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El Análisis Crítico del Discurso y su aporte a las Ciencias Sociales

por Freddy Fuentes Jara
Artículo publicado el 24/08/2021

Resumen
Este ensayo aborda el aporte que realiza el Análisis Crítico del Discurso, también conocido como ACD, a las Ciencias sociales, desde un enfoque cualitativo y revisando principalmente los aportes teóricos y epistemológicos de Teun Van Dijk. El ensayo se divide en las cuatro ideas principales de este tipo de estudio: el Análisis Crítico del Discurso en sus variantes críticas y acríticas; un acercamiento teórico y conceptual; el ACD como estudio del poder y asimismo como estudio del control social. Se finaliza el ensayo con una conclusión que pretende reflexionar sobre la persona como objeto de estudio.

Palabras clave: Análisis Crítico del Discurso, Ciencias sociales, Van Dijk, sociedad, sujeto

Introducción
El Análisis crítico del discurso, también conocido como ACD, es un tipo de investigación social sobre el discurso, que estudia el modo en que el abuso del poder y la desigualdad social son practicados, reproducidos y, en ocasiones, combatidos desde las clases dominadas. Este tipo de investigación, con el correr del tiempo, no ha unificado un marco teórico para emplazar su trabajo, sino que ha permanecido abierta, en interacción con otros saberes que aportan a sus intenciones. En ese sentido, el Análisis crítico del discurso (desde ahora ACD) constituye una disciplina que dialoga con otras mientras intenta contribuir a la resistencia contra la desigualdad social. En este trabajo se desarrolla el aporte del ACD a las ciencias sociales, de cómo este tipo de investigación se ha transformado con el tiempo en una disciplina esencial para comprender los problemas de nuestros tiempos. Para ello, el trabajo se ha organizado en cuatro puntos: a) Análisis del discurso críticos contra análisis del discurso acríticos; b) Marcos conceptuales y teóricos; c) El análisis crítico del discurso y el poder; y d) El análisis crítico del discurso y el control. Para finalizar, se ofrecen conclusiones respecto a las ideas centrales sobre las cuales se sustenta el aporte del ACD en las ciencias sociales.

Análisis del discurso críticos contra análisis del discurso acríticos
El ACD, como toda investigación crítica, tiende a ser descalificado por sus intereses e intenciones políticas, bajo el argumento de que estas cualidades podrían interferir en sus métodos y aportes científicos. Sin embargo, el ACD ha tendido a desmitificar esta concepción, argumentando que toda investigación tiene la particularidad de contener una mirada política, desee o no desee realizar un cambio en el orden social. Por tanto, los cultores del ACD proveen a las ciencias sociales una manera de entender las relaciones entre el discurso y la sociedad, pero sobre todo en la reproducción del poder y la desigualdad, temática que atraviesa gran parte de la producción de este tipo de investigación. Esa es la tarea base que se propone este estudio.

Frente a estas cuestiones, Teun Van Dijk realiza la siguiente pregunta: “¿Cómo son capaces los grupos dominantes de establecer, mantener y legitimar su poder, y qué recursos discursivos se despliegan en dicho dominio?” (1999, p. 24).

El ACD, a grandes rasgos, ofrece reflexiones filosóficas generales sobre las relaciones entre discurso y sociedad, preocupándose por los contextos. Siguiendo las definiciones de Fairclough y Wodak, se resumen los principios básicos del ACD:

  1. El ACD trata de problemas sociales.
  2. Las relaciones de poder son discursivas.
  3. El discurso constituye la sociedad y la cultura.
  4. El discurso hace un trabajo ideológico.
  5. El discurso es histórico.
  6. El enlace entre el texto y la sociedad es mediato.
  7. El análisis del discurso es interpretativo y explicativo.
  8. El discurso es una forma de acción social. (Van Dijk, 1999, p. 24-25)

Con estos ocho principios básicos, se constituye una idea general sobre la investigación: que se centra en los problemas sociales derivados de las relaciones que establecen los grupos dominantes con los discursos, lo cual genera desigualdad social, es decir, grupos dominados ideológica, social y económicamente. En este sentido, encontramos una dimensión del ACD que aborda cuestiones fundamentales de las ciencias sociales, tanto en aspectos metodológicos como epistemológicos, teniendo en sus bases la transformación social, un cambio en los paradigmas que sustentan las lógicas de interacción entre los sujetos y, por ejemplo, las instituciones. Pero ¿cómo operarían estos cambios al interior de estructuras sociales establecidas y consolidadas?

