Exordio
Dado lo extenso que resulta este tema y en vista de que las aristas abarcan muchos ámbitos, este trabajo está centrado completamente en un ensayo de opinión. Es imposible evitar los juicios de valor, aunque buscaré atenuarlos. Pido disculpas de antemano si algunos juicios puedan resultarles subjetivos y molestos.
Esta prueba censal estandarizada tiene su origen en 1978 y aplicada por vez primera en 1982 –aunque hay antecedentes desde el gobierno de Eduardo Frei Montalva en un proyecto similar– detrás de la idea estuvo el Historiador Gonzalo Vial (ministro de Educación) y la Pontificia Universidad Católica como agente administrador. En palabras de la ministra de educación de turno, Mónica Madariaga (1983) propuso cerrar las escuelas que tuvieran bajos puntajes con un máximo de tres años plazo. Las acciones punitivas fueron y siguen siendo traumáticas cuando se dan a conocer los promedios medidos por el SIMCE y constituyen un verdadero dolor de cabeza para directoras, directores, cuerpo docente, alumnos y apoderados del siglo XXI.
Sin embargo, este análisis se enfocará en los últimos resultados pospandemia (dados a conocer en junio 2023 –aplicación de la evaluación 2022). Aun así, será necesario recorrer algunas inflexiones del pasado. Finalmente, procuraré desde mi humilde experiencia docente plantear un pequeño esbozo de solución al problema.
SIMCE y Pandemia
Luego de 35 años de aplicación, el “sistema nacional de evaluación de resultados de aprendizaje” (SIMCE), ha venido desnudando una serie de falencias y brechas de larga data en el sistema educativo de nuestro país (Chile), en ese sentido, con tanta información a disposición lo lógico sería buscar soluciones y no caer en discusiones estériles, no obstante, cada año cuando se dan a conocer los resultados los debates están al orden del día.
Posterior al estallido social y al cierre de los colegios durante la pandemia (71 semanas en total ubicando a Chile como el 13° país en el mundo con más semanas sin clases presenciales), los resultados de la prueba aplicada en el 2022 eran absolutamente lógicos y predecibles, por consiguiente, no tiene sentido que nos asombremos ni que los especialistas en educación salten de sus oficinas y asientos como si de una sorpresa se tratara. Evidentemente, aun cuando los puntajes fueron bajos, no difieren mucho con los resultados de la última década y objetivamente continúa acrecentándose la brecha de puntajes entre el sector público y el privado y la diferencia de género.
Al parecer el dinero volcado en educación, sigue siendo visto por los gobernantes de turno como un gasto y no como una inversión de capital humano. Por ejemplo, la distancia y oportunidades de aprendizajes entre los colegios que tenían recursos para implementar un sistema híbrido en pandemia –rápida conexión a Internet, buenos computadores, Datashow, sistema multimedia– y los que no tenían recursos fue brutal. Así mismo las familias que poseían los ingresos para comprar equipos, Tablet y celulares a sus hijos y las que no contaban con presupuesto fue igualmente una desgracia que impuso en muchos casos una desigualdad insalvable y se tradujo en menor medida en que algunos colegios no tuvieron clases efectivas y por consiguiente aprendizajes y contenidos que no fueron revisados, ni aprendidos.
Un tema preocupante a mi juicio, fue que la primera impresión y análisis de los resultados dados durante el mes de junio pasado, fue un verdadero juicio político al Mineduc. Buscar culpabilidad política no soluciona el tema, es más, esconde la realidad, en definitiva, una posible acusación constitucional centrada en el resultado de esta prueba contra el ministro de educación no solo es infantil, es una ceguera de ver que el panorama vienen mal desde mucho tiempo atrás. Tanta pelea y calculo mediático puede quitarnos tiempo, ganas y recursos para buscar una solución que no vendrá desde la arena política.
Otra forma de entender este fenómeno, es que no se mide lo que se aprende en 4 básico y 2 medio, se mide como fue el recorrido de las alumnas y alumnos en algunos aprendizajes hasta 4 básico y 2 medio. Por ende, si nos enfocamos en 4 básico y detectamos las falencias, podemos implementar una solución a esa generación y ver el vaso medio lleno y así tener la oportunidad y el tiempo para darles herramientas precisamente en una edad donde la educación bien dirigida puede moldear al alumnado. El caso de 2 medio es más complejo básicamente por el poco tiempo escolar que les queda, aunque quizás los esfuerzos se deben centrar en mejorar la habilidad de autonomía y autoestudio sobre todo en la era donde existe acceso más o menos amplio a portales, buscadores e inteligencia artificial.
