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La Fundación Barnes en Filadelfia: paraíso para amantes del arte moderno.

por Marcelo Coddou
Artículo publicado el 23/01/2015

Filadelfia debe su nombre a William Penn, quien lo eligió por la etimología de su significado: philos = amor / adelphos= hermano. Quería él que la ciudad fuera un refugio de tolerancia religiosa. William Penn [1644- 1718] fue cuáquero, filósofo y empresario de bienes raíces. Uno de sus proyectos sociales, el llamado “Santo Experimento”, promovía la igualdad social, los derechos individuales y el pacifismo. Precisamente estos principios democráticos suyos fueron la base de la constitución norteamericana que se proclamaría el 17 de noviembre de 1787. (1)



En 1776 el llamado se había reunido precisamente en Filadelfia y el 4 de julio había declarado su Independencia del Imperio, firmada en el, desde ese entonces, famoso Independence Hall, no muy distante de la Liberty Bell (Campana de la Libertad), espacios ambos que, junto con la casa de Edgar Allan Poe, y un precioso y sorprendente “Mercado”, constituyen sitios de concurrencia obligada para los visitantes de la ciudad.
Filadelfia actualmente es la quinta ciudad más poblada de los Estados Unidos y la núm. 51 en el mundo. Fundada en 1682, en el siglo XVIII llegó a ser la de mayor población de las 13 colonias y la tercera del Imperio Británico, tras Londres y Dublín. Situada a escasas 2:1/2 horas. de New York y más cercana aún a Washington, sus monumentos, la extraordinaria belleza de algunas de sus grandes avenidas, las varias Universidades de prestigio que acoge, la Academia de Pennsylvania de Bellas Artes, el Museo Rodin –con la mayor colección de obras del escultor fuera de Francia–, el Museo de Arte de Filadelfia –uno de los más grandes de los Estados Unidos , su famosísima Orquesta de Filadelfia y la profusión de galerías de arte, hacen de Filadelfia una de las urbes más notable de los EE.UU. A ello contribuye, significativamente, el original y valiosísimo museo de la Fundación Barnes.

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Sirvan las breves notas precedentes como marco para lo que se leerá sobre la Fundación Barnes (2)
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LA FUNDACION BARNES

La Fundación Barnes fue establecida en 1922 para promover la apreciación de las artes visuales. Su fundador, el Dr. Albert C. Barnes, decidió utilizar su colección con el fin de enseñar a las personas a ver el arte y a pensar críticamente sobre éste. El y su colaborador, el filósofo John Dewey, pensaron a la Fundación como un instrumento en el avance de la democracia en los Estados Unidos. Desarrollaron cursos de aprendizaje –que siguen enseñándose hoy en día–, que condujeran a que los estudiantes “vieran” las pinturas como luz, línea, color y espacio.

DR. ALBERT C. BARNES
“Vivir y estudiar entre
grandes pinturas ofrece mayor
interés, variedad y satisfacción que
ningún otro placer conocido por el hombre”
Dr. Albert C. Barnes

Albert Cooms Barnes (1872-1951), creció en Filadelfia en un medio social constituido por familias de clase pobre pero emprendedora. Tremendamente inteligente, hizo sus estudios secundarios en el “Central High School” y posteriormente obtuvo su título de médico en la “University of Pennsylvania”. En 1901, tras haber estudiado química fisiológica, farmacéutica y farmacología en Alemania, se desempeñó por cinco años como consultor químico en la “”H.K. Mulford Company” en Filadelfia. Barnes se casó con Laura Leggett, hija de una próspera familia de Brooklyn. Un año después él desarrolló, en su calidad de manufacturero de productos farmacéuticos, en equipo con Herman Hiller: el “Argyrol”, un poderoso antiséptico.
En 1908 le compró su parte al socio y formó su propia “A.C.Barnes Company”. Antes del advenimiento de los antibióticos a mediados del siglo XX era el “Argyrol” el que prevenía las infecciones oculares y la ceguera en los recién nacidos, lo que había hecho a Barnes extremadamente rico. Vendió su compañía meses antes del espantoso crash de 1929, para así concentrarse en su colección y en sus actividades educativas.

