EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
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La importancia de Schopenhauer.

por Patricia Cerda
Artículo publicado el 25/09/2015

Si hay algo en el mundo que sea deseable, tan deseable que hasta el mismo montón en sus momentos iluminados lo viese como más valiosos que el oro y la plata, sería que un rayo de luz cayera en la oscuridad de nuestra existencia y nos llevara a alguna conclusión sobre este mundo misterioso, donde lo único claro es la miseria y la nada [1].

Actualmente hay en Occidente dos tradiciones filosóficas, una fundamental, cuyo eje son Kant y Schopenhauer, y una interpretativa o fenomenológica que basa sus reflexiones en los fundamentos de la primera. La segunda va de Nietzsche a Husserl y Heidegger y de allí a los filósofos franceses de moda. Mientras la primera se avocó a analizar la esencia del mundo y tuvo su punto culminante en el pensamiento de Arthur Schopenhauer, la segunda se ha dedicado a analizar las relaciones entre las cosas de la superficie del mundo, tales como la comunicación, la importancia del otro como espejo del yo… Todos estos temas están, sin embargo, ya analizados en la obra monumental de Schopenhauer: Die Welt als Wille und Vorstellung (El mundo como voluntad e imaginación) (2). Schopenhauer no dejó al parecer nada esencial sin analizar. Esto llevó a Tolstoi a opinar, seguramente con razón, que este maestro es el hombre más inteligente que ha pasado por el planeta. Sin embargo, sigue siendo un filósofo casi desconocido en Chile por el simple hecho de estar mal traducido al español. Ya el título está mal traducido. La traducción correcta de Die Welt als Wille und Vorstellung es: El mundo como voluntad e imaginación. He aquí algunas de sus ideas fundamentales.

El mundo como imaginación: El intelecto, como función del cerebro, es parte de la naturaleza. El intelecto puede entender todo en la naturaleza, pero no la naturaleza misma, así como tampoco el ojo puede verse a sí mismo. El intelecto es un producto que surgió cuando la vida ya existía. Su función es limitada. No surgió para conocer la esencia del mundo, sino solo para entender el mundo de las apariencias y sacar de allí los motivos para presentárselos a la voluntad. El intelecto es el peón de la voluntad y no al contrario. Primero querer, después pensar, y no al revés. Esta premisa es una de las nuevas verdades fundamentales que presenta el edificio orgánico de la filosofía de Schopenhauer con la cual revisa y desmiente los dogmas que habían habido en la filosofía occidental desde Descartes. El intelecto jamás podrá entender completamente el mundo, siempre habrá algo que se quede fuera. La conciencia que cada uno tiene de sí mismo es lo más cercano posible al conocimiento de la cosa en sí, que es la voluntad, entendida como fuerza cósmica que actúa en cada uno de nosotros así como en toda la naturaleza. Somos voluntad y el vehículo de ésta es nuestro cuerpo. Una de los errores básicos del intelecto en todos los seres vivientes es el principio de individuación, vale decir, el autoengaño del individuo de verse a sí mismo separado del mundo de que forma parte. Este es, a juicio de Schopenhauer, el velo de Maya de la existencia.

El mundo está en mi imaginación. Para reflexionar, el ser humano pone nombre a las imágenes que porta intuitivamente en su mente, que así pasan a ser los conceptos, que a su vez forman el núcleo del lenguaje con el cual el individuo construye su visión del mundo. Por otra parte, para construir esa visión del mundo, el intelecto se vale también de los sentidos. Ellos entregan la materia prima que el cerebro transforma en percepción del mundo. Pero el intelecto no es libre en este proceso de percepción ya que está apriori atado a categorías de comprensión de las cuales no puede liberarse. Estas categorías son: espacio, tiempo y casualidad[3]. Tener que limitarse a estas categorías hace que todo entendimiento y conocimiento del mundo sea subjetivo[4].

El mundo como voluntad: El poeta –dice Schopenhauer- nos muestra cómo se comporta un individuo bajo influencia de los motivos y la reflexión. Lo que mueve al individuo es la voluntad, vale decir, el poder oscuro de la vida que actúa en el hombre al igual que en la naturaleza. La voluntad está fuera del tiempo y no obedece a ningún plan racional y sobre sus fines u objetivos no podemos saber todo, siempre quedará algo fuera de nuestra capacidad de aprehenderla. El sufrimiento en el mundo es una consecuencia de la fragmentación de las fuerzas disgregadoras y desgarradoras de la voluntad. Estas fuerzas instintivas actúan en nosotros contraponiéndose y embrollándose de modo irracional sin que el intelecto pueda llegar jamás a entenderlas. Por eso Thomas Mann llamó a Schopehnhauer el filósofo racional de lo irracional. Solo la muerte disuelve en nosotros las ataduras de la voluntad. A consecuencia de lo anterior, la vida del hombre es comparable al esclavo de una galera atado a su individualidad y a su cuerpo a merced de los destinos que le depara la vida. La vida puede ser también vista como un episodio incómodo e innecesario en la dulce tranquilidad de la nada.[5]

