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Propuesta de integración teórica de Pierre Bourdieu y Erving Goffman: Una posibilidad de análisis para el neoliberalismo.

por IOP-CJB
Artículo publicado el 17/04/2020

IOP -CJB
Ivan Ojeda Pereira
Camila Joustra Bartholomaus

 

Resumen
En el siglo XXI se desdibujan los límites entre agencia y estructura y se abre la posibilidad de plantear una nueva forma de integración teórica. En este caso, se presenta una lógica conceptual comparativa, que integra el interaccionismo simbólico de Erving Goffman como profundización al difuso desarrollo de lo normativo en la obra de Pierre Bourdieu generando un marco analítico para el análisis del neoliberalismo.

Palabras Claves
Teoría Sociológica, Interaccionismo Simbólico, Teoría del Habitus, Teoría de Campo, Integración Teórica, Neoliberalismo

 

Introducción
Dentro de la Sociología, históricamente se ha tendido a desplegar un debate dicotomizante entre lo que se conocen como niveles “micro” y “macro”, considerándolos como dominios analíticos autónomos y ontológicamente irreductibles (Salles, 2001), descartando posibles relaciones entre ambos y contraponiendo teóricamente las nociones de agencia (micro) y estructura (macro). Sin embargo, en la actualidad han surgido argumentos dinamizantes a la lógica dicotómica, que postulan una posible integración teórica como forma de complejización y retroalimentación de la teoría sociológica. En este sentido, se presentarán los siguientes apartados, que desarrollan la noción de integración teórica y sus implicancias.

Desde la dicotomía clásica micro-macro que ha mantenido la teoría sociológica en su tradición es que se han esbozado las categorías de agencia y estructura. Estas han orientado el debate hacia la elección de una u otra categoría en tanto mejor rendimiento analítico para la explicación de fenómenos sociales, derivándose de ello una multiplicidad de teorías con uno u otro enfoque cómo predilecto. Por un lado, lo microsociológico es frecuentemente relacionado con la agencia, en tanto, refiere a procesos inmersos en temporalidades de corta duración (Braudel, 1968) y anclados en aquella dimensión interactiva cotidiana de lo social (Robles, 1999). En este sentido, la agencia es entendida como la potencialidad de los individuos de construir en sus interacciones la sociedad y relacionada, por tanto, con las ideas sobre personalidad, voluntad, elección, libre determinación y conciencia (Fowler & Zavaleta, 2013). Por otro lado, la macrosociología se ha vinculado preferentemente con la estructura, ya que refiere a periodos temporales de media o larga duración (Braudel, 1968), con unidades de mayor envergadura en términos económicos, culturales o sociales (Etzioni, 1967). En este sentido, la estructura es entendida como “entramados de sistemas materiales constreñidores desde los que se establece una relación de dominación entre esa estructura y el individuo social” (Fowler & Zavaleta, 2013, p.120).

Sin embargo, tales concepciones han mutado históricamente en el devenir de diversos intentos teóricos que pretenden resolver el problema del grado de participación del individuo en la construcción de la realidad. Ante esta encrucijada, comienzan a surgir cuestionamientos de tipo epistemológico que plantean que esta dicotomía entre agencia y estructura implica una pérdida analítica para la sociología. Se esgrime la posibilidad de una integración teórica entre los dominios micro y macro, debido a que “sus principios explicativos estarían mutuamente conectados” (Romero, 2013, p.99) y responderían a niveles complementarios de la realidad social (Haferkamp, 1994). De esta forma se enlazan cuerpos teóricos de diferentes alcances, es decir, constructos que refieren a distintos dominios de la realidad social y que, por ende, no son restrictivos. Ante esto, es que es pertinente reflexionar respecto a la pertinencia contemporánea en la aplicación de este principio de integración teórica.

