EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Del arte al arte digital.
Fragmentos de una aproximación filosófica

por Juan Granados
Artículo publicado el 04/01/2020

Resumen
Ciertas discusiones son un despropósito cuando no se tiene claridad conceptual sobre lo discutido. Con el arte es común que pase esto. Y es así no sólo porque se le niegue una definición, sino, además, porque la novedad se antepone con toda su fuerza. En este ensayo planteo una aproximación fragmentaria al arte digital desde el arte en general, en relación con la técnica, la obra de arte, el pensamiento, la historia y los instrumentos.

Palabras clave
técnica, obra de arte, pensamiento, historia, instrumento

Abstract
Certain discussions are a nonsense when there is no conceptual clarity about the discussion. With art it is common that passed this. And it is so not only because it is denied a definition, but also because the novelty comes before it with all its strength. In this essay I propose a fragmentary approach to digital art from art in general, in relation to technique, work of art, thought, history and instruments.

Key words: Technique, Work of art, Thought, History, Instrument

 

Introducción
La aproximación al arte digital que se intenta, supone des-alejar, hacer más asequible yendo y haciendo venir, lo que hasta hace poco se encontraba distanciado y oculto entre la bruma o el abismo de referencias vagas, conceptos oscuros y definiciones insuficientes. Invadir un terreno distinto al de la formación profesional, por gusto o necesidad, obliga a recuperar y clasificar, como primeros pasos, la serie de retazos o fragmentos que sobre aquél puedan tenerse para, después, hacer de ellos la carnada y el anzuelo necesarios para traer, de las profundidades turbulentas de la ignorancia a la superficie llana del entendimiento, luces o fragmentos nuevos sobre el asunto. Las dificultades de la empresa son muchas. No podrá evitarse interpretar (inventar una adecuación de) los primeros y segundos fragmentos imparcialmente. Los previos de aprehensión (la postura o posición) condicionan y parcelan toda interpretación, lo que hace de ésta una entre muchas, un fragmento del todo de las interpretaciones. La misma exposición de descubrimientos será fragmentaria, pues las pesquisas no han sido en la misma parte del río. Antes siquiera de decir algo, poco, por cierto, del arte digital, deberá recorrerse el tortuoso camino de des-alejamiento desde el arte en general.

Arte y Obra de arte
La definición de arte ha tiempo que ha sido dejada de lado. Ya no se indagan el género próximo y la diferencia específica que puedan dar con su esencia. Los artistas son los primeros en deponer el estudio. Cualquier aclaración sobre el mismo sobra, si, como se ha hecho, se asume su muerte o fin, más aún si se identificaba con lo sagrado en una época en la que se pretende desacralizado. Con todo, se recuerda, a regañadientes, la relación de significación que guarda con el término griego techné. Su significado, “saber hacer”, se disloca en explicaciones: ora se pone atención en el saber, ora se enfatiza el hacer. Cuando esto último, se recuerdan términos como habilidad, destreza, pericia y experiencia. Se olvida el proceder anticipador y el método que se obtienen con la enseñanza teórico-práctica, transmisión, que no comunicación, de maestro a discípulo, y la práctica-repetición de lo mismo una y otra vez. La experiencia ganada hace del que era discípulo maestro de la siguiente generación. No obstante no puede admitirse lo anterior como una explicación última del arte: la misma dinámica se observa en las ciencias y los oficios. Fácilmente se asume el carácter técnico de las unas y los otros, pero no artístico.

Hasta el momento se ha ganado para el arte la técnica que supone. Pero, ¿qué hace la técnica del arte que lo distinga de las ciencias y los oficios? El hacer de los tres elabora y produce productos propios: la ciencia en general, por ejemplo, produce productos científicos; el arte, entonces, producirá productos artísticos. No quiere decir esto que el arte o la ciencia, en abstracto, produzcan, sino que son ellos la técnica propia que los artistas y los científicos utilizan para producir. Como los productos generados por la aplicación de una técnica y la disposición del artista y el científico que hace que sean lo que son (lo que quieren ser) son cosas hechas, podemos, por definición, llamarlos obras. Lo que hacen y en lo que trabajan unos y otros son obras. En este sentido cabe decir que no sólo hacen, sino que obran, puesto que realizan (hacen realidad palpable) una acción o una cosa con cierta actitud y de determinada manera (técnica, “saber hacer”). Ante esto parece preferible hablar de obra de arte y no de arte.