Schopenhauer siguió a Platón y a Kant en la idea de que el mundo no es lo que aparenta. Detrás de la realidad empírica que captamos con nuestro intelecto se abriría la verdadera realidad. Lo que Kant llama el mundo de las apariencias (Erscheinungswelt), Schopenhauer lo llama Vorstellung – representación (Aramayo), imaginación (yo)[6].

La relación entre el mundo como imaginación y el mundo como voluntad, vale decir, entre las apariencias y la esencia, es la compasión. La compasión es la intuición de que somos parte de un todo y de que cualquier mal que hagamos a los demás, nos lo hacemos también a nosotros mismos. Es, por lo tanto, la negación del principio de individuación. La innegable presencia de la compasión en nuestra mente -como imaginación- nos muestra que el sentido último de la existencia es ético. Es la razón porque intuitivamente le damos más peso al corazón que al intelecto en las cosas humanas. La bondad, como la inteligencia, está diferentemente repartida en el mundo.

Sobre el individuo: El cuerpo humano es materialización de la voluntad y su fin último es la procreación. Eso explica la fuerza de la atracción sexual. Schopenhauer fue el primer filósofo que analizó la metafísca de la líbido. Freud, más que un seguidor, fue un plagiador de esta idea.

El cerebro humano es la estructura más compleja del universo. Todo lo que pueda saber el individuo sobre el mundo, lo sabe a través del conocimiento de sí mismo. Por otro lado, la esencia del yo está en el carácter, que es invariable. El individuo sabe quién es a través de sus actos, vale decir, a través de la comunicación con los demás. Pero con esto Schopenhauer no quiso decir que sea el otro quien nos dé noticia del yo. No son los otros sino nuestras reacciones y respuestas a los motivos que nos pone el mundo los que nos muestran quienes somos. La biografía de un individuo es el reflejo de su carácter. Como el fin de su existencia es moral, su autoimágen coincide con su conciencia. A diferencia de los animales, somos seres con conciencia.

Schopenhauer, al igual que Kant, distingue entre carácter inteligible y carácter adquirido. El carácter inteligible determina los actos de una vida según la proporción de egoísmo, maldad y compasión. Aquí la diversidad entre los humanos es inmensa. El ser humano no puede transformar su carácter adquirido, pero puede formar su carácter inteligible a fuerza de experiencia y reflexión. A nivel individual, uno de los fines de la existencia compelen al carácter adquirido: conocerse, comprenderse, saber de lo que se es capaz, conocer claramente el grado de energía de que se dispone, saber lo que se quiere y lo que se puede, saber donde termina nuestro poder y donde empieza nuestra impotencia.

El sentido último de la existencia es ético. Para saber quienes somos y lo que somos capaces de hacer, hay que echar una mirada a la biografía a nivel individual y a la historia a nivel de humanidad porque siempre es lo mismo, solo que de otra manera; idem sed aliter, asegura Schopenhauer.

La ética, según nuestro filósofo, tiene que limitarse a indicar cómo está conformada la naturaleza humana y como actúan los hombres en concordancia con aquélla. Al igual que Hobbes, considera que el estado deber ser una unidad absoluta de poder que sirva para refrenar las manifestaciones egoístas y perversas, propias del hombre en su condición natural. Donde no reina un estado fuerte, reina la violencia de unos contra otros. Hay que considerar como parte de esta violencia a las formas de injusticia y de corrupción. El problema de la ética para Schopenhauer, es encontrar un punto de apoyo en la naturaleza del hombre, en virtud del cual sea viable suscitar en él su predisposición hacia la justicia y así poder limitar su egoísmo. El límite de la ética está determinado en este mundo por la realidad de la presencia del mal. La pregunta fundamental de la ética es: cómo es posible evitar la injusticia siendo ésta una tendencia inherente en el ser humano y manifestación de la voluntad y del principio de individuación. En lugar del imperativo categórico de Kant cuya versión pupular es: no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a tí que tiene raíz está en la razón, Schopenhauer aconseja: ocúpate de tu bienestar de tal modo, que los otros sufran lo menos posible.

Con Schopenhauer tiene lugar un viraje radical de la razón a la voluntad. La razón queda reducida a un fenómeno accidental supeditado a la voluntad. Ésta es la realidad verdadera, imposible de abarcar con el intelecto humano. Como ya dijinos, la intimidad en la conciencia de nosotros mismos es el mayor acercamiento posible a esa cosa en sí.

