sensación de estar en un lugar campestre, en medio de la ciudad. Parecía no haber nadie más en la casa, me ofreció un té y comenzamos la entrevista.

De una manera muy cordial, estuvo un largo tiempo contándome acerca de su vida y de su obra: de cómo compuso la “Misa a la Chilena” (1964) o el “Te Deum laudamus” (1969) y de su querido coro Santa Marta, también de la tristeza que le significó que esta última obra ya no se cantara más dando paso a otra composición que él consideraba de inferior calidad. De su relación de amistad con Pablo Neruda y de cómo, en su lecho de muerte, le había entregado el texto de Las noches de Chillán, escrito a mano con su pluma color verde, con el que posteriormente había ganado la competencia del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar (1998). De cómo colaboró con la armonización de “La Pérgola de las flores” y de sus giras como director de coros y de orquesta por diversos lugares, tanto en Chile como en el extranjero. Poco a poco me iba dando cuenta, por una parte, de la impresionante carrera del maestro y por otra, también de una fuerte necesidad de rememorar su historia y de hacerme partícipe de ella, e incluso, en momentos, sentía que contarme todas estas cosas lo hacía sentir orgulloso y pleno.

Al preguntarle acerca de cómo veía la escena musical chilena actual (transcurría el año 2003), comencé a notar un dejo de nostalgia y algo de tristeza. Me habló con orgullo de su hijo Alejandro y de los nuevos estilos para construir arreglos musicales y que él veía con curiosidad, también me dejó entrever que sentía que su propio estilo parecía haber pasado de moda. Criticó duramente el manejo de ciertas instituciones de la música “clásica”, planteando que a las orquestas les faltaba identidad chilena, que siempre tocaban el mismo repertorio, esencialmente europeo, incluso en su gira a Alemania, cierta orquesta había tocado una obra de Beethoven. Parafraseándolo, “Hasta una orquesta infantil en Alemania toca mejor que cualquier orquesta chilena el repertorio de Beethoven o de Mozart… son su identidad, nosotros tenemos que llevar la nuestra cuando los visitamos, eso es lo que quieren escuchar. Yo tengo un montón de obras y arreglos para orquesta, pero no los piden, nadie los toca”. Creo recordar que dijo con mucha fuerza… y razón.

En sus palabras se iba intensificando la melancolía y dejaba entrever un poderoso temor al olvido. De a poco iba entendiendo el por qué me había recibido con tanto entusiasmo y el por qué se había esmerado en contarme acerca de su obra, sus logros y el pesar de sentir que su música estaba siendo desplazada. Recuerdo haber escuchado que lamentaba no haber traspasado su conocimiento y su estilo a más personas, me pareció sentir que le angustiaba pensar que su maravillosa obra quedara en el olvido por no haber sido más “generoso”. No es que no lo haya sido en realidad, sin embargo, la aparente cercanía de la muerte (la que llegaría muchos años después, en el 2018) parecía hacerlo mirando el horizonte y de cuestionarse acerca de si su arte iba a trascender luego de su partida. Reconoció haber pasado mucho tiempo preocupado de que no se utilizara su obra sin su autorización, y se lamentaba el no haber usado ese tiempo en difundirla más.
Toda esta conversación hizo que el tiempo pasara volando y que se hiciera tarde, así que nos despedimos con el acuerdo de tener una segunda reunión la semana siguiente.

Aquella segunda vez, el maestro tenía para mí una serie de materiales, fotocopias de sus manuscritos, de su biografía e incluso un casete grabado por él mismo con un compendio de las obras que me podían servir para mi trabajo de investigación. No me sorprendió su generosidad, pero sí su preocupación y esmero en ayudarme con mi informe; más que mal, yo era solo un muchacho que había conocido hace una semana atrás. Nuevamente me invitó a pasar a su casa y me senté otra vez a escuchar sus historias, tratando de empaparme de su vida y en cierto modo disfrutando de la magia de conocer a una persona trascendental en la historia de la música chilena.

