EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
PORTADA | PUBLICAR EN ESTE SITIO | AUTOR@S | ARCHIVO GENERAL | CONTACTO | ACERCA DE | ESTADISTICAS | HACER UN APORTE

— VER EXTRACTOS DE TODOS LOS ARTICULOS PUBLICADOS A LA FECHA —Artículo destacado


La importancia de las imágenes en la educación

por Magdalena Arvizu Lesser
Artículo publicado el 12/06/2025

El presente artículo forma parte de mi Tesis publicada en 2023
en el repositorio de la Universidad Autónoma de Querétaro
con el título «Las imágenes en la educación:
Incorporando los cinco sentidos en favor de una educación más humanista».

 

Resumen: Las imágenes son parte de nuestra vida, nos rodeamos de ellas, percibiéndolas, pensándolas, siendo imagen. Aprendemos de ellas gracias a que se nos presentan y representan. Ya sea la imagen recibida o producida, vivimos alrededor e inmersos en ellas mientras nos ayudan a vivir, dejándonos en claro lo que sentimos y pensamos para así poder conocer y mejorar nuestra convivencia. Las imágenes pueden ser nuestras educadoras, que nos hacen comprender lo que tenemos en frente y prepararnos para lo que vendrá. El uso, desuso y mal uso de las imágenes en los procesos de aprendizaje afecta de manera directa la educación, es por ello que resulta necesario estudiar maneras de utilizarlas de formas efectivas, así como generar una nueva educación en torno a la percepción y producción de imágenes, partiendo desde una concepción amplia, que necesariamente implicaría la multisensorialidad, de lo que significan y abarcan las representaciones.

Palabra clave: Imágenes, imaginación, educación, conocimiento

 

Desde la Institución Oratoria de Marco Fabio Quintiliano (35-95 d.C.) -que fue el primer profesor pagado con el erario público- se enfatiza la importancia del ingenio en la educación de la gente, como cualidad presente en todo aprendiz y que no debe de dejar de ser fomentada por los profesores. Quintiliano apela por una educación vasta y diversa, que encuentra su lugar en las disciplinas más insospechadas: “De los cómicos debemos también aprender el ademán para las narraciones, la autoridad en el persuadir” (Quintiliano, 1999, p.73), y nos invita a considerar que es posible aprender varias cosas al mismo tiempo, promoviendo la capacidad del ingenio humano y facilitando una educación que, por su variedad, no detiene los ánimos. La formación de oradores es para Quintiliano una labor integral que influye desde la forma de presentación, hasta su contenido.

“Pero los niños deben leer sobre todo lo que les fomente el ingenio y aumente a las ideas; para lo demás que sirve a la erudición les queda mucho tiempo” (Quintiliano, 1999, p.58). Anteponiendo las figuras retóricas como una manera natural de aprendizaje, Quintiliano no sólo promueve una facilitación del aprendizaje, sino que además deja en evidencia los alcances que tiene la educación para todos los seres humanos por este medio y sus recursos expresivos.

“Ha de decirse que, sin duda, uno puede llegar al conocimiento de muchas cosas desconocidas por la luz de la razón que en él está, sin el maestro ni ayuda externa. Así sucede en quien adquiere ciencia por invención” (De Aquino, El Maestro, 2022); es el caso de la autodidaxia con la cual las personas pueden formar su camino en el saber a partir de algunos recursos que tiene en sí (como es uno de ellos la razón), siendo distinto cuando Santo Tomás de Aquino refiere al ser humano como maestro de otras personas, solamente de lo externo, que enseña por medio de los signos, siendo la imaginación y los sentidos la manera de conocer. Sin embargo, Santo Tomás afirma la existencia del conocimiento sensitivo que se ocupa de “sustentar al cuerpo evitando las cosas que le son nocivas y adquiriendo las necesarias, y en segundo lugar, al conocimiento intelectivo práctico y especulativo” (De Aquino, Suma Teológica, 1960, II-II, 167, 2c), es decir que las percepciones contribuyen a las operaciones propias del entendimiento humano.

De manera que la imaginación (que forma parte del entendimiento) no se puede dar sin aquello que ha pasado primero por los sentidos (De Aquino, Suma Teológica, 1960, I, 84, 3c.4), pues las imágenes internas son representaciones sacadas de las cosas percibidas, y por medio de las cuales el humano aprende y es capaz de enseñar.

