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Cholula (México) a través de su historia

por José Luis Carmona Silva
Artículo publicado el 21/10/2025

Artículo en coautoría con
Carmona López Lizbeth
lizbeth.carmonalo@alumno.buap.mx
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Carmona López José Luis
jose.carmonalop@alumno.buap.mx
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

 

 

Resumen
El presente trabajo tiene como finalidad explorar acerca de la historia de Cholula y destacar su importancia como uno de los principales centros urbanos de su época y sus distintas etapas de florecimiento a través de las diferentes culturas que se establecieron en su territorio. A través de esta exploración bibliográfica se descubrirá la importancia de este centro a lo largo de la historia de México y a que debe su nombre de Tollan-Cholollan-Tlachihuatepetl.

Palabras Clave: Tollan, Cholollan, Tlachihualtepetl, Mesoamérica.

 

INTRODUCCIÓN
Hurgar en el pasado de la humanidad, de un pueblo, de una cultura o incluso de una familia no es ocioso, es descubrir explicaciones, pero sobre todo entendimiento del presente como resultado de un proceso en el que intervinieron variables que no siempre fueron las apropiadas pero que ya se pueden modificar.

La evolución de lo que hoy es México fluía de manera normal en todos los ámbitos: social, cultural, económico, político entre otros, sus alcances y logros hasta antes de la llegada de los españoles apuntaban a que cada uno de los pueblos que lo habitaba se convertirían en verdaderas naciones cuyo desarrollo competiría con cualquier país del mundo, no por nada los invasores quedan admirados con cada una de las ciudades que descubrieron, creyendo estar frente a un nuevo Cairo (Díaz del Castillo, 1976) o cuando le informan a Cortés que han encontrado una ciudad cuyas paredes son de plata; o cuando el propio Cortés relata que Tlaxcallan “era más grande, más poblada y mejor fortificada que la propia Granada; mejor abastecida por un inmenso mercado donde trataban cotidianamente más de treinta mil indios” (Cortés, 1984). La admiración de las hordas invasoras españolas iba de sorpresa en sorpresa, y antes de quedar estupefactos con la grandeza de la gran Tenochtitlan, fue la gran Cholollan la que motivaría la mayor consternación y admiración de todos ellos: “El inconmensurable tamaño del centro urbano, el blancor de sus edificios, cuya opulencia se hacía más suntuosa con las torres que daban a conocer la multitud de sus templos” (De Solís, 1968), la satisfacción y elegancia de los atuendos de caciques y sacerdotes les admiró a tal grado que creían que estaban en Valladolid o ante una exótica ciudad turca tapizada de mezquitas.

“Tollan – Cholollan – Tlachihualtepetl”,  en primer lugar, Tollan es un título reservado a los principales centros urbanos y comerciales de Mesoamérica, este título empieza a ostentarlo después de que los Toltecas-Chichimecas se establecieron en Cholollan y esta ciudad empieza a darse a conocer como “Tollan – Cholollan – Tlachihualtepec” que significa “la gran ciudad de los que huyeron a donde está el cerro hecho a mano”, estos acontecimientos sucedieron en el año Uno Pedernal (1168 d. c.) según la historia Tolteca Chichimica elaborada entre 1547 y 1560  que se trata de un códice mixto del S. XVI (Rossell, 2016), según esta autora este libro o códice redactado en Nahuatl por uno de los linajes Chichimecas, fue elaborado para justificar la posesión y hegemonía que tenían en estas tierras ante las autoridades coloniales. El término Cholollan es el que más polémica suscita; los diferentes autores coinciden en que el término tiene un significado de “huir”  su etimología se compone de “Choloa” = huir o del sustantivo Choloani = huidor (Hermosillo, 1985). Sin embargo Pérez Guzmán a mediados del siglo XIX dice que Cholollan deriva de una antigua palabra que quiere decir “lugar donde corre el agua o agua que corre”; otros testimonios, sobre todo de frailes, apoyan la idea de huir y unos más de agua o río fluyendo (Ashwell, 2003) en resumen, Cholula tiene en su nombre una alusión al agua y a la huída.