En esta ocasión fui yo quien llevó la conversación hacia su inspiración, sus motivaciones, su forma de componer y sus estrategias. Realmente me interesaba mucho nutrirme de su experiencia y no todos los días se puede escuchar de primera mano cómo se compuso “El romance de los Carrera” o la “Tonada de Manuel Rodríguez”. En referencia a esta última, me comentaba que, si bien Neruda la había escrito como 3 pies de cueca, a él le pareció más interesante hacerla como una sola tonada, y que al poeta le había parecido una maravillosa idea. Por supuesto que le pregunté sobre como hacía para que la música y los textos armonizaran de manera tan bella (por esa época era el tema que más me quitaba el sueño) y sin entrar en detalles sobre sus estrategias, me confidenció que antes de componer sobre, por ejemplo, Bernardo O’Higgins, había leído sobre él, había mirado varias pinturas e imágenes para tratar de captar su esencia, su carácter. Se empapaba de los personajes para intentar describirlos a través de la música, de una hermosa y profunda, pero, en cierto modo “intuitiva”, lo cual me pareció tanto bello como sorprendente, es decir, talento en su estado más puro.

Me preguntó un poco sobre mí y sobre lo que estudiaba en el Conservatorio, acerca de cómo era la realidad actual; ya que dicha institución hace, también lo formaría. Nuevamente, fue patente su añoranza al contarme sobre sus años en el Conservatorio y también de su tiempo en la radio, una radio diferente donde se transmitía una gran cantidad de música en vivo, de cultura, de identidad, “no como ahora que pasan pura música envasada y extranjera”. Creo recordar que se lamentaba profundamente.

Nuevamente, la tarde pasó volando y al finalizar nuestra segunda y última entrevista, salió a despedirme a la puerta, y al despedirse me da un abrazo y me dice:
“¡Adiós, vaya y hágame famoso!”

“Vaya y hágame famoso”. Me caló profundamente su frase y me hizo reflexionar mucho acerca de nuestro trato hacia quienes han marcado la historia musical de nuestro país. ¿Cómo podía ser que un prócer como Vicente Bianchi sintiera la necesidad de pedirle a un estudiante cualquiera del Conservatorio que lo hiciera “famoso”? ¿Cuánto tiempo había pasado desde que alguien tocara su puerta para saber acerca de él? Cabe recordar que recién 13 años después de nuestra entrevista, a los 96 años, don Vicente recibió el Premio Nacional de Artes Musicales. Me alegra mucho pensar que finalmente recibió el honor y el reconocimiento que tanto merecía y añoraba, no obstante, debemos cuestionarnos el “por qué” de lo tardío que se suele entregar este tipo de reconocimientos y cuánto valoramos a quienes han contribuido de manera tan importante en la construcción de nuestra cultura, de nuestra identidad y de nuestro tesoro artístico.

Una conclusión para reflexionar
Según el historiador Norbert Dufourcq, las creaciones musicales “(…) son otras tantas obras diferentes e imperecederas que el tiempo no ha alterado y acerca de las cuales se llegaría fácilmente a la unanimidad. Pero, aunque periódicamente la estrella de estos maestros palidezca o desaparezca para renacer y centellear gloriosamente –cuestión de gusto, cuestión de moda-, la del más grande de los “héroes” de la música no cesa de brillar cada vez con más fulgor” (52). Y Vicente Bianchi Alarcón es uno de ellos.

Bianchi Alarcón, a nuestro tiempo, puede ser entendido como un “héroe” de la composición nacional, que creó y difundió numerosas formas de cómo hacer música. Quizás, para los entendidos, Vicente Bianchi marcó una estrella creacionista e ilustradora, mediante cada una de sus obras, respondiendo a su tiempo y a su esencia. Y el resultado de ello, puede ser cuestión de gusto o cuestión de moda. Pero, la creación de Bianchi suscitó la estética musical chilena a través de innovadoras convenciones, como fue por ejemplo: fusionar lo docto de la ópera con el folklore, lo que en esencia ambas tendrían un efecto magistral.

Vicente Bianchi en una entrevista mencionó que postuló 17 veces al Premio Nacional de Arte Musicales, tal como se puede evidenciar, en una de sus postulaciones, en el icónico diario La Tercera, que con fecha, día viernes 6 de septiembre de 1996, se describe lo siguiente: “Importante respaldo para Vicente Bianchi”; lo cual se explícita en parte de la columna:
“Personalidades de las comunicaciones, la cultura y políticos adhieren a la postulación del compositor y director musical Vicente Bianchi al Premio Nacional de Artes, con mención en música, que corresponde entregar este año.