De acuerdo con Charles Ragin (2007), muchas personas desvalorizan las ciencias sociales por ocuparse de las relaciones sociales que todos vivimos y conocemos, y por tanto, aseguran, no tienen que ver con la ciencia propiamente dicha sino más bien con el sentido común. Visto de esta manera, cabe preguntarse por qué razón las sociedades están en situaciones de desigualdad, es decir, por qué los diversos escenarios de la vida en comunidad no reflejan el sentido común al que algunos hacen referencia. En el caso de la investigación social, en donde participa el ACD, se hace necesario operacionalizar y sistematizar conceptos, ideas y preguntas para que estas interactúen con los sujetos de estudio. Los resultados de la investigación deben contribuir para comprender fenómenos que aún permanecen opacos, sin ofrecer una comprensión de hechos.

Marcos conceptuales y teóricos
El ACD, desde sus inicios hasta nuestros días, ha carecido de un marco teórico unitario, de una dirección investigativa, mientras que sus bases y objetivos se sustentan en teorías y análisis más bien diversos. Pese a que existen muchos tipos de análisis, la estructura básica, o mejor dicho su corpus fundamental es la investigación en torno al despliegue de discursos que mantienen un control social, ya sean conversaciones, información periodística u otros discursos más complejos en su unidad de análisis.

Dado que el ACD no tiene un marco teórico unitario, pueden haber características que unan las diversas investigaciones. O según lo expresa Van Dijk: “Así, el vocabulario típico de muchos investigadores de ACD presentará nociones como «poder», «dominio», «hegemonía», «ideología», «clase», «género», «discriminación», «intereses», «reproducción», «instituciones», «estructura social», «orden social», además de otras más familiares y precisas del discurso” (1999, p. 25).

Dentro de una simplificación de términos y conceptos, podría sostenerse que el investigador en cuanto ser consciente, es capaz de aprehender realidades que se entrelazan, formando, por así decirlo, un tejido complejo de realidades. Al respecto, Berger y Luckmann afirman:

“La conciencia es siempre intencional, siempre apunta o se dirige a objetos. Nunca podemos aprehender tal o cual substrato supuesto de conciencia en cuanto tal, sino sólo la conciencia de esto o aquello. Esto es lo que ocurre, ya sea que el objeto de la conciencia se experimente como parte de un mundo físico exterior, o se aprehenda como elemento de una realidad subjetiva interior.” (Berger y Luckmann, 2003, p. 36)

De acuerdo con esto, Berger y Luckmann sostienen que la realidad de la vida cotidiana goza de una posición privilegiada en la vida, porque constituye el punto de quiebre entre la conciencia y el exterior, lo que está dentro del sujeto y fuera de él. En este sentido, el sujeto se ve constantemente forzado a volcar su atención en la realidad de la vida. Y esta realidad, concluyen, se presenta de forma ordenada, preestablecida a mi llegada al mundo, a mi interacción con él; es decir, la realidad de la vida cotidiana está por encima del sujeto y este nada puede hacer en ese orden y coherencia que percibe. De allí que el mundo privado, por ejemplo, sea un reflejo del mundo social, lo que el sujeto experimenta fuera de los límites de su privacidad, de su propio dominio. En este punto, cabría preguntarse hasta dónde existen hoy los límites entre los escenarios y contextos de desenvolvimiento de la persona, los distintos ámbitos en los que la persona «es».

