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La era Lula : Orden y Progreso en Brasil.

por Ludmila Quirós
Artículo publicado el 18/03/2010

Es el país más grande de América del Sur. Su estabilidad en materia de política doméstica lo convierte en uno de los países más equilibrados de Latinoamérica. Desde la década de 1970 con la apertura democrática y en 1984 al grito de directas já (directas ya) Brasil comenzó a cerrar su pasado de ex colonia, autoritarismo, populismo y dictadura para iniciar su consolidación como potencia regional bajo la bandera de la autonomía y la libertad. A partir de 1994 de la mano de Fernando Henrique Cardoso y más tarde de Luiz Inacio Lula da Silva, Brasil terminó de moldear la estructura política, económica y social del incipiente nuevo hegemon, siguiendo las formas de la “nueva política” que ya se había instalado en América Latina desde los 80.
Hoy, Brasil suma voces en los principales foros mundiales y desarrolla una de las mejores políticas exteriores de América del Sur, a través de la herramienta fundamental que tienen los Estados para relacionarse con sus pares: la diplomacia.
Pero ¿cómo se gestó el gigante brasileño de los últimos años? y ¿cuál es el legado que deja Lula da Silva?. ¿Cómo trabaja Brasil para combatir el Cambio Climático?.

Luiz Inácio da Silva o Lula O filho do Brasil*
Lula da Silva es ante todo un líder obrero, cuyo liderazgo como se describe en el diccionario de política de Norberto Bobbio a la capacidad de persuadir o dirigir a los hombres que deriva de la calidad personal independientemente del oficio (Bobbio, 2004: 499), es reconocido a nivel internacional e incluso equiparado con el protagonismo de los líderes más importantes del mundo. Lula es un líder popular, en una palabra, un referente de una clase pujante que llegó de la mano de la “nueva militancia obrera” y bajo el signo del “nuevo sindicalismo”.

Como el dirigente más emblemático del PT (Partido de Trabajadores de Brasil) supo conducir los intereses de las masas sin utilizar esa praxis política llamada demagogia que suele caracterizar a los dirigentes que vienen de abajo, y logró llegar a la Presidencia de la Nación aún con la desconfianza y el desacuerdo de ciertos sectores políticos y empresariales de su país.

A menos de un año de finalizar su segundo y último mandato, Luiz Inacio Lula da Silva no pretendió alterar la Carta Magna para mantenerse en el poder. Prefirió preservar la calidad democrática, republicana e institucional, diferenciándose así de algunos de sus pares regionales, a sabiendas de que su alto grado de popularidad en las encuestas le hubiesen otorgado un tercer mandato indiscutido.

Lula demostró durante todos estos años de militancia sindical y política que vive para la política y no de la política como explicaría Max Webber. Pues tomó el rol de gobernar sin adueñarse del poder y construyó una forma de ejercer el servicio público sin autoritarismo. Viviendo para la política, da Silva supo llevar a Brasil al mundo, mejorar la calidad de vida de los brasileños y atraer al sector empresarial internacional para la inversión en su país. Lula pensó tal vez más como un empresario que como un político e hizo del Estado una empresa.

Cuando se analiza el fenómeno Brasil en la actualidad no se puede dejar de lado el estudio de las políticas sociales y de integración que se llevaron a cabo durante los últimos años. Es decir, durante la era Lula.

Por un lado es necesario tener presente los tres programas sociales que fueron diseñados para terminar con el flagelo del hambre, la desnutrición, la pobreza y la exclusión,  un problema que no solo es una enfermedad difícil de erradicar en Brasil, sino también en todo América Latina. La era Lula ha legado el plan Bolsa Familia, Hambre Cero y el programa del primer empleo para jóvenes. Una iniciativa que expone el interés del gobierno de da Silva por los sectores más vulnerables de la sociedad brasileña : los niños, los jóvenes y las mujeres. El hecho de trabajar para fortalecer este sector y lograr el desarrollo de las generaciones futuras, resultó una de las iniciativas más positivas de esta era que se termina. Desde entonces, Brasil no solo ha conseguido reducir la pobreza y la indigencia durante el período 2008, sino que a partir de sus programas sociales puede proyectar un desarrollo sustentable y un futuro para las generaciones venideras.

