EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Entre la deshumanización y la animalización en Carne de perra e Hija de perra.
Un análisis de la metáfora conceptual
PEOPLE ARE ANIMALS.

por Ignacia Parra
Artículo publicado el 24/12/2018

Este trabajo es parte del proyecto de “Apoyo a la realización de actividades de investigación en la etapa de pregrado, 2018-2” de Vicerrectoría de Investigación y Posgrado de la Universidad Andrés Bello y del cual soy Investigadora Responsable.
La investigadora patrocinante es la
Dra. Fernanda Moraga-García
_________________________

 

Resumen
Este artículo analiza las metáforas “perra” y “muñeca” en dos textos literarios chilenos, que son Hija de perra de Malú Urriola y Carne de perra de Fátima Sime. Lo que se pretende demonstrar es la relación que poseen las protagonistas en torno a las metáforas mencionadas a partir de la construcción de sus identidades a lo que cognitivamente remiten las figuras en cuestión: “perra” y “muñeca”.

Palabras clave: deshumanización, animalización, metáfora conceptual, literatura chilena e identidad femenina.

 

I. Introducción
El periodo de la dictadura militar en Chile (1973-1990), es una etapa que indudablemente dejó resabios en todos los ámbitos, esto es, políticos, sociales y culturales. Es así, que Hija de perra (1998) de Malú Urriola y Carne de perra (2009) de Fátima Sime, son discursos que se enmarcan en la lógica de una generación marcada por la violencia y la degradación de los derechos humanos. Precisamente, esto es lo relevante: la dictadura ya pasó, pero los escombros de dicha violencia siguen como una huella imborrable en aquellos que la vivieron. Los personajes representados en estos textos literarios representan dicha realidad, es decir, llevan la marca de un pasado que se encuentra vívido dentro de la memoria y que se ramifica en distintos aspectos de la vida cotidiana, de la mente y de las relaciones sociales. Si bien en Hija de perra no es evidente que sea un espacio y personajes que representen dicha realidad, hay ciertas marcas textuales que ponen de manifiesto que el contexto en que se erigen es después del periodo de dictadura, lo cual será analizado más adelante.

De acuerdo con lo anterior, Hija de perra y Carne de perra tienen por protagonistas a mujeres que poseen un pasado doloroso proveniente de la dictadura militar. Lo interesante de analizar ambas creaciones literarias en conjunto no radica solamente en la similitud de los títulos, sino más bien se encuentra en el tratamiento de la metáfora ‘perra’ y ‘muñeca’ en Carne de perra en ambas protagonistas. Por ende, la problemática en cuestión se centra en cómo se erigen estas subjetividades femeninas a través de la construcción discursiva literaria, tomando en cuenta el contexto enunciativo, histórico y social. Desde aquí, también es imprescindible tomar en cuenta otras marcas textuales que se relacionan con las tramas de cada texto literario, no únicamente la metáforas ‘perra’ y ‘muñeca’, puesto que ayudan a construir la temática global de ambos textos: el dolor y la pérdida.

Teniendo en cuenta lo anterior, busco problematizar la representación de las dos protagonistas como dos subjetividades que se hallan identificadas en la figura de la ‘perra’ y ‘muñeca’. A partir de dicha identificación, me propongo realizar un análisis de las metáforas mencionadas en ambas creaciones literarias, utilizando como herramienta metodológica los planteamientos propuestos por Lakoff y Johnson (1980) acerca de la metáfora procedente de la lingüística cognitiva. Vale decir, la relación que posee el lenguaje y el pensamiento alrededor de la utilización de metáforas.

II. La metáfora desde una perspectiva lingüística
La metáfora estudiada desde la lingüística cognitiva, es planteada como un fenómeno del lenguaje que se encuentra en la cotidianeidad de los hablantes. Por lo tanto, a partir de esta premisa, se derrumba la concepción tradicional sobre la metáfora en el sentido de que solo pertenece a una ‘deformación’ del lenguaje cotidiano para ser insertado a un contexto específico que es la creación literaria.

