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Algunos lindes en la pintura de José Balmes

por Mauricio Rojas
Artículo publicado el 24/03/2021

Resumen
El ensayo indaga en la obra pictórica de José Balmes (Montesquiu, España 1927 – Santiago, Chile 2016) y como se van articulando sus composiciones desde el sentido informalista, entendido como una posibilidad abierta de creación, hacia texturas plásticas donde las problemáticas del hombre en sus disensiones político, histórico, sociales, hallan espacio en la contemporaneidad de sus obras. La propuesta del pintor marca una estética relevante en el circuito latinoamericano.

Palabras claves: Plástica, Pintura, Informalismo, Balmes, Estética.

 

El acontecer de la pintura chilena durante la década de 1960 estuvo marcado por la búsqueda de nuevas expresividades plásticas. En esta dinámica el artista, inserto, en contextos marcadamente ideológico –políticos, desplazó hacia aquellas zonas sus sentidos composicionales. Desarrollando en su arte elementos de referencia al suceder histórico que por entonces oscilaba entre altas intensidades, de idearios bastante marcados en sus concepciones políticas.

Las indagaciones estéticas de pintores como Gracia Barros, Alberto Pérez o José Balmes, encuentran soporte en el informalismo y desde donde articulan sus indagaciones y un compromiso histórico-político que va tomando forma en sus cuadros.

En la producción plástica de Balmes no hay una adscripción a un sistema tradicional de composición artística; más bien es un tránsito donde nada está dado o es inmutable. El artista se vale del informalismo como una tentativa de desarrollo creativo abierto; por cuanto las formas que utiliza son un dialogo constante con la realidad cotidiana y una sensibilidad critica del acontecer político que lo sitúa como uno de los creadores relevantes de la pintura latinoamericana.

En relación a la impronta del José Balmes, Enrique Lihn define la importancia de la propuesta pictórica del autor:
En el panorama casi inexplorado teóricamente de la pintura chilena, la obra de José Balmes no abre un solo camino ni cancela otros. Expuesta, a nivel internacional, a las sugestiones del presente, parece no haberse rehusado a esta modesta zona del pasado artístico que podemos reivindicar como propia, con la debida relatividad, situándose con respecto a ella, en una relación de receptividad critica. De modo más general podría afirmarse que no sólo temáticamente, sino por la factura o el contenido mismo de su espíritu, Balmes asume una condición histórica – artística coherente con nuestro ser social latinoamericano[1] .

En relación a sus formas creativas vinculadas al Informalismo, Balmes sintetiza de este modo: “La vertiente del informalismo que nosotros desarrollamos es más libre, usamos mas los documentos. Nos situamos en la realidad existente, abordamos la situación de Vietnam, la de santo domingo, no convertimos la pintura en panfleto, pero hacemos la situación más explícita. Nuestro informalismo se ancla en un aquí latinoamericano”.

En ningún caso se asume un canon axiomático de composición. La fluidez expresiva de sus trazos, a veces algo metafóricos y otros tantos, como una crónica receptiva al tiempo situacional.

Un sentido de lo mencionado se produce cuando cifra la figura del pan como materialidad creativa; protagonista de diversas connotaciones según el ideario iconográfico de referencia , sea desde un sentido espiritual, donde para una parte importante del occidente actual de practica litúrgica es un símbolo importante; o desde la perspectiva del pan en sus capas semánticas coloquiales como emblema insustituible y alimento de profundas valoraciones sociales, musicales, entre otras connotaciones señalizadas en el referente laico.

En el cuadro El Pan Balmes emplea técnicas mixtas en las cuales se unen y equilibran el óleo, el carbón, la tinta y un trozo de saco harinero. En la tela, la Bidimensionalidad de la imagen proyecta y sugiere la amplitud de un tercer volumen o estrato tridimensional donde la propuesta pictórica releva este elemento alegórico en la dualidad pan-trabajo.

Respecto a la composición, el autor define la suerte de epifanía devenida de la imagen:
“Un Pan, de trazos gruesos, de múltiples capas pero casi sucias y que la vez eran capaces de proyectar una cierta transparencia, sí, un PAN y nada más”.

Como pintor informalista da igual importancia a las materialidades de diversa índole. Utiliza con el mismo interés el dibujo, los pigmentos, la mancha y los objetos de la más insólita procedencia; creando obras que pueden ser bidimensionales y volumétricas, a través de ellas trata el tema que mas le interesa: El ser humano en sus contextos y dimensiones donde lo político lo circunda e incide. La obra, como bien lo explica Karel Kosík “demuestra su propia vitalidad sobreviviendo a la situación y a las condiciones en que ha surgido”, “tiene las condiciones de expandirse en el tiempo”[2] .

