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Una visión de Chile dura y sorprendente publicada por The Washington Post

por Critica.cl
Artículo publicado el 05/12/2021

Enviado por Felipe Martínez Larraona
Contacto: fmlarrahona@gmail.com

Chile tiene el problema más serio del mundo. Ningún país podría encontrarse en su camino con una dificultad mayor.
Las demás naciones pueden tener inconvenientes de distinta índole, pero ninguna de ellas padece el nivel de dilema que tienen los chilenos: El país se angustia por lo que prefiere.

No hay drama mayor para una nación. Vivir en permanente frustración por lo que no son otra cosa que las consecuencias de sus preferencias, constituyen una encerrona de la cual es muy difícil salir.
Chile no tiene un problema económico o social o político. Tiene un problema médico; un problema de orden psicológico profundo que le impide resolver lo que no son otra cosa que los efectos de esa causa madre.
Que un país viva en conflicto por lo que son las consecuencias de sus preferencias libres, constituye una dificultad de tal magnitud que, sinceramente, no sé si la cuestión tiene solución.
Pues bien, ¿y cuál es esa maldita preferencia?, ¿qué es lo que los chilenos secretamente prefieren y contra lo que luego se enojan cuando efectivamente esa preferencia se materializa?
Esa preferencia no es otra que la pobreza: los chilenos prefieren la pobreza. Por supuesto no van a admitirlo a viva voz. De hecho, viven enojados contra la pobreza.
O al menos eso dicen.
Porque lo que en realidad les ocurre en materia de “enojos” es algo bien distinto. Si uno analiza las corrientes que imperan consciente o inconscientemente en el espíritu chileno verá que lo que mayoritariamente sobresale, lo que culturalmente predomina, es una oposición a la riqueza.
En efecto, el chileno está en guerra contra la riqueza. La corriente mayoritaria que emerge desde las entrañas más profundas de la cultura nacional consiste en una resistencia impenetrable contra la riqueza, contra la idea de ser rico.
El Papa Francisco es quien mejor ha expresado la esencia de esa corriente con su frase “la riqueza es el estiércol del diablo”.
Quizás no haya un resumen más perfecto de la morfología social que distingue a los chilenos que esas palabras de Bergoglio. La riqueza es un pecado.
Sin embargo, en un retorcimiento que complica aún más el problema, es un determinado tipo de riqueza y un determinado tipo de rico el que el chileno desdeña y por el que siente un profundo asco.
La riqueza que los chilenos repugnan es la que se produce como fruto del éxito lícito.
Paralelamente entonces al tipo de “rico” que el chileno odia es al que obtuvo su riqueza por la vía del triunfo en la vida laboral legal.
Contrariamente, no se observan condenas firmes contra los que, incluso obscenamente, pavonean la riqueza que hicieron como consecuencia de actividades ilícitas, provengan ellas de la corrupción pública (funcionarios ladrones, sindicalistas mafiosos) o de actividades delictivas “privadas” como los narcotraficantes o los delincuentes comunes.
El prototipo del chileno que es resistido socialmente (“resistido” viene de “resentimiento”) es aquel que tuvo éxito material en la vida por la vía del trabajo lícito.]
s ése el que defeca el “estiércol” del diablo”.
Por lo tanto, a ese personaje hay que bajarlo de donde está y, por supuesto, no es un modelo a imitar o a emular sino un arquetipo al que envidiar, maldecir y destruir.
Obviamente la persecución y eventual destrucción de los que generan riqueza hace que no se genere riqueza (es una perogrullada, pero en la Chile parecería necesario aclararlo) y al no generarse riqueza, se obtiene pobreza.
Parecería que, siguiendo un silogismo normal, los chilenos deberían estar felices porque finalmente consiguieron lo que buscaban: derrotar la riqueza, destruir al rico y materializar la pobreza (que siguiendo, a su vez, el razonamiento del Papa debería ser el estado de gracia más cristalino del ser humano por ser el opuesto al “estiércol del diablo”).
Pero no. Cuando llegan a lo que debería ser su éxtasis, estallan en queja y buscan a más ricos a quienes ir a robarles lo que les queda por la vía de entronizar gobiernos que expolian con impuestos confiscatorios la riqueza lícita generada por otros.
Parecería que lo que los chilenos buscan, finalmente, es una pobreza tolerable igualmente distribuida. Es decir una pobreza “hasta ahí”, igual para todos. (Excepto para aquellos “ricos” a los cuales los chilenos no resisten –es decir, no tienen “resentimiento” contra ellos- como los funcionarios corruptos -que dicen que vienen a sacarle a unos lo que ganaron “injustamente” a costa de otros- los sindicalistas mafiosos, los que “encontraron un curro o un yeite” -el típico “vivo”chileno que “le encontró la vuelta”- u otros personajes del submundo ilegal respecto de los cuales el chileno no muestra un nivel de ofensa ostensible).
Como se ve, la profundidad de la enfermedad sociológica del país es de tal dimensión que las dudas sobre su verdadera solución son muy grandes.
El nivel de deterioro mental masivo que sufre el país implica un retorcimiento tal de los valores constructivos de la vida pacífica y progresista que uno duda seriamente de que tal extravío tenga vuelta atrás.
El enamoramiento del pobrismo ha llevado a la chilena a ser una sociedad completamente conflictuada, encerrada en una encrucijada de la que le será muy difícil salir. Vivir en queja por las consecuencias que trae lo que se venera representa un problema de una complejidad tal que las soluciones no vendrán de la aplicación de tal o cual programa económico sino de un proceso de introspección que lleve a cada chileno a darse cuenta del nivel de contradicción en el que vive.
Mientras ese complejo severo no sea removido del alma chilena, el país no tendrá solución.
Nadie vivirá mejor, venerando vivir peor. Y si se considera que vivir monacalmente es mejor que vivir en la abundancia, los chilenos deberían renunciar a la abundancia y acostumbrarse a los límites materiales de la vida monacal.
Ahora, recurrir al delito, a la corrupción, al robo o al narcotráfico para producir ilegalmente lo que se niegan a generar bajo el imperio de la ley no hará que el país sea rico. Lo que probablemente surja (o mejor dicho, se consolide) es una nueva nobleza compuesta por mafiosos, funcionarios corruptos, narcos amparados por el poder y revolucionarios de pacotilla que vivirán como reyes.
Pero los chilenos honrados se hundirán en la pobreza. En esa misma pobreza que su pontífice tanto les enseñó a reverenciar.