La investigación en el ACD comprende el estudio de dos niveles, lo que se suele llamar «micro-nivel», es decir las interacciones que se dan entre actores sociales, y el «macro-nivel», que abarca grupos, las relaciones de grupos e instituciones, lo cual siempre es un constructo, o por así decirlo un escenario de estudio. La realidad social, sin embargo, se presenta como un todo unitario, en donde los niveles macro y micro conviven, se desarrollan e interactúan. En este orden, en la realidad social, Van Dijk (1999) distingue niveles de análisis social, los cuales se pueden sintetizar en cuatro grupos:

a) Miembro de un grupo: estos son los actores sociales, o también denominados usuarios del lenguaje, quienes se involucran en los discursos como individuos o como miembros de un grupo.
b) Relación entre acción y proceso: las acciones de un grupo constituye una manera de influir, un quehacer direccionado que despliega consecuencias.
c) Contexto y estructura social: el contexto es la situación social en donde participan los usuarios del lenguaje, por lo que el contexto también pueden ser, por ejemplo, los media, diversos tipos de estructuras en las que participan los individuos.
d) Representaciones sociomentales: los aspectos sociales de los vínculos macro-micro no solo representan dimensiones sociales de interacción, sino una dimensión cognitiva, por tanto los individuos aprenden comportamientos, en definitiva, su identidad.

Respecto a este último grupo, es de destacar que la educación, que es históricamente la institución encargada del desarrollo cognitivo –hoy en día con una urgencia en el desarrollo emocional de niños y adolescentes–, surge como una unidad de análisis que puede entregar información acerca de cómo los discursos educativos están influyendo en la población.

El análisis crítico del discurso y el poder
Llegados a este punto, es importante señalar tres características de la investigación del ACD: primero, que el acceso a formas específicas de discurso es ya un recurso de poder; segundo, que si la mente controla las acciones, podemos suponer que controlando la mente se puede llegar, eventualmente, a controlar las acciones; y tercero, que la mente, al ser influenciada por los textos y el habla, es susceptible de ser controlada por el discurso. De aquí entonces, el entramado social completo –las relaciones interpersonales, las relaciones que establece el sujeto con una institución y viceversa– se verá como un objeto de estudio que nos revele más sobre cuáles son las maneras que tiene la sociedad de operar, en concreto, el uso del poder por parte de clases dominantes, es decir el dominio. Al respecto, Van Dijk afirma: “En otras palabras, el dominio puede ser definido como el ejercicio ilegítimo del poder” (1999, p. 26).

Resulta apropiado mencionar el hecho de que Van Dijk plantea que es necesario un enfoque interdisciplinar para responder a una de las cuestiones básicas del estudio en ACD: de cómo los grupos con más poder controlan el discurso. Respecto a esto, en términos interdisciplinares, mantener una hipótesis que se relacione entre uno o más campos de estudio, de manera de mantener la coherencia entre los diversos intereses del ACD, de los aportes que cada disciplina pueda hacer, sería el ideal en los estudios respecto a las desigualdades sociales. En este sentido, Salinas y Cárdenas señalan:

“En términos generales una hipótesis es una afirmación realizada sobre la relación entre determinadas variables. Se trata de un enunciado teórico probable pero no verificado aún referido a la relación entre dichas variables. Esta proposición, que nos indica aquello que estamos buscando en una investigación, puede ser puesta a prueba de modo de verificar o contrastar su validez.” (Salinas y Cárdenas, 2007, p. 73)

En esa línea, Tello (2011) indica que asumir un tipo de investigación no significa que no haya relación entre metodología y teoría y postura epistemológica en el investigador, las cuales no son inherentes, o causales en último caso, lo cual podría ocasionar un uso de metodología cualitativa en una investigación con base en el positivismo. Pero esto, sin embargo, en ACD no debe llevar a confusión: la falta de unidad teórica significa que la misma teoría debe mantener coherencia con los propósitos de la investigación y, además, con el investigador.

Las intenciones tras una investigación en ACD deben responder a las relaciones de poder y domino entre grupos, pero también se hace necesario, desde un punto de vista metodológico, ser conscientes de que la investigación es guiada previamente por una hipótesis que, dentro de sus límites, actúa como mediadora entre los fundamentos metodológicos y las motivaciones que todo investigador debe poseer.