La importancia de las imágenes como acercamiento al conocimiento es validado en el trabajo del teólogo y pedagogo Jan Amos Komenský (1592-1670), que en su obra Orbis sensualium pictus espera que “esta escuela se convierta en la escuela de las cosas obvias a los sentidos, y una entrada a la escuela intelectual” (Komenský, 1658, p.20), dejando así el precedente de una herramienta didáctica que facilita la enseñanza y el aprendizaje por medio del uso de las imágenes. Con este libro se busca que los aprendices sean susceptibles del conocimiento que se da a partir de la capacidad de relacionar una cosa con la otra; elaborando un libro no sólo con palabras que forman oraciones, sino también con letras que al ser pronunciadas en conjunto imitan el sonido de diversos animales y que además se complementan con trazos de lápiz que dibujan aquello que enseguida se define y explica en sus propiedades. Se trata de una obra llena de singulares imágenes de una muy diversa índole sensorial.

Un siglo después, el pedagogo suizo Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) plantea la educación como el ejercicio del conocimiento, el cual se da por mediación de la naturaleza, las personas y las cosas, siendo estas últimas las que nos permiten experimentar con el entorno y de ello generar impresiones propias; es por ello que en su obra Emilio, la crianza y la educación parten del entrenamiento y perfeccionamiento de los sentidos ya que: “Antes de la edad de la razón no recibe el niño ideas, sino imágenes” (Rousseau, 1762, p.116), mismas que se forman de la percepción simple. Rousseau acentúa la gran empresa que conlleva la crianza y educación, que no debe de tomarse como una ocupación menor, teniendo las mujeres -de manera natural y general- mayor facultad para ello, dado que la crianza se da en todos los ámbitos de la vida (desde la primera alimentación y cuidados para el crecimiento) y que la educación no se debería descuidar en ningún momento (Rousseau, 1762, p.8).

En 1930, Lev Semiónovich Vigotsky defiende la importancia de la imaginación en la vida humana y, particularmente, para la niñez en su libro titulado La Imaginación y el Arte en la Infancia: siendo la imaginación en la niñez más pobre, pero de suma importancia para el desarrollo y relación de cada quien con los demás, puesto que la imaginación, aunque se da en la experiencia directa desde etapas más tempranas, también puede surgir de la experiencia social, y aunque fuera una imaginación condicionada, es una forma básica que liga la imaginación con la realidad (Vigotsky, 2001, p.42).

La imaginación como función creadora se da en la percepción interna que se ve inadaptada a su derredor y que se propone transformarlo de manera que llegue a la percepción externa por medio de una fuerza activa transformadora. Según Vigotsky es por esta función que los seres humanos hemos inventado y desarrollado las artes y las ciencias, las cuales están dotadas tanto de intelecto como de emociones.

Las imágenes toman su lugar en el aprendizaje en cuanto que surgen de las sensaciones que se dan en las experiencias de cada individuo, es así que, cuando el pedagogo brasileño Paulo Freire (1921-1997) da a entender que “no es posible aprender si los saberes están en contradicción con las experiencias personales” (Unipe: Universidad Pedagógica Nacional, 2016, 12’23’’), las imágenes pueden establecer un enlace entre las experiencias, que significan algo para los individuos, y es así que el aprendizaje toma significado en cuanto se relaciona con las imágenes. “Ciertamente, sería a través de la experiencia de recontar la historia, dejando libres su imaginación, sus sentimientos, sus sueños y sus deseos para crear, como el niño acabaría arriesgándose a producir la inteligencia más compleja de los textos” (Freire, 2010, p.65). Es con la apropiación del conocimiento, por medio de las experiencias e imaginación, que la educación toma fuerza en la vida de cada uno de los aprendices.