Barnes empezó a comprar seriamente obras de arte en 1912. Buscó y encontró la colaboración de un ex¬ compañero de colegio, el pintor William J. Glackness, quien comenzó a servirle de verdadero consejero. Barnes lo envió a París, a comienzos de tal año, con importantes sumas de dinero con el fin de que comprara obras de arte, en particular pinturas. Glackness retornó con 33 cuadros y obras sobre papel, entre ellas : El cartero (Joseph-Etienne Roulin) (1889) de Vincent van Gogh y Joven mujer portando un cigarro (1901) de Pablo Picasso. Barnes estudió acuciosamente los cuadros escogidos por Glackness y, con notable confianza y rapidez, comenzó a hacer sus propias elecciones. En su lugar de trabajo, él rápidamente conformó un equipo y estableció cómo formarlos adecuadamente, para lo cual elaboró un estimulante programa de lecturas, con discusiones sobre tópicos que incluían cuestiones estéticas y de crítica de las artes visuales. Barnes mismo se inscribió en un seminario con John Dewey en Columbia University (New York). Esto dio como resultado una larga amistad y un profundo entendimiento intelectual entre ambos. Así fue desarrollándose un ambicioso programa educacional que fue creciendo en su lugar de trabajo a través de permanentes y acuciosas discusiones. Con el gran estímulo intelectual y amistoso de Dewey, Barnes estabilizó su fundación.

LA COLECCIÓN

Barnes logró reunir una de las más importantes colecciones en el mundo de pintura post-impresionista y de los inicios de la pintura moderna, conformada por obras de Paul Cézanne, Henri Matisse, Picasso y Pierre-Auguste Renoire. Barnes fue también adquiriendo importantísimas obras maestras de Vicente Van Gogh, Amedeo Modigliani, Henri Rousseau y Chaim Soutine, asi como también cuadros de antiguos maestros de la pintura [ el Greco, Goya entre otros ], a todo lo cual vino a sumar: escultura africana, mobiliario del estilo conocido como “germano de Pennsylvania”, cerámica de los americanos nativos (indígenas de Norte América), joyas y tejidos, pintura norte-americana, antiguedades tanto de la región mediterránea como de Asia y objetos artísticos de hierro de Europa y de los Estados Unidos.

EL MONTAJE

La presentación que se hace de los objetos artísticos que constituyen esta colección –el montaje de ellos –es tan impresionante como las obras mismas. Los principios educacionales y democráticos de Barnes se proyectan y plasman notablemente en la peculiar manera de disponer tales objetos. Deseando mostrar la universalidad del impulso creativo, y el sentido último de los medios utilizados por los artistas, tanto como la continuidad entre el arte moderno y el de la antigüedad, Barnes combinó pinturas, obras de metal, esculturas y artes decorativos de diferentes períodos, culturas, estilos y géneros en algo así como “conjuntos armónicos”, en que los “objetos” individuales son dispuestos en las paredes en arreglos casi simétricos . Estos arreglos, estas disposiciones de las obras de arte, se realizaron en el curso de 26 años, mientras Barnes iba añadiendo obras a la colección. Los montajes que pueden verse hoy son los mismos que existían en el año del fallecimiento de Barnes: 1951.

NOTAS
1. Increíble, pero cierto: el número de personas, de todo el mundo,  que va a este museo para tan sólo correr por el largo tramo de escalones que se hizo famoso por la película Rocky (1976), ¡casi iguala al de los visitantes al Museo mismo!
Una de las mejores de los Estados Unidos, fundada en 1900, con Leopoldo Stokowski como director principal hasta 1912. De 1936 a 1938 lo acompañó otro gigante: Eugene Ormandy. También tuvo como director a Ricardo Muti (1980-1992). Desde el 2012 dirige la Orquesta el canadiense Nézel –Séguier.
2. Lo que se leerá a continuación no es texto mío : constituye mi traducción de la guía que el visitante a The Barnes Fundation recibe, al adquirir las entradas al  museo de la Fundación, junto a unos excelentes auriculares  unidos a un “teléfono inteligente” que ofrece información crítica sobre cada uno de los “objetos artísticos” [ sic ]de mayor relevancia. [Obviamente estos últimos: teléfono y auricular, deben ser devueltos a la salida…]
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