El análisis crítico del discurso y el control
Ante la pregunta de cómo los grupos más poderosos controlan el discurso, surge otra pregunta esencial: cómo un discurso en particular –o el grupo tras él– es capaz de controlar la mente de los grupos menos poderosos, es decir los dominados. Ante esta realidad, también es importante reflexionar sobre cuáles son las consecuencias sociales que tiene este control. Los controlados representarían un sector vulnerable a las voluntades e intenciones de personas que tendrían en sus manos el poder de decidir por ellos.

El control, entendido como un –o el– recurso para mantener el orden social, puede ser objeto de múltiples miradas y análisis. Bajo esa línea, no podría obviarse el hecho de que la propia investigación, el propio método de obtener información, podría ser visto como una manera de controlar el entendimiento de un fenómeno particular. Es por ello que las ciencias sociales deberían entablar un diálogo de conocimientos, de propuestas y de acercamientos a los fenómenos de estudio. Las ciencias sociales, en cuanto maneras de comprender la interacción entre personas, debe otorgar la posibilidad constante de ampliar sus propias miradas. En ese sentido, Becker señala:

“Si existe una respuesta correcta y usted cree que las autoridades que dirigen la institución donde estudia o trabaja la conocen, entonces sabe que su tarea es encontrarla y reproducirla cuando así se lo requieran, para demostrar que merece ser recompensado e incluso convertirse en uno de sus guardianes.» (Becker, 2011, p. 71)

Es de esta manera como el propio estudio de las ciencias sociales, en el peor de los casos, podría transformarse en un modo más de control. Sin embargo, en el transcurso de una construcción de conocimiento que que articule saberes y propuestas, que mantenga coherencia entre sus propósitos, las ciencias sociales se convierten en un escenario pertinente para que el ACD realice un aporte. El control del contexto, como señala Van Dijk (1999), requiere la identificación de categorías en las cuales una situación constituye el total de experiencias por las que una persona se legitima en sociedad.

En el caso de las ciencias sociales, el concepto de paradigma es explicativo si se considera el hecho de que funciona como un marco de referencia para posicionarse desde una manera de entender y atender un fenómeno de estudio. González (2003) indica que existen dos paradigmas que han definido el quehacer de la investigación: el positivista y el interpretativo. El ACD, como un tipo de investigación social, funciona en esta segunda categoría, abierta y mutable, diferenciadora y legitimadora, constructora de interpretaciones sobre la realidad más que de conocimientos concretos e inamovibles, que pretenden construir verdades.

Con lo expuesto, es posible validar una concepción interdisciplinar para el estudio en ACD, que dialogue en torno a los fundamentos epistemológios, metodológicos y, por qué no, ontológicos que confieren el acercamiento a las cuestiones de base tras los fenómenos, como es el caso de la Comunicación en tanto campo de estudio. Respecto a esto, Lozano indica:

“La meta sería lograr una verdadera interdisciplinariedad en el estudio de la comunicación. Es decir, que varias ciencias confrontaran sus posiciones sobre la comunicación, intercambiaran métodos y puntos de vista, colaboraran en analizar conjuntamente las distintas dimensiones de los procesos de comunicación.” (Lozano, 2007, p. 2)

Lo que señala Lozano representa una idea bastante difundida en humanidades y ciencias sociales, que es la interdisciplinariedad. El ACD, por mencionar solo una investigación social, puede ofrecer una instancia para lograr una unidad epistemológica y metodológica, incluso ontológica.

Conclusiones
Después de finalizado este recorrido por cuatro ideas fundamentales respecto del Análisis crítico del discurso, a saber las diferencias entre los análisis críticos y los acríticos, sus marcos teóricos y conceptuales, sus estudios y propuestas en torno al poder en el discurso y el control en el discurso, nos queda claro que lo que las ciencias sociales desarrollan desde sus bases epistemológicas y metodológicas se ven enriquecidas por las intenciones investigativas del ACD. Pero después de este breve análisis, no se puede pasar por alto el hecho de que el centro de toda investigación social gira en torno a la persona, el sujeto, y su relación con los otros.