El nombre Tlachihualtepetl no guarda ninguna objeción en cuanto a su significado: cerro hechizo o artificial (Hermosillo, 1985); montaña artificial (Moreno, 2016); montaña construída (Ashwell, 2003). Este significado es importante porque cerro o montaña significa una construcción maciza no construida con fines de cámaras funerarias o aposentos interiores, su construcción está en función religiosa, es decir se trata de un elemento iconográfico del Popocatepetl que veneran y que mediante la construcción de una montaña artificial lo traen a estar con ellos, representa al Dios que cada uno de los pueblos adyacentes a Cholollan veneran. El presente escrito se desarrollará en tres apartados: la historia prehispánica de Cholula, la invasión de Cholula y la gran pirámide.

La historia prehispánica de Cholula
Para estudiar la historia prehispánica de Cholula se cuenta con tres fuentes: la arqueología, los documentos pictográficos (códices) y las narraciones hechas por personajes españoles. La fuente menos confiable es la generada por los invasores, porque son narraciones “acomodadas” convenientes al autor o a la narración invasora, la historia la escriben los vencedores, y la historia de México escrita por los españoles parece ser un esfuerzo por aliviar o justificar las atrocidades cometidas en contra de los habitantes de las tierras descubiertas y una de estas justificaciones fue la imposición de la religión católica a base de espada y esclavitud llevada a su máxima expresión, a tal grado que para justificar el trato de animales que se daba a los indígenas, se argumentó que se dudaba que fueran humanos (Albornoz, s/f), lo menos que se dijo de los indígenas fue su imbecilidad o retraso mental como los sostuvo el fraile dominico Francisco de Vitoria Mejía (Mejía, 1987) o que comen carne humana, hablan con el diablo… (López de Gómara, 1954)… etc. Esto nos remite a tener como fuente confiable a la arqueología, y en este campo el trabajo realizado es muy pobre, básicamente por intereses económicos y políticos que no han permitido una investigación integral y seria de la zona de Cholula (Ashwell, 2004); otro elemento limitante es la localización de áreas donde se sitúan restos arqueológicos porque actualmente son propiedad privada (Suárez, 2005).

La historia antigua cholulteca forma parte de la historia mesoamericana, Mesoamérica está circunscrito a un vasto territorio que abarca el centro sur de México y se extiende hasta Nicaragua, en cuanto a su duración, Mesoamérica hace referencia a un periodo de tiempo aproximado de 2000 años de desarrollo cultural (66 a. C. – 1521 d. C.). Este lapso de tiempo de las culturas mesoamericanas es dividido en tres periodos conocidos como: periodo preclásico, periodo clásico y periodo posclásico.

Cuadro No. 1. Años correspondientes a los periodos

Periodo
Inicio
Termino
Preclásico
1500 a. C.
300 d. C.
Clásico
300 d. C.
950 d. C.
Posclásico
950 d. C.
1521 d. C.
Fuente: (Pohl John s/f)

La historia prehispánica de Cholula sitúa su origen aproximadamente 500 años antes de Cristo, esta aseveración está fundamentada porque en las excavaciones en el asentamiento se han encontrado vestigios, como piedras redondas con asientos de limo, de una pequeña aldea que se estableció desde cinco siglos antes de Cristo y la cual se localizaba entre la desembocadura de un río y la ribera de un lago (que ya no conocieron los españoles) (Hermosillo, 1985). De acuerdo con esta fecha, la referencia más antigua de Cholula se sitúa en el Periodo Preclásico. Se cree que sus habitantes llegaron de las Costas del Golfo, se desarrolló una vida aldeana por 600 años siendo contemporánea de otro asentamiento: Tlatilco. El desarrollo de Cholula durante este tiempo fue tal que se llegó a convertir en foco difusor de la cultura Olmeca; el emplazamiento geográfico tanto de Teotihuacán como de Cholula permitió el enlace de estas dos grandes culturas.

