EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
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Bienestar con sentido.

por Pablo Palma
Artículo publicado el 20/01/2020

Resumen
El presente artículo busca argumentar como la sociedad basada en artefactos y el consumo produce una falta de sentido que buscamos suplir desesperadamente con admiración a los objetos, carecemos de una definición antropológica filosófica del ser humano, la ciencia no es suficiente, necesitamos una mirada hacia el bienestar y la vuelta a la comunidad y a un ser humano en sociedad, dotando a la sociedad de humanismo con sentido.

Palabras clave
Bienestar, Sentido

 

Actualmente estamos llamados a responder a las exigencias de la sociedad moderna, las cuales se traducen en un énfasis tecnológico y productivo que nos está llevando a ser meros reproductores y consumidores de artefactos, poco espacio queda para tratar cuestiones esenciales al ser humano, poco tiempo tenemos para preocuparnos del bienestar y menos tiempo aún de buscar nuestro camino a seguir. Mucho parece haber pasado desde que Scheler se preocupara de lo que nos hace seres humanos y nos distingue de los otros seres, el “espíritu” (Scheler, 1938). Digo mucho tiempo no por la temporalidad meramente numérica que es evidente, sino que, por el movimiento de las preocupaciones hacia otros ámbitos del desarrollo humano, la esencia de este queda supeditada a ínfimos espacios en un vertiginoso día a día, principalmente académicos y de productos new age con escaso marco teórico. El ser humano requiere buscar su propio destino lo cual queda supeditado al avance y progreso sin fin que nunca llega, no hay espacios para la necesaria reflexión no se busca la trascendencia del ser a partir del sentido (Sartre, 1983). Esta falta de sentido y de búsqueda de este en la época actual es incongruente con la adoración a los artefactos y el consumo y la adoración de las ciencias tecnológicas. Hay que ser claros, en este punto la ciencia ha sido la responsable de los más grandes avances en el conocimiento humano y es el mejor método de tenemos actualmente para la búsqueda del conocimiento, siendo a mi entender el mayor descubrimiento del ser humano. Sin embargo, esta ciencia ha derivado en casos puntuales en tecnologías y artefactos que han sido convertidos en verdaderos objetos de admiración en sí mismos, no por su función, sino que, por su valor simbólico social, al punto de admirar objetos inertes como fin en sí mismos, es decir decíamos alcanzar a tener un auto lujoso, pero cuando lo alcanzamos estamos lejos de sentir un alivio del ser. El alcanzar estos objetos nos ha llevado a aislarnos de los otros a separarnos del resto a sentirnos solos en el proceso. La tan bella ciencia y su hija la tecnología mal entendidas no llenan este vacío. Convirtiéndonos en seres pasivos y meros receptores de ideologías, historicidades que no nos son propias pero que sirven para este mundo tecnocientífico (Azcuy, 1994), esto nos angustia y nos enferma de diversas formas en todo nuestro ser, lo confundimos con enfermedades físicas pero es el ser el que enferma, “estrés” le llamamos a un problema más profundo y más grave que exceso de estímulos, al problema de la falta del estímulo más importante de todos el sentido en sociedad o más íntimo el sentido en comunidad.

A  partir de lo anterior es que una definición de ser humano se pierde se diluye y se confunde con un objeto u artefacto más entre tantos que pueblan nuestra sociedad actual,  si nos preguntan para que estamos en este mundo entregamos una respuesta vaga poco reflexionada, surgida principalmente desde una posición simbólica de objeto para otros, pero no otros sociales sino que otros cercanos solo filialmente vivimos por ellos y para ellos y terminamos nuestras frases con el “deber” “ es lo que me “toco” , “no tengo de otra” todos dichos que hablan de las exigencias de la sociedad de los artefactos y objetos pero si indagamos y le preguntamos a estas personas pero tú ¿que realmente quieres en tu vida? ¿Cuál es tu propósito? Las respuestas son aún más difusas y volátiles y muchos no logramos dar una respuesta genuina ni mucho menos propia cayendo en espacios comunes y estereotipos propios de la sociedad actual. Si a esto le sumamos la reflexión sobre ¿quiénes somos en sociedad? El contenido se reduce aún más drásticamente y constatamos que no tenemos situado nuestro ser en sociedad. Esto nos enferma aún mas no solo no tenemos sentido en nuestras vidas y actuamos tan autónomos como nuestros mejores artefactos, sino que a su vez no estamos situados en sociedad lo que agrava aún más nuestro enfermar.

