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Las mujeres son débiles y los hombres fuertes. Críticas a la separación por sexo en los deportes.

por Loreto Chihuailaf
Artículo publicado el 28/12/2020

Resumen
Los deportes tradicionales desde sus inicios adoptaron una perspectiva patriarcal que niega el reconocimiento de las capacidades y destrezas físicas que pueden llegar a alcanzar las feminidades. Por esa razón, en este ensayo se analizan posturas feministas que evidencian la construcción de una debilidad biológica femenina normativa en un contexto social de orden patriarcal, que se revalidada constantemente en el espacio deportivo.

Palabras claves: patriarcado, deportes, división por sexo, debilidad femenina, feminismos.

 

Contextualizando la separación por sexo en los deportes
La sociedad de orden patriarcal polarizó a las personas en base al sexo y su presentación de género, tanto en conductas, representaciones, espacios y roles. Las feminidades fueron relegadas al espacio privado, básicamente a las funciones domésticas, de maternidad y crianza, por el contrario, a la masculinidad se le reservó el espacio público de toma de decisiones y de “importancia” a nivel social.

Desde luego, este orden se estableció en los diferentes espacios sociales y es así como dirigimos nuestra atención en el deporte y principalmente aquel que se representa de manera masiva y que es observado por cientos de personas a nivel mundial, es decir, el deporte de élite, el cual precisamente se caracteriza por la disociación de lo femenino y lo masculino.

El deporte es uno de los contextos donde la separación sexual binaria y la segregación y el etiquetado de las mujeres como “seres inferiores” se consideran socialmente aceptables (Fontecha, 2016). La lógica del deporte sugiere que “hombres y mujeres” son diferentes biológicamente y por esta razón deben estar separados, y este discurso se precisa absolutamente legitimador. En este entramado, para el teórico contemporáneo Pierre Bourdieu (2000) la división entre los sexos simplemente parece estar “en el orden de las cosas” revalidándose como algo “natural y normal” hasta el punto de ser inevitable. Para Bourdieu la experiencia abarca el mundo social y sus divisiones arbitrarias, comenzando por la división socialmente construida entre los sexos, como algo natural y legítimo.

Para este reconocido sociólogo francés el principio de visión social construye la diferencia anatómica y la diferencia entre los sexos, es decir, el cuerpo se caracterizaría por ser una sustancia plástica y extremadamente flexible ante los significados sociales, además de cambiante a través de las distintas etapas históricas de la sociedad. Entonces podemos afirmar que una corporalidad femenina históricamente vulnerada en una sociedad de orden patriarcal, será frágil y subordinada.

El orden masculino se inscribe también en los cuerpos a través de las conminaciones tácitas implicadas en las rutinas de la división del trabajo o de los rituales colectivos o privados… Las formalidades del orden físico y del orden social imponen e inculcan, las disposiciones al excluir a las mujeres de las tareas más nobles, asignándoles unas tareas inferiores (Bourdieu, 2000, p.38)

En este sentido las mujeres en el deporte han sido relegadas a la categoría de sexo subordinado (Milner y Braddock II, 2016). Entonces para Bourdieu, los cuerpos tendrían las máximas posibilidades de recibir atributos estrictamente proporcionales a su posición en el espacio social. En este aspecto, la herencia biológica respecto a la lógica de la herencia social se conjuga, es decir, socialmente ciertas propiedades corporales amenazan el orden social establecido y esto varia en gran medida según el sexo, ciertamente la representación social concede al hombre la posición dominante y la de protector. Para el razonamiento deportivo, mujeres extremadamente fuertes y rápidas transgreden el “orden social establecido” y su feminidad puede ser puesta en duda (Moreno, 2013) y esto afecta únicamente a la categoría femenina a nivel de deporte competitivo (Ibarra, 2020).

Para la teórica feminista Monique Wittig (1992) la categoría de sexo como la de raza fueron inventadas, para generar opresión para justificar superioridad e inferioridad, entonces no existen ni mujeres ni hombres biológicos, son solo categorías políticas, en donde la anatomía cualquiera sea ésta es arbitrariamente construida de forma social e histórica, para que sea circunscrita a una cierta referencia lingüística y por ende a un orden político y social. Entonces estas oposiciones sociales se encubren como presuntas diferencias naturales al expresar que existe una “división natural” entre “hombres y mujeres” fundamentada por diferencias biológicas. De este modo, se naturalizan los fenómenos sociales que han generado la opresión hacia las mujeres. Para Wittig es necesario mirar hacia la historia como un proceso dinámico que se desarrolla por conflictos de intereses, entonces: “es necesario atacar la idea darwinista de la inferioridad de la mujer, porque la base de la opresión de las mujeres es biológica e histórica” (Wittig, 1992, p. 38). Ahora bien, en este contexto se enfatiza y básicamente se comprueba la inferioridad biológica de la mujer con respecto al hombre, porque el deportista es capaz de correr más rápido o levantar más peso que la deportista, pero no podemos obviar que vivimos en una cultura de orden patriarcal en donde: 1) el cuerpo femenino se construye en base a la debilidad física 2) los deportes fueron invenciones para reafirmar los valores masculinos y potenciar la virilidad (Torrebadella-Flix y Domínguez, 2017; Pérez y Muñoz ,2018).3) lo masculino siempre se va considerar superior a lo femenino (socialmente, moralmente, físicamente, monetariamente, etc.).

