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REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Por qué los movimientos feministas en Gran Bretaña produjeron un mayor impacto político que los ocurridos en Chile durante la primera mitad del siglo XX.

por Camila Ibarra
Artículo publicado el 17/04/2018

Resumen
Este artículo realiza una comparación entre el nivel de involucramiento de mujeres pertenecientes a movimientos sociales y políticos relacionados al feminismo en los países de Chile y Gran Bretaña en la primera mitad del siglo XX, determinando que en Chile fue de una manera más superficial, debido a profundos cambios sociales en Gran Bretaña, al nivel de industrialización del país, la auto definición del movimiento y de las propias mujeres.

Palabras claves
Feminismo, inequidad de género, derechos reproductivos, movimiento social

Introducción
Durante la primera mitad del siglo XX, las mujeres que pertenecían a movimientos sociales feministas ayudaron a reducir la inequidad de género en Chile y Gran Bretaña creando conciencia y resaltando las injusticias sociales que ellas vivían. Sin embargo a pesar del rol crucial que estos movimientos sociales jugaron en ambas sociedades la relación entre organizaciones feministas y la política fue más superficial en Chile que en Gran Bretaña.

Este artículo pretende resaltar la inequidad de género en Chile y en Gran Bretaña, cuna del movimiento feminista “las Sufraguistas“ durante la primera mitad del siglo XX, como un problema que afectaba a las mujeres con respecto a sus derechos reproductivos y su dependencia económica, para poder entender el contexto en que vivían las mujeres en estos dos países. Además esta investigación definirá el concepto de feminismo y cómo éste era expresado como un movimiento para las mujeres tanto en Europa como en América Latina. Finalmente este ensayo analizará el nivel de compromiso de las mujeres involucradas en los movimientos feministas y políticos en ambos países, en donde diversas variables influyeron como por ejemplo el nivel de industrialización del país, la autodefinición como movimiento y como mujer, la influencia de hombres que trabajaban en política o la Iglesia Católica y el grado involucramiento en conflictos internacionales como la Primera Guerra Mundial.

Para este estudio se utilizó el concepto de equidad de género propuesta por la UNESCO, la cual está relacionada a la «falta o mala calidad de educación, pobreza, aislamiento geográfico, estatus minoritario, discapacidad, matrimonios a temprana edad y embarazos, violencia basada en el género y actitudes tradicionales relacionadas al estatus y rol de la mujer».

La familia, los derechos reproductivos y la dependencia económica.
Con respecto a la familia, como explica Martha Nussbaum, la mayor parte del tiempo el amor y cuidado son sinónimos para casarse, sin embargo los matrimonios también son el perfecto escenario para la creación de opresión, violencia y dependencia. Como resultado de esta situación diferentes políticas públicas y leyes se han creado para proteger a la mujer (Nussbaum, 2000, 220). La definición genérica de equidad de género mencionada anteriormente por la UNESCO sirve para contextualizar lo vivido por mujeres chilenas e inglesas a principios del siglo XX y el rol que tuvieron los movimientos sociales para poder ponerle término o aportar a disminuir estas injusticias sociales (Nussbaum, 2000, 220).

Específicamente, en Chile las leyes que existían no cumplía con la definición de Nussbaum y éstas no protegían del todo a las mujeres, es más, las políticas públicas del periodo vulneraban los derechos de las mujeres durante la primera mitad del siglo XX con esto se hace referencia al Código Civil de 1855 y la Ley de Matrimonio de 1884. Éstos establecían que en todo matrimonio el hombre tenía poder absoluto sobre su esposa e hijos, y que todo hijo o hija nacido fuera del matrimonio era considerado ilegítimo, no teniendo el infante ninguna protección legal (Lepin, 2016, 74). Marginando a la mujer a su mínima expresión, no teniendo poder político ni social y dependiendo completamente del marido. El poder ejercido sobre la mujer no solo era sicológico o físico muchas veces también económico. Fue recién en la segunda mitad de siglo XX, en 1952 cuando el Congreso votó a favor que las mujeres pudieran tener control de su propio salario y propiedades según informe de la Cepal de ese año.