Como se mencionó anteriormente surgen formas desde la tecnocracia de solucionar nuestros problemas, estas soluciones carecen de una visión de ser humano clara y concisa, de una antropología filosófica que integre el ser humano el cual es en esencia un ser simbólico y que esto es un diferenciador primordial con el respecto a los otros de los seres orgánicos (Cassirer, 1979). El ser un mundo simbólico es un mundo construido, un mundo en el que hemos llegado a ciertos acuerdos con respecto a cómo construir nuestra realidad simbólica pero que a su vez hemos creado un entramado tal que ha avanzado sin que nos demos cuenta que se desarrolla de forma aparentemente orgánica y damos por hecho muchas cosas propias del símbolo y  totalmente cambiables, esto a su vez es también sumamente esperanzador pues significa que la posibilidad de cambio y del reencuentro del ser es posible de realizar no es un sistema ni mucho menos estático es una construcción y como tal esta mediada por los mimos seres.

La forma que ideemos para solucionar la ausencia de los otros y la pérdida de sentido asociada   es una muy buena unión de datos empíricos, los que son la base del conocimiento científico actual, sin embargo, estas soluciones tienden a carecer de una visión a la cual llegar con este empirismo, es decir creo conocimiento sin un fin más allá que el mero descubrimiento y que puede ser utilizado para todo. Estas soluciones son muy buenas en muchos ámbitos de acción del ser humano como enfermedades físicas, ingeniería entre otras pero no para los malestares del espíritu  derivados de la falta de sentido en la sociedad, porque somos muy buenos para recabar datos y aplicar el método científico, nos hemos hecho expertos en la confirmación de hipótesis avanzando a un ritmo impresiónate en muy pocos años llegando a un entendimiento de nuestro entorno como nunca antes y que hace vislumbrar un futuro prominente. Sin embargo, nos hemos embriagado de todo esto descuidado lo simbólico lo construido lo esencial ser humano (Cassirer, 1979), falta complementar este exitoso método científico con una lógica estructura simbólica acorde a nuestro desarrollo intelectual y cultural que no deje de lado lo social en la definición del ser humano pues es aquí donde el ser humano pude encontrar su sentido solo con respecto a otros. En el desvarío del método científico aplicado a las ciencias humanas sin una visión integral del ser humano, dejando de lado los grandes avances producidos por el humanismo del siglo pasado que no amplificamos, sino que volvemos a un reduccionismo poco práctico e inmediato que se acopla a la veneración a los artefactos y propende a aumentar la soledad y el vacío. Es nuestra culpa como cientistas sociales el realizar bellas ecuaciones estructurales que expliquen la conducta, parsimonias y acordes a los parámetros estadísticos modernos, pulcras y sistemáticas pero carentes de contenido y propósito en torno al desarrollo del ser humano. Toneladas de datos acumulados y escaso espacio para la reflexión de los mimos falta de una clara antropología filosófica a la base de nuestro desarrollo científico e intelectual. Como compramos artefactos compramos modelos teóricos y corrientes científicas navegamos hacia una bello pero peligroso reduccionismo neurocientífico que atenta contra el espíritu del ser humano y su capacidad de trascenderse a sí mismo (Scheler, 1938). Estas soluciones vacías de sustancias pero llenas de datos no son  per se malas ni tampoco abogo por dejar de lado el método científico, recalco esto para que no exista confusiones como mencione más arriba el método científico es lo mejor que le ha ocurrido a la humanidad en su búsqueda del conocimiento el problema no radica ahí, radica en que dejamos a un dios por otro, más aun como lo planteo Nietzsche (1981) dios efectivamente murió y la falta de esta guía moral nos hizo adoptar un dios del artefacto el crear cosas y consumirlas y  lamentablemente la ciencia también paso a ser un lindo artefacto a consumir sin moral, sin esencia vacío y no porque la ciencia perdiera el sentido, sino porque fuimos nosotros mismos los que lo hicimos , es el ser humano el que está en crisis y que contaminó todo su quehacer , la ciencia no escapó y sucumbió como cualquier otra área de desarrollo, esto llevó a visiones deterministas del ser humano, escuelas de pensamiento irreconciliables lo que deriva en métodos tecnológicos que con el tiempo se convierten en artefactos de adoración irracional y dogmas, soluciones, tratamientos e intervenciones que se repiten una y otra vez hasta el cansancio sin una actualización en torno a lo que actualmente es la mejor interpretación y solución de los problemas, este círculo viciosos se cierra cual sistema cerrado sin la posibilidad de la intromisión de nuevas entradas al sistema. Ante este escenario cada vez que surgen nuevas formas de abordar los problemas cambiantes y altamente dinámicos son catalogadas como demasiado irruptoras aun cuando sean solo revisiones de tecnologías o ciencias previas, es tanto el alejamiento de las visiones antropofilosóficas que algunas revisiones de temáticas previamente tratadas pasan por verdaderas novedades de primera línea de descubrimiento del conocimiento. Tal es el caso de la psicología positiva la cual reverbera elementos básicos de la condición humana como son la capacidad de mejorar cada día el sí mismo.  La Psicología positiva en concreto lo que hace es centrarse en lo bueno del ser humano quitando el centro de los aspectos patológicos, esto lo realiza sin negar por cierto el sufrimiento del ser humano (Park, Paterson y Sun, 2013).  Esta rama de la psicología nueva surge a partir de 1999 (Seligman, 1999).  Y no es más que un resurgimiento de un interés en el ser humano con una base antropológica filosófica, la cual es eminentemente humanista en su esencia, por tanto si bien al parecer no resulta una novedad y más bien parece una revisión de visiones del ser humano que ya existían, sin embargo su mérito está en devolver a una masa de datos agrupados una filosofía antropológica del ser humano, es decir una concepción del mismo que guía la investigación científica revistiendo de cierta protección a la ciencia y tecnología para no sucumbir ante la mera creación de artefactos y el consumo de los mismos y convertirlos en un objeto de culto dogmático. Esta psicología positiva no ha estado ajena de críticas con respecto a su novedad y rigurosidad científica, sin embargo, estas críticas parecen ser irracionales o pasionales que científicas (Vázquez, 2013).  Dentro de estas nuevas formas de conocer al ser humano surge un interés por el bienestar de las personas y más específicamente el bienestar social de las mismas, este bienestar social es evaluación que las personas hacen tanto de las tareas y los retos o circunstancias dentro de su sociedad (Keyes, 1998). Este bienestar revindica el que necesitamos de otros para ser seres humanos plenos, reivindica que no estamos solos en este mundo ningún instante pues a nivel simbólico solo existimos con respecto a otro que nos define, el bienestar social entonces es una vuelta a los conceptos y necesidades gregarias del ser humano a preocuparse de los vacíos que nos provoca la lejanía del otro y su instrumentalización en un artefacto. El tan anhelado y extraviado sentido del ser humano creo que puede ser recobrado a partir de la vuelta a la comunidad, al ser social, al ser y estar en la polis al ciudadano griego clásico que tanto maravilló a Platón, una nueva forma de resignificar la existencia para no ser seres sumidos en la anomia y alienados que tanto Durkheim como Marx predijeron (Keyes, 1998). El bienestar social es la forma de buscar el sentido perdido por el ser humano entre artefactos, dogmas, tecnologías y principalmente soledad y angustia que tanto han atormentado al ser humano sin que seamos conscientes de ello. Es un llamado a volver a confiar en la sociedad a participar en la misma y sentirse feliz por el sentido a nuestras vidas que da el otro, implica romper paradigmas imperantes en las ciencias sociales con respecto al reduccionismo del estudio del ser humano y aportar a la significancia de la vida humana.

