Alberto Blest Gana nació en Santiago, Chile, el 4 de mayo de 1830. Se casó, el 12 de octubre de 1854 con Carmen Bascuñán Valledor; tuvieron tres hijos.
Recibió las primeras lecciones de su padre, junto a sus hermanos; luego fue al Instituto Nacional. Pero solamente dos años: en 1843 se retiró para abrazar la carrera de las armas, como alumno de la Escuela Militar. Se graduó de Subteniente de Ingenieros, en 1847.Fue enviado a Francia a perfeccionar sus estudios por cuenta del gobierno. Cursó en dicho país, ingeniería militar.
PROFESOR
Regresó al país, a fines de 1851. Trabajó como profesor de Topografía en la Academia de Guerra. En 1852, por orden del Gobierno, levantó el plano de la capital. Este mismo año, fue profesor de Aritmética y Geometría, en la Escuela Militar. Pero abandonó la cátedra y dejó la carrera de las armas, actividades que no eran de su agrado.
Pidió a la Universidad de Chile la revalidación de sus estudios en Francia y ésta le entregó el título de Agrimensor, equivalente hacia 1928al de Ingeniero.
Inicia su carrera literaria
Nunca dejó de cultivar las letras. Fue escritor, novelista y creador de la novela costumbrista. Su obra refleja la vida del país, desde la Independencia hasta comienzos del siglo XX.
Su carrera literaria comenzó cuando escribió en «El Museo», revista fundada por Diego Barros Arana; colaboró con artículos usando el seudónimo de «Abeje»; y así dio a luz su primera novela «Una escena social», 1853; después publicó «Engaños y desengaños».
Los desposados
En 1855 es publicada su obra “Los Desposados”. Novela que tiene su base en la revolución francesa del año 1848 donde cae la monarquía y se implanta la II república, escribe la obra basándose en las manifestaciones populares, asaltos y motines trágicos. El describe:
“El 23 de junio de 1848, París era el teatro de uno de los más encarnizados combates que hayan tenido lugar en su agitado recinto: el ruido del cañón y de la fusilería reinaba por todas partes, las calles todas se hallaban ocupadas militarmente y el terror se veía pintado en el semblante de los raros curiosos que se atrevían a pasar el umbral de sus habitaciones. Una guerra atroz y sin cuartel, la guerra de los partidos sin freno se había trabado en aquellos días nefastos para la gran capital. Hablábase de legitimistas y bonapartistas coaligados para derrocar el poder de la Asamblea Nacional: estos partidos, decían explotando el licenciamiento de los obreros, habían agitado los ánimos hasta hacer estallar el terrible motín denominado después los días de junio, días de sangre y desolación, durante los cuales más de diez mil ciudadanos, entre muertos y heridos, fueron las víctimas de aquel sacrificio estéril, aunque tenaz y valeroso”. (Citado por Jaime Concha en “Blest Gana”. Araucaria de Chile Nº 12 – 1980, página 110).
Más tarde su hermano Guillermo fundó la «Revista del Pacífico», y es ahí donde Alberto publicó dos novelas «El primer amor» y «Fascinación».
«Aritmética en el amor», escrita en 1860, le valió el premio de la Universidad de Chile.
Retrató en sus obras, por primera vez, la historia de la sociedad chilena. En su obra «Los Trasplantados” narró parte de sus vivencias en Europa.
Martín Rivas
En 1862 en «La voz de Chile» apareció publicado, en forma de folleto, «Martín Rivas», novela que causó gran repercusión en el ambiente nacional.
En esta obra, el padre de la novela chilena incluye el alzamiento cívico-militar, encabezado por el coronel Pedro Urriola, producido el 20 de abril de 1851 en las calles de Santiago, en el que participaron soldados y civiles, la mayoría de estos últimos de la Sociedad de la Igualdad. Fue un levantamiento contra el gobierno del general Bulnes y la candidatura de Manuel Montt. En esta acción participó Francisco Bilbao. Se levantaron barricadas y al pie de ellas el brillante orador proclamó: “Hoy es el día de la regeneración de Chile. Hoy es el día de mostrar a la faz de la tierra que sabemos y podemos conquistar nuestros derechos”.
Se luchó heroicamente. Después de un encarnizado combate a los pies del Cerro Santa Lucía, los revolucionarios fueron derrotados. Entre los caídos estaba el coronel Urriola.
Un año después, Blest Gana publicó «El ideal de un Talavera». Que al igual que el anterior tuvo gran tiraje. En “Advertencia” que escribe en la primera edición, fechada en julio de 1863, Blest Gana señala: “En este círculo, algo estrecho, si se mira la poca extensión de nuestras sociedades, creo debe limitarse el campo del novelista de costumbres chilenas. Sus vallas ofrecen sin duda serias dificultades , pero mi fe en el talento de los que nos han de seguir en esta vía me hace esperar que sabrán poblar con útiles y fecundas invenciones, el espacio que nosotros dejamos sólo delineado como fundadores” ( Citado por Jaime Concha en “Blest Gana”. Araucaria de Chile N.º 12 – 1980, página 121)
El presidente José Joaquín Pérez lo nombró Intendente de Colchagua en 1864.
Entre sus últimas creaciones está el «Loco estero», 1909, en donde reflejó pasajes de su infancia y adolescencia, y «Gladys Fairfield», 1912.
