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Cárcel por discriminación contra la orientación sexual

por Jaime Vieyra-Poseck
Artículo publicado el 09/09/2007

Publicado también en Primera Línea (La Nación)
y elquintopoder.cl

Por primera vez en la historia de las religiones, un pastor de la Iglesia protestante sueca fue condenado, con cárcel, por discriminar a las personas homosexuales en una de sus prédicas. Su delito fue decir que la homosexualidad era “un cáncer en el cuerpo de la sociedad”.

Estas prédicas religiosas son comunes y hostia bendecida de cada día en el mundo entero de todas las religiones. Lo inédito en este caso, es que en Suecia se aplicó la nueva ley que prohíbe la discriminación contra cualquier grupo social, ya sea por raza, nacionalidad, género y, también, y ésta es la novedad, por orientación sexual; vale decir, contra las personas homo y bisexuales, transgéneros, intersexuales y queers. Esta sentencia sienta un precedente único en la historia de la civilización occidental: la libertad religiosa no otorga el derecho a discriminar a ningún grupo social, incluyendo ahora por orientación sexual.

Con los años, los representantes de todas las Iglesias tendrán que hacer un mea culpa público por estos atropellos que ya están siendo sancionados en Suecia. ¿Cuántos siglos les costará a los dogmas religiosos entender que nadie posee el monopolio de la moral, y que como Iglesias separadas del estado no pueden actuar sobre los que no son sus fieles, como tampoco usar su poder de facto para imponer a los estados democráticos sus dogmas?

En el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia católica, se continúa oponiendo al condón, a la homosexualidad y al aborto, el cual considera un crimen ―sin condenar explícitamente la pena de muerte―. Se plantea, además, que la familia es la unión sacramental sólo entre un hombre y una mujer, desconociendo que la institución familiar durante el siglo XX y XXI ha tenido cambios importantes y ya es plurifacética. Este Compendio expone también que las “parejas de hecho” no crean “auténticas familias”; como también plantea que la pareja homosexual supone “una incongruencia inaceptable”, que “los individuos homosexuales deben ser respetados” pero deben al mismo tiempo ser animados a seguir el “plan divino con un empeño especial a la castidad”, lo cual no significa “legitimar su comportamiento”. ¿Podemos continuar aceptando estos postulados que discriminan, explícitamente, a vastos grupos sociales de nuestra sociedad, especialmente a las personas homosexuales y a las mujeres? ¿Cuántos siglos tendrán que pasar para que las iglesias escenifiquen un mea culpa por la discriminación de más de dos mil años contra las personas homo-trans-inter y bisexuales y las mujeres?

Las Iglesias monoteístas adolecen de un agudo y endiablado ultra androcentrismo, representado en la figura de un Dios macho como el símbolo más representativo del patriarcado más opresor y discriminatorio, convirtiendo estas religión en instituciones homo sociales por el rechazo visceral que le provoca la cohabitación con lo femenino (en la Iglesia católica se han excomulgado a mujeres ordenadas sacerdotes por el mismísimo Papa; en las demás ni siquiera eso), y el horror y terror obsesivos que le produce la homosexualidad ―paradójicamente tan común entre sus filas―. Estas religiones, con todo este enorme catálogo de discriminaciones y violación a los derechos humanos atentan contra más de la mitad de la humanidad, teniendo en cuenta que las mujeres representan en todo el mundo más de la mitad de la población y las diversidades sexuales entre el 10 y el 20%.

La sentencia judicial con cárcel en Suecia al pastor de la Iglesia protestante por haber discriminado a las personas homosexuales en su prédica, es la respuesta civilizatoria a la feroz ideología discriminatoria de todas las religiones. La sentencia condenatoria contra al pastor sueco se recordará en la historia de las religiones, de la democracia, de la civilización y del progreso de los derechos civiles y humanos, como el inicio de un cambio de paradigmas en el respeto institucionalizado a las personas y sus orientaciones sexuales. Las iglesias ya no podrán excluirse en el cumplimiento de la ley que penaliza la discriminación por orientación sexual. Por lo menos en Suecia.

Un ejemplo que seguir.

Jaime Vieyra-Poseck

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