Los primeros autores en proponer esta premisa acerca de la metáfora son George Lakoff y Mark Johnson en Metaphor we live by (1980). La afirmación más radical e importante que ellos proponen, es que tanto el lenguaje como el pensamiento se encuentran impregnados de metáforas (39). En primer lugar, los autores plantean que las metáforas están fijadas en nuestro aparato conceptual, cuya constitución principal es que son abstractas y se hallarían en el plano mental. El nombre asignado a ellas es el de metáfora conceptual. Asimismo, cabe destacar que este tipo de metáforas encuentran su concretización en expresiones metafóricas. Un ejemplo de ella es TIME IS MONEY[1] cuya concretización estaría dada por expresiones tales como “el tiempo es un bien”.

De acuerdo con lo anterior, cabe señalar que las metáforas, según Lakoff (2013) no son meramente lenguaje, sino, más bien, son la manera en que se conceptualiza un dominio mental sobre otro. (189). A partir de esto, es crucial el término de mapping, puesto que de él se derivan un conjunto de correspondencias culturales, sociales y perceptivas de un dominio sobre otro. La proyección (mapping), a su vez, es un patrón fijado de correspondencias conceptuales a través de dominios conceptuales.

No menos importante que lo anterior, es señalar cuáles son las características inherentes que constituyen a las metáforas. En primer lugar, son sistemáticas, esto quiere decir que las metáforas conceptuales organizan un conjunto de conceptos y, en segundo lugar, poseen una coherencia cultural, esto quiere decir que no son universales y tampoco individuales. Por ende, son mecanismos cognitivos en que la comunidad en la cual se gestan es lo más fundamental. (Villa 307)

Según lo anterior, nos resulta interesante analizar ambos textos literarios bajo la herramienta metodológica de la lingüística cognitiva, debido a que tanto Carne de perra como Hija de perra comparten la misma metáfora en torno a las protagonistas. Por lo tanto, es preciso mencionar cómo opera esta metáfora ‘perra’ en ambos libros y ‘muñeca’ en Carne de perra específicamente. Antes de realizar un análisis por separado de cada obra, es importante identificar que estas metáforas (‘perra’ y ‘muñeca’) se construyen a partir de proyecciones que, finalmente, terminan en una identificación que se desarrolla de manera muy diferente en cada texto literario, como se verá en cada análisis.

III. Análisis de Hija de perra
Hija de perra es una narración poética que tiene por protagonista a una mujer que recorre los suburbios de la ciudad de Santiago, mientras anochece. Los ejes temáticos que envuelven a este poemario son: el tedio, el hastío, la espera, la pérdida y la inmovilidad, los cuales configuran un texto que se mueve entre el desgarro y la desesperanza. En relación con esto hay un elemento crucial que se enlaza con la protagonista, el cual es la ciudad. En este sentido, la ciudad se configura como un espacio desgarrado y degradado que posee un pasado dictatorial.

Las marcas textuales que presenta el poemario alrededor de la figura de la ‘perra’, son en torno a los siguientes conceptos: el riesgo, el hambre y el frío. En primer lugar, el riesgo se refleja en el siguiente fragmento:

maltrato, esperar que algo cambie se ha transformado en tedio y el tedio ya te dije es un maltrato y como perras que somos podemos soportarlo, caminamos descuidadas del tráfico y si alguien se nos acerca nos corremos por temor a que otros tedios nos den de patadas, nunca sabemos a dónde vamos, pero seguimos adelante, siempre hacia adelante, sin bajar la cabeza, atrás no queda nada, escombros quedan vestigios, cosas inservibles, quebradas, nada dura, nada resiste el paso lento del tedio horadando como una ota (55-6)

El caminar sin cuidar del tráfico refleja un riesgo inminente de atropello y/o de muerte. Da pie, asimismo, a ese pasado de dictadura con las siguientes marcas: vestigios y escombros, poniendo de manifiesto que el pasado que mira la protagonista corresponde a la dictadura, por lo mismo en el presente del personaje solo se encuentran ruinas quedando envuelto en la desesperanza. Desde aquí, se desprende la siguiente idea planteada por Magda Sepúlveda:

