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Las borrosas reglas de la censura en España en Nada de Carmen Laforet durante el franquismo

por Sarah Veniot
Artículo publicado el 19/02/2025

Artículo en coautoría con
Jasmina Terzioska
Universidad de Santo Tomás, Canadá

 

Resumen
Este trabajo examina las normas de publicación durante la época franquista trazando y analizando la novela Nada de Carmen Laforet. Analiza temas prohibidos durante la dictadura, principalmente, la iglesia, la educación universitaria, el papel de las mujeres, entere oros temas. Por causa de las normas de publicación bajo el Franquismo, este ensayo mostrará cómo la autora demuestra una capacidad astuta de maniobrar la narración y la representación de sus protagonistas en su novela, Nada.

Palabras Claves
Nada, Carmen Laforet, franquismo, censura literaria, literatura de Siglo XX

La dictadura en España bajo el régimen franquista causó extensos problemas durante el siglo XX, ya fuesen dificultades económicas, políticas o sociales. La Guerra Civil Española de 1936 a 1939 fue provocada por los nacionalistas franquistas, tras no poder llegar al poder durante las elecciones de 1936 y de un fallido golpe de estado en julio de 1936. El objetivo de Franco con este golpe, y luego con la guerra, parecía ser de lograr un estado totalitario y así derrocar a la república democrática de España que acababa de ser elegida. Franco finalmente salió victorioso de la guerra, gracias a la ayuda militar de Alemania y de Italia. Después de la victoria, se presentó a sí mismo como el Caudillo de España, todo el tiempo provocando la muerte de cientos de miles de ciudadanos españoles durante la guerra o durante su régimen, devastando a los ciudadanos del país. De esta manera, las opiniones más tradicionales y de la derecha que describían positivamente al gobierno español y de la iglesia se convirtieron en parte de la vida cotidiana de los ciudadanos españoles después de la Guerra Civil, ir en contra de esta ideología apoyada por el gobierno no era una opción. Este fue incluso el caso en los medios de comunicación, donde la representación de cualquier aspecto que pusiera en duda los valores de Franco, o lo criticara directamente, habría sido limitada debido a la intensa censura impuesta por Franco. Por ejemplo, el Servicio Nacional de Prensa fue responsable de la censura de una manera más amplia, afectando principalmente a las publicaciones periódicas. Estaba estrechamente relacionado con las Juntas de Censura, que funcionaban de manera relacionada pero más enfocado a medios específicos como los libros, obras de teatro, poesía, etc. Las Juntas Ejecutivas de Censura, estaban compuestas a menudo por miembros religiosos o personas que estuvieron muy involucradas en la política de Franco, tenían que revisar cada texto que se iba a publicar. Verificaban si se alineaba con las ideas y las normas políticas del gobierno y de la Iglesia Católica. En algunos casos se recomendaba el libro para una publicación con unos cambios necesarios para aparecer «menos liberal», o en otros casos se prohibía la publicación por completo. También hubo métodos de censura más extremos. Además, la censura de las obras no consistía exclusivamente en ocultar información al público, sino que también en agregar información a textos ya escritos para promover las narrativas del gobierno. Esto hizo que fuera increíblemente difícil para los autores de aquellos tiempos publicar sus trabajos con ideologías más izquierdistas, aspectos antirreligiosos o que discutieran las consecuencias de la guerra. Sin embargo, algunos autores encontraron formas de publicar sus textos eludiendo las reglas de los censores. Hacían esto sin mencionar directamente temas tabúes o presentándolos a los censores de una manera que sabían que se consideraría aceptable. Además, los conceptos típicamente censurados en la literatura se mostraban claramente en el texto, por lo tanto, de manera explícita, o se ocultaban estratégicamente o de una manera implícita. Tal es el caso de la autora Carmen Laforet en su novela de posguerra civil, Nada, un texto que gira en torno a una joven llamada Andrea que vive con la familia de su tía durante sus estudios en Barcelona. Teniendo esto en cuenta, muchos temas relacionados con la ideología de izquierda, generalmente censurados durante el régimen de Franco, están presentes en Nada. A pesar de la censura, se incluyen elementos contra la iglesia, elementos contra el estado debido a la guerra civil y elementos en cuanto a los derechos humanos sobre todo los derechos de las mujeres.