Con respecto a los derechos reproductivos en Chile de la mujer entre 1900 y 1950 mecanismos de control de natalidad como pastillas anticonceptivas, condones o en casos extremos aborto no existían legalmente (Informe Amnistía Internacional). No existen informes de principios del siglo XX que reflejen estadísticas del número de abortos realizados en Chile, sin embargo la falta de información no significa que estos no existieran durante esos años (Informe Amnistía Internacional). Sin leyes que protegieran a las mujeres en sus libertades económicas y reproductivas la dominación del hombre dentro del matrimonio estaba presente en el diario vivir de las mujeres.

El caso de Gran Bretaña es gradualmente distinto, en términos de la relación tiempo y avance, siendo más positivas las protecciones sociales y legales para las mujeres. Ya desde el siglo XVII que las parejas podían separarse legalmente y hasta podían divorciarse si es que alguno de los miembros había cometido adulterio, desde el año 1923 (Informe Abortion Rights). Sin embargo, esta ley posicionaba al hombre sobre la mujer en términos de derechos nuevamente, ya que si era la mujer quien cometía infidelidad dentro del matrimonio el esposo se quedaba con todo el patrimonio familiar y también responsabilidad total de los hijos, si es que ocurría que era el hombre el infiel, la mujer no tenía el mismo derecho, sólo se divorciaban y la mujer no quedaba con respaldo económico tampoco ni familiar, siendo muchas veces la vulnerabilidad económica la razón de por qué mujeres seguían casadas (Informe Abortion Rights).

Con respecto a los derechos reproductivos, Gran Bretaña legalizó el aborto recién en 1967, antes de esta ley se sabe que los abortos eran llevados a cabos de manera clandestina y en condiciones precarias, en donde muchas mujeres fallecían. Según escasas estadísticas, un 15% entre los años de 1923 a 1933 murieron por abortos mal realizados (Informe Abortion Rights).

Una de las razones del por qué las leyes no apoyaban a las mujeres era porque eran diseñadas e implementadas bajo los puntos de vistas de los hombres, siendo las mujeres vulneradas en su derecho a la libertad (Lyndon, 1989, 22). En este escenario las mujeres no podían ser independientes y la mayor parte del tiempo su autoestima y desarrollo emocional se veían mermados. Como consecuencia de la inequidad de género en ambos países fue que movimientos sociales como el feminismo aparecieron para crear conciencia y cuestionar lo que estaban viviendo las mujeres tanto en Chile como en Gran Bretaña como la académica Gilda Luongo declara que verter las fuerzas femeninas a la política es un paso a la libertad de las mujeres (Luongo, 2013, 245).

El feminismo como respuesta a respetar los derechos de la mujer.
El feminismo ha sido definido como un movimiento que tiene como objetivo cambiar el statu quo de la sociedad (Hunter 31). Profundizando esa idea, para la historiadora Karen Offen feminismo es «un concepto que abarca tanto un sistema de ideas como un movimiento de cambio socio-político basado en un análisis crítico del privilegio masculino y la subordinación de las mujeres dentro de cualquier sociedad» (Offen, 1994, 271). Otros autores como Myra Marx Ferree y Carol McClurg han separado el feminismo de un movimiento social cualquiera. Ellos coinciden con que cuando un movimiento femenino es dirigido por mujeres es ahí cuando podemos hablar de un movimiento de mujeres feministas (Ferree, 2004, 577). Marx Ferree se refiere también a que las mismas mujeres mujeres pueden provocar y producir nuevos movimientos en donde su objetivo es el feminismo aclarando que «el feminismo circula entre los movimientos, tiene mayor o menos prioridad sobre los objetivos propios del movimiento y puede generar nuevos cambios sociales incluyendo movimientos femenino» (Ferree, 2006 7).

En Gran Bretaña a finales del siglo XIX, organizaciones denominadas feministas ya existían como respuesta al poco apoyo legal que existía hacia ellas. Éstas ya habían logrado varios triunfos para la época como el divorcio, cuidado infantil y el control de propiedades sin las restricciones económicas impuestas por sus maridos. Sin embargo oficialmente fue un 13 de octubre de 1903 cuando el sindicato femenino social y político fue fundado por Emmeline Pankhurst. Este sindicato fue clave para que las mujeres lograran sufragar en 1918 (Lance, 1979, 51). El grupo liderado por Pankhurst fue llamado ”las Sufraguistas”, quienes eran activistas comprometidas hasta tal punto que muchas veces deliberadamente las arrestaban y las encarcelaban para poder protestar contra los candidatos del gobierno de turno y así llamar la atención avergonzando muchas veces a los políticos. (Lance 51). Estos actos muchas veces opacados por la clase política, tuvieron sus frutos cuando luego de años las mujeres lograron por primera vez poder sufragar en igualdad de condiciones que los hombres (Lance, 1979, 51).

