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«La obra literaria en el nuevo siglo: una nueva mirada a la producción literaria chilena, a partir del análisis de sus espacios de gestación en la novela Rafael Denegri: años de formación y aprendizaje».

por Elizabeth Richter
Artículo publicado el 18/11/2008

Texto realizado en el marco del curso de Crítica a la novela chilena del siglo XXI dictado por la profesora Rubí Carreño Bolívar en la facultad de Letras de la Universidad Católica de Chile.

Resumen:
La novela Rafael Denegri: años de formación y aprendizaje de Marcelo Sánchez constituye una nueva perspectiva para analizar la narrativa chilena en el 2000.
En el contexto del Chile globalizado la labor del escritor se profesionaliza y la imagen del maestro es desmitificada a través del personaje del Dr. de la Roa, un mediático y afamado escritor, líder de un taller literario que realiza en su consulta. Rafael Denegri, un proyecto de escritor que integra el taller del afamado escritor, se desplazará en el espacio urbano con sus reflexiones sobre la obra literaria, la labor del artista y sus sueños de reconocimiento.
Con este personaje Sánchez indaga en los vicios -muchos de ellos validados- del medio cultural chileno y su irrupción en la cultura de «mass media».

Un joven poeta viaja desde el sur hasta la capital de Chile para formarse como escritor de renombre a través del taller literario del Dr. de Roa. Pero su llegada a la ciudad le proporcionará dos escuelas, la primera el taller literario, la segunda su propia experiencia en la ciudad la cual sirve de escenario para las reflexiones del poeta en torno a la vida, la escritura, la obra. Es este último aspecto el que pretendemos presentar en esta nota  a partir de la lectura de la novela  Rafael Denegri: Años de formación y aprendizaje escrita por Marcelo Sánchez y publicada en el año 2006 por ediciones Fuera de lugar.

Rafael Denegri es un proyecto de escritor. En una pensión y con un viejo computador escribe proyectos de obras. Se pasea por diversos géneros: poesía, narrativa, teatro, ensayo. De todas ellas sólo unas cuantas están terminadas. El taller del Dr. De la Roa- mediático maestro en estas artes-  pretende ser la cuna de una nueva generación de escritores. Allí los jóvenes aspirantes leen sus creaciones adulando y destruyendo- según sea su conveniencia-  la obra del otro en una época  -hablamos del 2000 y la transformación cultural posmoderna- en que la escritura se ha profesionalizado y su producción estará ligada a los círculos académicos y a los líderes mediáticos. Sánchez sitúa al Dr de la Roa en medio de estos círculos. Es un personaje adaptable a cualquier escenario que le otorgue ganancias. Este modelo de “Maestro” funciona en la obra como la desmitificación de la producción literaria, el fin de las musas tradicionales, el fin del maestro, el comienzo de una literatura sin padre que se observará ampliamente en la producción del nuevo siglo en Chile.

Para observar como se constituye la obra literaria en el universo planteado por Sánchez, es interesante dar una mirada hacia los espacios donde ésta se genera. Primeramente tenemos la habitación de Denegri, luego la consulta del Dr de la Roa y finalmente un set de televisión, veamos más en detalle como funciona la obra litearia en cada uno de ellos y finalmente intentaremos desentrañar la visión del autor frente a la obra literaria en el nuevo siglo.

La habitación de Denegri da cuenta de  lo privado. En este espacio el joven intenta recrear el ambiente sureño con sus luces y aromas. en  su computador están todos sus proyectos clasificados y catalogados en una especie de “ficha” que el propio Denegri revisa mentalmente en su tardes de ocio urbano. Entre los textos revisados hay una novela, un ensayo, una obra teatral y un poemario. Para cada obra el joven poeta estima ciertas categorías o parámetros como argumento, el nivel de compromiso, estado de avance y fantasías asociadas a la escritura de la obra. Al observar estos parámetros en las distintas obras podemos notar que el autor nos revela el problema de su personaje en cuanto a la escritura: puede empezar, pero no logra terminar un proyecto que le sea satisfactorio, en efecto, el único proyecto terminado- el poemario- representa un nivel de compromiso bajo y su fantasía con ella es “pegar en el medio literario chileno con una obra cursi” (58) es decir, su pretensión es penetrar en el mercado literario con un producto con demanda asegurada.

Las obras que aparecen con mayor compromiso en su revisión mental son el ensayo “campeonato de apertura” y el guión teatral “protagonistas de la nada” de los cuales no ha logrado escribir nada, esto nos da un primera señal sobre lo que el autor nos dice en torno a la obra literaria: mientras más nos involucramos en su creación más compleja resulta su ejecución. Siempre es más fácil escribir según la prescripción  del medio, del mercado, de alguien-  ¿un maestro?- es una posibilidad.

Ahora bien, según el autor, ¿de qué hay que escribir en la obra literaria? Partimos de la idea de que la obra que leemos trata sobre la escritura en el 2000, su personaje a su vez escribe repite el ejercicio en su novela  Ambos mundos cuyo argumento es de un escritor  porno y sus diálogos imaginarios con Hemingway. La obra porno  que este personaje escribe logra venderse como nueva narrativa hispanoamericana a pesar de ser una copia de Menos que cero de Breston Belis.

La obra literaria en el espacio privado aparece desde la óptica ingenua del joven Denegri, su aspiración de penetrar en el medio nacional habla de una obra concebida como tarjeta de presentación que puede validar al sujeto ante sus pares y ante el publico- lector.