En este sentido, la teoría sociológica debe repensar y releer sus postulados para comprender la complejidad de las transformaciones simbólicas y materiales vividas en la sociedad actual, las cuales no logran ser explicadas a cabalidad por las teorías clásicas y modernas mientras se continúen pensando de forma aislada y restrictiva. El neoliberalismo, como cualquier modelo económico capitalista, genera espacios y estructuras de dominación, donde sin perder su poder estructurador estas son flexibles, difusas y sutiles (De Oliveira & Sobral, 2018), conformando a un individuo dinámico que fluye dentro de diferentes ámbitos de la vida cotidiana y, por ende, una heterogeneidad de experiencias vividas en relación a la condición socioeconómica individual. Este modelo económico, social y cultural ha demostrado realizar una clara transformación a las relaciones existentes entre agencia y estructura. En este sentido es que, la relectura integrativa de teorías de Bourdieu y Goffman lograría dar cuenta de cómo esta relación se ha transformado en el neoliberalismo del Siglo XXI

El caso de los autores a tratar demuestra las potencialidades necesarias para un fructífero ejercicio de integración teórica, en la medida que ambos refieren al espacio relacional entre agencia y estructura. Por un lado, Bourdieu (2007) pretende una superación de la dicotomía clásica de estructura/agencia mediante la teoría del campo/habitus. Este constructo reconoce una participación de los agentes, en tanto tienen la posibilidad de elegir entre una gama de opciones, lo complejo es que tanto la forma de elegir (disposiciones) como las opciones posibles se encuentran organizadas en relación con una posición en la estructura, existiendo una cristalización de elementos estructurales culturales en los agentes. Por otro lado, Erving Goffman (2001) plantea una constitución situacional del espacio social, donde los agentes juegan un rol predominante y fundamental en su conformación. No obstante, no se niega la existencia de una estructura, sino que se pone el foco teórico en la constitución cotidiana de aquella estructura simbólica que operará como delimitante en los márgenes interactivos.

Considerando lo exhibido hasta ahora, es que en este ensayo se expondrán dos propuestas principales para generar una integración teórica y se aplicarán con las teorías planteadas por Pierre Bourdieu y Erving Goffman. La primera propuesta es que todo proceso de integración teórica inevitablemente requiere un análisis exhaustivo de los autores, enfocado no solo en los absolutos o los postulados principales, sino que también en aquellos espacios analíticos nebulosos. La segunda propuesta implica la construcción de relaciones entre los conceptos de las teorías, de modo que se conforme una base común para la profundización de espacios retroalimentativos, de esta forma es que cada proceso integrativo no es generalizable y posee irreductibles especificidades teóricas. De esta forma finalmente es posible proponer una integración teórica, que en el caso de los autores expuestos se encuentra en cómo desde la aplicación de la analogía del teatro es posible dar cuenta de la constitución de expectativas normativas por la vía interaccional cotidiana.

Desarrollo
Integración teórica como elemento necesario para abordar la complejidad del Siglo XXI
Antes de exponer las teorías de los autores se realizará un breve análisis de la sociedad contemporánea, para establecer si, en orden de su comprensión, es pertinente integrar ambas teorías. El neoliberalismo, como cualquier modelo económico capitalista, posee espacios estructurantes capaces de transformarse constantemente generando así, un modelo flexible de dominación (De Oliveira & Sobral, 2018). Es por esto, que en la extraña sociedad neoliberal del Siglo XXI, se tienden a invisibilizar las contradicciones estructurales del modelo capitalista y pareciera que las categorías sociales que pugnaban en aquellas, también se difuminan. Este fenómeno adquiere una particular importancia al momento de mirar la clase media como una de estas categorías, la cual cristaliza la promesa neoliberal de la meritocracia que propone que gracias a las experiencias cotidianas se logra fraguar un camino individual de «esfuerzo» que se traduce en ascensión social (Castillo, Madero & Miranda, 2013; Barozet, 2017). La importancia de enfocarse en esta categoría radica en que ésta está fuertemente presente en el discurso colectivo, se utiliza como clase unificadora de muchos individuos que se identifican simbólicamente con ella pero que, al mismo tiempo, es una categoría sin fundamento material, y por ende, desprovista de identidad de clase (Barozet, 2017).