En Chile el panorama no era muy diferente a Gran Bretaña. Las mujeres en 1913 también se estaban movilizando, creando el primer movimiento feminista bajo el emblema «conocimiento es poder» intentando expandir los derechos femeninos ligados a su educación (Pardo, 2001, 73). Este movimiento ayudó a lograr la ”Ley Amunátegui” que alentaba a las mujeres a ir a la Universidad. En esos mismos años otros movimientos feministas surgieron en Chile como los «Centros Femeninos» en las minas de salitre en el norte del país liderados por el el partido obrero. Estos movimientos seguían en la línea que la educación llevaría a la mujer a su emancipación, ya que postulaban que debían educarse para poder liberarse del fanatismo religioso y de la opresión masculina (Pardo, 2001, 73).

La efervescencia de organizaciones comenzó y en 1922, el Partido Cívico femenino fue fundado por mujeres laicas, también en 1935 se fundó uno de los movimientos mas importantes el «Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena« el que, no solo tenía seguidores en la Santiago, sino que también en regiones. La importancia de este movimiento fue tal que logró la » Ley 6.020″ la que estableció un salario mínimo para la mujer y hombres logrando ciertos derechos igualitarios (Pardo, 2001 73). Sin embargo a pesar de la creación de movimientos y organizaciones realzando los derechos de la mujer a lo largo del país, no fue hasta a mediados del siglo XX que la mujer pudo votar y participar libremente en la política Chilena, 33 años después que en Gran Bretaña y existiendo sólo cambios en las esferas políticas, ya que con respecto a los roles dentro de la familia o los derechos reproductivos no había avance alguno.

Si bien el poder sufragar significó un gran avance para las mujeres chilenas, estos cambios políticos no traspasaron la barrera social pudiendo influir el desenlace en el grado de participación y compromiso de las mujeres pertenecientes a los movimientos femeninos de la época. Según esta investigación una de las variables fue el grado de industrialización del país.

Variables que influyeron en el surgimiento del feminismo y su relación con la política.
En Chile la casi nula participación de la mujer vinculada a la industrialización del país afectó a que se lograra la emancipación de las mujeres en su totalidad. Para la académica Erika Verba las ideas de Amanda Labarca, una de las mas importantes feministas del país que estaba detrás del despertar de las mujeres, el feminismo estaba totalmente relacionado con el modernismo del país, es decir que si el progreso que tanto los políticos socialistas anhelaban llegaba a Chile era inevitable que el feminismo existiera (Verba, 1995, 6). Sin embargo si bien hubo mejoras que trajo el modernismo en términos de justicia laboral como la ley de la silla, del descanso dominical y de contrato de trabajo, en relación a preguntas de género no existían cambios notorios (Memoria Chilena).

El poco involucramiento en la industrialización en Chile se debe a los roles que tomaban hombres y mujeres en la sociedad de la época, en donde la mujer se restringía en el mundo doméstico y el hombre en el laboral. Estos estereotipos estaba apoyados por una fuerte Iglesia Católica, la cual reforzaba que la primera responsabilidad de las mujeres era cumplir con su rol domestico y reproductivo (Memoria Chilena). La líder Amanda Labarca al ver que el feminismo no surgía como en otras partes del mundo lo justificaba diciendo que en Chile aún no debía ocurrir el voto femenino ni otros derechos, ya que para ella primero debían existir las condiciones sociales para poder terminar con la injusticia de género, y esto no iba a ocurrir solamente «por el lujo de quererlos y que en Chile ese escenario aún se veía lejano» (Memoria Chilena).