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10 comentarios

Me gusto la opinión del escritor, aunque creo que es un pensamiento que está en el ADN de los pueblos de este lado del Globo y fomentados por cultos y muchos políticos que sólo creen que la única forma de salir adelante es que todos seamos de una elite empobrecida. Donde ostentar está mal visto y es preferible decir los ricos son malos y los culpables de mis desgracias. Es una especie de envidia colectiva donde se piensa “aquel que tiene, tiene porque me quito a mi.
Saludos

Por Julio Alejos el día 22/10/2023 a las 00:40. Responder #

El artículo original es sobre Argentina, y ni siquiera en el Washington Post:
https://www.notiar.com.ar/index.php/opinion/98659-la-enfermedad-argentina-por-carlos-mira

Por SANAFABICH el día 14/06/2022 a las 12:16. Responder #

Me hace mucho sentido el articulo. No estoy muy de acuerdo con lo de la riqueza ilicita, eso no me queda claro. Pero si hay algo que hoy ocurre, jovenes que provienen de familias acomodadas hoy sienten un sentido de culpa y un cargo de conciencia de haber nacido en una familia acomodada. Muchos de ellos votaron por Boric debido a ese sentimiento de culpa. A esos hay que agregarles los que tienen «resentimiento». Todos ellos se compraron el argumento de Jadue: » es mejor y es mas sostenible una sociedad pobre». Saludos.

Por Matias el día 25/12/2021 a las 23:54. Responder #

Hola,
No he podido ubicar la fuente del articulo del Washington Post al cual este artículo hace referencia.
Agradezco me puedan hacer llegar el link , pues me parece muy interesante .
Gracias y saludos,
Vivian Neger

Por Vivian neger el día 24/12/2021 a las 06:56. Responder #

Publicamos el contacto de la persona que nos envió esa información.
Felipe Martínez, correo: fmlarrahona@gmail.com

Por Critica.cl el día 24/12/2021 a las 09:50. Responder #

Estimada, en el epígrafe del artículo aparece el nombre y el contacto de la persona que nos lo envió.
Saludos

Por Critica.cl el día 26/12/2021 a las 19:29. Responder #

No son solamente los chilenos, sino todos los latinoamericanos.
¿Acaso los peruanos somos distintos?
¿Los argentinos acaso no se llevarían el premio mayor?
¿Qué me dicen de los mejicanos?

Por Luis Vargas Barbieri el día 22/12/2021 a las 00:11. Responder #

Articulo completamente estúpido. Una lamentable perdida de tiempo fue leerlo, pero la causa de mi masoquismo fue suponer que el autor en algun momento se desdeciria.

Por rafael juzkamayta diaz el día 21/12/2021 a las 21:28. Responder #

quien es el autor de este artículo?

Por erika el día 21/12/2021 a las 16:54. Responder #

Publicamos el contacto de la persona que nos envió esa información.
Felipe Martínez, correo: fmlarrahona@gmail.com

Por Critica.cl el día 24/12/2021 a las 09:51. Responder #

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Requerido.

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