La actitud o la disposición del artista se imprimen en la obra que (él) obra. En ella puede identificarse la intensión con que obró su obra (de arte), de tal manera que, no se discute por ahora si hay un público específico al que va dirigida la obra de arte, la obra obra en el público o el espectador uno o varios efectos, desde la indiferencia y la seducción (llamada de atención) hasta la persuasión (convencimiento para hacer o dejar de hacer algo). La intención del artista con su obra se ve realizada o no en la postura o actitud que toma el público frente a la misma, si queda o no convencido. Llegados a esto sobrevienen algunas preguntas: ¿qué tipo de actitud o disposición es la actitud del artista? A la respuesta, “artística”, puede preguntarse, ¿qué significa tal cosa? Además, ¿Qué tipo de actitud es la actitud esperada del espectador o del público frente a una obra de arte?, ¿artística?, ¿qué, de nuevo, quiere decirse con esto? Más aún, ¿qué tipo de persuasión es la que el artista intenta lograr con su obra?, ¿de qué trata de convencer?, ¿de que su obra es una obra de arte y no otra cosa?, ¿el arte es arte si persuade un público?, ¿tanto los diseñadores de propaganda publicitaria como de propaganda partidista, si se trata de persuasión, son artistas y sus obras son obras de arte?

Obra de arte y Pensamiento
Supóngase que el arte es un proceso y una forma de pensamiento. Puede observarse que el pensamiento supone ya la propiedad de ser un proceso. De esto resulta que el arte es una forma de pensamiento únicamente. Pero, ¿qué es pensamiento y qué forma es esa que pide la definición dada de arte? Sin una respuesta a la doble pregunta por el momento, se adelantará en otro sentido la comprensión.

La forma de pensamiento que es el arte se manifiesta o no. Si no, ¿es arte? Si sí, ¿de qué tipo de pensamiento manifiesto es?, y ¿en qué se manifiesta? El tipo de pensamiento es persuasivo. La manifestación de este pensamiento persuasivo se da en la obra de arte. En la persuasión de la obra radica la función social de la misma: la obra obra socialmente en la sociedad. El problema que se encuentra a lo dicho radica en que, así como era insuficiente aducir que el arte era una técnica, sin delimitar completamente, sin dar con la diferencia específica, es insuficiente con indicar que se trata de un pensamiento persuasivo, a menos que se reconozca que la mercadotecnia y la publicidad partidista y política son también arte. Es innegable que ambas son pensamiento y persuaden, ambas son retóricas, ambas se dirigen a un público. Si se llega a tal acuerdo, tendría que decirse que todo lo que suponga pensamiento es arte. Y si todo lo es, nada lo es.

Obra de arte y Público
La obra de arte se dirige a un público con el objetivo de persuadirlo, ¿de qué? Pero si se asume tal cosa, parecería suponer que el arte sólo es arte hasta que ese público al que se dirige lo valida como tal. Aunque no todos estén de acuerdo con ello, la historia parece corroborar esta tesis, ya que la misma historia del arte distingue épocas o momentos en los que esta o aquella obra de arte se considera tal obra. Se aduce una desaparición del público que hacía de la obra de arte en cuestión, obra de arte. Es decir, no es que el arte deje de ser arte cuando ya no encuentra un público que lo aprecie, sino que el público al que iba dirigido desapareció, luego el arte de determinada época ya no tiene a quién persuadir. O visto a futuro, si una obra de arte aparece en una época en la que no encuentra el público adecuado al que va dirigido, puede decirse que aún no tiene a quién persuadir y aún no es arte, pero puede serlo. En este sentido cabría decir que no puede haber arte u obras de arte para el no-público. Pero si se piensa en aquellos artistas que, según se dice, nacieron de manera póstuma o se está de acuerdo que el juicio carece de fundamentos serios porque el reconocimiento es a posteriori, después de que ha aparecido el público al que se dirigía y es este el que emite el juicio anacrónico (con nuevas categorías), o se excusa que el único público de la obra de arte sea el propio artista, y por tanto ya tiene la obra un público persuadido de su ser obra de arte, o se entiende ese no-público como un público en potencia previsto en los avatares y las posibilidades de la historia, de tal manera que si aún no es, cabe la posibilidad que sea después. Asumido esto último el arte que ha dejado de persuadir puede persuadir, pasado el tiempo, a un nuevo público sensible a lo hecho largo tiempo atrás. El público hace público (publica) la obra de arte porque la obra obra en él un cierto efecto.
Lo que queda es que el arte es histórico, si bien aún no se ha dicho por qué el público de cierto arte desaparece o cambia.