Enrique Krauss, ex ministro del Interior; Mario Kreutzberger y Raúl Matas, animadores de TV; Arturo Frei, Carmen Frei, Carlos Ominami y Andrés Zaldívar, senadores; Joaquín Lavín, alcalde de Las Condes; Juan Agustín Figueroa, presidente de la Fundación “Pablo Neruda”; Gutenberg Martínez, diputado, y el músico Juan Azúa firman detallada carta, enviada el 30 de agosto al ministro de Educación, Sergio Molina, quien preside el jurado que elegirá al galardonado.

En parte de la comunicación señalan que “Difícilmente en la historia musical de nuestro país ha existido un músico que, como Vicente Bianchi, haya ejercido el arte musical de manera tan integral y completa. Su trayectoria, que se extiende por prácticamente más de 60 años, ha cubierto la totalidad de las áreas de la creación, la interpretación y la conducción, en cada una de las cuales ha destacado y sobresalido con nitidez” (53).

A pesar de las figuras icónicas que promovieron la candidatura de Vicente Bianchi para obtener el Premio Nacional de Artes Musicales de 1996, el maestro no lo ganó. Por el contrario, tendría que esperar varios intentos más hasta consolidar en sus manos el galardón soñado. Sería el año 2016, con 96 años, en que el maestro y compositor más importante de Chile lograría el magno Premio.

Debemos destacar que Bianchi Alarcón presentaba las siguientes cualidades para ser merecedor de tal magnífico reconocimiento: compositor, músico popular, pianista, arreglador musical y director de orquesta. Sin embargo, los otros merecedores se caracterizaban entre una o dos de las cualidades nombradas, a excepción de la folclorista, guitarrista, compositora, investigadora e intérprete Martgot Loyola Palacios, quien conseguiría el Premio Nacional de Artes Musicales en 1994.

Parafraseando al investigador Menanteau Aravena, Vicente Bianchi al ser galardonado con dicho Premio, se generó una fuerte crítica en relación al quiebre tradicional de los premiados que estaban altamente vinculados a las artes musicales desde la academia. No obstante, las condiciones para ostentar el Premio no acreditan la exclusividad si el candidato debe o no debe pertenecer a lo docto (54). En consecuencia, Bianchi Alarcón tuvo el reconocimiento por parte del Estado, por su quehacer profesional, legando un legado muy difícil de superar.

Legar el legado de Vicente Bianchi Alarcón es la significación de sus obras que transformaron a Chile en una esencia auténtica del pensar de la composición. Sentencia que válida a las numerosas obras que forjó con carácter y pasión en cada uno de sus pentagramas, con cada una de sus notas musicales y con cada una de sus observaciones y anotaciones (55); sean estas en las materialidades de las letras y las abstracciones musicales que las complementan; cuyo producto es la armonización, la expresión, y la solemnidad de un público que tiene la prudencia y la premura de saber escuchar.

Finalmente, la composición de Bianchi no es finita a lo que entendemos por música nacional, sino que trasciende a lo esencial, cuyo propósito es incorporar nuevos elementos que pueden ser de utilidad racional y experimental para trasladar, transitar y traspasar aquellas tonalidades que se deseen crear, a través de su instrumentalización o en sus innumerables escenas musicales, que son propias de la humanidad.