La clase media como categoría simbólica dentro del discurso colectivo se compone por dos grupos: por un lado los que realmente concuerdan con los elementos objetivos materiales que caracterizan la clase media y por otro lado, las personas que a pesar de no tener estos elementos materiales se identifican como clase media (Castillo, Madero & Miranda, 2013; Barozet, 2017).

En primer lugar, la experiencia de las personas pertenecientes realmente a la clase media varía dependiendo de cada individuo, esto debido al amplio rango socioeconómico que abarca esta categoría, el cual, por definición, incluye a individuos al borde de la línea de la pobreza y a personas que gozan de altos recursos económicos. Las diferencias económicas, sociales y culturales que tienen las personas de la clase media, en términos de vivencias cotidianas son abismales, frecuentan diferentes espacios sociales y presentan diferentes formas de subordinación y dependencia económica. Esto dificulta la visibilización de características simbólicas y materiales objetivas que los unifiquen como clase, ya que, a pesar de tener, a primera vista, características materiales comunes, son un grupo muy heterogéneo (Barozet, 2017).

En segundo lugar, el hecho de que se hayan desdibujado los límites de clase, genera que un porcentaje importante de la población se autodefina como clase media sin tener necesariamente las características objetivas que definen a esta clase socioeconómica (Castillo, Madero & Miranda, 2013; Barozet,2017).Este desajuste entre la clase socioeconómica autopercibida y objetiva se traduce de forma concreta en que, a pesar de que la gente continúe viviendo de forma precaria y venda su fuerza de trabajo, no se perciben de clase obrera, ni marginada y por otro lado aquellos que son dueños de uno o varios medio de producción e incluso los multimillonario, no se perciben como burgués, ni acomodados. Como resultado, hay un amplio un desconocimiento de la posición individual dentro de la estructura de clase.

Lo contraproducente de ambos procesos, es que en el neoliberalismo del siglo XXI, el camino personal de los sectores medios no ha significado una consolidación como clase, sino sectores que completamente lo contrario, producto del surgimiento de sectores que salen de una línea objetiva de la pobreza en términos de ingresos pero no cambian de posición en la estructura de forma permanente (Barozet, 2017) y aun así, dejan de auto percibirse como dominados dentro de la estructura de clases. De esta forma se configura una clase media simbólica que no tiene sustento ni base material, que abarca una gran cantidad de experiencias individuales diferentes y particulares según la propia trayectoria biográfica.

Para poder comprender la complejidad de ese fenómeno, se debe hacer dialogar a diferentes teorías sociológicas que puedan estructurar un marco analítico igual de flexible que el capitalismo neoliberal que buscamos comprender. Esto obliga a reflexionar respecto a la forma y el espacio en que los individuos comienzan a comprenderse bajo categorías simbólicas alejadas de su realidad material, difuminando aquellas categorías colectivas que los unían con otros sujetos de la misma clase. Aquellos cuestionamientos son los que hacen que dialoguen las teorías de Bourdieu y Goffman, ya que obligan a poseer un marco analítico que integre distintos niveles de análisis y que sea capaz de comprender la multiplicidad de procesos sociales, culturales y económicos que coexisten en una misma realidad.

Teoría del habitus y de campo de Pierre Bourdieu
Bourdieu plantea que la teoría sociológica ha girado en torno al problema del dualismo entre subjetivismo y objetivismo, es decir, agencia y estructura (Bourdieu, 2007). Ante esto, alude que, si bien ambos son modos de conocimiento indispensables para una ciencia del mundo social, poseen ciertas limitaciones teóricas. En este sentido, no es posible reducir la complejidad social a la experiencia subjetiva de los agentes, como tampoco a aquellos aspectos estructurales que resultan de la objetivación de la experiencia. Por lo tanto, considera necesario superar tal dualismo por la vía de una nueva teoría del mundo social. Esta nueva construcción teórica, sería denominada teoría del habitus/campo (Bourdieu, 2007). Es importante señalar que Bourdieu comparte con los enfoques objetivistas el propósito de explicar las regularidades del mundo social, pero argumenta que explicar tales regularidades únicamente desde las reglas es insuficiente y constituye un error. Entonces sostiene que -en realidad- los agentes hacen uso estratégico de las reglas según sus sentidos prácticos, lo que es posible de estudiar mediante la comprensión de las condiciones objetivas que estructuran y hacen posible la experiencia subjetiva.