Alrededor del año 200 d. C., comenzó a levantarse la primera de las construcciones religiosas de Cholollan, sobre la que se edificarían otras, hasta conformar la estructura de mayor tamaño del México antiguo: la gran pirámide de Cholula (Tlachihualtepetl). Por el año 300 d. C. Cholollan alcanza su máximo apogeo, incluso con la caída  de Teotihuacan 650 d. C., Cholollan acogió parte de su población, heredó su vitalidad política y cultural y la continuó por otro siglo y medio. Hermosillo (1985), señala que los hallazgos arqueológicos han demostrado que la ciudad sufrió un desplome que se inició en los cien años que van de 700 a 800 años d. C. No se sabe que pasó pero la población disminuyó hasta quedar una pequeña concentración en la parte central, una de las consecuencias fue que entre 750 a 800 años d. C., se abandonara por completo la construcción de Tlachihualtepetl cayendo en el desuso.

La decadencia de Cholollan atrajo a grupos étnicos que se establecieron poco a poco en la región cholulteca, desplazando a la población y utilizando su infraestructura, esta mezcla étnica dio lugar a un nuevo grupo conocido como Olmeca-Xicalanca que se estableció en Cholollan entre 800 y 1168 d. C., que tuvieron a Cholollan como su centro rector, su crecimiento fue ostensible reubicando a la gran pirámide como su eje (Müller, 1973).

Cabe hacer notar que los Olmeca-Xicalanca estaban gobernados por dos jefes-sacerdotes: el Tlalchiach Tizacozque señor de los Olmecas relacionado a la tierra[1] y el Aquiach Amapane señor de los Xicalancas relacionado al agua[2]. El Aquiach Amapane era el que habitaba y cuidaba del Tlachihualtepetl vinculado a la lluvia y en general al agua.

El panorama étnico de la ciudad y la región de Cholollan aún sufriría reacomodos importantes como resultado de la profunda crisis económica, política y religiosa en la que se vio sumida la ciudad de Tollan Xicocotitlan (Tula) que hizo que su población se dispersara por varios rumbos. Uno de estos grupos Toltecas fue a refugiarse a la ciudad de Cholollan siguiendo al legendario sacerdote Ce Acatl Toplitzin Quetzalcóatl. Según la Historia Tolteca Chichimeca en el año Uno Pedernal (1168 d. C.) tras 36 años de peregrinaje, grupos de Toltecas Chichimecas se establecieron en Cholollan, y sólo bastaron cinco años para que los Toltecas Chichimecas se sacudieran el yugo y dominaran a sus antiguos señores.

Los Olmecas Xicalancas no fueron desterrados, solo desplazados a la parte sur del Tlachihualtepetl formando una especie de alianza que permitió la fusión de las dos culturas que quedaría de manifiesto en el título que recibió la ciudad a partir de ese momento: Tollan Cholollan Tlachihualtepetl. Así mismo es digno de mencionarse, que la modalidad político – religiosa del gobierno Teocrático de los Olmecas – Xicalancas de los sacerdotes tigre y águila fue adoptada por los toltecas y arraigó de tal manera que más de 300 años después los invasores españoles la encontraron vigente. Un cambio radical en el campo religioso fue que los toltecas introdujeron la supremacía de Quetzalcóatl como Dios tutelar de Cholollan.

Cholollan vuelve a tener un apogeo, vuelve a tener un periodo de esplendor, además de ser un centro religioso se convierte en un centro comercial de primer orden ya que recibía multitud de peregrinos que al acudir a sus templos llevaban muchos productos que servían de intercambio. Tollan Cholollan Tlachihualtepetl mantuvo un constante crecimiento desde el S. XIII al XVI hasta lograr su máxima expansión urbanística sólo frenado por las hordas invasoras de los españoles. El desarrollo de Cholollan  en realidad fue una resurrección de la cultura Tolteca, al resultado de este proceso (León-Portilla, 2013) le llama Toltequidad como herencia de Quetzalcóatl y la gran Tula cuyo contenido abarca: la escritura, el calendario, agricultura, urbanismo, buen comer,… etc.

Otro aspecto de su esplendor se descubre en la fase histórica conocida como Cholulteca III, cuya cronología aproximada va de 1325 a 1500 años de nuestra era, cuando se elaboraron “positivas obras de arte que marcan la culminación de la alfarería en Mesoamérica” (López, 1975).