No es la caída de los artefactos es más bien la caída del dios tecnocracia y de su primer mandamiento consumo y un regreso a los valores humanistas y existencialistas que son necesarios como base de una vida humana plena. Hay que abrazar la ciencia, hay que abrasar la visión del ser humano integral y buscar trascender como comunidad a nuestra breve existencia, siempre cuidando que no se propicie el surgimiento de nuevos dogmas que atenten contra el humanismo necesario para acceder a lo que nos diferencia de forma cualitativa y sustancial de los demás animales que habitan esta tierra.

No matemos a un dios por otro solo reemplacemos nuestra gran incertidumbre hacia la vida con la presencia de otros seres tan validos como yo, seres todos importantes en el tejido social que son la base de nuestra eterna búsqueda. Salgamos del sesgo personalista y de la idolatría al éxito individual basado en la posesión de la mayor cantidad de artefactos posibles, que no llenarán el vacío que provoca y la angustia desatada en somaticismos que no aliviarán métodos dogmáticos de ciencia. No temamos a hablar de nuestra vida social y de cómo ésta nos define y nos hace ser humanos. El llamado está hecho, la forma es científica, el ser humano definido, lo que nos ocupa ahora es como generar instrumentos basados en la ciencia, interdisciplinares y holísticos que permitan generar el sentido del ser humano a partir del bienestar social, en el entendido de imperativo ético moral ante el derrumbe de la vida en comunidad y el nuevo dios artefacto en sus distintas formas. Ya no podemos ignorar el camino científico de distintas ciencias y distintas disciplinas que inequívocamente marcan un camino similar a lo societal ya sea con métodos más bien ortodoxos o revolucionarios siempre teniendo en cuenta el peligro del dogma, el reduccionismo el dualismo cartesiano y las modas del reduccionismo de los fenómenos humanos a lo sistémico y lo neurobiológico que nos llevan al gen  causante de y que nos tiene más preocupado de que podemos hacer o que podemos buscar en la carrera del conocimiento y dejando afuera el ¿ porque hacerlo? El ¿para qué hacerlo? Y finalmente el ¿porque me siento así? Todo esto con el fin de retomar el énfasis del ser humano y no el bello y elegante cristal con el que lo estoy mirando para de esta forma nunca olvidar lo que nos hace humanos en nuestra evolución.