Que la propia líder del movimiento feminista no defendiera la idea de derechos sociales para las mujeres, estaba relacionado a la débil definición de la «mujer chilena» que tenían de ellas mismas. Existen académicos que reconocen que la falta de auto definición era una característica típica de la mujer chilena de la época. Las mismas feministas chilenas que pertenecían a la media y alta sociedad declaraban que ellas eran diferentes a las otras mujeres modernas y progresistas del mundo, ya que ellas eran «más domésticas, más ligadas al futuro del hogar, de la familia y de los niños» (Verba, 1995, 6). Ellas veían estas definiciones como positivas, es más, expresaban que estas características las iban a llevar a lograr objetivos para terminar con su condición inferior relacionada a lo económico, político o social. Sus estrategias para lograr esas metas estaban relacionadas a «su buen y amigable temperamento propio de la raza chilena» (Verba, 1995, 6). Ellas estaban convencidas que definiéndose de manera diferente a las mujeres del mundo y con estas características las hacía especial y únicas.

Las mujeres de la época no se dieron cuenta que esa mujer chilena de buen temperamento, no las hacía mas independientes ni modernas o progresistas. Fue en los años de la Unidad Popular en que recién académicos coinciden que la mujer comenzó a tener un rol activo en la política. Antes de esta época las mujeres no estaban conscientes de la existencia del género en política y no tenían una posición definida o clara. Las mujeres de la época declaraban que faltaban muchos años para que ellas mismas pudieran comprender cuál era el verdadero sentido e importancia de la emancipación femenina (Maravall, 2012,1).

La falta de independencia de la mujer podría entenderse debido al legado patriarcal que dejó la colonia Española en Chile que se veía reflejado en gobiernos dominados por hombres conservadores, no teniendo la mujer representación alguna. Esto se debe porque los políticos creían que los derechos femeninos no eran tan relevantes como otras causas relacionadas a la exaltación masculina en la política (Errázuriz, 2005, 257). Asociando las leyes y políticas femeninas a lo doméstico y al trabajo del cuidado como sinónimo de fortalezas femeninas maternales siendo esto una asociación cultural (Rodríguez, 2011, 258). Según la historiadora Javiera Errázuriz, quien analizó discursos políticos del periodo, en el mundo político masculino los temas relacionados a mujeres y al voto eran tratados con extrema cautela para evadir la discusión. Durante las sesiones parlamentarias los políticos otorgaban razones triviales para negarle a la mujer el derecho a votar, como por ejemplo los altos costos que significaría aumentar los registros electorales si es que se incluía una mayor población de votantes. Sin embargo Errázuriz estima que la verdadera razón del actuar de los políticos era que estaban atemorizados por las consecuencias que esto podía significar en el orden social y político. Durante años la respuesta femenina fue nula, ya que para la historiadora las mujeres de la época no tenían el poder o la fuerza para cruzar los límites impuestos por una élite conservadora y masculina (Errázuriz, 2005, 257).

En la misma época en que la injusticia social rodeaba los temas femeninos, surgen fuertemente los ideales del Marxismo y del Socialismo, que estaban liderando en países de América Latina como fue el caso de Chile durante la primera mitad del siglo XX. Existían dos discursos políticos relacionados a la mujer que resaltaban, uno, apoyaba el derecho de la mujer a ser tratada en igualdad de condiciones al hombre, y el otro, respetaba a la mujer y sus derechos, sin embargo por la única razón que la esposa de un hombre socialista siempre debía estar a su lado. Este último concepto estaba apoyado por la Iglesia Católica, la cual reforzaba los conceptos de culpa, ya que esta institución establecía que la responsabilidad cívica pasaba a segundo plano en cuanto a responsabilidades se trataba, siendo su primer y más importante rol dedicarse a cumplir lo doméstico y reproductivo (Memoria Chilena).

Por el contrario, las feministas de los movimientos de Gran Bretaña lograron importantes objetivos en lo político en menor tiempo y en materia de avances políticos para las mujeres más profundos que en Chile. El involucramiento de las mujeres fue poderoso y llevó a mejoras positivas con respecto a la emancipación de la mujer. El argumento principal de por qué las mujeres inglesas influyeron de manera positiva en el tema de derechos cívicos, está directamente relacionada al involucramiento de ellas en la industrialización del país que afectó en gran medida a las mujeres, quienes pertenecían a una fuerza laboral asalariada ”definida como fuente de mano de obra barata y solo adecuada para determinados tipos de trabajo”, en donde se veían expuestas no sólo a abusos laborales y sociales, sino también a la problemática de la separación entre trabajo en condiciones paupérrimas con el hogar y crianza de los hijos (Scott, 2009,3).