Bourdieu señala que los agentes[1], se desenvuelven de forma diferente al modelo de elección racional[2] , es decir, no actúan siempre bajo lógicas de costo y beneficio, porque en la sociedad no existe posibilidad de ejercicio transversal de libertad absoluta. No todas las personas conocen la totalidad de las alternativas del mercado, ni tampoco todas poseen el capital necesario para elegir cualquiera de las alternativas. Esta inexistencia de libertad absoluta en el accionar de los individuos no es solo de carácter económico, sino que existen además otras estructuras que limitan la agencia. En este sentido, los agentes viven y realizan prácticas según la internalización de estructuras capaces de delimitar espacios simbólicos y materiales que esbozan posibles alternativas y razonables disposiciones culturales de elección. De esta forma es que, al comprender las posiciones estructurales de los individuos, se logra concebir como aquellas regularidades operan basalmente en las relaciones sociales Esto quiere decir, que las posibilidades de acción estarán condicionadas[3] por la posición ocupada en la estructura (Bourdieu, 2007).

Teóricamente para Bourdieu (2007), existe un proceso de sistematización del sentido práctico[4] que se cristaliza en el habitus, este concepto según el propio autor refiere a “sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y de representaciones que pueden ser objetivamente adaptadas a su meta” (Bourdieu, 2007, p. 86). El habitus, desde la perspectiva del autor posee un potencial normativo, debido a que internaliza lógicas de jerarquizar y valorar. En este sentido, se da cuenta de un concepto que contiene un sistema de disposiciones producido por la historia social incorporada, contenedor de tres características paradójicas: ajusta irreflexivamente las expectativas subjetivas y las condiciones objetivas de posibilidad, genera prácticas objetivamente regulares y reguladas sin ser resultado de la obediencia a reglas; y que tienen todo el carácter de ser “orquestadas” (sistemáticas y coherentes entre sí), sin ser explícitamente dirigidas (Martínez, 2017).

En síntesis, el habitus[5] se configura desde las condiciones sociales “objetivas” por las cuales el individuo fue socializado. Al considerar el Habitus como una estructura estructurada se vislumbra lo que Bourdieu extrajo de los enfoques objetivistas y subjetivistas. Bajo un enfoque objetivista se expone la importancia de las condiciones materiales/objetivas, la socialización primaria previa y la trayectoria personal en la construcción de un margen específico que delimita la acción del individuo, mientras que bajo un enfoque subjetivista se plantea la capacidad de agencia otorgada al individuo, el cual tiene capacidad de decidir dentro de esta estructura estructurante. Cabe señalar también que el Habitus evoluciona ajustándose a la evolución de las condiciones objetivas de la acción pudiendo existir un desajuste/desacople entre el Habitus pasado y las condiciones presentes de la acción lo cual es denominado como histéresis.

El habitus se desenvuelve en “universos sociales”, a los cuales Bourdieu llama campo. Este concepto refiere a un microcosmos en el macrocosmos del espacio social, son espacios estructurados relacionalmente por agentes en diferentes posiciones de poder definidas por la cantidad y tipo de capital que posean, es decir, entre dominantes y dominados (Bourdieu, 1997). Ocupar una u otra posición depende de la normatividad del campo y de la configuración de capitales que cada individuo posea, puesto que el que tiene una mayor configuración de capitales en un campo posee más poder organizativo de este, es decir, ocupa una posición dominante. Cabe recalcar, que la construcción del espacio social se relaciona directamente a la estructuración de capital económico, capital cultural, capital social y capital simbólico, debido a que son el sustrato basal del poder en disputa dentro de los campos (Bourdieu, 1990), este espacio existiría desde el momento en el que existen intereses comunes que compiten por adquisición de capitales.

