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Indios soldados del rey

por Luis Mancilla
Artículo publicado el 12/11/2018

RESUMEN
La historia de la región austral de Chile es una historia desconocida; bien porque no se estudia ni difunde o premeditadamente se tergiversa y se olvida por la indiferencia del centralismo cultural que no construye un historia integradora.

El peor pecado de los chilotes fue ser la tropa que fortaleció el realista durante la guerra de nuestra independencia; esta es una crónica histórica describiendo el ejército realista de Chiloé que bien merece una historia sin chauvinismos ni nacionalismos miopes. Simplemente historia académica rescatada de la historia social que ha perdurado en la oralidad de los isleños.

PALABRAS CLAVES: Crónica histórica, Chiloé, Independencia de Chile, Huilliches

 

La historia de la guerra de nuestra independencia es una historia de medias verdades como todas las historias escritas por los vencedores que ocultan sus derrotas y amplían sus victorias; engrandecen con desmesura a sus héroes y acobardan, si no esconden, la valentía de los derrotados. Una mezquina historia que cubre de gloria y patriotismo a los vencedores, y cuando no olvida, hunde en la traición a los enemigos de esos días.

En nuestras escuelas nos obligaron a creer que los enemigos derrotados eran españoles. Nos obligaron a olvidar que eran tan chilenos, y tan patriotas, como los vencedores, porque la independencia fue una guerra civil donde ambos bandos defendían la misma Patria, la tierra de sus padres, pero eran enemigos por cuestión de intereses comerciales y políticos, riqueza y poder; la verdadera causa de todas las guerras. En el bando realista que defendía el imperialismo comercial y la humillación colonial del imperio español estaban los chilotes que fueron el ejército que en marzo de 1813 inició la reconquista del Reino de Chile cuando desde el Perú vino el brigadier Antonio Pareja y formó dos batallones: El de Milicias de Chiloé llamado Voluntarios de Castro y el Veteranos de San Carlos, antes que los republicanos impusieran que ese puerto se llamara Ancud. Los Jefes, oficiales del estado mayor de este ejército, eran españoles. Los oficiales de mando eran hijosdalgo, criollos de la sociedad chilota. Los soldados eran mestizos, de calidad honrada, se decía en esa época, otros eran hijosdalgo pobres que para mantener una intolerable imaginaria pureza de sangre no se casaban con indígenas, intercambiaban sus apellidos entre parientes en segunda o tercera generación. Estos dos batallones se embarcaron en un bergantín y tres fragatas, y seguidos por una decena de goletas con abastecimientos se fueron a Valdivia, donde se unieron los Veteranos de esa guarnición, y se fueron a invadir Chile; desembarcaron en Talcahuano, tomaron Concepción. Los patriotas mandados por O´Higgins y Carrera huían de esos soldados descalzos y sin uniformes que los atacaban con un furor incontenible.

Pero los chilotes no querían ir a tomar Santiago, llegaron al rio Maule y se negaron a cruzar; deseaban regresar a casa. El ejército realista, no existe sin los batallones chilotes, por eso retrocede hasta Chillán donde permanecen encerrados por el invierno y el ejército de José Miguel Carrera que día y noche les dispara cañonazos.

Muere el brigadier Pareja le sucede en el mando el coronel Juan Francisco Sánchez y el ejército realista sigue encerrado en Chillán sin poder ir a ninguna parte en una guerra empantanada. El Virrey Abascal, señor que todo lo puede, ordena que en Chiloé se forme un nuevo batallón. No sabe que en la isla ya escasean los “españoles”, no quedan jóvenes que fueran a defender la causa del Rey. Para asombro de quienes glorifican héroes vencedores y olvidan la valentía de los vencidos, aquellos pontífices que hablan mucho de las batallas de Mocopulli, Pudeto y Bellavista, las batallas de la incorporación de Chiloé a la república de Chile, haciendo de nuestra historia un extenso y poco profundo océano de cosas repetidas, en este ejército de “españoles” aparecen los primeros apellidos indígenas. Soldados indígenas chilotes en el ejército realista. Indígenas soldados del Batallón de Milicias de la Constitución que en enero de 1814 salió desde Chiloé a desembarcar en Arauco.

En todo el universo colonial por Real Orden de Su Majestad, en una sociedad dividida en castas, los indios tributarios no podían tener caballos ni cosas ni armas de metal, y para asombro de tibios y troyanos, aquí aparecen como soldados de fusil y bayoneta, con sueldos pagados por la real hacienda, y además artilleros. No se crea eran brujos artilleros que pueden matar a distancia. Eran artilleros de cañón y pólvora

No eran muchos los soldados indios del ejército realista pero fueron. En la Segunda Compañía del Batallón de Milicias de la Constitución formaron: Miguel Caipillan, Domingo Caipillan, Martín Guayquil. En la Tercera Compañía: Juan Ignacio Gïichaman, José Antonio Millahuala, José Güicha. En la Cuarta Compañía: Tomás Millacura, Remigio Güichaman, Atanasio Painen. En la Compañía de Artillería sirvieron: Sebastián Piuquin y Gavino Guenelantu.

Estos indígenas, al igual que los chilotes criollos, y mestizos de apellido español, eran soldados de poncho de lana huiñe y ojotas; combatiendo por una siempre mal entendida libertad porque en una guerra nadie sabe de qué lado está la libertad. Indios soldados del rey, convencidos por los curas y las autoridades, motivados a defender un Dios que padece demencia grave, juramentados de fidelidad a una insana monarquía hereditaria y a una no muy Santa Religión. Pareciera que estos indígenas muestran que no creían que la causa de la independencia iba a terminar con la humillación colonial y un sistema económico y social donde eran tributarios, sirvientes de señores de rancio abolengo, indios que valían un poco más que los negros “curiches” esclavos del coronel Manuel Montoya comandante de aquel batallón donde fueron soldados.

Luis Mancilla

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