Para empezar, los aspectos en relación con la iglesia católica y en contra de la iglesia son discutidos cuidadosamente en Nada para evitar la censura, estando presentes tanto de forma implícita como explícita. Esto es porque la iglesia católica estaba involucrada en la vida cotidiana de las masas y la política. Por ejemplo, organizaciones religiosas como el Opus Dei, tuvieron una influencia en la representación católica en la literatura que estaría vinculada a sus conexiones con el propio Franco y el gobierno. Según The Political Ideas of Opus Dei in Spain de Leslie Mackenzie, “by 1957 two ministers in Franco’s government were generally considered to be members of the Opus” (Mackenzie 72). Uno fue el ministro de Hacienda, Navarro Rubio; y el ministro de Comercio, Ullastres Calvo. Esto indica que el Opus Dei tenía un lugar en el gobierno y su influencia en la formulación de políticas del régimen. Su conexión con Franco tampoco fue una sorpresa considerando su ideología más derechista:

Each member had the duty to lead an upright Catholic life and at the same time to convert the maximum possible number of his fellows to active Catholicism (or to membership of the Opus Dei), through the ex-ample of his life. This implied not only proficiency and diligence atwork, but also the traditional spiritual values such as humility,chastity, obedience, etc. (Mackenzie 72)

 A través del aparato educativo, el poder político también fue fácil de obtener para los grupos religiosos, ya que ayudaron a Franco a promover las ideologías de su gobierno.  Franco’s Failed War of Legitimacy: Constructing the Historical Memory of the Spanish Civil War in Education de Cameron Cupp amplía aún más esta idea diciendo,

Now having forged a strong relationship with the Catholic Church, Franco would allow them to assume control of education, as they had traditionally. In a partnership with the Church, Franco required loyalty in order to execute his strategy of indoctrination. It was not enough for people to fear Franco, he needed them to respect and revere him in order to construct his regime. (Cupp 28)

Por lo tanto, la religión católica estaba siempre presente en la vida de las personas, lo quieran o no, y había sido una parte inmensa de la literatura de la época. No sólo esto, sino que la iglesia misma estuvo involucrada en la censura. Las Juntas Ejecutivas de censura, junto con los censores en España, fueron compuestas con frecuencia por miembros religiosos. Como se recoge en el texto Censored Translations in Franco’s Spain: The TRACE Project – Theatre and Fiction (English-Spanish) de Raquel Merino y Rosa Rabadan, “The control of text production, both native and translated, was exerted by juntas de censura, committees composed of Church representatives, lower-rank officials and men of letters functioning under the supervision of the authorities.” (Merino y Rabadán, 125). De modo que la iglesia era responsable de la aprobación de los textos, lo que significaba que la religión católica debía ser discutida de una manera que no sólo agradara a Franco, que también era católico, sino también de una manera aceptable en los ojos de la iglesia.

Cuando se trata de Nada, hay muchos elementos antirreligiosos presentes en el texto que normalmente no serían del agrado de los censores. Sin embargo, Carmen Laforet los aborda de forma muy concreta. El primer ejemplo de esto es con el personaje Tía Angustias, la tía de la protagonista Andrea. La Tía Angustias es sumamente religiosa, y es una excelente representación de la adoración del gobierno de Franco por la iglesia, o de lo que debería creer un buen español. Ella asiste regularmente a la iglesia y se convierte en parte directa de ella, lo cual queda claro cuando Andrea lo revela, «Entonces me explicó que volvía al convento donde había pasado aquellos días de intensa preparación espiritual» (Laforet 80). También habla constantemente del catolicismo y de Dios, «Pero yo les perdono y rezo a Dios por ellos» (Laforet 23).

Su charla habitual sobre religión seguramente habría complacido a los censores, sin embargo, si el lector analiza las características atribuidas a la Tía Angustias por otros personajes, puede ser fácil de reconocer que hay un trasfondo de crítica en la forma en que la autora retrata la religión, a través de su personaje, ya que la Tía Angustias regularmente es vista como una villana y malvada por Andrea y tiene una mala relación con ella. Esto se puede comprender cuando Andrea dice, «Porque estoy segura de que adivinó mi antipatía por Angustias» (Laforet 147). Además, a Andrea no le gusta la Tía Angustias por su contundencia al hablar también de religión con ella. Andrea continua, “Yo no estaba decepcionada, sino sorprendida, pues a todos los oficios religiosos, Angustias me hacía ir con ella y le gustaba vigilar y criticar mi devoción” (Laforet 57).