Es innegable la influencia que la filosofía de Schopenhauer ha tenido en la literatura moderna partiendo de los monólogos de la conciencia de James Joyce en Ulises. El mismo Schopenhauer postulaba que quienes más se han acercado desde siempre al entendimiento de la esencia del mundo son los poetas. El tema principal de la poesía es la objeticación de la voluntad en los pensamientos, sentimientos y acciones humanas. Al describir al hombre en su esencia, el poeta se transforma en un espejo de la humanidad.

 

NOTAS
[1] Über das metaphysische Bedürfnis des Menschen. Welt als Wille und Vorstellung, Ergänzung zum ersten Buch, capítulo 17.
[2] Sobre las relaciones entre los seres humanos, cuyo vehículo es el intelecto, se expandió en el capítulo 22 del segundo tomo de El mundo como voluntad….
[3] Estos innatos a prioris del intelecto son el gran descubrimiento de Kant, el fundador de la filosofía moderna.
[4] Die Sinne liefern nichts weiter, als den rohen Stoff, welchen allerst der Verstand, mittelst der angegebenen einfachen Formen, Raum, Zeit und Kausalität, in die objektive Auffassung einer gestzmäßig geregelten Körperwelt umarbeiten (Über die vierfache Wurzel des Satzes von zureichenden Grunde, p. 70).
[5] Man kann auch das Leben auffassen als eine unnützerweise störende Episode in der seligen Ruhe des Nichts. Paralipomena § 156.
[6] Todo en este mundo está sometido al principio de razón suficiente (der Satz vom Grund) que tiene cuatro raíces: La relación causa-efecto, la razón del conocimiento (lógica), la razón ontológica en la que determinaríamos el estado de un objeto en el espacio y en el tiempo y, finalmente, el motivo de la acción.
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2 comentarios

[…] A estas tesis se enfrenta Kant introduciendo la idea de valorar estados de validez del conocimiento en edificación. Por ello fue revolucionario en la historia del pensamiento. Arthur Schopenhauer se refiere a la obra de Kant como la causa de un verdadero renacimiento intelectual. Ver: http://critica.cl/filosofia/ la-importancia-de-schopenhauer […]

Por Diálogo Sin Fronteras | La filosofía, la educación y el rescate de los valores. 8ª Parte. el día 14/09/2017 a las 01:32. Responder #

Muy importante será, pero era un misógeno de mierda. Dejo aquí algunas de las frases de este pedazo de imbécil:

” (…) las mujeres son y serán las nulidades más cabales e incurables.”

” Como las mujeres únicamente han sido creadas para la propagación de la especie, y toda su vocación se concentra en ese punto, viven más para la especie que para los individuos, y toman más a pecho los intereses de la especie que los intereses de los individuos. Esto es lo que da a todo su ser y a su conducta cierta ligereza y miras opuestas a las del hombre.»

» Las mujeres no tienen el sentimiento ni la inteligencia de la música, así como tampoco de la poesía y las artes plásticas. En ellas todo es pura imitación, puro pretexto, pura afectación explotada por su deseo de agradar. Son incapaces de tomar parte con desinterés en nada, sea lo que fuere, y he aquí la razón: el hombre se esfuerza en todo por dominar directamente, ya por la inteligencia, ya por la fuerza; la mujer, por el contrario, siempre y en todas partes, está reducida a una dominación en absoluto indirecta, es decir, no tiene poder sino por medio del hombre; sólo sobre él ejerce una influencia inmediata. Por consiguiente, la Naturaleza lleva a las mujeres a buscar en todas las cosas un medio de conquistar al hombre, y el interés que parecen tomarse por las cosas exteriores siempre es un fingimiento, un rodeo, es decir, pura coquetería y pura monada.”

«“Pero ¿qué puede esperarse de las mujeres, si se reflexiona que en el mundo entero no ha podido producir este sexo un solo genio verdaderamente grande, ni una obra completa y original en las bellas artes, ni un solo trabajo de valor duradero, sea en lo que fuere? Esto es muy notable en la pintura. Son tan aptas como nosotros para aprender la parte técnica, y cultivan con asiduidad este arte, sin poder gloriarse de una sola obra maestra, precisamente porque les falta aquella objetividad del espíritu que es necesaria sobre todo para la pintura. No pueden salir de sí mismas. Por eso las mujeres vulgares ni siquiera son capaces de sentir sus bellezas, porque Natura non facit saltus.»

Por Deborah el día 04/10/2015 a las 20:55. Responder #

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Requerido.

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