Gabriela Mistral (1889-1957) –poeta y pedagoga de origen chileno– en su texto Imagen y Palabra en la Educación identifica el lugar que ha tenido la imagen en la educación y los beneficios que se pueden dar gracias a las tecnologías: “Toda la primera infancia nos parece dotada de imaginación, pero son muchos los padres y los maestros que la desdeñan torpemente y hasta la combaten” (Mistral, 1979, p.201), Mistral defiende el uso de imágenes en el aula y lamenta los prejuicios que identifican a las imágenes como simple entretenimiento y no como herramientas didácticas, sin embargo, esta maestra considera como una gran oportunidad las invenciones cinematográficas y las de la radio, porque dan la posibilidad de educar a grandes masas, hasta en los lugares más recónditos y son ocasión de replantear la educación para diversos grupos de personas, así como ella lo vio acontecer en México con el trabajo de José Vasconcelos por medio de las misiones culturales, que se encargaban de llevar educación a los pueblos indígenas marginados, a lo largo del país, y que con su labor descubrieron “el genio que tiene el indio para el dibujo, la pintura y la escultura. Vi todo sobre la sed de leer, de escribir, recitar, danzar y cantar, que posee el pueblo indígena” (Mistral, 1979, p.200). Las imágenes han dado la posibilidad de que muchos conozcan lo que de otra manera se les haría impensable, y aunque no todas las imágenes sean educadoras, y existan aquellas que llama Mistral Contra-Escuela, es posible que las imágenes sirvan de instrumentos eficientes a las finalidades educativas.

Para fomentar la creación de imágenes, es necesario promover un ambiente propicio, el cual puede darse en los juegos y en las artes, de las cuales la filósofa estadunidense Martha Nussbaum (n.1947) menciona en su libro Sin fines de lucro que fungen como “canales de alegría y expresión muy potentes que están al alcance de todos, y no hace falta tanto dinero para fomentarlos” (Nussbaum, 2010, p.158), la creatividad puede darse plenamente en la imaginación y generar beneficios por medio de actitudes como la empatía, o en la transformación de los espacios y relaciones, que en conjunto fomentan una educación distinta y prometedora. Sin embargo, resulta necesario seleccionar las imágenes correctas para promover una imaginación benigna en los estudiantes. Además es importante conocer los límites de las imágenes como utensilios, puesto que, como escribe el cineasta alemán Harun Farocki (1944- 2014) en su libro Desconfiar de las Imágenes, “no puede haber nada nuevo que sea anunciado en imágenes” (Farocki, 2014, p.160), debido a que las imágenes son representaciones a las que les antecede una presentación, sin que esto quiera decir que las imágenes son inútiles, pues el mismo Farocki utiliza imágenes para despertar el interés y emociones de un público que de otra manera sería indiferente a problemas bélicos y sociales.

Reiterando que el cuerpo es clave en el proceso educativo (y como proceso él mismo), retomamos lo que dice el personaje de Anne Sullivan, maestra de Helen Keller (niña sordociega), en la película estadounidense de 1962: “Todo lo que necesita su cuerpo servirá como un manual de instrucción” (Penn, 1962, 59’). Los sentidos nos acercan directamente a los objetos, las experiencias nos pueden resultar necesarias y remplazables por las imágenes, la experiencia fomenta la creatividad y la producción de imágenes internas y externas, pues uno de los aspectos importantes al respecto es que hay experiencias ante las que tendríamos limitantes o impedimentos pero que, gracias a la imaginación, se pueden dar en un simulacro o suplemento (en el caso de Helen Keller este simulacro se posibilitaba constantemente en las imágenes táctiles que le brindaba la lengua de señas), todo lo cual favorecerá el entendimiento o alguna idea de la experiencia, ya que también es posible suscitar nuevas experiencias (aunque sean imaginativas) a partir de lo ya experimentado. Debido al constante convivio que se da entre presentaciones e imágenes, una educación de las imágenes sería oportuna, pues así como se enseña a leer, sería necesario enseñar entender y fomentar la imaginación, de manera que la persona entienda las imágenes y sepa discernir verdades de mentiras, advierta manipulaciones, los diferentes sentidos, motivos y propósitos de las imágenes.

Según el escrito de Santo Tomás de Aquino, el ser humano enseña exteriormente, desde la potencia sensitiva y con la ayuda de signos, enseña las conclusiones y no los principios del saber (De Aquino, El Maestro, 2022); un hombre puede causar el saber del otro guiándolo a actuar, es así que aunque nadie es capaz de enseñar a imaginar, pues esa es una facultad propia de cada individuo, y si bien se puede enseñar a otro desde los objetos e imágenes por vía de lo exterior, los sentidos, ¿cómo hacer para que las imágenes nos ayuden a adquirir un entendimiento interior? Podría ser con ayuda de las imágenes abstractas, que como dice el cineasta danés Carl Dreyer (1889-1968): la abstracción es “el arte de representar la vida interior, no la exterior” (Jensen, 1995, 20’39’’); en efecto, las imágenes (sobre todo artísticas) nos pueden enseñar sobre la vida interna, porque hacen más evidente ciertas características profundas de lo representado, por medio de una sensibilidad creativa.