Cuadro resumen de las fechas más importantes de la historia prehispánica de Cholula

Fecha aproximada
Acontecimientos
500 años a. C.
Primeros asentamientos humanos en Cholula
200 años d. C.
Inicia la construcción de la pirámide
500 años d. C.
Cholula alcanza su máximo esplendor
650 años d. C.
Caída de Teotihuacan
700 – 800 años d. C.
Cholollan sufre una progresiva involución
Entre 750 – 800 años d. C.
Se abandona totalmente la construcción de la pirámide
800 – 1168
Se establecen en territorio cholulteca los Olmeca – Xicalanca
Principios del s. XII
Ocaso del imperio Tolteca
1168 años d. C.
Llegan a territorio cholulteca, los Tolteca – Chichimeca y se establecen ahí.
1173 años d. C.
Los Toltecas – Chichimecas desplazan a los Olmecas – Xicalancas
La ciudad empieza a conoceerse como Tollan – Cholollan – Tlachihualtepetl
Quetzalcóatl se convierte en el Dios tutelar de Cholollan.
Se le construye un templo a Quetzalcóatl.
1325 – 1500 d. C.
La artesanía cholulteca, principalmente su alfarería es reconocida a nivel mesoamericano.
1325 – 1519 d. C.
Cholollan se constituye como el centro comercial, religioso y político más importante de Mesoamérica, dada su colocación geográfica
Cholollan alcanza su segundo máximo esplendor.
Fuente: Elaboración propia

La Invasión de Cholula
La ciudad de Cholula era una de las más grandes y desarrolladas de Mesoamérica en el momento de su bárbara destrucción a manos de la banda de mercenarios que comandaba Hernán Cortés; Cholula tenía una población que se estima entre 30 mil y 50 mil habitantes dentro de los límites de la ciudad y otros tantos en su periferia (Mc Cafferty, 2016) y no olvidar que se encontraba en su máximo esplendor como centro religioso, comercial y cultural, su experiencia bélica de Cholula era casi nula, a pesar de ser una macro ciudad multiétnica no tenía proyecto de expansión mediante la conquista de otros territorios; la fortaleza de Cholula radicaba en la concentración cotidiana de nobles de todo el altiplano que peregrinaban a Cholula para legitimar su autoridad como gobernantes (Rojas, 1581), así como servir de lugar de intercambio comercial de todos los productos característicos de toda Mesoamérica. Su única experiencia en el arte de la guerra era ser aliados de sus tradicionales enemigos los tlaxcaltecas en las guerras floridas contra los aztecas, cuyo único fin consistía en obtener prisioneros para sacrificarlos a los dioses; Cortés y sus secuaces eran profesionales en el oficio de matar y destruir por eso Cholula jamás tuvo una oportunidad de defenderse de manera efectiva.

El primer contacto entre los hombres de Cortés y la aristocracia cholulteca se llevó a cabo en las afueras de la gran ciudad este encuentro fue precedido por un mensaje que manda Cortés a las autoridades cholultecas en el que, de manera directa y amedrentadora, el invasor informaba a los jefes de la ciudad, sin antes conocerlos, que ésta y las vastas tierras de su provincia eran ya propiedad de su alteza real, así como ellos sus nuevos vasallos (Cortés, 1984). Los intimados caciques cholultecas salieron con desconcierto a encontrar a la horda Cortésana en la periferia de la ciudad para darles una forzada bienvenida.

Los hombres de Cortés entraron recelosos a la gran Cholollan, con sus armas bien apercibidas y en medio del estruendo de caracoles y el retumbar del huehuetl; cantidad de incensarios nublaban los templos y sus habitantes, y a medida que el perfumado humo se disipaba, los intrusos creían ver personajes ataviados ya con marlotas moriscas, ya con túnicas africanas.

Después de unos días de estancia por Cholula Cortés decidió dar una muestra de su salvajismo y ataca cobardemente a los cholultecas (Cortés, 1984; Díaz, 1976). Cuando los cholultecas se vieron perdidos, recurrieron a una medida extrema: estaban convencidos que los muros de la gran pirámide templo del dios relacionado con el agua detenía caudales enormes de agua, por eso cualquier descascarachamiento era reparado con estuco mezclado con sangre de infantes, por eso ellos mismos se fueron acorralando a los muros de la gran pirámide y en un momento dado descostraron la mayor parte del suntuoso templo, pero no salió agua. Todo había terminado porque así lo dispusieron la indiferencia y el abandono de los dioses. El saqueo y la destrucción efectuados por los invasores convirtió en ceniza y ruinas todo su legado indígena.