Se debe comprender habitus y campo como conceptualizaciones complementarias y explicativas, para congeniar con la teoría sociológica de Pierre Bourdieu. El campo permite entender el juego competitivo de capitales dentro de un espacio específico del mundo social, mientras que habitus profundiza en las disposiciones y prácticas que se han interiorizado producto de la experiencia de agentes en determinados campos. Es posible mencionar que esta relación entre conceptos no es meramente unilineal, refiere a una construcción complementaria, es decir, campo existe en la medida que existan agentes con habitus que se desplieguen en él.

Aquí es donde se encuentra el espacio analítico nebuloso de la teoría bourdiana ya que no desarrolla cómo el habitus individual se comporta en la interacción con campos de diferente composición normativa. En este sentido, se plantea que existen procesos de socialización interactivos que entran en juego cada vez que el individuo participa en un campo normativo diferente, donde si bien, el individuo tiene disposiciones objetivas y estables al momento de enfrentar una situación, estas pueden ser modificadas dentro de la interacción. Los propios criterios normativos de cada campo generan que la presencia de un individuo en un campo diferente de interacción esté obligado a desempeñar nuevas estrategias con el fin de adaptarse, donde la interacción entre personas de diferente habitus puede implicar la transferencia de capital, modificando así las prácticas cotidianas de los individuos, y por ende, su habitus.

La Analogía del Teatro de Erving Goffman
Se debe mencionar que, desde la discusión sociológica entre agencia y estructura, Erving Goffman es un autor que, a pesar de permitir el espacio relacional, se podría posicionar desde la tribuna que añade mayor relevancia a la agencia. El autor desarrolla teóricamente una propuesta donde se considera a la vida social como una analogía del teatro. En el texto “La presentación de la persona en la vida cotidiana” (2001), sostiene que las interacciones cotidianas de los actores no son simples situaciones azarosas, sino, que “actos complejos de negociación, de control, de autocontrol y de adaptación” (De Grande, 2014, p.57). Goffman es uno de los precursores de la corriente de conocimiento denominada “interaccionismo simbólico”, que -valga la redundancia- centran su foco de análisis en la interacción y en las propias acciones que los actores desempeñan en determinados momentos de la vida cotidiana. La interacción había sido objeto de estudio desde perspectivas estructurales y culturales, que no ponían especial atención en “la naturaleza expresiva de las actividades humanas” (Chihu & López, 2016, p.242), la analogía del teatro o enfoque dramatúrgico de la vida social, parte desde la base de la expresividad y considera las “impresiones sobre quienes observan la actividad” (Chihu & López, 2016, p.242).

La incorporación de la analogía del teatro hace posible que se comprendan relaciones sociales compuestas en la escena (interacciones simbólicas), desarrolladas dinámicamente por medio de una constante representación de papeles en un escenario. Este espacio es fundamental en la teoría de Goffman, debido a que constituye el contexto, la situación es una estructura de la interacción basada en la vida cotidiana. Se entiende desde su dimensión material de momento y lugar, pero también desde su dimensión simbólica, es decir, como la estructura de interacción que contiene pautas de un flujo intersubjetivo de información. De esta forma, se añade gran relevancia a la capacidad elaborativa de las propias personas, que en este constructo teórico son denominados como “actores”, considerando que son capaces de ejercer agencia en la construcción y elección de un determinado papel en escena.

El enfoque dramatúrgico de la interacción social o analogía del teatro evidentemente considera que existe una diferenciación entre el teatro y la vida real. Desde este enfoque, se considera que en la vida cotidiana -a diferencia de la actuación teatral-, los intérpretes asumen al mismo tiempo los papeles de actores y de público, los cuales se van intercambiando a lo largo de la interacción. El carácter relacional de la interacción da cuenta de la conformación relativa de ambos papeles, los cuales se deben ejecutar en función de: qué espero de los demás y de lo que esperan los demás de mí.