Francisco Díaz Céspedes
Artículo publicado el 07/10/2024

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Francisco Díaz y Adolfo Ramos con sus instrumentos
Bibliografía
-Andrades, H.: Recuerdos Conversados: Enrique Sazié Herrera, Viña del Mar, Chile, 2000-2001.
–Bianchi, V.: “Misa a la Chilena” Stereo, Contraportada de disco Misa a la Chilena, Coro Chile. Canta y Orquesta, Biblioteca nacional de Chile, 1965.
–Bianchi, V.: Misa de la Cruz del Sur (Misa Sudamericana). LP. EMI Odeón. SLDC 41004.
-Catálogo selectivo de las obras musicales de Vicente Bianchi Alarcón publicado en este número, O-15, O-16, O-19 a O-25.
-“Cuando la música clásica era… ¡Popular!”. Crónicas del Domingo, El Diario Austral, Puerto Montt, Chile,  7 de junio de 1987.
-“Destacado músico Vicente Bianchi fallece a los 98 años”. Véase noticia en https://www.diarioconcepcion.cl/cultura-y-espectaculos/2018/09/24/destacado-musico-vicente-bianchi-fallece-a-las-98-anos.html
-Dufourcq, N.: Breve historia de la música. Fondo de cultura económica, México, 1995.
-“El “Ahora o nunca” para Vicente Bianchi”. Véase en https://www.upla.cl/noticias/2016/08/26/el-ahora-o-nunca-para-vicente-bianchi/#:~:text=Lo%20destacable%20entre%20todos%20los,empresario%20Leonardo%20Farkas%20y%20
-Guerra, C.: “La Misa Sudamericana de Vicente Bianchi: Sudamericanismo e hibridación”. Visiones de América, sonoridades de América, XII Congreso de la rama Latinoamericana de la IASPM.
-Guerra, C.: “Las obras musicales religiosas de Vicente Bianchi Alarcón”. Revista. musical chilena, vol.71, n.228, Universidad de Chile, 2017.
-“Importante respaldo para Vicente Bianchi”, La Tercera, 6 de septiembre de 1996.
-In Memoriam, “Vicente Bianchi Alarcón”, Revista Musical Chilena,   pp. 181-182. Véase en https://revistamusicalchilena.uchile.cl/index.php/RMCH/article/view/52287/54968
-“La Pérgola de las flores”. La comedia musical de la historia de Chile. Véase en memoriachilena, Biblioteca Nacional de Chile. Véase en https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3530.html
-“Las noches de Chillán (1973-1998)”, memoriachilena, Biblioteca Nacional de Chile. Véase en https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-98144.html
-Masquiarán, N.; Henríquez, P.; y otros: “Entre la intención poiética y el gesto político. La flor de la laguna y los orígenes del teatro musical en Concepción”. Revista Musical Chilena, Año LXXIII, N° 232, Santiago de Chile, 2019.
-Menanteau, A.: “Vicente Bianchi Alarcón, una biografía musical y las implicancias de haber obtenido el Premio Nacional de Artes Musicales 2016”, Revista Musical Chilena, Año LXXI, N° 228, julio-diciembre, 2017.
-“Misa a la Chilena (1964)”, memoriachilena, Biblioteca Nacional de Chile. Véase en https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-98145.html
-Te Deum laudamus (A ti, oh Dios, te alabamos) fue escrito por el obispo, teólogo y compositor Nicetas de Remesiana en el siglo IV. Véase en https://www.britannica.com/biography/Nicetas-of-Remesiana
-Trujillo, V.: “Vicente Bianchi. Creador y Maestro” EMI ODEON CHILENA, Chile, septiembre de 1996.
-Vera-Cifras, M.: “Sonia, La Única (Sonia von Schrebler) (Santiago de Chile, 9 de abril de 1929 – Santiago de Chile, 14 de septiembre de 2018)”, Revista musical chilena vol. 72, n° 230, Santiago de Chile, 2018.
-Vicente Bianchi: de la misa chilena a la Pérgola de las Flores. Archivo Musical, Biblioteca Nacional Digital. Véase en https://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/624/w3-article-336627.html
-Vicente Bianchi: “Soy un viejo que quiere que los jóvenes se interesen por la música chilena”, Diario La Tercera, https://www.latercera.com/culto/2018/09/24/vicente-bianchi-viejo-quiere-los-jovenes-se-interesen-la-musica-chilena/
-Vicente Bianchi Alarcón (1920-2018), memoriachilena. Biblioteca Nacional de Chile. Véase en https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-100816.html
-Vicente Bianchi Alarcón. Véase en https://uchile.cl/presentacion/historia/grandes-figuras/premios-nacionales/musica/vicente-bianchi-alarcon

 