Obra de arte e Historia
El carácter histórico del arte, carácter que le viene del ser histórico propio de su hacedor, no se identifica con el historicismo que quiere ver en las obras de arte detalles o matices que rompen con la unidad del arte y a su vez con los valores que lo hacen arte. Es decir, se dice, el arte es relativo al tiempo y al espacio de su producción. Y si es relativo, no es universal. La experiencia de unidad del arte se demuestra por su carácter histórico. La universalidad del arte se demuestra por su presencia constante a lo largo de la historia, si no, ¿por qué llamar arte a lo que ya no lo es y a lo que todavía no lo es? El arte no deja de ser arte porque es histórico. Las rupturas son aparentes y los valores, accidentales, de acuerdo al mismo desarrollo del público y del pensamiento de éste.

El arte puede no imitar la naturaleza, pues, ¿cómo podría superarla?, ni expresar el interior del artista, ¿a quién puede interesar?, sin embargo, como piensa Hegel, bien puede manifestar la Idea, o una parte de ella. El artista es el medio del Espíritu. Y como se trata de una manifestación incompleta que se completa con la historia, el arte adquiere su unidad y universalidad en ella. Por eso es histórico. Así las cosas, el público o el espectador de la obra de arte es público o espectador de una parte de la Idea que ha sido des-velada por la obra de arte.

Ha habido cambios de pensamiento, y con ellos, cambios de público y de arte. Cambian, sí, pero siguen, continúan, siendo tanto pensamiento, como público y arte. ¿Cuál es la diferencia específica de los tres que se conservan en general, aunque con matices temporales? Lo histórico. ¿Cómo comprender los cambios si no es a partir de la historia y sus múltiples posibilidades de desenvolvimiento, pero que conserva lo esencial? A partir de la tradición de la convención social, que es una forma o proceso de pensamiento.

La clasificación de pensamientos en focal, frontal, operativo e interactivo, para con ello distinguir el arte reciente de las manifestaciones precedentes, olvida que a lo largo de la historia siempre se ha interactuado con el arte. Piénsese en el artista como espectador, por ejemplo, y no podrá negarse que interactúa con su obra; o en el crítico, una forma de público, que para hacer su crítica necesariamente interactúa con la obra que critica; o el público en general, si no interactuara con el arte no haría de éste arte: su aprobación supone una actuación dentro del arte para su conformación y confirmación del mismo.

Obra de arte e Instrumentos
Con el paso del tiempo se ha observado que los instrumentos con que se aplica una técnica han cambiado. Es posible que el arte se caracterice por las herramientas, en sentido metafórico, que utiliza para obrar la obra de arte. Las artes consagradas como la pintura y la música producen sus obras haciendo uso de instrumentos precisos que a la vez las particularizan. Una esgrime el pincel húmedo de pintura (óleo, quizás) para plasmar sobre el lienzo, soportado en un caballete, las formas que convertirán esa tela preparada en una pintura (¿abstracta o figurativa?). La otra hace uso del papel adaptado con un pentagrama y la pluma para dejar el registro de una pieza que se interpretará con distintos instrumentos musicales. No puede hacerse ciencia con ninguno de eso instrumentos, y menos, tal como se entiende actualmente. Si se consideran los instrumentos de las artes clásicas como los únicos capaces de ayudar en la tarea del artista, sería necesario negar la calidad de arte a la fotografía, el cine y el arte digital. Casos como el teatro y la danza, que instrumentalizan el cuerpo, podrían ponerse en duda si no fuera porque dejan un registro en la obra de teatro y en la coreografía, aunque valiéndose de instrumentos también propios de quien hace ciencia: papel y pluma, antes; procesadores de texto, hoy. Además, dichas artes al hacer de su cuerpo un instrumento recuerdan que los instrumentos son una extensión del cuerpo, se les use para lo que se les use: la técnica acompaña a la tecnología. De esta manera se vuelve a lo ya mencionado, a la actitud y la intensión del artista. Si esto es lo que importa al momento de producir una obra de arte, no importa qué instrumentos se utilicen, ni qué tan atrasada o avanzada esté la tecnología. De esta forma, por lo menos desde la perspectiva instrumental, un medio de acceso a cada una de las artes, cabe admitir entre las artes a la fotografía, al cine y al arte digital o electrónico.