Siendo las imágenes una forma natural y cultural de enseñanza, es necesario procurar el buen uso de las imágenes, pues estas pueden mejorar la educación brindando ocasiones para un aprendizaje con menos dificultades conceptuales, más directo e integral y, por lo mismo, verdaderamente útil, balanceado en sus contenidos y áreas de conocimiento, que ayude al crecimiento de los estudiantes formándoles con lecciones que sean significativas, procurando una repercusión de lo aprendido para sus contextos de vida y de relaciones, al mismo tiempo que fortalece la individualidad y el sentido de comunidad.

A lo largo del tiempo la educación ha creado una disrupción entre la facultades humanas de aprendizaje (como habiendo privilegiado únicamente al sentido de la vista y al dirigir la enseñanza al conocimiento meramente conceptual) y con ello un alejamiento innecesario con la vastedad de la imaginación; pareciera que esta se ha vuelto un enemigo de la formación y no uno de sus mejores aliados, se le consideraba más una distracción que una clave para la formación: “Así, para el hombre civilizado el arte se ha convertido en un objeto exótico, difícil de entender […] el arte no le resulta complicado porque sea complicado en sí, sino porque toda su educación se ha diseñado para alejarle de él” (Collingwood, 2016, p.14). Una educación que se ha alejado de las imágenes no prepara a sus espectadores y futuros productores cultos y conscientes, sino que promueve la ignorancia y, lo que es peor aún, la indiferencia ante la riqueza por discernir, aprovechar y hasta disfrutar lo que comunican las más ricas imágenes. Mientras tanto, los productores se desentienden de la responsabilidad de lo plasmado en imágenes y de lo que sean capaces de provocar.

Las imágenes pueden fungir como auxiliares en la educación, por ello es que habrá veces en las que no sean necesarias, estos casos pueden darse cuando ya se tiene acceso a lo que las imágenes representan, y que será más fiel que la representación que la sustituye. Sin embargo, hay otros casos en los que no se recurre a ellas tanto porque se desdeña su importancia y su potencial ilustrativo, como por sostener prejuicios contra los nuevos medios (o por la simple carencia de habilidad en su utilización tecnológica), y así también por no tener una formación con un amplio espectro cultural de imágenes, etc.

Para hacer un uso provechoso de las imágenes, en cuanto a la educación, es necesario encontrar un punto medio entre dejar todo a la imaginación y no educar en imágenes. Las posibilidades de las imágenes en estos ámbitos son tantas que también se ha de cuidar no educar a todos igualmente, pues se estaría ignorando que existen francas diferencias entre los diversos individuos respecto de las facultades de percepción e inclusive en el gusto o tolerancia de las imágenes (por discapacidades, emociones, carácter, cultura, creencias). Y es que, de no advertir los distingos entre la receptividad de las imágenes entre personas diversas, no se hace más que generar una homogenización, un tanto impositiva, en la asimilación y la posterior recreación de los imaginarios.

El desuso o mal uso de las imágenes pueden constituir un problema innecesario de la educación actual. Y es que, de no utilizarlas en el contexto presente, equivaldría a perder ventajas en relación a múltiples accesos (información noticiosa, comunicación interpersonal, actualización de conocimientos, etc.). Por otra parte su mal uso puede derivar en que nos involucremos con imágenes engañosas, perturbadoras, conflictivas y, en el caso de un consumo excesivo de ellas, provocando una saturación tal que resultaría contraproducente a los fines educativos por ofuscar el aprendizaje; mientras que su uso adecuado puede ser muy servicial, debido a que las imágenes prestan un gran beneficio cuando se trata de acentuar un aspecto del conocimiento y propiciar ideas diferentes -como es el caso del arte- y dejar constancia de alguna forma o contenido de estudio.