Otro punto es que los planes y programas son muy extensos y los contenidos evaluados en el SIMCE más acotados, por ende, nunca tendremos una dimensión exacta de lo que realmente nuestros alumnos aprenden. La prueba a mi juicio podría ser enfocada sobre la base de un muestreo más preciso que a una prueba masiva censal. Un punto débil acá y un error garrafal es que los resultados llegan muy tarde con un desfase de más de un semestre, entonces ¿Cómo puede retroalimentar un profesor una materia mal enseñada si los resultados le llegan con evidente retraso y el alumno ya avanzó al curso siguiente? Un instrumento de evaluación debe tener resultados ágiles, pues así el profesorado puede tomar decisiones. Además, pienso que se trabaja poco en el aula el tema socio afectivo y se prioriza buscar resultados inmediatos. Por ende, la clave acá para mejorar la medición es avanzar en el clima entre los pares, así, hay un grado de confianza para estudiar mejor, para generar opiniones, para que los más aventajados apoyen a los que les cueste más y en suma desarrollar entre los alumnos las “Zonas de Desarrollo Próximo” o sistemas de tutorías entre pares.
En matemáticas, la baja de los resultados fueron los más preocupantes y aún más trágica es la distancia entre los hombres y las mujeres. Los especialistas llaman a no estigmatizas las matemáticas. El prejuicio que se da en general, “el que sabe sacar un cálculo es inteligente y el que no es un tonto” es más común de lo que creemos y por consiguiente debemos erradicarlo. Así mismo hay que motivar en las mujeres que las ciencias exactas son alcanzables (según los especialistas). Hay que dejar en el baúl del recuerdo que la mujer no es apta para sacar cálculos y por lo tanto debe ser humanista.
Finalmente, sobre la crítica dura de responsabilizar a mis colegas tiene varios aspectos infundados. ¿Cómo podríamos cargar la culpa solamente a los profesores? El trabajo docente va más allá de la hora de clase, sobrepasa con creces la jornada normal de trabajo y el rendimiento intelectual va decayendo cuando el día avanza, por ende, es más necesario que nunca la ley 50/50. Además, el profesor para poder enseñar debe tener seguridad y estabilidad. Mientras sigan pagando un sueldo de mercado cada vez será más complejo el panorama. Un Doctor si opera mal puede perder la vida de su paciente, un profesor si enseña mal puede truncar la vida intelectual de un alumno. Hay que exigirles a los profesores, sin duda y mucho, pero se debe volver a valorar su estatus y ser bien retribuido. Hay colegios donde la rotación de profesores es tan común que los alumnos nunca tienen un hilo conductor y es justamente porque el clima es inseguro. (insultos, sueldos bajos, ataques físicos y psicológicos y un largo etc). En un último suspiro los especialistas dicen sobre la baja del último SIMCE que influye mucho si la familia está detrás del estudiante apoyando sus aprendizajes. Por lo tanto, no es lo mismo ver si el alumno estudia y hace sus deberes a que si los padres tienen las herramientas para orientar a sus hijos y ayudar a crear andamiajes intelectuales, tampoco ayuda mucho hacerles las tareas.
Que tenemos hoy, que conclusiones podemos sacar ¿Cómo Avanzar?
Hoy, debemos estar abiertos y entender que la prueba ya cumplió una etapa y ver la posibilidad de cambiar el examen a otro instrumento que mida aprendizajes reales y más compactos, los planes y programas son bastante extensos y se pueden abarcar otros puntos de vistas y habilidades más útiles a la vida cotidiana que repercuta en un ambiente laboral futuro.
Procuremos no ser derrotistas y no quedarnos con el resultado del 2022, pues a fin de cuentas los últimos 10 años han sido críticos y los resultados han sido similares, es el momento de buscar soluciones y dejar los lamentos. La baja actual era evidente y predecible y no era necesario viajar a un oráculo para advertir que el cierre de los colegios iba a provocar una merma. Por lo mismo, no debemos centrarnos en buscar culpables: MINEDUC, profesores y alumnos entre otros. Hay que enfocar los esfuerzos en buscar soluciones y bridar a la actual generación una adecuación en sus aprendizajes para procurar encausar el mal resultado en uno bueno. Insisto en no acusar, en no ver el tema como culpa exclusiva del gobierno de turno porque es de derecha o porque es de izquierda. La educación no debe ser patrimonio del sector político, ya lo vivimos en el siglo XIX entre liberales y conservadores, debemos aprender del pasado. La educación es un patrimonio transversal y debe ser siempre una apuesta de inversión estatal para salir del subdesarrollo, ejemplos hay en países que son exitosos gracias a una educación bien diseñada donde por supuesto se debió invertir mucho dinero. Tampoco podemos ver la educación como un bien de mercado.