(…) predominan las voces del vagabundo y del náufrago. Son los nuevos ciudadanos, sin tiempo, sin historia, caracterizados sólo por fragmentos que son comparados a los restos de la despensa de una casa abandonada (…) En otras palabras, la sintomatología del desastre se apodera del lenguaje de los poetas del 90. (159)

Lo que señala Sepúlveda se condice con el poemario de Malú Urriola en la medida que la protagonista se identifica con una perra callejera que vagabundea por los suburbios de Santiago. Desde esta premisa, el desastre representado a través de los “escombros” también refleja el pesar general del texto de la poeta. De acuerdo con esto, otro elemento importante es el hambre, reflejado en los siguientes versos:

me camino las calles atestadas de gente, el tráfico no para, esta ciudad se ha enrarecido ya no es la de antes, nada es lo de antes, ha tomado un olor a modernidad decadente, un glamour del hambre, arriba el paisaje, los luminosos, abajo el hambre que tuerce las tripas, tiradas en las veredas, grises, confundidas con el pavimento, las manos ruegan.[2] (19)

En esta cita se encuentra un elemento importante que se va a presentar en todo el libro: el hambre. La alegoría de “arriba el paisaje” y “abajo el hambre” remarca la desigualdad social que está representada. Asimismo, esta desigualdad se vislumbra en a figura de la perra, sabiendo que este animal doméstico puede o no tener privilegios, no obstante, el ser callejera, la margina de aquellos privilegios, por lo tanto, se encuentra a la deriva en donde está el hambre y el riesgo. Siguiendo con esta idea, la división de estratos sociales es importante en la medida que estas identidades sujetas a estar “abajo”, se encuentran en constante riesgo. En este sentido, la metáfora de la ‘perra’ va encontrando sentido, ya que esta exposición al riesgo se va configurando a través del hambre como la pieza que resalta esa ‘eliminación del gasto público’. en donde los sujetos se hacen valer por sí mismos y el Estado no intercede en ello. Alrededor de esto, Sepúlveda, en torno a esta idea, ella señala que

Las expectativas puestas en la Transición, tales como justicia en la asignación de un lugar heroico a los que habían luchado contra la dictadura, políticas sociales fuera del libre mercado y participación ciudadana, entre otras, no se cumplieron. De ahí que la experiencia de la Transición sea descrita como un fracaso para algunos grupos. (166)

Por lo tanto, la metáfora ‘perra’ encarna dicha realidad de fracaso. En vista de lo anterior, otro elemento presente en el poemario que se enmarca en este parámetro es el frío: “entonces hace frío, hace un frío terrible que hiela los huesos, no soporto el frío se parece al tedio” (56). Este frío puede expresar la falta de cobijo, es decir, la falta de calidez de un hogar. Por lo tanto, nuevamente, se expresa la exposición de la sujeto poética, esta vez hacia la calle. Por consiguiente, tanto el hambre como el frío son dos componentes que retrotraen a la figura de la ‘perra’.

De acuerdo con lo anterior, se da la siguiente indagación respecto del porqué se escoge a esta entidad, la perra, pudiendo haber sido cualquier otra. Por ende, no cabe lugar a dudas que aquellos elementos resaltan la animalización de su identidad, encontrándose en la figura de una perra callejera, expuesta al hambre, al frío y al inminente riesgo. En el siguiente pasaje se demuestra esto con más claridad: “No te sorprendas de saber que no te espero, pues perra y callejera que soy, me voy con quien me lama esta herida sobre mi lomo” (69).

Conforme con lo anterior, la animalización de la identidad de la protagonista se encuentra presente en toda la narración. Cabe señalar que esta animalización es una suerte de autoidentificación, es decir, la protagonista se autodenomina como ‘perra’. Esto puede interpretarse como una toma de conciencia respecto de la situación en que está inmersa la ciudad y sus personas: un pasado dictatorial que resiente a identidades sociales en el presente. Por lo tanto, la figura de la ‘perra’ callejera retrotrae en el plano conceptual la exposición al riesgo constante de la calle, ataques sexuales de otros perros y la herida que pudo haber sido causada por ese mismo riesgo de estar en la calle, es decir, de ese peligro constante.