Los movimientos feministas ingleses intentando obtener alguna respuesta le mostraron estos problemas al mundo político y como consecuencia los hombres que gobernaban y hacían las leyes no pudieron hacer oídos sordos de lo que estaba ocurriendo en el país, lo cual afectaba a un 40% de la población de la época (Scott, 2009, 3). Las lideres feministas estaban alineadas con lo que ocurría, por lo que todas sus fuerzas estaban dirigidas a cambiar la situación laboral y social para las mujeres. Esto está apoyado por un vasto número de académicos, quienes reconocen que la mujer debía buscar su propio individualismo y que el matrimonio ya no era esencial para subsistir, ya que estos cambios sociales eran parte de ser un país moderno (Young, 1914, 679).

Además de la industrialización otro acontecimiento histórico que afectó a la profundidades de compromisos de las mujeres en movimientos feministas ingleses fue el nacionalismo que trajo la explosión de la Primera Guerra Mundial. Las mujeres se encontraban debatiendo en este contexto filosófico sobre el nacionalismo cuando explotó la Gran Guerra. Dicho nacionalismo era una herramienta para encontrarle una solución a lo que les abrumaba, que era el poco acceso a las esferas públicas, nuevos trabajos y su misión en la sociedad.

Al estallar la guerra, muchas mujeres se hicieron cargo de los trabajos de sus esposos mientras ellos estaban en el frente peleando. Lo que trajo como resultado que al terminar la Guerra, ya existía un precedente, este era que las mujeres eran capaces de trabajar bien y de igual forma que el hombre. Para ellas era difícil ahora volver a la normalidad con las únicas responsabilidades del hogar y crianza de los niños. Fue en ese momento que el debate sobre igualdad en derechos se hizo muy fuerte y imposible de evitar. Con la ayuda de los movimientos y la cobertura de la prensa nacional e internacional, el gobierno gradualmente tuvo que tomar en cuenta la existencia de la mujer. En este sentido el feminismo era percibido como un movimiento político fuerte que ayudado por redes internacionales, donde las mujeres eran símbolos de la nación inglesa (Young, 1914, 679).

Esta expansión del feminismo británico es una prueba de la importancia del movimiento y su impacto está evidenciado en el logro de los derechos femeninos en donde la mujer al fin salió de lo doméstico y pudo comenzar a pensar sobre la cuestión de género como parte del progreso de la sociedad. En este sentido, si bien las feministas estaban muy alineadas en obtener el voto femenino y representación política, ellas estaban muy conscientes del desarrollo social de la mujer en la vida diaria. Como el investigador Stanley reconoció que obtener el voto no sólo era un símbolo de las mujeres que lograron llegar al ámbito político, sino que el voto representaba la idea de que todas las mujeres pertenecientes a todas las clases sociales podían hacer otra sociedad una que respondiera a las necesidades de las mujeres y así poder llegar a una nueva democracia (2003,18).

Conclusiones.
En conclusión los movimientos feministas fueron cruciales para el alcance de los derechos de las mujeres en la primera mitad del siglo XX. Gracias a estos logros políticos y sociales las mujeres mejoraron su calidad de vida y proyección futura. Sin embargo los movimientos femeninos de Chile y de Gran Bretaña tuvieron diferentes grados de involucramiento, siendo en Chile de una manera más superficial que en la isla inglesa. Esto se puede comprobar por los cambios profundos sociales de Gran Bretaña que se lograron incluso antes que en Chile. Las razones del impacto se debe al nivel de industrialización del país, la auto definición del movimiento y de las propias mujeres, variables en contextos internacionales donde las mujeres pudieron verse afectadas como por ejemplo en el inicio de la Primera Guerra Mundial. Independiente a las diferencias entre ambos países, este artículo ha podido comprobar que estos movimientos femeninos sí ayudaron a mejorar la vida de las mujeres e intentaron terminar con la inequidad de género.

 

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