La preeminencia de estas artes, nuevas artes, podría hacer de las otras artes obsoletas. La dinámica de producción de nuevos instrumentos ha hecho olvidar que el antecedente de todo está en la primera piedra o primera rama que el hombre tomó para ayudarse en sus quehaceres. Sería tanto como negar la historia del arte.

Obra de arte y Arte digital
Se predica la cualidad de digital del arte en dos sentidos: porque utiliza, en primer lugar, la avanzada tecnología electrónica para su manufactura y las consecuencias de esto (la diferencia con lo analógico) y porque se compone, en segundo lugar, por innumerables elementos (digitus: unidad discreta o separada). Del primer sentido sólo se agregará que si la tecnología, los instrumentos, y la técnica, el buen manejo de estos, ayudan a cumplir con la intención del que previamente ha tomado la postura de artista y desea producir una obra, y atendiendo lo dicho arriba, no habría razón para negarse a llamarlo arte. Aún queda por ver cuánto más puede desarrollarse o hasta cuándo encontrará sus límites. Del segundo sentido hay más que decir.

Habiendo asumido como premisa lo dicho, “el arte digital se compone por innumerables elementos”, es posible sostener que todo arte es digital en cuanto que está conformado de unidades separadas que solas pueden carecer de sentido, pero que incluyen en sí mismas la posibilidad de aportar una fracción de sentido al todo de sentido de la obra de arte. Se da una unión de unidades por y con un mismo propósito. Un foco pequeño y encendido, como el de algunos aparatos televisivos, por sí mismo puede parecer ajeno a todo propósito o intensión, aunque los colores que tome evoquen sentimientos o ideas. A esto se ha llamado “fracción de sentido”. No será sino hasta que todos los focos se enciendan con distintas tonalidades e intensidades que lo proyectado adquiera sentido en su totalidad, por lo menos para quien lo observa.

Pero como normalmente sucede, el todo del bosque hace perder de vista cada uno de los árboles. Piénsese en la danza, por ejemplo. Un espectador cualquiera, no especializado, puede decirse, que asista a una interpretación no podrá percatarse de las entrelíneas o los detalles, elementos (digitus) que hacen al performance. El todo perderá en su bruma cada uno de los elementos o átomos perceptibles y conformantes de sentido. El todo adquirirá sentido como todo. En cambio quien sea un perito, es decir, un espectador especializado, en dicho arte, atenderá todos y cada uno de los detalles, ora se fijará en la ejecución cadenciosa y grácil, ora en los tiempos y ritmos del intérprete. El sentido vendrá de los detalles o elementos que la atención atenta del espectador especializado logre aprehender. En ambos casos una parte se pierde, tal como sucede cuando se digitaliza una obra analógica. En el primer caso se pierden los detalles conformantes, en el segundo, el todo conformado.

El mundo mismo, la experiencia puede confirmarlo, podría ser, y no únicamente el submundo de la realidad virtual, digital, pues, no es descabellado pensar que está conformado por partículas o elementos que se unen y dan lugar a la experiencia del mundo. La química y la física lo confirman. Incluso el espectador mismo es digital, y no necesariamente por su composición bioquímica. El análisis del mismo revela estados de ánimo, formación, educación y circunstancias particulares que desempeñan un papel no ya en la conformación de sentido del espectador como espectador, sino en la conformación de sentido que el espectador hace del arte y del mundo.

Cierre
Largo ha sido el recorrido para decir poco del arte digital. Pero se trataba de una aproximación al mismo y que, si bien esto mismo que se ha escrito se ha hecho con la avanzada tecnología que se tiene, aún no se han resuelto todas las preguntas que sobre el arte en general se tienen como para ahondar más en el asunto del arte digital.

Juan Granados
Artículo publicado el 04/01/2020

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