Hemos expresado vehementemente la importancia de la búsqueda del sentido en los otros, en comunidad y finalmente en sociedades tecnócratas, pero con una sólida base humanista en su actuar lo que permita que el foco de las acciones de todos se siga manteniendo en el bienestar de la especie y no en producir artefactos para el consumo individual.

Este bienestar es una forma más de buscar y expresar el sentido de nuestras vidas en el entendido que el sentido es lo que nos mantiene vivos como seres humanos.

El ser humano en un ser creativo, proyectivo que busca la superación dentro de su propia historia (Rivera, 1983).  Es decir el ser humano necesita un sentido o un propósito a su vida, lo que proponemos acá con gran insistencia es que este sentido no es algo individual que el ser humano busque por si solo o que busque la trascendencia en forma totalmente aislada porque creo que esta búsqueda de sentido peca de aun dejar angustia en el ser humano la angustia de estar solo, lo cual no refiere a cuanta gente está cerca físicamente de nosotros día a día o cuanta gente vive con nosotros o que tan grande es nuestra familia se trata de los vínculos afectivos reales que tengamos con personas no de su cercanía física y además que nos sentamos parte de un todo con los otros, que tengamos un sentido de comunidad y en el mejor de los casos de sociedad que nos conforte y nos soporte en nuestra búsqueda, proyección y nuestro ímpetu de cambio de la realidad circundante, pues sin este soporte el ser humano creo no es capaz de buscar el sentido a su presencia en el mundo, requiere de que se generare la comunidad.

Este bienestar social nos permitirá alcanzar esa esencia que nos hace humanos y que nos diferencia entonces de resto de los seres que pueblan nuestro mundo. El espíritu entendido desde Scheler (1938) en cuento a independencia y autonomía por tanto el hombre es libre frente al mundo circúndate (Scheler, 1938) y es esta libertad de la que no podemos escapar, no podemos todo el tiempo actuar con nuestro cerebro más primitivo estamos condenados para bien o para mal a elegir diariamente con el neocortex y asumir por cierto las implicancias y las consecuencias que acarrea la elección de nuestros actos o la toma de nuestras propias decisiones.

El ser humano es libre de buscar sus sentido, pero necesita de los otros necesita del bienestar social , necesita de la comunidad como soporte y también como campo de acción e influencia de las libertades y la acción que el ser humano propone no podemos escapar a esta trascendencia espiritual, no podemos ser meros receptores de estímulos no podemos solo ser meros consumidores de artefactos, no podemos dejarnos llevar por las circunstancias del entorno, no podemos solo satisfacer necesidades biológicas en este mundo y luego desparecer sin dejar rastro no podemos en términos simples solo dejarnos llevar por las circunstancias pues dejaríamos entonces de ser humanos.

En términos concretos lo que requerimos para dejar la angustia, la soledad e incluso el desgano o aburrimiento de la sociedad actual (Fromm, 2005) todo esto que lleva a una falta de sentido, al no cumplir con nuestra parte espiritual, lo que en estricto rigor nos quita la condición de seres humanos, se subsana con el bienestar social como nueva modalidad de alcanzar el sentido perdido en los artefactos y la individualidad propia de las sociedades que han cambiado hacia un dios basado en la ciencia dogmática y la tecnología deshumanizada que no nos dejarán en paz hasta que actuemos y recuperemos lo que nos hace ser humanos, el estar, vivir y sentir con otros.

Referencias
Azcuy, E. (1994) Juicio ético a la revolución tecnológica. Madrid: Acción Cultural Cristiana.
Cassirer, E.(1979). Antropología Filosófica. México: Fondo de Cultura Económica.
Fromm, E.(2005). La Revolución de la Esperanza: hacia una tecnología humanizada. México: Fondo de cultura económica.
Keyes, C. L. M. (1998). Social well-being. Social psychology quarterly, 121-140.
Nietzsche, F.(1981) Así hablaba Zaratustra. Madrid: Alianza.
Park, N., Peterson, C., & Sun, J. K. (2013). La psicología positiva: investigación y aplicaciones. Terapia psicológica, 31(1), 11-19.
Rivera, L.( 1983). Antropología existenciaria: el hombre como centro y sentido. Buenos Aires: Guadalupe.
Sartre,J.(1983). El ser y la nada. Buenos Aires: Losada.
Seligman, M.E.P. (1999). The presidents address. APA.1998. Annual Report. American Psychologist, 54, 559-562.
Scheler,M.(1938).El puesto del hombre en el cosmos. Buenos Aires: Editorial losada.
Vázquez, C. (2013). La psicología positiva y sus enemigos: una réplica en base a la evidencia científica. Papeles del psicólogo, 34(2), 91-115.
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