En las formas del artista concurren vastos elementos que utiliza dependiendo el caso, en sus composiciones, sentidos y desplazamientos creativos que habitan en su lugar de trabajo y que cada vez debiese ser un espacio infinitamente expandido:

”Mi taller debería ser una gran bodega; exagerando debería ser como un estadio nacional techado donde debiera haber de todo, voy por la calle y recojo un trozo de auto que alguien dejo tirado. Yo lo recojo por que a lo mejor algo va pasar ahí; o boletos de micro-una vez me preguntaron por que junto boletos de micro-, por que el día de mañana eso va estar en una obra que tiene relación con el ser humano; que se yo, alguien te dice una frase al pasar que te abre un horizonte, te abre el mundo; o ves una noticia en el diario. Todo sirve”.

Las obras de este autor se relacionan con las problemáticas del hombre y los estratos del ser, como la pertenencia a la universalidad de un devenir constante e inconstante de sorpresas y vaivenes que lo van aproximando a una dialéctica pictórica que repliega la mirada y vuelve sobre si misma. En estas dinámicas el pintor escruta en su interior su propio mundo entrañable desde aquellas motivaciones que lo han influido, llegando a la representación desde una especie de caos de imágenes, cargadas de sentimiento y emociones que bien se expresan en el tránsitos de sus producciones estéticas.

José Balmes contiene una pintura no lineal en el sentido de desplazamiento de formas y colores, estas, no se orientan a componer una estética determinada o cualquier planteamiento canónico o academicista. La pintura es contenido y consiste en decir o proclamar voces diversas en la articulación de su lenguaje y que en este caso imprime aquellas regiones del universo coloquial.

En la obra “Santo Domingo”, propuesta de conmemoración a la matanza de la república dominicana[3] , incorpora el impresionismo de una manera no mimética. Hace una retórica de emancipación, mediante una maximalista radicalización de las formas en la situación de aniquilamiento mediante baños de sangre. La obra muestra el intenso compromiso con la realidad social del autor. A través de las imágenes cargadas de simbolismo, la mixtura del papel desgarrado y los trazados de una pintura trémula son la vía de denuncia y critica de la masacre.

En el trance de la perdida de la palabra y de la suspensión representacional, de la máxima orfandad simbólica y del abandono de la sobrevivencia, la obra grafica y pictórica de Balmes, provee una inestimable voluntad de enunciación y testimonio. Más que nunca, su pintura recurre al importe signico. La ciudad, los muros, las noticias, la mentira de los medios de comunicación, la desaparición de miles de personas, se transforman en el cuerpo matríztico de la tela. Como una furiosa herida del tejido social del que es voz conmemorarte.

En otra de sus obras denominada Paz, el artista construye desde otras modalidades de lenguaje. Acude en este caso, hacia espacios abstractos donde los elementos fluyen desde pinceladas que se transforma en espacios de color que crean y recrean atmósferas simbólicas, a la vez que desplazan y expresan los sentidos temáticos de compromiso con la humanidad. En relación a ello el autor es categórico. “Paz es una obra donde el color se presenta con una verbalización propia, convirtiéndose en símbolo. El titulo reafirma lo que el color nos quiere decir”.

Con estos procedimientos se consolida la materia plástica como significante y significado y la gestualidad como productora directa de signos visuales y táctiles. De este modo el liquido explosivo en tintes rojos expresa no únicamente los estratos pasionales sino que el significante de sangre, lucha, proceso. Asumiendo la visualidad como un manifiesto de denuncia, de protesta a la irracionalidad de la violencia.

Aunque ha mantenido la permanencia del óleo como medio de desarrollo, José Balmes ha tomado otras aristas como el collage, la inclusión de objetos reales y la pintura aerosol. Empleando estas materialidades con bastante prolijidad y elocuencia. En una obra de fuerte carga discursiva, cuestionadora pero siempre necesaria en la cultura de América latina.

Mauricio Rojas
Artículo publicado el 24/03/2021

Referencias bibliográficas
José Balmes. Obra urgente. Santiago: Ocho libros editores.2010
Julien Calderaro. La dimensión estética del hombre. Buenos aires: Editorial Paidos.1961
Karel Kosík. Dialéctica de lo concreto. Estudio sobre los problemas del hombre y el mundo. México D.F: Editorial Grijalbo. 1967.
Enrique Lihn. Balmes. Revista Cormorán n° 7.1970.
Enrique Lihn. Textos sobre arte. Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales. 2008
Tzvetan Todorov. La representación del individuo en la pintura. Buenos aires: Ediciones Nueva Visión. 2006.
NOTAS
[1] Enrique Lihn. En Revista Cormorán n° 7.p.7.
[2] Karel Kosík. Dialéctica de lo concreto. Estudio sobre los problemas del hombre y el mundo. México D.F: Editorial Grijalbo. 1967, pp. 158-160.
[3] Acontecimiento producido en la segunda ocupación de Estados Unidos a Republica Dominicana, el 28 de abril de 1965.

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