Notas
Imagen: Francisco Díaz C. (Izquierda) y Adolfo Ramos A. (Derecha). Fotografía tomada por el profesor Axel Vega Jara en la Biblioteca del establecimiento educacional Colegio Terraustral Oeste, comuna de Maipu, Santiago de Chile, el día miércoles 9 de octubre de 2024, a las 16:23 horas.
(1)Francisco Díaz Céspedes es Profesor en Educación General Básica (Universidad Tecnológica Metropolitana, Santiago de Chile), quien trabaja desde el año 2017 en el Colegio Terraustral Oeste de la comuna de Maipú, Santiago de Chile.
(2)Adolfo Ramos Aliste es Licenciado en Artes y en Educación con mención en Teoría de la Música; además, Profesor de Educación en Enseñanza Media en Música (Universidad de Chile), quien trabaja desde el año 2010 en el Colegio Terraustral Oeste de la comuna de Maipú, Santiago de Chile.
(3)Cf. Menanteau, A.: “Vicente Bianchi Alarcón, una biografía musical y las implicancias de haber obtenido el Premio Nacional de Artes Musicales 2016”, Revista Musical Chilena, Año LXXI, N° 228, julio-diciembre, 2017, p. 11.
(4)“A los seis años empezó a pelusear con el piano que su padre (Germán Bianchi) le había regalado a su madre (Blanca Alarcón) cuando se casaron”. En Vicente Bianchi: “Soy un viejo que quiere que los jóvenes se interesen por la música chilena”, Diario La Tercera, https://www.latercera.com/culto/2018/09/24/vicente-bianchi-viejo-quiere-los-jovenes-se-interesen-la-musica-chilena/
(5)Cf. Vicente Bianchi Alarcón (1920-2018). En memoriachilena. Biblioteca Nacional de Chile. Véase en https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-100816.html
(6)Dufourcq, N.: Breve historia de la música. Fondo de cultura económica, México, 1995, p. 197.
(7)Ibídem., p. 198.
(8)Trujillo, V.: “Vicente Bianchi. Creador y Maestro” EMI ODEON CHILENA, Chile, septiembre de 1996, p. 4.
(9)Cf. Óp. Cit. Menanteau, A.: “Vicente Bianchi Alarcón, una biografía musical y las implicancias de haber obtenido el Premio Nacional de Artes Musicales 2016”…, p. 12.
(10)Cf. Ibídem.
(11)Cf. Óp. Cit. Vicente Bianchi: “Soy un viejo que quiere que los jóvenes se interesen por la música chilena”, Diario La Tercera... p. 1.
(12)Según el investigador Álvaro Menanteau, en entrevista con Vicente Bianchi (Santiago, 8 de septiembre de 2012), el músico “reconoce que le incomodaba el exceso de celo de los profesores, quienes criticaban la actividad paralela de sus alumnos en música popular. Otra situación que le incomodaba era la fuerte presión por emular el modelo representado por Claudio Arrau”. En Ibídem., p. 13. De igual manera, según fuentes bibliográficas de la Universidad de Chile, Vicente Bianchi “En 1931 entró al Conservatorio Nacional de la U. de Chile para estudiar piano. Ahí recibió el título de licenciado en Ciencias y Artes Musicales, mención Composición”. Véase en
https://uchile.cl/presentacion/historia/grandes-figuras/premios-nacionales/musica/vicente-bianchi-alarcon
(13)Cabe señalar que, en Chile, la radio prácticamente estaba naciendo, desde su primera transmisión efectuada el 19 de agosto de 1922[1] por Enrique Sazié y Arturo Salazar. Según en la entrevista de Hugo Andrades Moya a Enrique Sazié Herrera, Hugo argumentó y afirmó que, “(…) En el laboratorio de Electrónica de la Universidad de Chile, que estaba en la casa Central de dicha casa de estudios, Enrique Sazié Herrera montó junto a Salazar un transmisor para el cual el Batallón de Telecomunicaciones del Ejército facilitó tres lámparas de 50 watts y si no estoy mal informado de marca Telefunken. Desde dicho laboratorio se emitieron un 19 de agosto de 1922 las señales y el primer programa radial hecho en Chile, hasta el hall del diario “El Mercurio” de Santiago ubicado en la vieja casona de calle Compañía esquina Morandé, ante un público expectante y curioso”. En Andrades, H.: Recuerdos Conversados: Enrique Sazié Herrera, Viña del Mar, Chile, 2000-2001, p. 197.
