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Mujeres y hombres feminazis en la dictadura feminista.

por Jaime Vieyra-Poseck
Artículo publicado el 07/09/2019

Publicado también en elquintopoder.cl; elmostrador.cl; lemondediplomatique.cl y cooperativa.cl

 

Resumen
El auge de la ultraderecha en todo el mundo ha instalado lo que se ha terminado llamando el “discurso del odio”: xenófobo, racista, clasista, homofóbico y misógino. Este artículo trata del odio al movimiento feminista como  una estrategia elaborada para desarrollar una política regresiva en toda regla e reinstalar la discriminación machista más cavernaria contra la mujer y, más que nada, para socavar la democracia.

Palabras claves
ultraderecha, feminismo, democracia

 

El auge global de la ultraderecha tiene como uno de sus objetivos estratégicos centrales minar el feminismo.
La siempre frágil democracia —nunca tiene el futuro garantizado— está amenazada por unas ultraderechas autoritarias que cultivan el discurso regresivo del odio contra el feminismo y que, en un acto de cinismo premeditado, se refleja a sí misma atribuyéndole al feminismo lo que históricamente las caracteriza: lo acusa de ser una organización “feminazi” y de establecer una “dictadura feminista”.Es más, la ideología excluyente ultraderechista demoniza lo que llama la “ideología del género”, atribuyéndole dotes prodigiosos para “lavar cerebros”; ignora, sin duda de mala fe, lo que ya es de conocimiento masivo: la teoría del género no es una ideología, sino un sistema metodológico de las ciencias sociales para analizar en una sociedad la repartición del poder y del prestigio social entre los sexos.

Frente a esta propaganda política estridente, la realidad habla por sí sola. Según la ONU, hay un promedio de 137 femicidios de “feminazis” cada día en el mundo: 46.032 al año. Si agregamos los países sin estadísticas de esta lacra social —más de la mitad—, el promedio de femicidios en la “dictadura feminista” se elevaría a más de 92.064 al año. Esto no puede clasificarse sino como genocidio permanente.

¿Pero por qué la neo ultraderecha tiene al feminismo como blanco de sus objetivos regresivos estratégicos?
Esta pregunta sólo puede responderse con otra: ¿Cómo era la sociedad cuando las mujeres no podían sufragar? Esa sociedad, que ahora nos resulta tan inimaginable como inconcebible, era la chilena hasta 1949.
Sin la lucha feminista las mujeres aún estarían excluidas del derecho a sufragar. ¿Alguien se arriesga a calificar Chile antes de 1949 como democrático?
Naturalmente, falta aún mucho esfuerzo feminista para que la democracia alcance un estado superior de calidad: la discriminación de más del 50% de la población es una anomalía del sistema democrático devastador para su credibilidad y legitimidad.
Pero para alcanzar esa democracia de calidad, que es la que incluya plenamente a la mujer,el feminismo propone un cambio de parámetros en la masculinidad vigente excluyente y violenta, la machista, que sólo con la inclusión de los hombres feministas puede cambiar.

El feminismo nunca ha estado en contra de la masculinidad ni menos contra el hombre, sino contra el patriarcado y su machismo y, obviamente para ser feminista no es necesario ser mujer: ninguna corriente de pensamiento ha tenido nunca sexo ni género, como lo postula la ultraderecha que tiene al feminismo masculino como otra de sus macrofobias.
Sin embargo, la percepción de que el feminismo es un movimiento de mujeres, es transversal. La democracia fue creada por hombres en la antigua Grecia porque la mujer padecía un statu quo similar a los esclavos. Sostener que la democracia no puede incluir a las mujeres porque fue creada por hombres, es tan disparatado como sostener que el feminismo no puede incluir hombres porque fue creado por mujeres. Feminismo y democracia pertenecen a la humanidad
El feminismo masculino deslegitima el machismo (glorificado por la ultraderecha) como expresión hegemónica de la masculinidad: por tóxico, insensato, obtuso y antropófago con su género al criminalizarlo con la violencia machista sistémica contra la mujer sólo por serlo.
Mujeres y hombres feministas hacen operativa la génesis de la democracia y del feminismo: la inclusión equitativa social y de género para ambos sexos que alcanzará la democracia en la sociedad postpatriarcal.
Y esta sociedad está forjando la revolución feminista, pacífica y democrática;que no ha disparado ni un solo tiro ni ha matado a nadie, y que tiene un solo “armamento”: el argumento dialogado democráticamente con la inteligencia de la palabra; su afán no es vencer, sino convencer. Todo esto es difícil de procesar y digerir para movimientos políticos regresivos fanáticos.
Es este proceso democratizador, intrínseco en el feminismo, el que pretende eliminar la ultraderecha,consecuente con sus esencias antidemocráticas: históricamente ha usado la democracia para hacerse con el poder y, después, eliminarla.
En este sentido, el feminismo organizado ha sido la luz, el agua y el alimento de la democracia desde comienzos del siglo XX: sin feminismo estaríamos en la prehistoria del sistema democrático.
El feminismo y la democracia se necesitan mutuamente para desarrollarse: si se erosiona al feminismo, se erosiona a la democracia, y viceversa.Las y los “feminazis” son los generadores de más calidad y eficacia del sistema democrático.

Las fuerzas políticas regresivas ultraderechistas atacan al feminismo no solo para acabar con los derechos ciudadanos y humanos alcanzados por las mujeres y reinstalar los privilegios del machismo más cavernario, sino más que todo para devastar la democracia.

Jaime Vieyra-Poseck

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