La Tía Angustias parece reflejar aquí la firmeza que Andrea ve en la influencia de la iglesia católica en la sociedad. Su negativa percepción de un miembro religioso de su familia se combina con la imposición de la religión a su vida por parte de un personaje repugnante. Esto es particularmente notable porque la Tía Angustias parece no ser consciente del control que la iglesia católica tiene sobre su vida, sobre sus discusiones habituales, y luego, a su vez, espera que Andrea sea influenciada de manera similar por el catolicismo. El hecho de que el personaje principal muestre tal antipatía hacia el miembro más religioso de su familia y de su opinión, podría ser una crítica oculta hacia la propia fe católica, ya que el personaje de la Tía Angustias actúa como una representación de la religión como ya mencionamos. Esto nos hace ver nuevamente a los personajes religiosos, sus devociones y sus deseos de hacer que otros actúen de manera similar a ellos, bajo una luz negativa o deprimente. Aunque los personajes hablan positivamente de la religión católica, la única representación que tiene la religión católica a lo largo de la novela es negativa, ya que el personaje principal ve a estos personajes religiosos como especies tristes. Este aspecto también indica que la necesidad de la Tía Angustias de ser parte de la iglesia católica no dictaría si el personaje es una buena persona o no, sino que más bien, su asistencia a la iglesia se debió probablemente al hecho de que las normas sociales en ese momento han sido lo suficientemente influyentes como para hacer que cualquiera sintiera que necesitaba estar allí.

La idea de que las personas que van a la iglesia pueden ser malas personas probablemente no sea un concepto que les hubiera gustado a la iglesia o a las juntas de censura. Sin embargo, esta estrategia textual facilitaba fácilmente el engaño de los censores, ya que la crítica a la religión cuando se trata de este personaje está completamente implícita y no se indica explícitamente. A pesar de ello, los conceptos antirreligiosos de la novela adquieren un enfoque completamente nuevo con el personaje de Román, el tío de Andrea, quien regularmente habla del dios Xochipilli, de la religión azteca, como se ve cuando Román interpreta una canción «compuesta en honor del dios Xochipilli.» (Laforet 119).

Durante la época de la censura, estaba prohibido de hablar de otras religiones o aspectos de otras religiones en los textos, considerando que “all public spectacles (plays,films,night-clubs, etc.) will be prohibited if they offend in any way: the Roman Catholic Church, its dogma, its morality or its cult,”(O’Connor, 3), según Censorship at Work de Patricia W. O’Connor. Esto en sí mismo puede compararse también con la historia de España en relación con la religión. Por ejemplo, la Inquisición española que duró de 1478 a 1834, tenía el objetivo de mantener la ortodoxia católica, al tiempo que afectaba principalmente negativamente a los judíos y musulmanes, provocando torturas y procesamientos. El deseo de Franco de centrar únicamente la religión católica en las vidas de los españoles, y sus vínculos con la Alemania y su fascismo, pueden por tanto aparecer como una continuación de la Inquisición Española. Su uso constante del simbolismo de la Reconquista, desde el año 718 hasta 1492, en su propaganda, por lo tanto, utilizando una guerra entre cristianos y musulmanes para promover su agenda política, sería otro indicio de elementos contra el islam derivados del pasado. Por lo tanto, la discusión de Román en torno a otras religiones no es sólo un ataque al gobierno de Franco, sino también a los estrictos y duraderos vínculos de España con el catolicismo. Esto no sólo ataca el deseo de Franco de promover únicamente el catolicismo, sino también los aspectos de la historia española que representan y continúan afectando la ideología de su gobierno y de la iglesia. Entonces, lo que dice el personaje de Román normalmente no se permitiría publicarse, especialmente considerando el hecho de que nunca habla de la religión católica durante el resto de la novela para equilibrarlo. Curiosamente, el dios Xochipilli es una representación del amor, la danza, la creatividad y en general aspectos positivos. La razón de la obsesión de Román con este dios en particular también podría ser una forma implícita de Laforet de incluir un elemento positivo sobre una religión diferente en el texto, sin hacerlo explícitamente.

Sin embargo, Román se presenta en la novela como una persona terrible, ya que se ve en la forma en que lo describen, “Es una persona mezquina y mala» (Laforet 130) o «porque en el fondo, Román me ha inspirado siempre un poco de miedo» (Laforet 207). Esta percepción negativa muy explícita de Román permitiría a las juntas de censura sentirse cómodas con la mención de que cree en una religión no católica en la novela, ya que su personaje es tan horrible y cruel que esto podría verse como una representación de cómo serían las personas comunes y corrientes no católicas.

A pesar de que los personajes anteriores como la Tía Angustias, también son representados de manera negativa, todavía se los describe en favor de la religión, pero de una forma implícita. Román, por otro lado, se muestra explícitamente como no confinado a las reglas de la ideología católica, sino que se lo pinta como un personaje verdaderamente diabólico, incluso comparándose con el diablo «La riza de Román me alcanzaba, como la mano huesuda de un diablo que me cogiera la punta de la falda…» (Laforet 73). También recibió un destino mucho peor que el de cualquiera de otras personas en la novela, termina suicidándose, lo que también podría ser una representación de lo que sucede cuando no se sigue adecuadamente la religión católica en una dictatura ultraderechista. Independientemente de los ejemplos implícitos o explícitos de la retórica anticatólica, Carmen Laforet fue capaz de introducir este tema «tabú» en su novela manipulando claramente las restricciones de contenido impuestas por los censores.