Como señalan Berger y Luckmann (2003), la experiencia más clara que una persona tiene de un otro es en el cara a cara, en el aquí y el ahora. Es en esa experiencia, en ese momento, que se obtiene parte de la información que es el sustrato de la investigación. Allí, en ese continuo de expresiones e información, el sujeto advierte que hay un límite entre su subjetividad y el mundo allá afuera, no así objetividad, tema de discusión para otra instancia de análisis. En cuanto a la investigación social, Corbetta señala:

“Las teorías científicas ya no están destinadas a explicar los fenómenos sociales mediante esquemas de naturaleza lógica restrictiva, y la ley determinista es sustituida por la ley probabilística, que implica la presencia de imprevisión, de perturbaciones y fluctuaciones. Si este supuesto de indeterminación probabilística es válido para el mundo natural, será aun mas válido para el mundo social, el mundo del lenguaje, del pensamiento, de la interacción entre humanos.” (Corbetta, 2007, p. 16)

Si pensamos que este mundo social al que alude Corbetta es el de la interacción misma, el panorama que se observa desde la investigación y que precede, por supuesto, la hipótesis, el objeto de estudio se amplía, adquiere un significado que se relaciona directamente con el ACD en cuanto cuestionador y problematizador de las relaciones que se establecen entre grupos dominantes y grupos dominados.

El investigador social es quien debe establecer la conexión entre una mirada de análisis, que denuncie, y la teoría que sustente la reflexión en torno a cuestiones que son responsabilidad de todos, no solo de quien investiga. Al respecto, Jaramillo señala:

“¿Qué es entonces un mirar epistemológico? Es poseer conciencia histórica y reflexiva de un mundo que me observa, me rodea y me absorbe por más que quiera objetivarlo desde mis propios argumentos racionales; es una epistemología donde se alberga el ser y quehacer de mi disciplina específica rodeada de otras tantas que la pueden complementar (transdisciplinariedad). De lo que se trata entonces, es de tener presente cómo modifico el mundo, pero también, cómo soy modificado por él en el ciclo de mi espacio vital.” (Jaramillo, 2003, p. 176)

El modificar el mundo y ser modificado por él es un principio que se podría encontrar en la base de toda epistemología, de toda ciencia. Es allí donde encuentro un fundamento de la ciencia social contemporánea en cuanto tal, más allá de la reflexión. Se trata, en simples palabras, de asumir una postura investigativa, una metodología adecuada para el análisis.

Freddy Fuentes Jara

REFERENCIAS
Becker, H. (2011). Manual de escritura para científicos sociales. Buenos Aires: Siglo XXI editores.
Berger, P. y Luckmann, T. (2003). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu editores.
Corbetta, P. (2007). Metodología y técnicas de investigación social. Madrid: McGraw-Hill.
Lozano, J. (2007). Teoría e investigación de la comunicación de masas. México: Pearson Educación.
Ragin, Ch. (2007). La construcción de la investigación social. Bogotá: Siglo del Hombre Editores.
Publicaciones periódicas:
González, A. (2003). Los paradigmas de investigación en ciencias sociales. En Islas, 138. 125-135.
Tello, C. (2011). El objeto de estudio en ciencias sociales: entre la pregunta y la hipótesis. En Cinta de Moebio, 42, 225-242.
Van Dijk, T. (1999). El análisis crítico del discurso. En Anthorpos, 186. 23-36.
Textos online:
Jaramillo, L. (2003). ¿Qué es epistemología? En Cinta de Moebio, 18. Recuperado de https://cintademoebio.uchile.cl/index.php/CDM/article/view/26135/27433
Salinas, P. y Cárdenas, M. (Ed.). (2009). Métodos de investigación social. Recuperado de http://www.flacsoandes.edu.ec/libros/digital/55376.pdf

 

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