La matanza en Cholula. Uno de los acontecimientos más vergonzantes de la invasión de las hordas españolas en Cholula fue la matanza que realizaron sobre gente inocente a quien no le concedieron ni la más mínima oportunidad de defensa. La matanza de Cholula sucedida el 18 de octubre de 1519 fue uno de los sucesos más ampliamente documentado de la invasión española, existen por lo menos once descripciones de crónicas coloniales (Mc Cafferty, 2016); sin embargo, aunque sólo concuerdan en lo general parecen coincidir en justificar lo injustificable. En pocas palabras Cortés mandó convocar a los nobles cholultecas y personajes civiles y religiosos, cada uno de estos personajes eran acompañados por indígenas del lugar que representaban, los mandó concentrarse en la plaza ceremonial enfrente de la pirámide de Quetzalcóatl. Cuando todos estaban reunidos, a una orden suya los invasores atacaron y masacraron a toda esa gente indefensa. Los muertos se cuentan por millares y prosiguió esa fiesta de muerte en las calles acompañada de un saqueo salvaje de la ciudad durante varios días, incluyendo en esta destrucción a los templos de los dioses cholultecas. Según algunos datos en esta masacre murieron más de 6000 indefensos indígenas incluyendo mujeres, niños y ancianos. El famoso lienzo de Tlaxcala y el mismo de Cholula dedican un espacio donde los tlacuilos consignaron el acontecimiento con cuerpos desmembrados y teocalis en llamas.

Tal vez sea Bernal Díaz del Castillo quien narra extensamente este vergonzoso episodio (Díaz del Castillo, 1976) pero también el se desvive por justificar ese episodio histórico aludiendo como todos los de su tiempo, que esa matanza fue para defenderse de un plan existente para tenderles una emboscada orquestada por los mexicas, incluso el capítulo de su libro que narra esta matanza lo titula así: “como tenían concertado en esta ciudad de Cholula de matarnos, por mandato de Moctezuma y lo que sobre ello paso”. No obstante, los analistas históricos concuerdan en que Cortés utilizó esta estratagema para meterles miedo a los mexicas, quiso que se dieran cuenta de lo que eran capaces él y sus hombres y para cumplir este objetivo no le importó sacrificar de la manera más salvaje a más de 6000 seres humanos.

Por otra parte no hay que olvidar que Bernal Díaz del Castillo era un soldado, otro aventurero que escribe “La verdadera historia de la conquista” en 1580, redactada 50 años después, y su objetivo principal fue reclamar una mayor participación en las recompensas, este perfil del autor disminuye su credibilidad, lo mismo puede decirse de Don Salvador de Madarriaga devoto ferviente de Hernán Cortés y que repite sobre la matanza de Cholula lo dicho por Bernal Díaz, Andrés de Tapia y Hernán Cortés (Mendieta, 2010).

Andrés de Tapia, un soldado de a pie de Cortés no se sabe con certeza cuando escribió su obra: “Relación de la conquista de México” se creé que fue entre 1540 – 1547 y que fue probablemente a petición de Fco. López de Gomara ya que éste incluye en su obra los escritos de Andrés de Tapia. Lo que sí se puede decir es que Andrés de Tapia se rebela como un incondicional admirador del “Marqués” tal como acostumbraba referirse a su jefe Cortés.

Este soldado cronista se refiere a Cholula como “Cherula” y narra la “matanza” diciendo que las gentes congregadas por Cortés no podían huir porque los españoles cercaron los patios y tomaron las puertas de tal manera que nadie escapara, mataron a todos y luego “salimos” por muchas partes de la ciudad, matando gente y quemando las casas, robando y destruyendo todo lo posible, duró dos días el “trabajar por destruir la ciudad”; obvio es decir que también este individuo justifica estos actos como una medida de defensa ante una posible traición (Díaz et al., s/f: 95). En este mismo texto aparece la crónica de otro incondicional de Cortés, Bernardino Vázquez de Tapia, el cual prefiere restarle importancia a este acontecimiento y sólo menciona que: “antes que nos tomasen durmiendo, de dar en los unos y en los otros, y así lo hice… y se destruyó la ciudad de Cholula…” pero alude también el temor a una traición (Díaz et al., s/f: 136). Otro cronista que narra este acto es francisco de Aguilar, podríamos calificarlo como clásico aventurero de ese tiempo a tal grado que fue: soldado de fortuna, mesonero, fraile y cronista. Su versión atribuye la matanza a que no eran bien tratados en Cholula y por eso los capitanes presionaron a Cortés a dar un castigo y así fue como mataron “a aquellos indios que traían agua y leña; y así los mataron, que serían hasta dos mil poco más o menos…” (Díaz et. al., s/f: 168).