Para continuar, Nada analiza elementos que van directamente contra el gobierno español en muchas partes de la novela, que normalmente no habrían sido aceptados por los censores. Cualquier crítica hacia el gobierno durante la dictadura estaba terminantemente prohibida, como lo señala el artículo, Censorship at Work, “All public spectacles will be prohibited if they offend in any way (2) the fundamental principles of the state, its dignity and the internal and external security of the country” (O’Connor, 3). Teniendo esto en cuenta, Carmen Laforet tuvo que saber cómo maniobrar su obra con estrategias textuales para soslayar la censura, pero a la vez ser implícita en sus críticas a los efectos que la guerra tuvo en el pueblo español.

Cualquier crítica a la guerra civil española o que describiera sus efectos negativos era habitualmente censurada, ya que fue provocada por el franquismo. Teniendo esto en cuenta, una crítica al gobierno durante este tiempo podría incluir los resultados que tuvo el gobierno español en la moral y la salud mental de la gente después de la guerra civil. En el artículo, Association between traumatic events and post-traumatic stress disorder: results from the ESEMeD-Spain study:

PTSD after the Spanish Civil War is well documented (López-Ibor, 1942; Villasante, 2010). Man-made disasters are thought to have more severe clinical impairments compared with natural disasters, and could also produce lack of trust in others and in the community (Amaddeo & Tansella, 2012; Sederer, 2012). Moreover, other traumas are common during and after a civil war, such as being a refugee, witnessing atrocities or seeing dead bodies. (Olaya et. al)

Esto indica que muchas personas en España que tuvieron estas experiencias a menudo habían sentido los síntomas muy graves del trastorno de estrés postraumático, que pueden incluir evitar a los demás, que lo lleva a la soledad, pensamientos negativos sobre el mundo y las personas que los rodean, dificultad para expresar emociones positivas o incluso prepararse regularmente para situaciones peligrosas. Esto significaría que cualquier discusión sobre los sentimientos negativos hacia el entorno o dificultades con la salud mental en una novela posterior a la guerra civil aludiría a los impactos que tuvo el gobierno de Franco en la salud mental de la población española, algo que se discute ampliamente en Nada.

La forma principal en que mostró esta tristeza y un sentido de soledad provocadas en postguerra civil fue a través de los sentimientos habituales que sentía Andrea. El personaje más importante de la novela que represente estos impactos es una poderosa declaración de Laforet sobre cuán severos han sido los efectos de la guerra en la población, mostrándolo todo a través de los lentes de la joven Andrea, «Me pareció un poco aterrador este continuo rumiar de las ideas que él me había sugerido. Me encontré sola y perdida…» (Laforet 73).

Esta es una demostración del miedo y la soledad que sentía la gente después de la guerra. Además, dice, «Tenía miedo de meterme en aquella cama parecida a un ataúd. Creo que estuve temblando de indefinibles terrores cuando apagué la vela» (Laforet 17). Esto también muestra sus constantes sentimientos de terror, siendo un claro resultado de vivir en Barcelona por el efecto que tuvo la guerra civil, de su influencia en la salud mental de los ciudadanos como Andrea, y el efecto que tuvo el franquismo en esto también. Todos sus pensamientos y razonamientos son guardados, nunca dice lo que piensa a otros miembros de su familia o a sus amigos. Este aspecto se podría considerar como un reflejo de la soledad que le provocó la guerra, sus sentimientos son procesados de una manera que sólo es visible y comprensible desde su punto de vista, debido al aislamiento que siente a los efectos de la guerra. Esto también se entiende ya que su reflexión del mundo que la rodea llega cuando está sola ya sea en su casa o en las calles de Barcelona, siendo ambas zonas lugares donde puede comprender y visualizar la pobreza, la tragedia y la ira que la rodea a causa de la guerra provocada por los nacionalistas. Otra forma en que Laforet criticó implícitamente al Estado al explicar los efectos de la guerra civil fue dentro de las descripciones espaciales, siendo también indicios de los efectos de la guerra, «Aquellas gentes moviéndose o mirándome en un ambiente que la aglomeración de cosas ensombrecía, parecían haberme cargado con todo el calor y el hollín del viaje, del que antes me había olvidado» (Laforet 14).  Explica cómo la gente de Barcelona en general se quedó en una situación de angustia después de la guerra civil. La forma en que se describe la ciudad de Barcelona y sus habitantes tiene un trasfondo increíblemente triste a lo largo de toda la novela, «Había una soledad impresionante, como si todos los habitantes de la ciudad hubieran muerto» (Laforet 91).