(14)Cf. Óp. Cit. Menanteau, A.: “Vicente Bianchi Alarcón, una biografía musical y las implicancias de haber obtenido el Premio Nacional de Artes Musicales 2016”…, p. 14.
(15)“Cuando la música clásica era… ¡Popular!”. Crónicas del Domingo, El Diario Austral, Puerto Montt, Chile,  7 de junio de 1987, p. 6
(16)Cf. Ibídem., p. 14
(17)Cf. Óp. Cit. Menanteau, A.: “Vicente Bianchi Alarcón, una biografía musical y las implicancias de haber obtenido el Premio Nacional de Artes Musicales 2016”…, p. 15.
(18)Cf. Vera-Cifras, M.: “Sonia, La Única (Sonia von Schrebler) (Santiago de Chile, 9 de abril de 1929 – Santiago de Chile, 14 de septiembre de 2018)”, Revista musical chilena vol. 72, n° 230, Santiago de Chile, 2018.
(19)Cf. Óp. Cit. Menanteau, A.: “Vicente Bianchi Alarcón, una biografía musical y las implicancias de haber obtenido el Premio Nacional de Artes Musicales 2016”…, p. 16.
(20)El Trío Llanquiray estaba formado por las hermanas Murúa, entre ellas Hely Murúa (esposa de Vicente Bianchi desde 1947). Este grupo musical se presentó en varias ocasiones en la radio El Sol y en el teatro Bolívar de Lima. Al regresar a Chile, el grupo musical cambió de nombre, y se hizo llamar Los Jaranistas. Vicente Bianchi seguiría aportando al cancionero popular peruano. Cf. Ibídem., pp. 15-16.
(21)Cf. Catálogo selectivo de las obras musicales de Vicente Bianchi Alarcón publicado en este número, O-15, O-16, O-19 a O-25. En Ibídem., p. 17.
(22)Cf. Óp. Cit. “Cuando la música clásica era… ¡Popular!” p.6.
(23)Cf. Vera-Cifras, M.: Vicente Bianchi Alarcón (Santiago de Chile, 27 de enero de 1920 – Santiago de Chile, 24 de septiembre de 2018). In Memoriam, “Vicente Bianchi Alarcón”, Revista Musical Chilena, pp. 181-182. Véase en https://revistamusicalchilena.uchile.cl/index.php/RMCH/article/view/52287/54968
Es importante señalar que en radio Cooperativa fue la última radioemisora en la que trabajó Vicente Bianchi hasta finales de la década del 60’.
(24)Cf. Ibídem., p. 182.
(25)Cf. Ibídem., pp. 15-16.
(26)Cf. Óp. Cit. “Cuando la música clásica era… ¡Popular!”…, p. 6.
(27)Cf. La Pérgola de las flores. La comedia musical de la historia de Chile. Véase en memoriachilena, Biblioteca Nacional de Chile. Véase en https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3530.html
“La Pérgola de las flores” trata, a grandes rasgos, la identidad urbana del Chile de las primeras décadas del siglo XX. Destacando, la inocencia, los múltiples trabajos (roles y perfiles), el lenguaje del periodo, la sucesión de distintos ritmos musicales, y un amplio contenido de expresiones sociales, artísticos y culturales.
(28)En Cf. Ibídem. Es necesario destacar que la historiografía referida al músico Carlos Llanos Echeverría en materia de musicalización de la “Pérgola de las flores” es completamente mínima. Sin embargo, el reconocimiento historiográfico lo tendría Francisco Flores del Campo.
(29)Cf. Ibídem. “La Pérgola de las flores”. Programa de presentación por el Teatro de Ensayo de la Universidad católica, bajo el alto patrocinio del Supremo gobierno y con ocasión del sesquicentenario de nuestra Independencia, Biblioteca Nacional de Chile, 1960.
(30)Cf. Vicente Bianchi: de la misa chilena a la Pérgola de las Flores. Archivo Musical, Biblioteca Nacional Digital. Véase en
https://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/624/w3-article-336627.html
(31)Cf. Ibídem. Debemos señalar, que dicho punto sobre Vicente Bianchi en los aportes musicales de “La Pérgola de las flores” es solo una interpretación, ya que bibliográficamente a la fecha no hemos dado con documentos que acreditan explícitamente los arreglos musicales.
(32)Cf. Masquiarán, N.; Henríquez, P.; y otros: “Entre la intención poética y el gesto político. La flor de la laguna y los orígenes del teatro musical en Concepción”. Revista Musical Chilena, Año LXXIII, N° 232, Santiago de Chile, 2019, p. 50.