La interacción -como proceso social- presenta una multiplicidad de dimensiones relacionales, sin embargo, se presenta específicamente la dimensión subjetiva que desde el autor expresa el sustento de las relaciones sociales. Los actores por medio de la interacción desarrollan puestas en escena en las que intentan expresar su subjetividad y de ejercer la comunicación. De esta manera, todo lo que piensan o sienten se podrá conocer mientras se confiese en la interacción, o de lo contrario, en la manera en que lo expresan sus conductas. En este sentido, existen dominios en los cuales el actor puede controlar ciertos aspectos de su presentación en escena y con esto manejar facetas y cualidades que presentarán al público, como por ejemplo sus acciones o expresiones verbales, en virtud de obtener el mejor posicionamiento posible en la interacción (Goffman, 2001). Sobre este punto precisamente se encuentra el foco sobre la agencia.

Para profundizar la idea anterior, el autor plantea los principios de juego de información, control, primera impresión y expectativas normativas, cuya finalidad es que ocurra la interacción. En un primer momento se entiende que dentro de los procesos interactivos existe un juego de información donde se construyen papeles, escenarios y escenas. En esta construcción los actores operan bajo un principio de control que refiere a aquella búsqueda incesante de manejo e influencia de la situación, donde los actores constantemente se presentan personalmente desde las características que pueden ser evaluadas por el “sí mismo” como más “favorables”. Este proceso a pesar de desarrollarse a lo largo de toda la interacción posee un momento de mayor relevancia que es la primera impresión, debido a que se ven plasmadas las expectativas normativas (Goffman, 2001), lo que se espera del otro y lo que se espera de mí, en tanto, estoy representando un papel. Se hace importante mencionar, que estas expectativas normativas, no refieren a una normatividad categorial absoluta, sino que intentarían dar cuenta de una orientación normativa construida simbólicamente en cada interacción, el autor intenta comprender cómo los actores son elector y constructor de su papel (Goffman, 2001), es decir, que las expectativas normativas refieren a aquella experiencia anterior del actor con situaciones de características similares, y representarían el sustento para la forma en que se movilizaran dentro de una red interactiva cotidiana, del mismísimo mundo de la vida (Leal, 2006).

Lo que Goffman no desarrolla con profundidad, es la forma en que aquellas expectativas normativas[6], se relacionan a las características biográficas materiales de los actores, en tanto, añade mayor significación al propio proceso interaccional de retroalimentación y transformación de expectativas normativas. En este sentido, el autor logra dar explicación justamente a cómo estas expectativas pueden variar en consideración a las diferentes interacciones cotidianas de los actores. Pero, por otro lado, deja un espacio poco clarificado en la comprensión de las primeras expectativas normativas, o la explicación de cómo grupos de personas y no solo actores individuales, pueden poseer expectativas similares.

A modo de síntesis general del autor, cabe mencionar que los actores son capaces de construir y elegir un papel a desempeñar en la escena, estos papeles se configuran interactivamente en función de la información que los actores implicados eligen exponer, la elección se basaría en la expectativa normativa y de control, que representaría una búsqueda de incidir con mayor influencia en las próximas interacciones. Esto genera redes sociales que por medio de interacciones cara a cara, estructuran un escenario simbólico, cagado de manejos de impresiones y expresión de subjetividades.

Propuesta de integración teórica
Este apartado, tiene la finalidad de exponer una propuesta de integración teórica entre las teorías del habitus/campo y la analogía del teatro, considerando el espacio de diálogo entre agencia y estructura, en el que ambos transitan. Para esta finalidad, se remite a la noción de integración planteada previamente, que considera justamente un análisis de autores que se centre tanto, en postulados centrales como en espacios poco clarificados. Puesto que, al añadir elementos conceptuales de otros constructos teóricos, es posible generar marcos analíticos capaces de dar explicación a nuevos fenómenos del siglo XXI.

Tanto, Erving Goffman como Pierre Bourdieu realizan una teoría sociológica que se construye en una lógica inductiva con correlato empírico, buscando explicar fenómenos sociales inmersos en un contexto histórico. Desde esta noción, es posible presentar relaciones conceptuales[7] en virtud de tres ámbitos: la definición del espacio social, las personas que participan y la forma en que estas se movilizan en los espacios.