Además, Laforet utiliza la ira que sienten los personajes como una representación del trauma y una manifestación de miedo dentro de la novela, así como la ira hacia la situación en la que se les ha metido. Juan, uno de los personajes principales del texto y el otro tío de Andrea, es una persona extremadamente enojada, similar a su hermano Román, pero mucho peor en términos de violencia física. Constante y físicamente abusa de su esposa, Gloria, «Juan cogió el plato de papilla del pequeño y se lo tiró a la cabeza» (Laforet 25). También abusa regularmente de su hermana, la Tía Angustias, «Juan intentaba golpear con una silla la cabeza de Angustias y ella había cogido otra como escudo y daba saltos para defenderse.» (Laforet 57).

Es obvio que Juan no es estable mentalmente, es extremadamente agresivo, lo que absolutamente puede ser provocado por situaciones de alto estrés, como por ejemplo con ansiedad, o por rabia genuina respecto a las circunstancias en las que vive. También podemos reconocer que su causa de miedo proviene directamente de sus experiencias en la guerra, ya que una de las formas principales en que abusa emocional y físicamente de su esposa ocurre cuando menciona la muerte o el asesinato, como cuando ahogaba a Gloria en la bañera, diciéndole a su esposa: “¡Te voy a estrangular! ¡Maldita!” (Laforet, 101). La respuesta inicial a sus sentimientos de ira regularmente resulta en amenazar con matar a otros, siendo una consecuencia de los cadáveres de la gente asesina en la guerra. Asocia sentimientos de miedo e ira con la muerte debido a las circunstancias increíblemente estresantes y devastadoras de la guerra que presenció. Así, Carmen Laforet es capaz de utilizar las emociones y experiencias vitales del personaje de Nada para criticar sutilmente los efectos de la guerra en los ciudadanos de España, evitando al mismo tiempo las normas típicas impuestas por los censores.

Carmen Laforet también analiza de una manera bastante creativa otros temas típicamente censurados o no discutidos a lo largo de Nada, todos relacionados con el tema de los derechos de las mujeres. Durante el régimen de Francisco Franco, los derechos de las mujeres no fueron reconocidos, a pesar de tener la Sección Femenina dentro del gobierno de Franco, liderada por una política llamada Pilar Primo de Rivera, que era hermana de Miguel Primo de Rivera, el fundador de la Falange. Los objetivos de su grupo eran principalmente definir lo que debía ser una mujer española, por supuesto reforzando las ideas del gobierno de Franco en este sentido, especialmente considerando su estatus como institución oficial dentro de su partido. Historical Models—Contemporary Identities: The Women’s Section of the Spanish Falange and its Redefinition of the Term ‘Femininity’ de Inbal Ofer, sin embargo, explica las diferentes interpretaciones que existen de los objetivos de la sección femeninas:

The women who were interviewed specifically emphasized the way in which the SF encouraged a growing number of women to enter higher education. Many felt that despite the mounting criticism levelled at them in the years following the transition to democracy, the organization to which they belonged, and they themselves, had contributed profoundly to the integration of women into the ‘Francoist public sphere’ (Ofer 664).

Por el contrario, Contradictions in the Feminine Ideologies of the Spanish Falange: an Analysis de Purity Ada Uchechukwu demuestra que esto no siempre fue así, incluyendo una cita de Pilar Primo de Rivera, “Las mujeres nunca descubren nada; les falta, desde luego, el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho” (Uchechukwu 5). Si bien los objetivos de la Sección Femenina han sido muy debatidos a lo largo del tiempo, es evidente que independientemente de identificarse como un grupo feminista o no, habría habido una completa falta de interseccionalidad en su comprensión de lo que fue el feminismo:

Some historians pointed to the fact that as far as women were concerned the racial myth performed a very specific ideological function. It enabled the regime to present nationalist women as guardians of traditional morals and values and by capitalizing on their symbolic destiny distance them from the truly important spheres of everyday life, such as the economic and political (Ofer 668).

Esto significaría que incluso si la Sección Femenina fuera potencialmente útil para las mujeres españolas, la probabilidad de que beneficiara a las mujeres que no encajaban en el entorno religioso o étnico apoyado principalmente por el gobierno de Franco habría sido escasa. Por lo tanto, los derechos de las mujeres en España en la época de Franco habían estado liderados principalmente por un grupo estrechamente vinculado a sus ideologías en torno a las mujeres, principalmente relacionados el rol de amas de casa tradicional, aunque también carecían claramente de interseccionalidad.  Considerando esto, había faltado un acceso confiable a recursos feministas, especialmente para mujeres no asociadas a las creencias básicas de un «buen español» en ese momento (español, católico y alineado con la política del estado).

