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El concepto de “reeducación” en el Tercer Reich o de cómo releer los campos de concentración alemanes.

por María de las Nieves Rodríguez
Artículo publicado el 30/08/2018

María de las Nieves Rodríguez Méndez (1)

 

Para poder realizar un acercamiento objetivo hacia la realidad nazi se debe entender un concepto clave de construcción de su política e imaginario: la Eugenesia. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española da como significado de este término todo aquel “estudio y aplicación de las leyes biológicas de la herencia orientadas al perfeccionamiento de la especie humana”. Por lo tanto, cuando se hace referencia al discurso eugenésico nazi se pretende hablar -haciendo especial énfasis en la política aplicada durante el Tercer Reich-, de la variación antisemita y extremista que determinó la supremacía de la raza aria o nórdica sobre cualquier otra en el planeta. Sus cualidades físicas e intelectuales (en esta lectura subjetiva del régimen que creían poseer de modo superior a cualquier otra raza) los calificaba automáticamente para materializar el ideal de higiene eugenésica. Para su cumplimiento se tomaron diversas medidas de control sobre la población (Salud pública y reproductiva, educativa, etc.) con el fin de fortalecer el programa de higiene racial que se llevó a cabo desde el año de 1933 hasta el de 1939. Estas medidas, muy estrictas por momentos, hicieron que el estado alemán fuese concebido como una “biología aplicada”incluso por miembros de su propio gabinete que evitaron, a toda costa, que se difundieran las profundas críticas, que -adentro y afuera del país- se habían suscitado en torno a este tema. Con todo, esta práctica de eugenesia racial alcanzó su desarrollo máximo debido al extremo control que se tuvo desde el estado hacia las distintas instituciones alemanas (2).
De igual manera fue vital el empuje pedagógico que el estado impulsó, ya desde 1933 y con Joseph Goebbles como líder, para materializar el sueño de una única identidad racial. En el discurso dictado el 6 de noviembre de 1933 Adolf Hitler, el Führer, hizo eco de este augurio al declarar que “cuando un opositor dice: «No me acercaré a vosotros», yo le respondo sin inmutarme: «Tu hijo ya nos pertenece. Tú pasarás. Sin embargo, tus descendientes ya se significan en el nuevo campamento»” (3).Tanto Hitler como Goebbles creían que los niños alemanes formaban parte de la gran comunidad nacional cohesiva. Creían en los llamados hijos de Alemania que, como tales, debían responder al devenir propio de la Historia y ser educados de tal forma (nacional y patriótica) que concibiesen ese ideal eugenésico como propio (4). Así aplastaron toda la planta docente y la aglutinaron en la Liga Nacional Socialista de Maestros de la cual habían sido previamente excluidos todos aquellos considerados maestros de valores “indeseables”, poco fiables -políticamente- y, por lo tanto; no aptos para la docencia. La centralización y el profundo estudio al que sometían a los niños aseguraba el sentido y la obediencia hacia cualquier Superior. Así como se añadió a su currículo la asignatura de “Estudio de la raza, eugenesia e higiene biológica” para alcanzar sus objetivos con mayor rapidez.
Los profesores se convirtieron en los guardianes solícitos delo que consideraban el correcto sentimiento racial y las escuelas en sitios de prejuicios precoces para hacer prevalecer la máxima del Führer: “ningún chico y ninguna chica debe dejar la escuela sin haber sido llevado al conocimiento último de la necesidad y la esencia de la pureza de la sangre”. En las escuelas convivían niños alemanes y judíos por igual, algunos de estos eran ejemplo de la impureza de la sangre, humillándolos públicamente. Pero no eran los únicos, estas prácticas eugenésicas se aplicaron a los niños alemanes de igual forma, quienes eran expulsados de las escuelas si no eran capaces de terminar los estudios primarios antes de cumplir los diez años, si mostraban algún tipo de debilidad, poseían algún tipo de discapacidad o si eran considerados “bastardos” (de madre o padre judío) (5).
La absorción exacerbada de conocimiento, el carácter hedónico,el descuido de la formación del carácter/voluntad y el impulso de la educación física parecieron ser las directrices clave para que, aquella estructura educativa (impulsada por Bernhard Rust desde el Ministerio de Ciencia, Educación y Cultura), hubiese sido aclamada como una de las más vanguardistas de toda Europa en su tiempo histórico y la clave para la formación de los soldados más obedientes del régimen nacionalsocialista (6).Pero como no todos los ciudadanos alemanes comulgaron con este ideario se formuló una analogía básica: así como para aquellos ciudadanos brillantes se establecieron las Nationalpolitische Erziehungsanstalten -NPEA o Napola- para aquellos reticentes a estas medidas es que se destinaron los Lager que no eran más que campos/campamentos de reeducación. En el área educativa se tiene cuenta de que 215.000 maestros pasaron por uno de estos lagers del Volk (a sabiendas de que la planta docente total de Alemania rondaba los 300.000 maestros). Reeducar en los valores nacionales incidiendo directamente en las pequeñas mentes del futuro alemán garantizaba, a su juicio, la continuidad del régimen que consideraban debía durar, al menos “mil años”.
Fue Heinrich Himmler quien, distinguiendo entre las posibilidades de una potencial susceptibilidad de mejora, clasificó estos campos en tres categorías: el I y el II para todos aquellos presos preventivos, capaces de mejorar y de acceder a una reeducación exitosa. Campos de los cuales lograron sobrevivir muchos prisioneros que fueron reinsertados en la sociedad alemana y; la categoría III en donde recluyeron a aquellos presos a quienes sin posibilidad de reeducar se convertían -a sus ojos- en un peligro para el régimen y debían ser desviados a los campos de exterminio o los llamados “molinos de huesos”. Siguiendo la terminología aplicada por los nazis durante 1933 hasta 1945 se encuentran 85 nombres diferentes para referirse a ellos, de entre los cuales llaman la atención los siguientes:

Arbeiterserziehungslager o campo de educación para el trabajo.
Arbeitslager o campo de trabajo y producción para los trabajadores.
Emslandlager o campo para políticos e intelectuales.
Musterlager o campo-escuela.
Polenlager o campo para “alemanizar” a los niños polacos.
Schutzhaftlingslager o campo de protección de prisioneros.
Umschulungslager o campo de reeducación para el trabajo.
Vorzungslager o campo para ciudadanos con privilegios.

Estos son sólo algunos ejemplos para entender que, si bien hubo campos de exterminio no todos fueron destinados al mismo uso siendo el concepto de “reeducación” fundamental para la decisión del destino final de los presos de la Alemania nazi.

 

Notas:
1 Maestra en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México es especialista en Historia del arte moderno y actualmente profesora en Alec Reed Academy, Middlesex, Reino Unido.
2 Cfr. Aly, G; Madariaga, J.M., La utopía nazi. Cómo Hitler compró a los alemanes, Barcelona, Crítica, 2006.
3 C. Koonz, La ciencia nazi, Barcelona, Paidós, 2005, p. 157.
4 Cfr. Hitler, Adolf, Mi lucha, Barcelona, Petronio, 1974.
5 Véase Torres Gallego, G., La juventud hitleriana, Madrid, Galland Books, 2013.
6 Para mayor información léase Rust, Bernhard, La educación en el Tercer Reich, Berlín, Thornton Butterworth, 1937.

 

 

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