Otras teóricas como Nancy Leong (2018) aclaran el hecho que las normas deportivas de separación por sexo, simplemente demuestran que la naturaleza física femenina es inferior a la masculina. Sin darle la chance de poder desarrollarse, asumiendo arbitrariamente que es inferior y que jamás llegará a ser tan “hábil” y “fuerte” como su par masculino. Asimismo, la separación por sexo, genera discriminación en aquellas personas que no se ajustan biológicamente al sistema tradicional de clasificación binaria. La ideología dominante en el deporte, sugiere una división sexual «natural» y complementaria de “mujeres y hombres”, excluyendo aquellas disidencias sexuales que han transgredido el género normativo, pues el deporte utiliza el referente masculino como símbolo humano de perfección, dejando atrás todo aquello que es “distinto” es decir, mujeres, personas del colectivo LGBTIQ, personas con discapacidad etc. (Milner y Braddock II, 2016).

Finalmente es importante destacar los aportes que entregan Adrienne Milner y Jomills Henry Braddock II (2016) por medio de su libro “Sex segregation in sports” quienes describen la tensa realidad en Estados Unidos, sobre esta temática. También vinculan la segregación por sexo con la segregación racial, pues se creía que las personas de raza negra eran biológicamente inferiores a los de raza blanca, igualmente, acentúan de manera muy gráfica y consistente que los deportes son invenciones sociales humanas, no son fenómenos naturales, por lo tanto, un grupo ya sea definido biológicamente o no, no puede ser mejor o peor a otro en el deporte, es decir, no existe un marcador biológico que coexista en los humanos, como un gen que hace que sean más propensas al éxito o al fracaso, porque los deportes están compuestos de juegos que no existen orgánicamente. En términos prácticos es como afirmar que las mujeres cocinan mejor que los hombres, o que los hombres manejan mejor los coches. Hacer estas afirmaciones es muy subjetivo y va depender de la estimulación que reciba cada persona de su entorno social. Desde esta perspectiva, formulan una participación conjunta de personas de distinto sexo en los deportes, pues esto mejoraría las destrezas físicas de las mujeres como también de aquellas personas disidentes sexuales (LGBTIQ).

Consideraciones finales
La separación por sexo, inhibe las capacidades de las personas que no encajan con el ideal de la masculinidad, por tanto, la exclusión de la feminidad en el deporte, es causa de un rendimiento y desempeño inferior y deficiente en las pruebas físicas (Gil- Madrona, Valdivia- Moral, González-Víllora y Zagalaz-Sánchez, 2017). Para Milner y Braddock II (2016) las investigaciones relacionadas con el rendimiento deportivo, han centrado la atención sobre aspectos fisiológicos y morfológicos de la naturaleza masculina y femenina, desde visiones patriarcales, dejando de lado los factores socio- culturales que envuelven las conductas de las personas y que inciden en su rendimiento deportivo.

Los mecanismos subalternos de discriminación de mujeres y personas que no encajan con los ideales de la masculinidad, desembocan inevitablemente en lo que se ha tematizado como “techo de cristal”, el techo de cristal es una metáfora acuñada por el feminismo, para explicar precisamente las dificultades que existen en el tránsito entre los derechos formales y los derechos materiales (Cobo, 2008). En este sentido las dificultades y la exclusión que sufren las feminidades y las disidencias sexuales en el deporte, han generado restricciones en su desarrollo y potencial físico, estableciendo límites, un techo de cristal, que solo la masculinidad puede traspasar.

 

Fuentes
Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina . Barcelona : Editorial Anagrama .
Cobo, R. (2008). Repensando la democracia: Mujeres y ciudadania. En R. Cobo, Educar en la ciudadania, Perspectivas Feministas (págs. 19-52). Madrid: Catarata.
Fontecha, M. (2016 ). El deporte se instala en las cavernas de la igualdad. Sevilla: Ediciones Benilde .
Gil-Madrona, P., Valdivia-Moral, P., González-Víllora, S., & Zagalaz-Sánchez, M. L. (2017). Percepciones y comportamientos de discriminación sexual en la práctica de ejercicio físico entre los hombres y mujeres. Revista de Psicología del Deporte, 26(2), 81-86.
Ibarra, M. E. (2020). Cuéntame tus testosteronas un analisis sobre las regulaciones para jugadorxs transgénero y hiperandrógenas. Revista estudios de género. La Ventana(52 ), 161-190.
Leong, N. (2018 ). Against Women’s Sports. Washington University Law Review, 1-43 . doi:http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.2923503
Milner, A., & Braddock II, J. H. (2016). Sex segregations in sports; Why Separate Is Not Equal. Santa Barbara, California: Praeger.
Moreno, H. (2013). ¿Quién le teme a Caster Semenya? Debate feminista, 47(C), 108-121. doi:DOI: 10.1016/S0188-9478(16)30070-6
Peréz, A., & Muñoz, V. M. (2018). Deporte, cultura y sociedad: un estado actual de la cuestión. Revista de Humanidades(34), 11-38.
Torrebadella-Flix, X., & Domínguez, J. A. (2018). El deporte en la educación física escolar. La revisión histórica de una crítica inacabada Sport in school physical education. Historical review of an unfinished critique. Retos, 34, 403-411.
Wittig, M. (2006). El pensamiento heterosexual y otros ensayos. Madrid: Egales.

 

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