Autodenominarse como ‘perra’ no es menor ni mucho menos una casualidad. Más bien, trae consigo un trasfondo político que se enuncia desde la misma marginalidad. Por ende, construir el discurso poético en torno a esta figura hace sentido en la medida que la animalización suele ser atribuida para realizar connotaciones negativas. Sin embargo, apropiarse de estas connotaciones significa apropiarse de la negatividad, pero eso lo hace ser un gesto de denuncia sociopolítica, tal y como lo expresa Juan Pablo Sutherland:

La autodeterminación del habla en primera persona exhibe esa política de descarga: “Esta perra que soy”. Voz más que identidad, estrategia más que esencialidad, así, la hablante animalizada de hija de perra se funda sobre la subjetividad agraviada de lo femenino, homologadas a putas, perras, histéricas, toda la taxonomía que se organizó en la historia para controlar las subjetividades de las mujeres y de los indeseables para las culturas normativas” (296).

Desde el plano cognitivo, cabe, entonces, señalar cuáles son las incidencias que juegan un rol dentro de esto: “Las metáforas son los principales mecanismos que contribuyen a la difusión y a infundir creencias populares. A través de las metáforas las personas expresan una pintura de la realidad o una visión de mundo (…) están cargadas con un componente ideológico o actitudinal[3]” (López Rodríguez 78) Por lo tanto, las metáforas son el puente en cómo se concibe la visión de mundo que tenemos, por ende, ayudan a contribuir a la construcción de identidades sociales, debido a que la experiencia del mundo y los componentes ideológicos son factores que inciden decisivamente. Asimismo, el componente social está ligado a la relación de un “yo” y un “otro”, que podríamos llamar, la otredad. En este espacio, a través de las metáforas, se conceptualiza a esas identidades distintas. En este sentido, Irene López Rodríguez se refiere a los grupos marginales, dentro de los cuales destaca a las mujeres. De esta manera, la autora realiza un estudio acerca de qué tipo de expresiones metafóricas se asocian a la identidad femenina. Destaca dentro de ellas: animales de granja, animales domésticos y animales salvajes. En el caso de Hija de perra, es evidente que el animal en cuestión es doméstico.

De acuerdo con lo anterior, “Las identificaciones metafóricas de grupos marginales con animales podrían ayudar a expresar y perpetuar evaluaciones colectivas sobre sus roles en la sociedad, reforzando estereotipos y, últimamente, encasillar persona dentro de conjuntos normativos binarios de “uno mismo” y “el otro.[4]”(80) Esta evaluación colectiva acerca de nuestro rol en la sociedad es precisamente lo que la protagonista de Hija de perra consigue tras apropiarse de esta manera de conceptualizarse a sí misma: el perpetuar esta imagen lo hace con un fin de denuncia, la cual se materializa a partir del rol que ella cumple ras un periodo de devastación política y social, por lo tanto, conoce dicha realidad y se identifica con una figura igual de precarizada y vulnerable que ella dentro del sistema: la ‘perra’.

Este sistema se enmarca en la ciudad, no menos relevante dentro del discurso ya que la amnesia de Santiago se puede interpretar como el intento de olvidar ese pasado oscuro entregado por la dictadura. En este sentido la protagonista dice: “Si vieras Santiago no lo reconocerías, es una pura amnesia de extremo a extremo, una herida que pulula por dentro, una herida que se parece a la herida de mi lomo” (63) A partir de estos elementos señalados, la metáfora de la ‘perra’ nuevamente se hace presente: esta es a través de la herida y de la corporalidad de la protagonista. Es en este punto en el que quisiera detenerme.