Esto también influye en temas más centrales de la propia Nada, como la educación y la violencia hacia las mujeres, que habrían sido temas que a las mujeres les habría resultado difícil discutir en general en ese momento. Para empezar, según un artículo titulado La Educación de Las Mujeres en el Franquismo de Sara Folch, «En el concepto cristiano del hogar, la mujer es esencialmente la esposa y la madre que gobierna la casa, atiende al marido y educa a los hijos» (Folch) y «la mujer de posguerra no debía excederse en su feminidad. Rehuyendo las pasiones incontroladas, la educación buscó imponer en las mujeres un cierto hieratismo sentimental, el gusto por la atonía, la pasión por la rutina» (Folch). Debido a esto, la educación de las mujeres normalmente no se discutía mucho en el aparato educativo, o si se incluye se centra en información sobre la “buena esposa,” ya que las mujeres fueron expuestas a ese tipo de noción en las escuelas, desde edades muy tempranas. La educación de género durante el periodo Franquista: Un estudio a través de los cuadernos escolares de Gabriel Parra Nieto y Sara Serrate Gonzalez explica la profundidad del control de Franco sobre la educación de las mujeres españolas:

El adoctrinamiento franquista, cargado de ideas machistas, se vale de poderosos componentes emocionales que fomentan el desempeño de labores domésticas para alcanzar la realización personal. Las mentes de las futuras mujeres se moldean para que estén cargadas de estereotipos que solo favorecen al hombre, pero que ellas deben aceptar dócilmente, asumiendo el rol que les corresponde. (Nieto y Gonzalez 151)

No sólo se promovieron ideas más tradicionales en las escuelas para niñas, sino que también se les impidió perseguir objetivos distintos a ser una «buena esposa española» debido a la desafiante hazaña de poder asistir a la universidad en primer lugar. Algunas niñas, que podían permitirse el lujo de continuar sus estudios, lo que ya era poco común, podían pasar por el programa de bachillerato, que normalmente consistía en ciencias y se realizaba en los dos últimos años de la escuela secundaria y necesario para continuar con los estudios universitarios. Sin embargo, esto no siempre llevó a obtener un título universitario. Little intellectuals. Girls’ academic secondary education under Francoism: projects, realities and paradoxes de Antonio Fco. Canales, cita a E. Herrera Oria, quien estaba muy involucrado en la educación católica, y lo que había observado al respecto:

These girls stay on in secondary education, in many cases hoping to go on to university. In reality, a very small percentage goes to university. The others merely become little intellectuals who lack the training for domestic life. Today’s girls are not like those before. Previously, girls prided themselves on learning to sew, knit and cook. Today they despise these things, and many do not even know how to sew on a button. Who is going to take care of the family tomorrow? (Canales 2012)

Por lo tanto, la presencia de las mujeres en la universidad no era comunes durante la España franquista. La representación de una joven en la universidad, desafiando la idea de las normas de género tradicionales para las mujeres, se habría posicionado en contra de las ideas del gobierno sobre lo que una mujer «debería estar haciendo.» Además, en aquella época se consideraba que la educación estaba vinculada principalmente a los hombres, debido a la prohibición de la coeducación en las universidades y las escuelas. Como dice el artículo Gender Labor Policies in the Franco Dictatorship (1939–75):  The Discursive Construction of Normative Femininity de Uxía Otero–González, de la Universidad de Santiago de Compostela:

One of the first educational measures of the rebels was to suppress coeducation in September 1936. Given the connivance between the Francoist state and the Catholic Church, Francoist femininity was, to a large extent, inspired by Catholic ideals, and its policies were designed according to Catholic morality (Otero-González, 202).