Revisando otras informaciones de este ignominioso hecho se encuentra lo siguiente: durante el juicio de residencia de Cortés, uno de los testigos fue Vázquez de Tapia uno de los capitanes quien declaró que no hubo ninguna amenaza de emboscada en Cholula, que los hombres de Cortés fueron bien tratados, que la orden de matar fue enteramente responsabilidad de Cortés. Crónicas indígenas retomadas por Fray Bernardino de Sahagún (1547 – 1585) aseguran que nunca hubo provocación. Las víctimas desarmadas fueron convocadas al patio del templo y atacadas “traicioneramente”.

Fray Juan de Torquemada (1615) resume varias crónicas, resultando una de las narrativas más completas que describe la matanza y afirma que había indicios de una emboscada, Mexica – Cholulteca, y que al ser intuida, Cortés decidió castigar a la ciudad y organizó una matanza en la que murieron 6000 cholultecas y que las mujeres y los niños fueron puestos a salvo. Otro testimonio importante lo constituye la crónica escrita por el noble indígena Fernando Alva Ixtlixochitl (1625), dice que los españoles fueron ampliamente bienvenidos y bien tratados en Cholula, pero con el fin de enviar un mensaje al gobernante Mexica de lo que le esperaba, haciendo ejemplo de Cholula, Cortés convoca a los nobles de Cholula y les acusó de traiciones. Los nobles fueron masacrados y la ciudad destruida en menos de dos horas, más de 5 mil cholultecas yacían muertos, las casas principales pilladas y los templos quemados.

Para terminar, se debe mencionar que una de las crónicas más críticas pertenece al Dominico Fray Bartolomé de las Casas (Someda, 2005: 62 – 63). De las Casas argumentó que el ataque fue planeado por los españoles para intimidar a la población indígena. Los españoles atacaron a los cargadores de provisiones y de allí siguieron tres o cuatro días de una matanza que sumó más de 6000 víctimas, incluyendo la de nobles y sacerdotes que fueron quemados cuando se refugiaron en el templo.

Tlachihualtepetl. La gran pirámide de Cholula
La gran pirámide de Cholula fue una construcción cuyo significado fue capaz de aglutinar culturas, en cierta forma diferentes, pero que la adoptaron como imagen de su principal Dios llegándose a constituir como eje impulsador del desarrollo de un centro poblacional que se constituyó como uno de los más importantes de Mesoamérica.

Los datos con los que se cuenta proponen que la parte más antigua de este monumento datan de 200 años antes de Cristo y a partir de este momento histórico, la pirámide seguiría construyéndose ininterrumpidamente a lo largo de casi 10 siglos (de 200 a. C. – 800 d. C.) cuando se suspendió su construcción producto de un largo periodo de decadencia que sufrió Cholula por razones desconocidas, sin embargo aunque se abandona su construcción y de alguna manera cae en desuso no por ello pierde por completo su significado religioso como lugar de comunicación entre una cultura en decadencia (Cholula) y sus nuevos pobladores (los olmeca – xicalanca) que se llegan a establecer en su territorio, y que le asignan dentro de sus creencias religiosas los atributos del Dios que se relaciona con el agua y sería sede del sacerdote – jefe Aquiyac Amapane.

El nuevo esplendor de Cholula que le hace merecedora del título de Tollan con los Tolteca – Chichimeca trae consigo, que la pirámide recobre importancia como una imagen de Quetzalcóatl, quizás su importancia no alcanzó el significado religioso anterior porque sus nuevos pobladores le construyeron un templo muy suntuoso en el centro de la ciudad, pero la relación que se le atribuyó a esta construcción con el agua siempre se mantuvo incólume a tal grado que en el momento de la invasión española y específicamente el día 18 de octubre de 1519 día de la bestial matanza de Cholula los indígenas intentaron refugiarse junto a los muros de la gran pirámide para de esta manera “descascarachar” o hacer hoyos en las paredes con la seguridad de que los invasores serían ahogados, pero los sacerdotes de la gran pirámide murieron reclamándole a sus dioses el abandono de que fueron objeto.