Ambas figuras, la protagonista y la ciudad, poseen vestigios del pasado violento que dejó la dictadura. Este se hace manifiesto a través de la herida, la que se encuentra tanto en la ciudad como en el cuerpo de la protagonista. Lo que es aún más interesante es que esta herida se ubica en el lomo de la protagonista, siendo este un lugar que hace referencia a los cuadrúpedos, es decir a los animales. Además, esta herida no se encuentra expuesta, sino que más bien se ubica en el interior de la ciudad. De este modo, se hace manifiesto lo implícito de este pesar general en la obra: la herida se lleva por dentro, como una marca permanente que no puede ser ignorada ni olvidada por la protagonista ni la ciudad y esta última, como una entidad personificada. Por lo tanto, la animalización de la protagonista es una marca explícita que se vislumbra en torno a los elementos estudiados. Siempre está presente la palabra ‘perra’, siendo esa relación ineludible, de modo que, en este poético perteneciente a la Transición se representa dicha herida que se manifiesta a través del lenguaje, no explícita necesariamente, pero sí de manera implícita, propia del periodo. (Sepúlveda 168)

IV. Carne de perra
Carne de perra de Fátima Sime es una novela corta. Tiene por protagonista a María Rosa Santiago López de 24 años, una enfermera que es detenida política dentro del periodo de la dictadura militar en Chile (1973-1990). El eje principal de la novela es el entrecruce entre pasado/presente que aqueja constantemente a la protagonista. Sus recuerdos en torno a ese pasado la afligen y acongojan constantemente a pesar de que la dictadura terminó, retornando la democracia, por lo que ella pudo salvarse de morir en manos del régimen. Sin embargo, el precio que tuvo que pagar para no morir torturada fue el ser obligada a involucrarse en el sistema de inteligencia de la dictadura por El Príncipe, su victimario, quien la “rescata” de ser ‘torturada política’, como cualquier otro detenido, pero con la condición de que participara a través de la labor de enfermería con los torturados. Todo esto podría parecer una decisión propia, sin embargo, ella es obligada de principio a fin. De este modo, la prisión para María Rosa evoluciona a un nivel en que el escape podría ser una solución factible, pero las violaciones constantes por parte del Príncipe y las torturas propiciadas por él mismo le impiden a escapar. A esto se suma debido al miedo y la pérdida de identidad que sufre cada vez más entre la tortura y la violación.

De acuerdo con lo anterior, el papel que cumple la protagonista es siempre de víctima: imposibilitada a cambiar el destino de sus acciones, ya que es siempre obligada a realizar labores de enfermería y ser una especie de esclava sexual, poco a poco se va construyendo su subjetividad alrededor de la vulnerabilidad y la violencia. El resultado de esto es que ella no es más que un objeto de manipulación y sumisión, un objeto sexual que cumple dos roles, principalmente: participar de las torturas y ser un objeto de complacencia sexual para el Príncipe. Por lo tanto, las metáforas ‘perra’ y ‘muñeca’ para referirse a su identidad no lo hace ella: le son atribuidas por el Príncipe. Aquí radica la diferencia entre Hija de pera y Carne de perra: por un lado, en el poemario de Malú Urriola la protagonista se autodenomina como ‘perra’, pero en la novela de Fátima Sime la protagonista es denominada así en contra de su voluntad.

Según lo anterior, las metáforas de ‘perra’ y ‘muñeca’ no son una casualidad, sino que más bien la elección podría deberse a los fundamentos de la metáfora en términos cognitivos, es decir, son expresiones metafóricas que cumplen una función que se encuentra en la percepción, en la configuración y en las experiencias del mundo de cada individuo. (Forjado Uribe 52) Esto significa que estas metáforas traen consigo, lo que es en su dimensión extralingüística, aquellos términos que prestan sus conceptos. Por lo tanto, las metáforas de “perra” y muñeca” funcionan como reforzamientos de la condición vulnerable de la protagonista. Según señala Irene López Rodríguez, la imagen de perra remite a la sexualidad, del modo que le otorga una connotación negativa a la mujer. Así lo expresa López:

Las metáforas no están divorciadas del mundo de nuestras percepciones y concepciones, sino que están firmemente enraizadas en ellas, el estudio de las suposiciones fundamentales que motivan la cartografía de las metáforas de animales comunes usadas en la conceptualización de la mujer podría proporcionar una buena mirada en el rol atribuido a las mujeres en la sociedad. (83)

Teniendo en cuenta lo que señala Irene López, las metáforas tienen una fuerte raíz en cómo el mundo es percibido, por lo tanto, esto nos permite darnos cuenta de cómo se constituye el rol de la mujer. En el caso específico de Carne de perra se vislumbra el papel asociado a María Rosa dada su condición de género: el ser mujer permite su papel sexual y de cuidados, el cual tiene un correlato directo con las metáforas (‘muñeca’ y ‘perra’) que se le asocian.