Respecto al espacio social, E. Goffman (2001) hace referencia al escenario como un espacio en construcción –por medio de la interacción simbólica- que se constituye en la vida cotidiana, mientras Bourdieu (1990), refiere principalmente a la idea de campos, ambos conceptos dan cuenta de una noción de constitución por conflicto de posición. El primero, asumiendo que en el escenario se desarrollan procesos de control y primera impresión, que toman relevancia al considerar que cada actor espera posicionarse de mejor forma en la interacción. Mientras que el segundo, con la noción del campo también estaría presentando un espacio donde los agentes compiten por la obtención de capitales y mejor posición. En este sentido, existirá para ambos autores un flujo de información mediante lo social, desde la interacción en E. Goffman (2001) o desde la práctica en Bourdieu (2007), asumiendo que existen y operan distintas lógicas de acción (habitus o papel).

Dentro de este espacio social, ambos autores plantean un tipo de sujeto que, en diferente medida, tiene capacidad de agencia. Desde E.Goffman (2001) esa capacidad es más clara si se toma en cuenta que la elección del papel a desempeñar en la interacción corresponde al actor, mientras que en Bourdieu (2007) es más difuso, pero se comprende en la existencia de la posibilidad de elección del agente, considerando la gama de opciones razonables respecto al habitus. Esta noción de posibilidad queda plasmada en la conceptualización actor/agente, que sin duda son integrables, ya que mientras Bourdieu (2007) posee una preocupación de explicación de agentes en una posición en la estructura social, E.Goffman (2001) intenta referir a la posición de un actor en una interacción específica.

Respecto a la forma en que las personas[8] se movilizan en el espacio social[9] ambos mencionan la existencia de un componente guía de carácter normativo. Desde Erving Goffman (2001) se considera que los actores se movilizan en función de la representación de papeles, elaborados y elegidos en base a interacciones cotidianas con el fin de un posicionamiento de mayor influencia en los próximos intercambios. Este flujo de información intersubjetivo posee expectativas normativas, que serían el fundamento de la forma en que se comienza a estructurar un papel[10], como el marco evaluativo del papel esperado de otros actores. Pierre Bourdieu (2007), por su parte, refiere al habitus como estructuración de disposiciones y prácticas razonables de individuos o clases, es decir, una disposición a actuar de tal o cual forma, en base a normatividades de los campos, según la posición en la que se encuentren dentro de este.

Por otra parte y retornando al punto de flujo de información, cabe mencionar que la Analogía del Teatro da cuenta de la necesidad de actuar coherentemente un papel, pero no enfatiza en cómo los Actores gozan de herramientas para actuar este papel, en este sentido es que Bourdieu (2007) puede explicar que la posesión de herramientas para expresar coherentemente un papel, está supeditada también a la acumulación de capitales que estos Actores , asumiendo que la competencia en Campos, podría referir a constantes puestas en Escena en situaciones cotidianas. Por lo tanto, la forma en que los Actores podrían representar los papeles satisfactoriamente depende tanto de la noción que se posea de mayor influencia y menor influencia, como también de las herramientas adquiridas para desarrollar tal papel.

Habiendo expuesto, el resultado del diálogo basal entre las conceptualizaciones de los autores es que surge el mayor cimiento para un proceso de integración teórica, para esta finalidad se debe considerar la forma en que Bourdieu refiere a lo normativo. En la teoría del autor, existe un espacio analítico bastante inconcluso, considerando que el Habitus individual y de clase poseería un componente normativo estructural, en tanto, sería capaz de objetivar procesos valorativos. En el Habitus indudablemente se cristalizan elementos socioculturales que, si bien no son totalmente delimitantes, si son condicionantes a lógicas de elección y acción. El problema teórico que subyace a esta situación es que el autor no logra presentar una estrategia sistemática en que cotidianamente se construya y transforme aquella normatividad valorativa. En este sentido, es que es posible integrar las conceptualizaciones de Goffman, como forma de dar explicación a la construcción cotidiana de elementos valorativos, dando cuenta también de cómo se elaboran la histéresis.