(33)Cf. Óp. Cit. “La Pérgola de las flores”, p. 5.
(34)Cf. Masquiarán, N.; Henríquez, P.; y otros: “Entre la intención poiética y el gesto político. La flor de la laguna y los orígenes del teatro musical en Concepción”. ., p. 52.
(35)Cf. “Misa a la Chilena (1964)”, memoriachilena, Biblioteca Nacional de Chile. Véase en https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-98145.html
(36)Óp. Cit. “Cuando la música clásica era… ¡Popular!”…, p. 7.
(37)Cf. Bianchi, V.: “Misa a la Chilena” Stereo, Contraportada de disco Misa a la Chilena, Coro Chile. Canta y Orquesta, Biblioteca nacional de Chile, 1965.
(38)Cf. Óp. Cit. Dufourcq, N.: Breve historia de la música…, p. 58.
(39)Entre algunas referencias históricas, la letra sería una obra en conjunto entre San Ambrosio de Milán y San Agustín de Hipona en el año 387, cuando San Agustín recibió el bautismo de manos de San Ambrosio. Sin embargo, algunos estudios recientes hacen mención que el Te Deum laudamus (A ti, oh Dios, te alabamos) fue escrito por el obispo, teólogo y compositor Nicetas de Remesiana en el siglo IV. Véase en https://www.britannica.com/biography/Nicetas-of-Remesiana
(40)Cf. Guerra, C.: “Las obras musicales religiosas de Vicente Bianchi Alarcón”. Revista. musical chilena, vol.71, n.228, Universidad de Chile, 2017, p. 36. Cabe señalar que el escrito comprende “un total de ocho estrofas con tres o cuatro versos cada una (excepto la última con solo dos versos), con diversos números de sílabas por cada verso”.
(41)Cf. Bianchi, V.: Misa de la Cruz del Sur (Misa Sudamericana). LP. EMI Odeón. SLDC 41004. En Guerra, C.: “La Misa Sudamericana de Vicente Bianchi: Sudamericanismo e hibridación”. Visiones de América, sonoridades de América, XII Congreso de la rama Latinoamericana de la IASPM, p. 286.
(42)Cf. Ibídem.
(43)Cf. “Cuando la música clásica era… ¡Popular!”…, p. 7.
(44)Cf. Óp. Cit. Menanteau, A.: “Vicente Bianchi Alarcón, una biografía musical y las implicancias de haber obtenido el Premio Nacional de Artes Musicales 2016”…, p. 20.
(45)Cf. Véase en https://uchile.cl/presentacion/historia/grandes-figuras/premios-nacionales/musica/vicente-bianchi-alarcon
(46)Cf. Óp. Cit. Menanteau, A.: “Vicente Bianchi Alarcón, una biografía musical y las implicancias de haber obtenido el Premio Nacional de Artes Musicales 2016”…, p. 20.
(47)Cf. “Las noches de Chillán (1973-1998)”, memoriachilena, Biblioteca Nacional de Chile. Véase en https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-98144.html
(48)Cf. Óp. Cit. Menanteau, A.: “Vicente Bianchi Alarcón, una biografía musical y las implicancias de haber obtenido el Premio Nacional de Artes Musicales 2016”…, Pp. 21-22.
(49)Cf. Óp. Cit. Véase en https://uchile.cl/presentacion/historia/grandes-figuras/premios-nacionales/musica/vicente-bianchi-alarcon
(50)Cf. Véase en https://www.upla.cl/noticias/2016/08/26/el-ahora-o-nunca-para-vicente-bianchi/#:~:text=Lo%20destacable%20entre%20todos%20los,empresario%20Leonardo%20Farkas%20y%20por
(51)Véase noticia en https://www.diarioconcepcion.cl/cultura-y-espectaculos/2018/09/24/destacado-musico-vicente-bianchi-fallece-a-las-98-anos.html
(52)Palabras expresivas del Profesor Adolfo Ramos Aliste al momento de redactar este capítulo: “A don Vicente Bianchi Alarcón, con cariño, espero estar contribuyendo a cumplir con la misión encomendada”.
(53)Óp. Cit. Dufourcq, N.: Breve historia de la música…, pp. 214-215.
(54)“Importante respaldo para Vicente Bianchi”, La Tercera, 6 de septiembre de 1996, p. 39.
(55)Cf. Óp. Cit. Menanteau, A.: “Vicente Bianchi Alarcón, una biografía musical y las implicancias de haber obtenido el Premio Nacional de Artes Musicales 2016”…, pp. 25-26.

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