Acá la filosofía educativa debe ser rápida, dejemos ser quejumbrosos y busquemos soluciones con más acción. No podemos llegar tarde a las soluciones, en pandemia pecamos mucho de verla como un problema y por lo tanto hubo nulos avances. Los alumnos no son números de lista, son la piedra angular del país, son la siguiente generación de chilenas y chilenos que puede dar un salto positivo o negativo, lo que hay en juego es mucho y resulta imperioso enfocar cambios desde los cursos pequeños para que paulatinamente al crecer vayan acumulando aprendizajes que sean significativos sin dejar de lado los valores cada día más ausentes en el sistema escolar y en las familias.
Quizás las reuniones de apoderados sean una quimera ¿Les vamos a dar una montaña de papeles a los apoderados siendo que esta información les puede llegar por un correo electrónico? ¿No será mejor en una reunión enfocar el tiempo en desarrollar habilidades para trabajar con sus hijos o pupilos? ¿Vamos a seguir pensando que una reunión de apoderados es el momento para cobrar cuotas de curso en vez de tratar temas más importantes?
El profesorado debe ser lo suficientemente inteligente y trabajar colegiadamente en las soluciones, así también el MINEDUC debe ser menos obtuso y revisar la ecuación: si se justifica una enorme carga de horas a la semana de clases sin lograr calidad, ¿Es necesario salir siempre a las 4 y media de la tarde? ¿Más horas en el aula aseguran aprender más? ¿Es sano que el profesor prepare clases fuera de horario ya sin ideas y cansado luego de estar todo el día frente a 45 alumnos distintos? La pandemia no fue un paréntesis como muchos responden para zanjar el tema de un mal resultado transversal, los resultados vienen mal de antes, no nos podemos permitir jugar al país de los tuertos, menos en educación.
Cerrando la opinión hay un tema cultural en el cual debemos enfocar esfuerzos, que radica en la perdida de liderazgo de los padres o tutores y en la pérdida de autoridad del profesor o profesora. Si los alumnos en general se hacen la idea que sus padres y sus profesores no son líderes, entonces, el clima de enseñanza- aprendizaje que puede haber en una sala o en la casa pende de un hilo muy frágil y llegamos a un sinsentido. No se trata de autoridad colonial bruta, se trata de un respeto que logre dar un clima positivo y de confianza en la sala, como dijo Abraham Maslow, lograr la autorrealización.
Ideas Finales y esbozo de soluciones
Quizás puede sonar un poco radical e incluso mal intencionado, pero es sensato que podamos preguntarnos, si en 35 años el instrumento de medición está sobrepasado, es lento y abarca pocos saberes ¿A quién o quienes les sigue interesando su aplicación? ¿Qué fines tienen o hay detrás al sostener el SIMCE? Una solución real sería velar por el bien común de los estudiantes y equilibrar la calidad de la educación. No podemos simplemente usar los resultados para orientar donde matricular a nuestros hijos en el caso de poder pagar por algo tan elemental como educarnos. Recordemos además que estudiar es un derecho humano. ¿No será mejor esforzarnos como Estado en buscar una educación buena para todos?
Otra solución es evitar que los colegios caigan en el condicionamiento clásico. (recompensa por logros) Si los resultados conllevan acciones punitivas: Eliminar bonos, castigar a los docentes entre otras medidas, se va a sostener el mismo panorama en él cual caen hoy algunos colegios: seleccionar el día del SIMCE a los mejores alumnos, dejar en la casa ese día a los menos aventajados, educar solamente sobre la base del resultado del SIMCE, quitar importancia a asignaturas que no son evaluadas. Al final del día caemos en un círculo vicioso y generamos una educación estrecha y sesgada.
Repensar la evaluación desde un foco de muestra más que censal. Con una muestra más acotada podemos agilizar los resultados y tomar decisiones. No puede ser que esperemos más de medio año para saber los puntajes, pues sería como hacer una prueba y no corregirla y dar la nota cuando la memoria ya casi no retiene nada y la retroalimentación no sea capaz de sellar un aprendizaje.
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