Todos estos aspectos de la educación de las mujeres están presentes en Nada, donde el único motivo de Andrea para estar en Barcelona con su familia es sus estudios universitarios. Sin embargo, es evidente que Laforet sabía que sería censurada si ponía en duda las ideologías contra la educación de las mujeres del gobierno de Franco más en profundidad. Por lo tanto, sólo incluyó la educación de Andrea en el trasfondo de la trama. A menudo, cuando escuchamos que Andrea estudia, es simplemente para explicar con más detalle su dinámica con otros miembros de la familia, en el caso cuando habla con Román en un momento dado y le dice «No, Román, gracias. Esta tarde quiero estudiar» (Laforet 68). Esto es sólo para alejarse de él, ya que Andrea explica más tarde, «Me sentí rígida y suavemente empecé a despegar sus dedos de mi brazo. -Hoy, no Gracias» (Laforet 68). Podemos entender así que sus estudios son utilizados como excusa para alejarse de Román. Por otra parte, los estudios de Andrea se utilizan para promover sus conexiones con otras personas, como sus compañeros de clase, o para ayudarla a alejarse de los miembros de su familia. La razón por la que no se habla mucho de la educación de Andrea se debe en parte al hecho de que la universidad de Andrea en la novela es una universidad de coeducación, ya que la protagonista conoce a muchos amigos varones mientras estudia en Barcelona. Por lo general esto habría sido, ya que la coeducación universitaria no formaba parte dentro de las normas del franquismo. Laforet habla tan sutilmente de este hecho que casi pasa desapercibido para el lector, aunque es evidente que Andrea va a la escuela y es amiga de los varones. Debido a esto, nunca vemos su educación independientemente de otros personajes o como punto central de la trama de la historia, ya que principalmente solo existe en el fondo. Esta es una estrategia narrativa inteligente utilizada por Laforet, al seguir incluyendo la idea de la educación de las mujeres y de la coeducación en las universidades y apoyarla, pero sin priorizar sobre otros elementos, para no terminar con la poda.

Otro aspecto discutido de los derechos de las mujeres discutido en la obra es la violencia específica del género, en este caso la violencia doméstica hacia las mujeres. Una de las protagonistas, Gloria, es abusada periódicamente por su marido, Juan. Sin embargo, no se permitía hablar de abusos en las relaciones de pareja, ya que “Also prohibited are images that offend conjugal love” (O’Connor, 3), según Censorship at Work de O’Connor. La violencia verbal y física también se modificó a menudo en los libros, “Popular fiction in translation clearly illustrates the type of ideologically clean texts favoured by censorship boards, although references to extreme violence or dirty language were frequently corrected” (Merino y Rabadán, 137-138).

A pesar de que los censores no aprobaron las representaciones de matrimonios inestables, y de que la violencia en la literatura era típicamente censurada en general, el propio franquismo fue responsable de la violencia y el abuso sexual hacia las mujeres. A Qualitative Study on Violence against Women during Franco’s Dictatorship in Spain analiza cómo el régimen de Franco afectó la seguridad, o la falta de ella, de las mujeres después de la guerra civil:

As well as female submission, the regime sought to hinder social mobilisation by publicly punishing women. Many of the women identified with the values of the regime and were even agents of repression. Others, however, who identified with the Popular Front, were affected by political persecution and suffered gender-based violence under Franco’s regime. They suffered a high degree of cruelty, few murders, but rapes, hair shaving or the ingestion of castor oil as a symbol of punishment and purification in society. (Cayetano et al. 2)

Por lo tanto, la representación de la violencia entre Juan y Gloria también puede ser un directo paralelo entre el trato del gobierno español hacia las mujeres, por lo que Carmen Laforet puede implícitamente criticar las acciones del gobierno español en Nada una vez más. Ella puede evitar la censura de los censores, mientras demuestra muy explícitamente el abuso doméstico. Hay muchos ejemplos de esta violencia entre las discusiones de estos dos personajes. Por ejemplo, cuando Gloria le dice a Andrea sobre Juan “¿Te das cuenta de que no puedo vivir aquí? No puedo… Me va a matar, y yo no quiero morirme.» (Laforet 192). El hecho de que estos aspectos fuesen aceptados a pesar de las reglas de la censura es en realidad notable, especialmente porque el abuso doméstico se muestra explícitamente en la novela. Sin embargo, si tomamos en cuenta cómo se retrata a Juan, queda bastante claro que se le describe como inestable y cruel «La boca de Juan echaba espuma y sus ojos eran de esos que solo se suelen ver en los manicomios» (Laforet 226). Por lo tanto, Laforet puede discutir los temas relacionados con el abuso doméstico sin que su trabajo sea censurado al insinuar que Juan está mal de la cabeza, y al mismo tiempo poder hablar sobre la violencia hacia las mujeres. Al reflexionar sobre la relación de Juan y Gloria, podemos entender otra cuestión de los derechos de la mujer en España en torno al matrimonio. El franquismo fue responsable de hacer cumplir reglas que básicamente permitían a los maridos controlar completamente a sus esposas, haciendo que los derechos de las mujeres fueran aún peores de lo que hubieran sido en el tiempo Medieval. Marjorie Ratcliffe en el artículo “Matris et munium …» Marriage and Marriage Law in Medieval Spanish Legislation, nos explica:

The indissolubility of the conjugal tie was proclaimed by the Church and divorce was technically forbidden by the eighth century. Nevertheless, at least among the upper classes, repudiations, annulments and separations were frequent. It was not unlikely in medieval Spain to find women who had been married and repudiated various times (Ratcliffe, 105).

