EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
PORTADA | PUBLICAR EN ESTE SITIO | AUTOR@S | ARCHIVO GENERAL | CONTACTO | ACERCA DE | ESTADISTICAS | HACER UN APORTE

— VER EXTRACTOS DE TODOS LOS ARTICULOS PUBLICADOS A LA FECHA —Artículo destacado


Consideraciones a: De la Tierra Sin Fuegos, Juan Pablo Riveros.

por Felipe Lagos
Artículo publicado el 22/11/2016

Este artículo es una versión ampliamente modificada de la publicada en 2008 en:
http://letras.s5.com/sd271108.html

 

Hay en el poemario De la tierra sin fuegos (1986) de Juan Pablo Riveros (Punta Arenas, 1945), un narrador que procura emplazarnos a esta “desproporción demasiado aplastante”. Dicha desproporción no proviene tanto de la espesura del bosque, las corazas de hielo o los fiordos, como de lascategorías de pronto puestas en juego: “Me esforcé en descifrar el paisaje con mis vaguísimos recuerdos”.

Esto es, con una experiencia y un lenguaje forasteros, y en razón de esto, cuestionados o impedidos, el narrador es víctima de un recogimiento al que también busca arrastrarnos. El contexto y el descontexto, el entendimiento y el desentendimiento, pronto se hacen protagonistas:

A veces estaba tan cerca la nave
de las rocosas orillas
que casi se podían tocar
las colgantes ramas.

El narrador nos llama desde la impresión de un paisaje que lo captura y que, para preservar, intenta a su vez capturar por medio de las categorías imprecisas. Y es por esto, porque estas jerarquías (climas inaccesibles, granitoindefinible, vastas lagunas absolutamente desiertas) fueron y son partes del genocidio que aquí se denuncia, es que sus recuerdos se vuelven vagos, ambiguos:

… como la vida, con absoluta precisión
a la deriva.

Pero aquello a lo que el narrador no renuncia, no puede renunciar en tanto que procura ser un narrador para otros, es el (con)texto, es decir, ese ámbito donde se ha de irrumpir para atestiguar acerca de una experiencia que nos acerca y nos sobrepasa…

Solitario
como un cormorán pescando
en la aurora.

El narrador, inducido aprisa por el instinto de resistencia, el mismo que lo ha llevado a realizar el viaje al mundo exterminado de los Selknam (también conocidos como Onas), deja atrás las categorías, los excesivos adjetivos, opresores epítetos, para dar paso a la pura descripción poética, semejante a la poesía oriental:

Alimento: conchas de moluscos
ocultos en algas y rocas
que tapa y destapa
sucesivamente el mar.

Pero este “inducido aprisa”, no es más que una impresión condicionada debido al formato expresivo: el libro. ¿Cuánto tiempo ha tenido que pasar para que esta denuncia, esta reivindicación, se expresaran? Fuera de nuestro tiempo (Diciembre, 1918; Enero 1833; fechas invocadas en el poemario) puesto que independiente del autor, “narrador” es aquí la-voz-de, el daimón del lector, que ingresa al libro para salir transformado, ya que el testimonio no le pertenece a él sino al absoluto.

El narrador ha dejado atrás su lenguaje forastero. Magnolias, helechos, canoas, martín pescador, garza, tijeral, haya ─que no son sólo palabras─ colman de pronto su lenguaje, supliendo adjetivos por sustantivos y verbos:

Últimas glaciaciones patagónicas y
grandes lenguas glaciares en retroceso.

Ha ocurrido algo, algo más allá del texto, esto es, el des(con)texto. Un aprendizaje, el paso “a través”, un acontecimiento que inaugura una experiencia poética:

Quenós nos reunió
y enseñándonos la palabra,
no está sino otra más antigua
habló…

“Sus rituales sagrados sólo en apariencia no existían”. Y aquello que el narrador conocía, esos vaguísimos recuerdos y esas categorías imprecisas, al momento de iniciar, ser iniciado en esta experiencia, resultaron no ser más que apariencia: la historia escrita por una tiranía anónima:

…en virtud de la gran capacidad mercantil
de los pioneros: cráneos
de indios asesinados.

Puesto que, en el fondo, nada ha sido dicho al narrador, nadie ha movido ni siquiera uno de sus labios, no ha distinguido sus voces; porque acaso ha sido su propia voz la que dijo ¡Pronto, ven acá! ¡Has el viaje! su voz extraviada entre el contexto y el descontexto, esta tiranía anónima bien puede ser la de sus recuerdos, la de su historia:

Grandes perros de caza
sueltos.

El lector, lo mismo que el narrador, ha de olvidar su historia, para nutrirse, penetrar, en la experiencia austral de una cosmovisión diferente. Tendrá que aprender a leer en otra lengua, donde está estrictamente prohibido recordar, y, ante todo, especular:

TRADUCCIÓN
Pido a un joven alacalufe
traducir:
la madre mece a su niño.
De inmediato responde
en su lengua: Porque
está llorando.

Una última palabra, una obstinación: su historia (de los Selknam), nuestra historia (la de occidente mestizo), nuestras valoraciones y la de ellos, nosotros y ellos, nosotros aquí y ellos allá, categorías todas que irrumpen no para comprender, sino para crear una nueva experiencia: siempre la grandeza del arte anudada a su engaño, siempre el símbolo y el diablo, juntos.

Nosotros nos lamentamos por aquellos que hemos devastado, exterminado. Pero, ¿qué hemos exterminado sino una parte de nuestra historia, la de un desencuentro o desentendimiento? ¿Y la de ellos, su historia? Ninguna voz, ninguna voz sino la del “vencedor”, del conquistador, del genocida.

Pero ellos, en palabras del propio poeta Juan Pablo Riveros,…vivían el futuro. Esta es la razón más profunda que he logrado hallar de por qué han desaparecido ya.

Print Friendly, PDF & Email


Tweet



Comentar

Requerido.

Requerido.




 


Critica.cl / subir ▴