Introducción
Hacia 1910, irrumpe una novel generación de creadores literarios, plásticos y políticos que desarrollarán una labor revisionista respecto a nuestra historia, tomando bajo una postura crítica, los variados aspectos de la realidad nacional y sus diversas manifestaciones, proyectando con el tiempo su análisis, hacia el ámbito regional y continental.
La «Generación Centenario» o «de Mil Novecientos Diez» – como hoy día se la conoce -, rescató la herencia o tradición hispánica y aborigen; proyectándolas en la figura del mestizo o «roto». Aspectos que se expresó, en el estudio y registro de su idiosincrasia, costumbres, cultura y acontecer en consideración al escenario en que convive y se desarrolla (lo rural y lo urbano); visualizando dichas circunstancias, a través del prisma filosófico, que le ofrecieron las variadas corrientes del pensamiento de la época.
Esta generación, retomó el trabajo desarrollado por diversas personalidades nacionales que los precedieron en esta inquietud – como las del 1898 y la del 1900 -, incidiendo con sus estudios en la comprensión y desarrollo de nuestro país en lo social, político, económico y cultural.
Los ensayos predecesores
Es así que en esta época, surgirán una serie de ensayos nacionales, que tendrán como principal eje, la reflexión respecto a lo qué significa el ser parte de este país, sus variadas expresiones, las problemáticas que lo aquejan y las posibles vías para su desarrollo espiritual y material.
Dentro de los autores que precedieron a esta generación, se destaca el político radical Enrique Mac-Iver (1900), con un discurso titulado «La crisis moral en Chile» . En dicho discurso, el autor denunció fundamentalmente la decadencia del sentimiento de la nacionalidad, expresado en el creciente estado de fragmentación, individualismo y confrontación de la sociedad chilena.
Siguen esa misma línea, publicaciones posteriores, como la de Alcides Arguedas con «Pueblo enfermo» y Darío Salas con «El problema nacional».
En 1904 aparece «Raza chilena» del doctor Nicolás Palacios, cuyo objeto es la reivindicación de la figura del hombre del pueblo (el mestizo o «el roto»). Trabajo que se justificó, como respuesta a una intensa campaña de desprestigio y de expropiación a la fuerza, sufrida por millares de compatriotas, en favor de la inmigración europea al sur del territorio nacional.
Situación que se calcula, afectó en esa época a más de 20 mil compatriotas, entre indígenas y colonos, » (…)quienes se vieron obligados a punta de bayonetas, a trasmontar hacia el otro lado de la cordillera, llevando de la mano a sus mujeres e hijitos, solicitando una nueva patria a la Argentina (…)» (Senén Palacios).
En «Raza Chilena», Palacios formula un estudio, donde postula la hipótesis del posible origen de la raza chilena y su influencia en variadas manifestaciones culturales, en su modo de ser, así como en su expresiones materiales, surgida – según este autor -, de la mezcla y no de la «pureza», como algunos hoy pretenden adscribirle interesadamente («adherentes» y detractores), propuesta que le valió una ácida polémica con el intelectual español Miguel de Unamuno y la hostilidad de los sectores gobernantes.
Palacios, elabora una suerte de «tipificación racial», a través del uso asociativo, del sistema de pensamiento, que nos recuerda las ideas filosóficas de origen hegeliano, expresándolo en la formulación de una «dialéctica racial» (tesis , antítesis y síntesis), estableciendo con ello, un estudio respecto a la forma de «ser del chileno» (Alma de la Raza), abordando con ello sus aspectos positivos y negativos, en consideración a su trayectoria histórica y sus condiciones de vida; denunciando las injusticias sociales de que eran objeto, abogando por la adopción de medidas rectificadoras. Postulando para ello, en el ámbito práctico, una mayor incorporación del Estado, en la elaboración de una política educacional de carácter nacional, social y económico.
Otros ejemplos de similares estudios de ese tiempo son: «Elementos étnicos que han intervenido en la población de Chile» de Luis Thayer Ojeda; «La mentalidad araucana» del historiador Tomás Guevara y «El alma nacional» de Marques De Dosfuentes.
En ese mismo año, se publica «Chile contemporáneo», del novelista y Premio Nacional Luis Orrego Luco, texto donde el autor hace un recorrido geográfico e histórico que nos deja entrever, los variados elementos que afectan el desarrollo sano de la sociedad chilena.
Los Ensayos de la Generación Centenario
Un ya genuino representante de la Generación de 1910; es el político, periodista, empresario, novelista y cuentista Tancredo Pinochet Le- Brun, en su obra titulada «La conquista de Chile en el siglo XX» de 1909, donde el autor hace denuncia, sobre nuestra dependencia cultural y económica frente a los imperios de turno, adjudicando la responsabilidad de dicho estado de cosas, a la indiferencia de muchos y la complicidad de algunos, que participaban de los poderes «detrás del poder».
Continuación de este estudio, fue el ensayo de este mismo autor, titulado: «Oligarquía y democracia», que en algo se adelanta a la obra de Alberto Edwards «La fronda aristocrática».
Otro texto, de este autor es «Un año de empleado público en Chile» de 1914, donde relata su experiencia como Director de la Escuela de Artes y Oficios, período donde hizo una de las mayores reformas modernizadoras del sistema de instrucción técnica, proceso no ausente de polémicas e incomprensiones, texto de una notable vigencia para quien es sujeto de su interés, el problema de la educación dirigida al trabajo en Chile.
En 1910, y en forma de carta pública escrita al Presidente de la República Aníbal Pinto, aparece el libro «Sinceridad. Chile íntimo de 1910» de Valdés Canje, autor más conocido por su pseudónimo «Alejandro Venegas».