Conforme a los fundamentos de la metáfora conceptual, a María Rosa se le va destruyendo su identidad, por ende, ella se va fragilizando, obligadamente, cuando era víctima del Príncipe. Por lo tanto, la relación del cuerpo y su interioridad se encuentran ligadas en torno al trauma y la violencia. Por un lado, su persona se deshumaniza en tanto que es perra y muñeca al mismo tiempo.

María Rosa identificada con una muñeca recobra sentido en la medida que ella es instrumentalizada para cumplir dos fines: sexual y de enfermería. El sexual está ligado a la metáfora de la ‘perra’, su identidad y su cuerpo se transforman en esa identidad degenerada que encuentra su finalidad Enel trabajo sexual. En los siguientes ejemplos se vislumbra lo recién mencionado:

Ahí llegó el Príncipe. Me dijeron que la muñeca no está comiendo. Su poder, su autoridad, su dominio absoluto sobre la vida. ¡Mete la mano, concha de tu madre, y agarra! Me aferraba a él. ¡Para volver a la vida! A su protección. ¡Para volver a la vida! Es un regalito para la muñeca. Pero me mantenía al filo del precipicio. ¿No cachái lo que son, perra? ¡Entonces huele, huele! Con una mano me sostenía, me empujaba con la otra. Se introducía, me desgarraba, me ahogaba, para luego salvarme. Claro, mi muñeca, adivinó. Son higuitos maduros que le traje ¿No me contó que en su casa había una higuera? ¡Ábralo, muñeca! Son pasteles. Para salvarme. ¿Por qué? Él era el amo, mi amo. Me producía terror. También me excitaba. Una mezcla que no lograba entender. Estaba presa. ¿De él? No. Más que de él, de mi apego a la vida. (51)

En este fragmento de la novela podemos vislumbrar el tránsito de ‘perra’ y ‘muñeca’. Por un lado, cuando María es denominada como una muñeca se ve el trato más suave, casi infantilizado, sin embargo, esta infantilización se convierte en fragilización en cuanto es sostenida y empujada. Su cuerpo, de esa manera, es manipulado al igual que su decisión: es obligada a abrir la caja y descubrir los higos. La violencia con que es manejada es evidente, la cual la atrapa a través del miedo, aferrándose al Príncipe y siguiéndole el juego ya que tiene terror de perder la vida. Por otro lado, la protagonista es denominada como ‘perra’ ya que esta animalización sigue la idea anterior: se deshumaniza y al nombrarla así mientras introduce su cara en la caja de los higos, pone de manifiesto esa relación entre la violencia y abuso. Esto es como si nombrarla de esa manera abriera la puerta suficiente para el maltrato. Por lo tanto, según Montes Capó, en esta la novela en “la nominación “perra” es la expresión que concentra la estrategia de pulverizar en el otro cualquier atisbo de dignidad humana.” (71) Por ende, ya no es más “María Rosa” es, más bien, una “muñeca” y una “perra”. En este sentido, “el torturado y el violado, es anulado como sujeto, en la medida que se produce una objetualización del cuerpo agredido y, por lo tanto, se vuelve una entidad sin voz, un ser marginal que necesita de “otro”, aunque éste sea ficticio, para expresarse” (Muñoz 97) La dignidad se le destruye a la protagonista en la medida que es destruida como persona y como mujer. Por lo tanto, María Rosa “(…) sumida cada vez más en la pérdida identitaria, es casi incapaz de hablar. Su condición de mujer vejada sexualmente la torna en objeto consumible dentro de un escenario donde la perversión y la pornografía se citan entre las órdenes y el voyerismo de su amo. (Llanos 232) Por ello, la protagonista en el papel de muñeca (no olvidar que es atribuido), es maleable y es utilizada como un objeto de entretenimiento que está estrechamente ligado con el rol sexual que cumple como se señala en el siguiente fragmento: “Miren a la muñequita, cada vez con más encantos. No importa, cambié de idea: ganes o pierdas vas a bailar igual.” (53-54) En esta escena del baile se vislumbra cómo la autoridad y el poder del Príncipe se hacen presente. María Rosa está obligada a bailar de manera sensual, enfatizando su papel de objeto sexualizado. Lo mismo sucede en el siguiente fragmento: “¡Mírate! Ha cruzado el brazo frente a ella y, furioso, da vuelta el espejo con la mano. Melena corta, maquillaje discreto, vestido entallado, sandalias de taco. Cartera.” (66) Por lo tanto, podemos ver cómo su identidad transita entre lo deshumanizado y animalizado, con diferentes matices, pero siempre el mismo principio: la violencia y los ataques sexuales, que contienen en sí la manipulación de su persona en estos dos sentidos, Tal como señala Llanos