Diplomático
En 1866 fue nombrado ministro de Chile en Estados Unidos y en 1868 en Londres. Al año siguiente llegó a Paris, enviado por el Gobierno chileno, donde permaneció, como representante de Chile en ese país, cerca de 20 años.
Sirvió a su país como diplomático, hasta 1890, año en que se retiró y jubiló. Después de un intervalo de 30 años tomó nuevamente la pluma. Pero se quedó en Paris, hasta su muerte.
Durante la reconquista
Esta obra fue publicada por primera vez en París en 1897.
En ella, Blest Gana escribe sobre los años después del desastre de Rancagua y antes de Chacabuco, es decir, la etapa fundacional del Chile moderno. A sus 67 años, y viviendo más de cuarenta años fuera de su tierra natal, toma una buena dosis de imaginación para recrear la gesta más significativa del país.
Para los datos duros recurre a los textos «Historia general de Chile», de Diego Barros Arana y «La reconquista española», de los hermanos Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui.
Se trata de una novela histórica en el más puro estilo. Como escriben los editores:
«La armónica proporción entre historia y literatura –entre documentación puntual y elaboración ficticia– le ha permitido a Blest Gana brindar en esta obra una insuperable lección de historia patria y con ello, demostrar lo amena, didáctica y útil que puede ser la novela histórica sobre un periodo tan importante del pasado nacional».
Durante la Reconquista es una historia de amor, de un amor fatal. Su personaje central es una mujer, Luisa Bustos, quien tiene todas las virtudes femeninas de la época: es sincera, confiable, contenida y patriota, además de ser bella y saber esperar el amor sin perderse en las frivolidades de los salones. Admirada sin límites por Manuel Rodríguez, es torturada por el capitán realista Vicente San Bruno. Pese a sus virtudes y padecimientos, es superada por los acontecimientos y tiene un final trágico en la obra.
Pero no se trata sólo del amor romántico, sino también aparece encarnado en una pasión sin límites por la patria. Están todas las grandes figuras históricas de la época, aunque representadas con otros nombres: Bernardo O’Higgins, Manuel Rodríguez, Mariano Osorio, José Antonio Álvarez Condarco y Casimiro Marcó del Pont, entre otros.
Sin embargo, el autor hace un homenaje al pueblo, repartiendo honores entre todos aquellos que lucharon por la Independencia, sin importar su condición. Como dicen los editores, «esto significa incluir actores populares y no sólo a aquellos que, como los hermanos Carrera y su círculo, habían acaparado la atención y la gloria de la memoria histórica consagrada«.
Con todo, el personaje más luminoso de la obra es Manuel Rodríguez, a quien se presenta como un patriota gestado desde las entrañas del pueblo, «sin cuyo arrojo la independencia no habría sido posible». En el fondo, una de las conclusiones de la novela es que, sin la abnegada participación de amplios sectores de la población, la libertad de los chilenos no habría sido posible.
Más allá de la grandeza de la independencia y el triunfalismo en vísperas del Centenario, el autor advierte sobre la complejidad social y política, reflexiona no sólo sobre las glorias sino también los aspectos más oscuros de esta ruptura política y la rudeza de la guerra que propició. En sus páginas figuran muestras de cobardía, colaboracionismo y odio, mostrando que el carácter chileno es capaz de grandes virtudes, pero también de rencores implacables. En suma, visualiza y anticipa conflictos que durante el siglo XX obligarían a repensar las tradiciones del país (Iván Jaksić y Juan Durán Luzio. Editorial Universitaria y Centro de Investigaciones Diego Barros Arana).
Fallece en París
Dejó de existir en Paris, Francia, el 9 de noviembre de 1920, a la edad de 90 años. Sus restos descansan en el Cementerio de Pére Lachaise, en Paris.
(En ese cementerio 49 años atrás, en mayo de 1871, se habían vivido momentos de increíble heroísmo. En sus memorias Luisa Michelle relató los últimos combates que libraron 200 comuneros en el Cementerio Père Lachaise: “Un puñado de valientes lucha en el cementerio contra un ejército entero. Se combate entre las tumbas, en las zanjas y en el interior de las bóvedas; se combate cuerpo a cuerpo, con sables, con bayonetas, a culatazos; muchísimo más numerosos, mejor armados, con sus fuerzas frescas reservadas para la represión en París, los versalleses masacran implacablemente a los valientes… Al caer la noche, un grupo de sobrevivientes de los heroicos defensores de París fue cercado y fusilado junto a los muros del cementerio”.
Importancia de su obra
Alberto Blest Gana es el padre de la novela chilena. Sus principales obras lograron gran cantidad de lectores desde que aparecieron.
En el catálogo de la Biblioteca Nacional se registran 66 ediciones de Martín Rivas, pero sin duda son muchas más.
Las obras de Blest Gana son lectura escolar habitual y se siguen reeditando.
Sus novelas han tenido variadas adaptaciones. Así, por ejemplo, la versión teatral de Martín Rivas (1954), de Santiago del Campo de, con la dirección de Germán Becker y la actuación de Lautaro Murúa, se erigió en uno de los principales éxitos de las tablas chilenas en su década, con más de cien funciones y galas en el Teatro Municipal de Santiago.
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