Llegados a este punto, es necesario tener en cuenta que un problema que se desata en el mal uso de las imágenes es la ausencia de otros estímulos y asimilaciones, pues se desatiende al resto de las representaciones sensoriales capaces de evocar mucho más que la visualidad. Al preferir la distancia que nos ofrecen los objetos primordialmente visuales, nos sentimos más protegidos, difícilmente estos nos harán daño directo y, si queremos dejar de observarlos, podemos cerrar los ojos o movernos de lugar (con todo y que nos puedan impresionar muy vivamente sus imágenes, difícilmente recurriremos a volverlas a ver). En contraste, lo que sucede con el resto de los sentidos, por ejemplo, con los objetos susceptibles de oler, para apreciar y distinguir las imágenes olfativas que nos dejan, necesitamos acercarnos más y de nuevo y, si al estarlas oliendo, detectamos que queremos dejar de olerlas porque se trata de una sensación repulsiva, nos alejaremos o suspenderemos momentáneamente nuestra inhalación, por este motivo importante, aunque sea vital continuar respirando.

Entonces, al haber concentrado la percepción sensorial y su correspondiente producción de imágenes a uno de los sentidos más distantes de todos, la vista, nos hemos habituado con ello a una despersonalización y cierto extrañamiento ante las cosas inmediatas, y esto debido a todas las comodidades que nos facilita el órgano óptico (aunque se reduzca nuestra comprensión del entorno). Por esta preferencia, hemos llegado al punto, por ejemplo, de promocionar artículos como perfumes, comida, ropa, música y demás objetos y experiencias -propias de otros sentidos- por medio de imágenes visuales únicamente, con carteles, videos, fotos, etc. El valor de las imágenes para la educación se da en la importancia de enseñar desde los sentidos y no sólo desde un insensible intelecto mismo, pues educar es guiar, no imponer, y para guiar es necesario no pretender suplantar las diversas facultades de un aprendiz en su trayecto.  La capacidad imaginativa es una cualidad que se debería promover en los estudiantes, por el bien que les representará como individuos sociales y por el provecho que les brindará en una educación para toda la vida.

Como hemos revisado, las imágenes en la educación otorgan cualidades que van desde lo personal e interno -como es la apropiación de lo percibido, la emocionalidad, la creatividad- que se forja en la imaginación y promueve la sensibilidad solidaria y compasiva, forjando conocimiento y acciones a partir del cuerpo, como primer mediador del saber y, a partir de ello, llegar hasta lo comunitario y externo que se fragua en las relaciones conjuntas, dando una educación provechosa que forma a los individuos también en colectivo.

Magdalena Arvizu Lesser
Artículo publicado el 12/06/2025

Referencias
Collingwood, R. G. (2016). El arte y la imaginación. Madrid: Casimiro libros.
De Aquino, T. (1960). Suma Teológica. Madrid: Editorial Católica.
De Aquino, T. (14 de Febrero de 2022). Obtenido de El Maestro: hhtp://tomasdeaquino.org/el-maestro
Farocki, H. (2014). Desconfiar de las imágenes. Buenos Aires: Caja Negra.
Freire, P. (2010). Cartas a quien pretende enseñar. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
Guardini, R. (1965). Los sentidos y el conocimiento religioso.
Jensen, T. S. (Dirección). (1995). Carl Th. Dreyer: Mi oficio [Película].
Komenský, J. A. (1658). Orbis Sensualium Pictus.
Mistral, G. (1979). Magisterio y Niño. Santiago de Chile: Editorial Andres Bello.
Nussbaum, M. C. (2010). Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades. Buenos Aires: katz.
Penn, A. (Dirección). (1962). The Miracle Worker [Película].
Quintiliano, M. F. (1999). Institución Oratoria. D.F.: Cien del Mundo.
Rousseau, J.-J. (1762). Emilio.
Unipe: Universidad Pedagógica Nacional. (8 de Abril de 2016). GABRIELA MISTRAL – Serie Maestros de América Latina. Obtenido de Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=oT2jGCaHXRY
Unipe: Universidad Pedagógica Nacional. (8 de abril de 2016). PAULO FREIRE- Serie Maestros de América Latina. Obtenido de Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=t-Y8W6Ns90U
Vigotsky, L. S. (2001). La imaginación y el arte en la infancia. D.F.: Ediciones Coyoacán.

 

ATENCIÓN
― Si desea imprimir o generar CORRECTAMENTE un PDF de este documento
Clic en el ícono verde que aparece abajo
luego seleccione «Más Ajustes» y al fondo, en Opciones
active “Gráficos de fondo” y desactive “Encabezado y pie de página”.
Print Friendly, PDF & Email


Tweet



Comentar

Requerido.

Requerido.




 


Critica.cl / subir ▴