En base a los parámetros de equidad social, el último informe de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) sobre el panorama social de América Latina del período 2009, indica que las cifras de 2008 reflejan una reducción de la pobreza (aunque tomó solo el área urbana) en Brasil, Uruguay y Perú. Pero a pesar del optimismo del informe sobre los niveles de pobreza, el mismo es bastante pesimista en cuanto al nivel de indigencia, que se asegura ha crecido. El documento de la CEPAL señala que este aumento de la indigencia se asocia al alza de los precios de los alimentos en toda la región y a la inflación. Sin embargo, vuelve a mostrar optimismo cuando se refiere a la distribución de la riqueza la cual se dice es más equitativa.

Pero la problemática de la pobreza en Brasil no se reduce solo a la incapacidad de los ciudadanos a acceder al sustento diario y a la insatisfacción de sus necesidades básicas, sino que viene acompañado del creciente índice de violencia y delito que afecta a Latinoamérica. El problema que representan las favelas y los grupos violentos que conviven a diario se relacionan irrestrictamente con la fuerte ola delictiva que sufren ciudades importantes como San Pablo. No obstante esta problemática no afecta solo a Brasil. Todos los estados de América Latina se ven en mayor o menor medida incapacitados para luchar contra el delito y el narcotráfico. En este sentido, podemos hablar de esas zonas grises como denomina Susan Strange a las ausencias del Estado y el mercado. Un Estado ausente es un Estado que falla. A su vez un Estado que falla es un gobierno que falla. El Brasil del futuro deberá crear políticas mucho más abarcativas a la hora de combatir la delincuencia y el narcotráfico. El Estado deberá estar más presente, invertir en mayor educación y en programas de integración y control social. Entender que el problema del narcotráfico y la inseguridad es un problema de Estado y un problema de todos. Y si es un problema de todos, entonces será necesario acudir a una mayor cooperación regional, una cooperación que facilite el control recíproco de las fronteras y de las zonas más débiles y susceptibles para de una vez por todas, tener bajo control uno de los males más amenazantes de los últimos años: el tráfico de drogas, el mercado ilegal y la proliferación de sicarios.  En este respecto, hay que decir que la región se ha convertido en un reservorio para este propósito.

En materia de política exterior y económica, Brasil no ha dejado en ningún momento durante los dos períodos de gobierno de Lula da Silva de hacerse su propia publicidad. Por un lado saldó sus deudas externas con el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el Club de París como mecanismo para ganar transparencia y confianza y atraer así nuevos inversores, y acató las recomendaciones de los organismos internacionales para clarificar su política fiscal.

En relación al comercio, hoy el Brasil de Lula mantiene acuerdos muy heterogéneos con Irán, Estados Unidos, Argentina, Bolivia, Perú, China, y Rusia, con los que conforma el denominado BRIC**, y trabaja en la integración del Mercosur y el Unasur junto a los estados miembro de la región.

Hoy en día la agenda internacional de Brasil incluye temas tan variados como cooperación científica y tecnológica, el desarme y la no proliferación de armas, los avances en derechos humanos, medio ambiente y terrorismo.

La diplomacia de Lula ha sido bastante exitosa. Algunos ejemplos de ello son la misión de estabilización de Haití de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y la buena relación que mantiene el país con Estados Unidos, lo cual lo sitúa entre uno de sus principales socios comerciales de la región, algo de lo que Brasil debe enorgullecerse.

Otro desempeño de negociación (aunque sin los logros esperados) que merece recordarse es la reciente actuación de Lula en la Cumbre de Copenhague sobre Cambio Climático, donde solicitó a los países concurrentes la reducción de sus gases contaminantes. Si bien la cumbre no dio los resultados anhelados, el presidente de Brasil volvió a ser uno de los protagonistas que mejor desempeño obtuvo en la reunión.

Con estos pocos ejemplos queda claro que Lula da Silva cuenta con un liderazgo envidiable en la región y en el mundo, y que a pesar de que su relación con Irán ha ido creciendo en los últimos tiempos y es un tema de constante malestar por parte de la Comunidad Internacional, Lula sigue manteniendo el respeto y las buenas relaciones con sus pares, sin tener que retroceder un ápice en sus estratégicos movimientos políticos y económicos.

Brasil y el Cambio Climático
El Ministerio de Medio Ambiente de Brasil contó, hasta la renuncia en 2008, con una de las ministras mejor posicionadas del gabinete de Lula da Silva. Militante del Partido Verde y desde 1985 del Partido de los Trabajadores, Marina Silva fue desde sus comienzos en la función pública una defensora irrestricta de la ecología.

Como ultra militante de la defensa del medio ambiente, Silva ha reinstalado el grave problema del cambio climático en todos los sectores de la sociedad brasileña.