Más aún, su destino depende del torturador, pues él decide diariamente que siga con vida. En este mundo de dominio total, el sexo juega un papel fundamental y adquiere un doble significado también, ya que se torna elemento de sobrevivencia, por un lado, y de castigo, por otro, en un juego perverso que apresa a María Rosa. (231)

Como ya mencioné un poco arriba, María Rosa queda con secuelas irremediables que la persiguen, aun ya terminada su condición de prisionera. Sin embargo, ella sigue siendo prisionera del trauma causado por las vivencias que sufrió, desde su cuerpo hasta su mente. Esto debido a que su identidad se disolvió a través de de la violencia y la violación. Por lo tanto, su identidad se instala de lleno en la vulnerabilidad, puesto que ella es susceptible constamente a ser herida, violada y abusada en sentidos tanto físicos como psicológicos, ya que el miedo que sintió la cayó de a poco, viéndose imposibilitada a hacer algo por ella, aunque su interior gritase por hacer algo.

V. Similitudes de ambas creaciones literarias
A partir del análisis realizado de Hija de perra y Carne de perra, podemos distinguir similitudes que ambas creaciones literarias poseen. Estas son: la deshumanización, la animalización y la fragilización de la identidad femenina representada en las dos protagonistas. Como ya había señalado, la metáfora traspasa los límites del lenguaje para instalarse, en una primera etapa, en el pensamiento, dicha conceptualización y entendimiento se manifiesta a través del lenguaje.Según Forjado Uribe,

La metáfora, entonces, no es sólo un problema lingüístico, dado que no es sólo un asunto del uso del lenguaje, sino que es más bien una forma de hacer manifiesta la concepción del mundo, es uno de los recursos de los que se vale el hablante para referirse a él y a las relaciones que se establecen entre las diferentes realidades que lo conforman. (48)

Por lo tanto, la construcción de estas identidades se va cimentando en torno a la relación indisociable entre lenguaje y pensamiento. Según Branch, “Los sobrenombres, por otro lado, siguen las reglas metafóricas y no son arbitrarios en la medida que hay una similitud y relación entre la persona y el nombre. (108) Esta similitud se encuentra entre lo que se entendería por ‘perra’ y por ‘muñeca’ en cada caso: el riesgo, la vulnerabilidad y la marginalidad.

En primer lugar, ambas protagonistas se instalan dentro del parámetro del riesgo, si bien, en distintos planos, están expuestas a ser heridas y abusadas, puesto que, por un lado, María Rosa se encuentra constantemente al riesgo de ser violada, herida y maltratada tanto psicológica como físicamente. Por otro lado, la protagonista de Hija de perra está expuesta al peligro constante en la medida que se identifica con la ‘perra callejera’, el hambre y el frío es latente en todo momento, además del atropello de algún automóvil, por ejemplo, que podría ser una realidad factible al igual que los abusos que podría recibir al estar caminando en la noche. En segundo lugar, ambas protagonistas se hallan dentro del plano marginal, en la medida que tanto la ‘perra’ como la ‘muñeca’ son formas patriarcales de denominar a la mujer, esta última ya siendo una figura marginal, estos nombramientos (perra y muñeca) refuerzan esas cualidades y la trasladan a una doble marginalidad, en el plano de la desventaja social en que se encuentran estas mujeres dentro de las narraciones en cuestión.