En este libro, el autor desde un aspecto muy crítico, desencantado e incluso antinacional y nihilista; expondrá las miserables condiciones de vida que sufría gran parte de la población de nuestro país, denunciando la responsabilidad en ello, de los sectores de la oligarquía y la plutocracia; rehusando paralelamente, el sistema que el autor veía, como el que sustentaba el poder de dichas clases, así como sus instituciones , simbología y ritos; haciendo eco del análisis desarrollado por las doctrinas sociales internacionalistas, como el anarquismo y un proto marxismo, coincidiendo en esa lectura, con algunos juicios políticos expresados por el entonces destacado líder sindical de la FOCH (Federación Obrera de Chile) y creador del partido Obrero Socialista de Chile (1912), don Luis Emilio Recabarren, organización que como sabemos, pasó ha denominarse en 1922 como: partido Comunista de Chile.
En 1911, aparece «La historia de los partidos políticos chilenos» de Alberto Edwards , donde hizo un análisis de las organizaciones políticas tradicionales de nuestro país.
Ahí liberales y conservadores son objeto de su estudio, ya sea en sus concepciones ideológicas, doctrinarias, historiografía y desarrollo práctico en nuestra realidad local.
En ese texto, ya se evidencia la influencia del destacado filósofo Oswal Spengler en la lectura cíclica de la historia (circular), similar en algunos aspectos, a la concepción marxista del determinismo histórico (lineal).
Dentro de esa misma temática, aparece Enrique Tagle con «Liberales y conservadores» y Moisés Pobrete Troncoso con «Nuestro seudo- régimen parlamentario».
Otro destacado ensayo de ese tiempo es: «Nuestra inferioridad económica» (1911-12), del político e historiador premio nacional Francisco Antonio Encina Armanet, texto que constituye uno de los estudios más completos del Chile de principios del siglo XX, donde se hace un análisis que retoma algunos aspectos de los contenidos expresados en la obra de Nicolás Palacios, pero centrándola principalmente, en el desarrollo económico nacional, formulando algunas posibles vías para su solución, propuestas que curiosamente, son de una total vigencia.
Este estudio, concentra el contenido de una serie de conferencias dadas por el autor, que se habían desarrollado años antes, en el marco de erigir la debida conciencia y apoyo en la opinión pública hacia la adopción, de una reforma al sistema educacional.
Así, dentro de este mismo esfuerzo desarrollado por variadas personalidades, debemos destacar también «Observaciones para una reforma de nuestra enseñanza» de Francisco Araya Benett.
Todo este trabajo concluyó finalmente, con la aprobación en el parlamento de la Ley de Instrucción Básica Obligatoria.
Le seguirá: «El papel moneda» del destacado economista Guillermo Subercaseaux, texto donde el autor hace un análisis respecto a sistema económico entonces imperante, sus efectos en nuestro país y su incidencia en la vida cotidiana, elaborando una propuesta desarrollista en favor de mejorar las deficiencias detectadas. Defectos que inciden – a juicio del autor -, enormemente en el estado de descontento y agitación social.
Subercaseaux utilizó dicho estudio, como base para la confección de un programa económico, el cual fue incluido en las propuestas programáticas para la creación del primer partido nacionalista criollo la «Unión Nacionalista de Chile», fundado en 1914 y del cual asumió su liderazgo, hasta su disolución y fusión con el pacto político conservador Unión Nacional, quien sufrirá la derrota por un estrecho margen de votos, de su candidato presidencial Luis Barros Borgoño, ante la marea alessandrista.
Otros significativos aportes son: «El problema industrial del cobre en Chile y sus proyecciones económicas y sociales» de Santiago Macchiavello; «Estudios de la problemática comercial chilena e historia económica nacional» de Daniel Martner; «Problemas económicos de Chile» de Francisco Valdés Vergara; y «La cuestión social y la legislación social en Chile» de Jorge Silva, texto que nos recuerda la importante influencia que tuvo en los sectores católicos juveniles de la época, ligados por lo demás al partido Conservador, de la encíclica social Rerum Novarum (1891) y la importante labor desarrollada en la década siguiente , por personalidades como el jesuita Francisco Vives Estévez , quien a través de la Liga Social, promovió en la juventud la acción social, conforme a la encíclica Quadragesimo Anno de 1931.
Conclusión
Al revisar toda esta producción ensayística, nos permitimos destacar la evolución de la búsqueda respecto a los orígenes de los elementos que conforman nuestra identidad y su expresión espiritual y material.
En ese contexto, se partió con la materialidad de la posibilidad de establecer un prototipo racial de la figura del mestizo, en nuestro caso particular la «raza chilena», para luego evolucionar a su forma idiosincrásica «el alma de la raza» o el «ser nacional» con sus defectos y virtudes; para finalmente en la década del 30` establecer un patrón ideal de las conductas virtuosas que posee el chileno y las deseables a las que se espera que adquiera e internalice, expresado en el «ideal de chilenidad» o «concepto de chilenidad» ¿Cuánto de ello es verdad? ¿Cuánto de ello es una ficción? Eso está sujeto en un constante análisis.
Cada pueblo crea una visión ideal de sí mismo.
Por otro lado, el problema de cómo integrar esa visión local, en el ámbito positivo, en una realidad regional y continental; y saber hasta qué punto debemos apelar a paradigmas generados en otras realidades, los que por su aplicación sin mayor reflexión, en su forma y fondo, han contribuido con sus taras a trastocar los ideales nacionales y su proyección continental.
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