Esto fue mucho más progresista que durante el período en que Francisco Franco estuvo en el poder, ya que “Franco’s rule repealed the republican laws and restored the power of the Church. Divorce was abolished and religious marriage became mandatory for Catholics. Anyone who did not follow Catholic morals was suspected of being a potential enemy of the new state” (García-Fernández, 5).

Por supuesto, la influencia de la iglesia en todos los aspectos de la vida española durante el régimen de Franco fue innegable y extrema. Esto significa que su dominio sobre el matrimonio, algo a menudo considerado sagrado y un ritual religioso, también había sido intenso: “For Catholics, it was not worldly happiness but that of the afterlife that mattered. They understood life as a vale of tears that people had to endure with selfless submission” (García‐Fernández 6). Esto también se relacionaría con la dificultad de Gloria para divorciarse de Juan a pesar del abuso, ya que la iglesia creía que el matrimonio era algo que había que soportar y vivir independientemente de la infelicidad. Esto sería a pesar del abuso físico y verbal también. Leemos:

As opposed to romantic love, Christian love put the well-being of others and the interests of the community, the Church, and the nation before individual comforts. For this reason, self-denial, understood as a particularly feminine feature, was praised as a virtue necessary to withstand any family misadventures, failures and even violence (García‐Fernández 6).

Con las nuevas problemáticas relacionadas con el matrimonio y el divorcio provocados por el gobierno de Franco, es fácil entender por qué Gloria no habría podido dejar a su marido abusivo, como hubiera podido hacerlo en una España no franquista. Esto vincula directamente las cuestiones que rodean los derechos de las mujeres, en relación con los abusos a las mujeres y la capacidad de abandonar a un cónyuge abusivo, una vez más impedido por Franco y la Iglesia Católica bajo su gobierno. Carmen Laforet puede así volver a criticar las cuestiones que rodean los derechos de las mujeres en España, demostrando lo que le puede pasar a una mujer atrapada en un matrimonio con una pareja abusiva, debido a las leyes impuestas por el régimen de Francisco Franco.

Para concluir, Nada es un libro que habla mucho más de la historia de una joven y su familia. La autora de la novela logró hablar de temas típicamente tabú en la sociedad española y contenidos normalmente censurados, ya sea en relación con mensajes antirreligiosos, ideológicos antigubernamentales o problemas en torno a los derechos de las mujeres en el matrimonio o en la sociedad. Al hacerlo, ella misma iba en contra del gobierno y demostraba que sí podía escribir lo que quer sin importar la forma de gobierno que tenga su país. Su fama y su capacidad para ganar capital literario a partir de una novela que, de por sí, habría sido controvertida en su momento, es una forma de rebeldía. A pesar del inmenso cargo que la Iglesia católica tenía en la sociedad española de la época, personajes como Román y la Tía Angustias representan, de dos maneras muy contrastantes, claros mensajes anticatólicos que se incluyen cuidadosa e inteligentemente a lo largo de la novela de Laforet. Además, la percepción negativa del personaje principal sobre la devoción o la personalidad de sus familiares se entrelaza con la devastadora realidad de su mundo y su vida, demostrando el dolor y la tristeza vividos por la población en general después de la guerra civil. El efecto del gobierno de Franco en el mundo de Andrea, como se muestra a lo largo de sus emociones y perspectivas sobre Barcelona, está escrito con el fin de señalar con el dedo al gobierno español por las trayectorias que ha causado a su propio pueblo. La adición de elementos relacionados con los derechos de las mujeres a la educación, la libertad de divorciarse y a estar a salvo de la violencia extrema, están implícitos de manera creativa para demostrar la lucha de las mujeres cotidianas durante la era posterior a la guerra civil. En tal caso, Nada es una representación de la importancia de la literatura en la difusión de mensajes, a pesar de la intensa censura. Esos mensajes podrían entonces ser para derribando, a través del arte y las palabras, los rígidos pilares del régimen de Franco durante el siglo XX. Estos elementos se relacionan con la idea detrás de la palabra “nada”. Después de la guerra civil y los cambios realizados por el régimen de Franco, gran parte de la población española perdió mucho, ya sea familia, derechos, acceso a practicar su propia religión, etc., lo que los dejó sin nada.

Sarah Veniot
Artículo publicado el 19/02/2025

Obras Citadas
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