VI. Conclusión
En conclusión, las expresiones metafóricas ‘perra’ y ‘muñeca’ reflejan el cómo se construyen las identidades femeninas alrededor del riesgo, de la violencia y de la vulnerabilidad. Desde aquí, las metáforas cumplen la función descrita en un principio, la cual es representar cómo funciona el nexo entre pensamiento y lenguaje. Por ello, la percepción y el entendimiento del mundo se manifiestan a partir de las denominaciones estudiadas, puesto que retrotraen imágenes, conductas que se resumen en la conceptualización que se entiende por estas figuras (perra y muñeca). Esto dado que “todo concepto necesita estar cimentado (o contextualizado) sobre una estructura coherente de conocimiento basado en nuestra experiencia humana.” (Ibarretxe-Antuñano 249) Estas adquieren una delimitación de tipo política dado a las identidades que están representando, pero también al discurso en que se encuentran inmersas, que, como ya se ha analizado en cada caso, pertenece a un periodo posterior a la dictadura militar (1973-1990) y cada caso abarca dicho periodo de distintas maneras. Por un lado, Hija de perra se enmarca en este lapso, dado que hay una identidad que se encuentra atrapada en un tedio constante, entre el riesgo (hambre, frío, calle), propias del fracaso de la Transición, que el influyó mucho en la llamada generación pos-87, cuya mayor característica fue que

[s]e trata de escritores que, tras haber llegado tarde a la épica utópica de los sesenta, tienen que asumir la experiencia de ser testigos de un periodo de devastación y tristeza, en un territorio cercado por una política que, en lo cultural, se orientó al exterminio de cualquier proyecto crítico. Una suerte de generación perdida que, según la crítica establecida, anuncia con rudeza una poesía posutópica atravesada por el síntoma del desencanto (Gutiérrez 10).

Siguiendo las palabras del autor, Hija de Perra se enmarca en el desencanto, en la pérdida, encarnada en el amor que se ha ido dejando de manifiesto esa suerte de lejanía con la política como tal, puesto que en el poemario nunca se hace referencia explícita a la situación política del país, sin embargo, se dejan implícitos los daños causados por esta a través de los personajes que circundan toda la narración poética. De acuerdo con esto, me gustaría destacar lo que menciona Maga Sepúlveda, puesto que la autora señala que la poesía de la Transición abarca a aquellas voces populares, quienes van a problematizar el discurso de los tiempos mejores en términos económicos elaborado desde el fin de la dictadura. (Sepúlveda 152). Por lo tanto, la mujer y el travesti Por otro lado, Carne de perra se inserta en esa etapa ya que es explícito, puesto en el mismo transcurso de la narración se realiza ese entrecruce entre pasado/presente en torno a la vivencia de María Rosa en la dictadura y después de esta. Desde aquí, esta novela que podría identificarse como híbrida en la forma en que se construye el discurso entre un vaivén del pasado y futuro sin un orden lineal necesariamente, existe una oposición entre el yo y el otro, la ficción y la realidad se difuminan hasta borrarse. (Macarena Areco 90). Estas marcas reflejan la pérdida de la identidad causada por la dictadura En este plano, la identificación permite comprender cuál podría ser el significado de las metáforas en ambas creaciones literarias.

 

Bibliografía
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NOTAS
[1] La frase se encuentra en mayúsculas puesto que es el formato original de las metáforas conceptuales.
[2] El poemario de Malú Urriola no se encuentra en verso tradicional, sino que está escrito en prosa poética.
[3] La traducción me corresponde.
[4] La traducción me corresponde.
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