En materia de políticas ambientales, Brasil es hoy uno de los primeros países de Latinoamérica en actuar. La problemática del Nordeste brasileño, caracterizado por su alto grado de aridez y su falta de desarrollo, está incluido dentro de los programas gubernamentales de lucha contra la desertificación.

Además, la creación del Plan Amazonia Sustentable (PAS) en 2008, articula la posibilidad de preservar éste pulmón verde sin dejar de producir. Este programa busca reducir en un 70% la deforestación para 2017 y así disminuir significativamente la emisión de dióxido de carbono y por ende el efecto invernadero. No obstante, el plan incluye una importante inversión en infraestructura que a pocos convence, pues se plantea el problema de la cuestión indígena y del desplazamiento de estos de las zonas que están bajo la protección estatal.

Finalmente, el proyecto para la construcción de la tercera mayor central hidroeléctrica del mundo en la Amazonia es cuestionada por muchos sectores opositores del gobierno y por grupos ecologistas quienes sostienen que el plan dañará el ecosistema en pos de la productividad.

A pesar de todo se puede decir que Brasil está trabajando para protegerse del Cambio Climático y sus irreparables consecuencias. Sin embargo solo las políticas de los próximos gobiernos podrán escribir el destino del gigante emergente.

El futuro del gigante sudamericano
Los especialistas de las Relaciones Internacionales sostienen que el Sistema Internacional no puede cambiar su estructura, es decir, no puede pasar de ser un sistema anárquico a otro jerárquico, pero sí aceptan que puede existir un nuevo reparto de poder. Hoy se puede afirmar que Brasil, Rusia, India y China son esos nuevos gigantes que empiezan a despertar en un mundo cada vez más globalizado y conflictivo. Ese mundo nuevo que se abre al grupo BRIC es el mundo de las amenazas terroristas, de amenaza nuclear, de crisis económica y  cambio climático. Esos nuevos actores que hoy ya sacuden todas las esferas de la comunidad internacional, son los que le dan la bienvenida a los futuros dueños del globo.

El mañana vislumbrará otro equilibrio de poder, del cual el país más grande de Sudamérica formará parte. La consolidación del real, sus relaciones comerciales con Irán, su regreso a la carrera armamentista, su acuerdo con Francia para combatir el Cambio Climático, su liderazgo en la región, en el Mercosur y en el Unasur, sus programas sociales para terminar con el hambre y la pobreza, su buena diplomacia, su autoabastecimiento en gas, su relación con Norteamérica, su voz en los foros internacionales, su apertura democrática, sus misiones de estabilización de Haití, dan cuenta de un fenómeno que ya ha logrado consolidarse en su zona de influencia.

Hoy Brasil está en el ojo del mundo económico, político, financiero y social. Mañana amanecerá con un nuevo presidente, el cual recibe una agenda extensa que resolver, un legado casi perfecto que mantener y un futuro incierto que lo localiza entre las potencias líderes de un mundo con un destino variable. El nuevo presidente que asuma tendrá varias deudas sociales que saldar y estará obligado indefectiblemente a proyectar políticas que favorezcan al desarrollo sustentable, al medio ambiente y a los habitantes. Si Brasil consigue continuar el legado, entonces  seguirá imparable en su camino hacia la consagración como potencia mundial.

Fuentes
Bobbio, Norberto; Matteucci, Nicola; Pasquino, Gianfranco. Il Dizionario di Politica. Torino: Utet, 2004.
Cockcroft, James D. América Latina y Estados Unidos. Historia y política país por país. México: Siglo XXI Editores, 2001.
Carpena, Ricardo. Entrevista con Luiz Inácio Lula da Silva “No puedo imaginar a Brasil y la Argentina separados”. En : La Nación. 19/04/2009, Enfoques, pág. 4-5.
CEPAL. Panorama social de América Latina 2009. En: <<http://www.eclac.org/cgi-bin/getProd.asp?xml=/publicaciones >>, 20/01/2010.
Ministério do Meio Ambiente Brasil. En:< http://www.mma.gov.br >
Película
Lula O Filho do Brasil. En :<http://www.lulaofilhodobrasil.com.br >
Referencias.
* O Filho do Brasil: film brasileño basado en la vida y obra de Luiz Inacio Lula da Silva, que fue estrenado el 1 de enero de 2010 en Brasil.
**BRIC institución integrado por Brasil, Rusia, India y China. Forman el grupo económico que según  Jim O’Neill (economista en Goldman Sachs) se constituirán en las economías dominantes hacia 2050.
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