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Chile: ¿Androcentrismo o ginocentrismo?

por Jaime Vieyra-Poseck
Artículo publicado el 28/03/2005

Publicado también en La Nación
elmostrador.cl y elquintopoder.cl

 

El término androcentrismo se define en el Diccionario de la Real Academia Española como la Visión del mundo y de las relaciones sociales centradas en el punto de vista masculino (2013): su sinónimo es patriarcalismo y su antónimo ginocentrismo cuyo sinónimo, a la vez, es matriarcalismo.

El androcentrismo ha sido verificado prácticamente en todas las sociedades hasta ahora estudiadas, tanto originarias como modernas, y en todas las ápocas, con algunas excepciones determinantes, como veremos más adelante. Esta verificación (casi) universal se plasma en la androcracia: una sociedad donde el hombre ostenta el poder total.

Desde mediado del siglo XX hasta la actualidad el debate científico se ha centrado en intentar responder por qué la mujer es discriminada, desarrollándose, principalmente, dos corrientes duales: la biologista y la ambientalista.

La teoría biologista, basada muchas veces en estudios etológicos extrapolados a la conducta humana, postula que la causa de la discriminación se debería a la existencia de componentes genéticos en el hombre, llegando a mencionar la testosterona, que le otorgaría la superioridad con respecto a la mujer. Esta teoría hace inviable un cambio en la infravalorización de la mujer ya que ésta pertenecería a la condición humana, y por ello la haría irreversible.

Para refutar la teoría biologista, los ambientalistas han estudiado las excepciones: sociedades que no son androcéntricas sino ginocráticas (matriarcales), como lo son algunas sociedades originarias de África. El análisis es estas sociedades ha tenido una trascendencia total, ya que su sola excepción en el mapa androcéntrico echa abajo el determinismo reduccionista de la teoría biologista: si la causa de la discriminación contra la mujer fuese determinada por un factor genético en el hombre, sería lo que en antropología se llama una Verdad universal, como comer o tener relaciones sexuales, y se daría en todo el planeta y en todos los tiempos, sin excepciones.

Otro planteamiento que se ha usado para demostrar la insostenibilidad de la teoría biologista, es la violencia de género, física y psicológica, del hombre contra al mujer. No todos los hombres la ejercen, y son muchos más los que no la practican. Si existiese un gen de la violencia en el mapa genético del hombre, todos practicarían la violencia de género.

Lo verificado hasta ahora por la antropología social y la antropología de la mujer, es que el volumen de discriminación sexual varía según la sociedad y la época: la discriminación no es la misma en el sistema esclavista grecorromano o en el medieval; como tampoco en la actualidad es igual en Chile o en EE.UU.

En rigor, la discriminación contra la mujer es histórica: cambia según el tiempo y el lugar y, por ello, es reversible. Esto quiere decir que el factor sociocultural es tan relevante como lo es el genético. Sin negar que la contribución genética esté presente en la conducta humana, en ninguna la define plenamente. Los genes nunca operan en el vacío, sino en un ambiente sociocultural que determina poderosamente el comportamiento humano. El postulado genético por sí solo no explica por qué existe la discriminación del hombre contra la mujer. Por ello, el tratamiento binario -biologismo versus ambientalismo- es ineficaz e innecesario como herramienta de análisis, y no deberían excluirse mutuamente.

Así pues, si elegimos dos países del ámbito sociocultural contemporáneo, como Chile y Suecia, ya podaríamos verificar la tesis ambientalista.

En los ítems (i) empleo y (ii) representación política en el Parlamento, en Chile (i) es del 40% y (ii) 16% en la Cámara baja y 18% en la Alta, mientras que en Suecia (i) es del 49% y (ii) en un Parlamento unicameral es de 49% . En la asimetría de los sueldos por un mismo trabajo con relación al hombre, en Chile la mujer recibe un 37% menos que el hombre, mientras en Suecia es de un 18% menos. Otro dato: el aborto, entendido como un derecho humano de la mujer de poder decidir sobre su cuerpo, en Suecia es legal en todas sus formas; en Chile es ilegal, incluyendo el terapéutico.

Vemos que en los dos países la discriminación existe en todas las variables analizadas aquí, pero la conclusión es que hay grandes diferencia en su intensidad.

En efecto, el grado de discriminación sexual que padecen las mujeres, basándonos en este somero cuadro comparativo, es que en Suecia el androcentrismo y la androcracia es abrumadoramente menor que en Chile. Queda, así, desmentida la teoría biologista ya que la discriminación contra la mujer en estos dos países no es igual, como sería si la causa fuese biológica y perteneciera a la condición humana.

Como se ha comprobado, la infravalorización social de la mujer en la gran mayoría de las sociedades hasta ahora estudiadas, es estructural, lo que implicaría que los cambios para modificar esta tan injusta como antidemocrática realidad, deberían también ser estructurales.

La lucha por la liberación de la mujer, la mayor revolución del siglo XX, postula unas condiciones socioeconómicas y culturales igualitarias, donde el sexo no sea el factor determinante y causa de la opresión contra la mujer. Con un sistema libre de discriminación sexual tanto el androcentrismo como (un hipotético) ginocentrismo, quedan obsoletos y desaparecen.

Y una pregunta final: ¿Cómo se llamaría en Chile una sociedad donde los hombres, que representan el 48,5% de la población, tuvieran una representación en el Parlamento de solo el 16% en la Cámara baja y de un 18% en la Alta, como la tienen las mujeres que son el 51,13% de la población?

Como conclusión general, podemos afirmar que aunque paradójicamente Chile tiene una Presidenta, debe hacerse un esfuerzo político de gran envergadura para eliminar su robusto, rudo y áspero androcentrismo estructural.

Jaime Vieyra-Poseck

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3 comentarios

Me parece interesante conocer las características de este concepto, aunque me asalta la siguiente duda, el párrafo 2 establece que la andocracia es una sociedad donde el hombre ostenta el poder total, entiendo por esto el 100%, es decir que la mujer no se encuentra en un liderazgo, sino el liderazgo solo es del hombre un 100%. Más adelante se explica que la mujer en Chile posee un 40% de participación en el congreso, una cifra considerable, por lo tanto, podemos llamar a esto androcentrismo? He ahí mi duda.

Por Rachel el día 12/10/2020 a las 01:55. Responder #

Muy interesante el artículo, diferentes puntos de vista.

Por Vicente el día 12/11/2018 a las 14:38. Responder #

El esfuerzo no es sólo para Chile

Por Julian el día 20/09/2014 a las 14:30. Responder #

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Requerido.

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