Las expectativas normativas desarrolladas por Goffman podrían estar insertas no solo en un escena de la vida cotidiana, sino que también en un campo. En este sentido es que los aportes de Bourdieu enmarcan a la vida cotidiana en un contexto biográfico más amplio, donde sin duda confluyen y se explican las herramientas que se poseen para desempeñar papeles. En términos teóricos explica la forma en que las experiencias de interacciones anteriores inciden en la conformación de expectativas normativas, encontrando una justificación teórica a las diferencias entre Actores, respecto a lo que significa una posición de influencia.

Conclusión
Primero que todo este ensayo presenta la necesidad de realizar procesos de discusión teórica, capaces de relacionarse con una sociedad que han desdibujado sus límites sociales dimensionales. En este sentido, es que es relevante realizar integraciones de autores que no caigan en dicotomías restrictivas y justamente, desarrollen aquel enriquecido espacio relacional entre agencia y estructura. La propuesta de interacción teórica planteada en este ensayo rescata dos autores cuyos niveles explicativos consideran la relación entre agencia y estructura. En este sentido, se debió desarrollar un ejercicio intelectual, cuyo procedimiento constó de un análisis aislado de cada autor, un diálogo conceptual y finalmente una integración teórica en torno al problema de la transformación del Habitus.

El diálogo conceptual, se basa en los planteamientos respecto a la definición del espacio social, las personas que participan y a las formas de movilizarse en aquellos sociales. Donde ha sido posible establecer relaciones entre Campo/Escena, Actor/Agente y Expectativa Normativa/Habitus. Como consecuencia de los esfuerzos relacionales, surge la inquietud sobre: la construcción de Expectativas normativas basales en Goffman y la transformación de lo normativo del Habitus en Bourdieu, elemento que es retroalimentado por el diálogo entre ambos autores. Esbozando una teoría integrada que propone que: El individuo constantemente transita por diferentes campos normativos, los que poseen diferentes configuraciones de capital y por ende, diferentes expectativas normativas de comportamiento, así en la relación con otros, el individuo va controlando como se presenta a sí mismo para poder cumplir con estas expectativas con el fin de buscar una mejor posición dentro de la interacción, adquiriendo de esta forma nuevas formas de capital y cambiando su habitus individual.

Por otro lado, es menester mencionar que este ensayo contribuye a las discusiones teóricas de la sociología en torno a lineamientos entre Teoría Sociológica de la sociedad moderna y Teoría Sociológica de cohorte contemporáneo, abriendo la posibilidad de discusiones entre ambos autores que integren paulatinamente elementos analíticos para la comprensión del Siglo XXI, en especial del neoliberalismo, donde existen claras estructuras de dominación pero que sin embargo, la heterogeneidad de vivencias individuales hacen que las clases socioeconómicas objetivas no se definan de forma clara. En este sentido, la posibilidad de estar presentes interactuando en otros campos, a veces observando, hablando, escuchando o viendo otras prácticas y por lo tanto, lidiando cotidianamente con distintos capitales culturales y sociales ha distorsionado las distinciones entre habitus de clase, donde en la medida en que cada individuo interactúa constantemente con diferentes campos pareciera tener solo habitus individual.

 

Bibliografía

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Notas
[1] El autor se refiere a Agente, debido a que si existe una porción de agencia, en la decisión y de práctica.
[2] Este tipo de postulados va en línea a lo conocido como rational choice en lógica de teoría de juegos. Donde predomina una racionalidad medios fines y se asume un conocimiento de la totalidad de las alternativas.
[3] Los agentes poseen estrategias inconscientes e incorporadas que son razonables para sus posiciones estructurales, con las cuales pueden desenvolverse en el mundo.
[4] El sentido práctico, refiere a aquellas acciones o elecciones que son consideradas como razonables por grupos sociales. Al mencionar que son sistematizadas, nos referimos a la internalización de elementos estructurales en los agentes.
[5] Se constituyen habitus individuales y también habitus colectivos, denominados como habitus de clase.
[6] Construidas en base a interacciones anteriores y actuales.
[7] Se remitirá a los conceptos de vida cotidiana, campo, interacción, competencia, expectativa normativa, habitus, agente, actor.
[8] Agentes y/o Actores.
[9] Campo y/o Escenario.
[10] Considerando la situación específica y experiencias anteriores.
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