La importancia de la gran pirámide de Cholula estriba en que a la propia Tollan en tiempos prehispánicos se le conocía también como Tlachihualtepetl en alusión a la pirámide. También es digno de mencionarse que en la Historia Tolteca – Chichimeca, el Tlachihualtepetl es representado como un cerro con un sapo, ya que, según la leyenda, sobre su cima cayó una piedra de jade en forma de batracio. Es posible que de ahí surja otro de los nombres que le dieron a la gran pirámide y a Cholula como Chalchiutepec: cerro de jade; o el de Cholollan – Tamazol – Xamiltepec: sapo en cerro de adobe. La historia de Tlachihualtepetl aún con sus limitaciones ya insinúa que la información que encierra es numerosa e importante para conocer el pasado no solo de la zona sino de toda Mesoamérica.

Los primeros trabajos arqueológicos que se llevaron a cabo en la zona donde se asienta el Tlachihualtepetl datan del siglo XIX, ya de estas fechas se desprenden algunas mediciones de la gran pirámide comparándolas con las de Egipto y Teotihuacán, declarando que se trataba de un monumento formado por cuatro cuerpos con una altura de 54 metros y 439 metros de base (Humboldt, 1978). Suárez y col., también mencionan como un estudioso de la gran pirámide a un arqueólogo de nombre A. F. Bandelier (Suárez y col., 2005), aunque no se tienen mayores datos.

Existe común acuerdo para aceptar que los trabajos arqueológicos para explorar la zona se iniciaron en el mes de septiembre de 1931 bajo la dirección del arquitecto Ignacio Marquina, el estudio se llevó a cabo excavando dos largos túneles; de oriente a poniente y de norte a sur; se descubre la existencia de estructuras sobrepuestas que en conjunto sirvieron de núcleo a la gran pirámide. Esta primera temporada se concluye en 1956. Durante casi una década el desinterés oficial por estudiar la gran pirámide es manifiesto, hasta que en 1965 nuevamente se llevan a cabo otras investigaciones, esta segunda temporada estuvo a cargo del Arquitecto Miguel Messmacher, se abandona la técnica de los túneles y se excavaron pozos. En 1967 renuncia Messmacher y nuevamente Marquina queda al frente, concentrando su trabajo en la parte externa de la pirámide, específicamente en la parte sur y oeste de la misma descubriendo el Patio de los Altares y el Mural de los Bebedores entre otras cosas (Suárez, 2005).

Cabe hacer notar que la mayoría de los autores mencionan cuatro estructuras sobrepuestas una sobre la otra lo que hacía ganar en dimensiones al monumento sobre todo en su base. Una de las explicaciones que se dan para la existencia de estas estructuras es que cada gobernante, al llegar al poder socio-religioso es quien exige o construye sobre el templo anterior otro de mayores dimensiones y lujo, con el propósito de congraciarse con la divinidad (Rivera, 2004: 13).

Situación actual de los estudios arqueológicos en Cholula. Tal vez las siguientes palabras de un arqueólogo del INAH Puebla resuma la situación actual de los estudios en la zona arqueológica de Cholula: “Ya en repetidas ocasiones, por no decir año con año, hemos solicitado el apoyo necesario para… excavar en aquellos lugares en donde, de antemano sabemos o presumimos existen vestigios arqueológicos” (Suárez, 2005: 94); o también textualmente lo siguiente: “las actuales autoridades municipales y estatales promueven hoy la urbanización, la destrucción del legado arquitectónico cholulteca… Es posible que sea ya irreversible el hecho de que la herencia cultural y arquitectónica cholulteca quede oculta o distorsionada” (Ashwell 2004).

 José Luis Carmona Silva
Artículo publicado el 21/10/2025

Bibliografía
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NOTAS
[1] Teniendo como emblema el jaguar
[2] Teniendo como emblema el águila

 

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