El joven escritor  ve en la obra literaria un acto de valentía frente al mundo de la ideas: “… comenzaba a darse cuenta de que todo el mundo tenía ideas, generalmente muy buenas ideas, pero muy pocos tenían los cojones para escribirlas”(58) en efecto, escribir implica hacer una apropiación de ideas, involucrarse en ellas, hacerse parte de su mundo. Este ejercicio tiene como resultado la obra , por ello Denegri se encuentra con tantas dificultades a la hora de desarrollar y finalizar sus obras, en el 2000 – y su ideario mutable – apropiarse de una idea no tiene mayor sentido.

Observemos un segundo espacio: el taller literario del Dr. De la Roa. Aquí vemos primeramente, un espacio ajeno a la naturaleza provinciana de Denegri. El ascensor que lleva hasta la consulta del Dr. De la Roa lo recibe con sus infinitos espejos mostrándole en diversos ángulos su estética  hippie que contrasta con la elegancia del edificio y del propio De la Roa. En la oficina, los jóvenes escritores deben mostrar sus trabajos y aceptar los comentario y críticas del resto de los presentes – aunque poco y nada importa el juicio de los pares- todos están ahí para que sus trabajos sean validados por la autoridad, el “maestro”, vemos aquí para los integrantes del taller la obra no está completa hasta la aprobación del maestro, quien desde su sitial de éxito mediático.  En este espacio las obras literarias se producen en relación al juicio del Maestro que a su vez encarna una alteridad colectiva: el medio chileno, las editoriales, los concursos. Todo aquello a lo que los jóvenes talleristas aspiraban conseguir.

Siempre con un aire de sarcasmo, Sánchez sitúa el taller literario en la dimensión del reality show– una experiencia de laboratorio en la que el voyerismo se combina con el instinto de supervivencia dando como resultado un espectáculo único- antecedente de lo que será el tercer espacio. En efecto la única diferencia entre los dos espacios es la presencia de la cámara de TV, más adelante veremos que implicancias tiene este factor.

A través de la metáfora del “ojo-  paella” Sánchez inserta en la creación literaria una presencia sin nombre que observa las labores del grupo- un símil a la cámara de TV- todos introducen sus tenedores en ella y la devoran, se nutren de la mirada de aquella presencia, del reconocimiento: “Todo lo que brilla es un ojo” (22) dirá Denegri en sus notas sin ordenar, el manifiesto del joven escritor – incluso del mismo Sánchez- del que nos ocuparemos más adelante.  En el espacio del taller, la creación literaria aparece como un espectáculo de sobrevivencia en donde todos los participantes se sacan los ojos para ser los favoritos, en este contexto podemos decir que la obra no es más que la realización de una ambición personal.

El tercer espacio, como señalábamos anteriormente, no difiere demasiado del taller, en efecto es la realización televisada del mismo taller en donde el ojo paella se transforma en cámara y la consulta en set de televisión, es un reality show en donde deberán sacarse los ojos ante la mirada de todo el país, el premio: reconocimiento, una publicación con una prestigiosa editorial, ser el clon juvenil del doctor De la Roa. Ser estrella de televisión al igual que los bailarines brasileños y los protagonistas de los culebrones. La obra aquí es éxito.

Pero Sánchez no pretendió exaltar esta lógica capitalista y voyerista de la creación literaria, su obra es más bien una contrapartida escrita desde fuera del ojo, podemos decir que las notas sin ordenar escritas por su personaje son en realidad su propio manifiesto y nos permite resolver este problema en torno a la obra literaria, ¿Qué  que escribimos en el 2000? y ¿para qué lo hacemos? ¿Hay algún valor en ello?. Sánchez da respuesta a estas interrogantes señalando: “…escribo para saber que pienso [… ] discípulo de mi mismo lo único posible es el registro de mis peleas de mis luchas, de mis resistencias. Cabrona literatura y sus profesionales.” (24). La obra literaria para Sánchez se concibe desde la experiencia, la escritura es solitaria, la opinión de la gente del oficio no es absoluta ni concluyente, hay otros criterios e intereses involucrados : “es claro que el juicio estético es errático, ambiguo, personal. El drama es que ese juicio sanciona o rechaza obras de una manera más bien política. (20). Podemos decir, hasta aquí, que Sánchez plantea una escritura sin maestros, personal, solitaria, con un compromiso ineludible con un ciclo del tiempo, de la historia con el que debe lidiar.

En dictadura los escritores debían esquivar la censura y la palabra toma un aura de rebeldía. Ahora, señala el autor, esos mismos autores desde sus sillones diplomáticos o académicos no reconocen a los que vienen, a los jóvenes post traumáticos que ven en la palabra un espacio de resistencia al mercado: “Nuestro tiempo es una continua invitación a pertenecer al mercado, a consumir y ser consumidos a cualquier precio. Somos una sociedad de caníbales” (22). Finalmente sitúa al escritor del nuevo siglo en el espacio urbano, en la periferia cultural, son escritores de orilla cuyas obras no se publican en lujosos tomos vendidos en las librerías de los mall sino en la piel se la ciudad: “Las letras chilenas contemporáneas: hay que buscarlas en los graffitis, por que a pesar de que los hacen en las paredes muchas veces meadas por los perros y los borrachos, huelen mucho mejor que la Revista de Libros de “El Mercurio”. (24) Es decir la obra literaria no se constituye como tal al estar en el espacio de la “alta cultura”, sino que es más bien una apropiación de una idea o ideario por parte de un sujeto que se involucra con ella, la elabora y la re elabora, maestro de su creación crea en su obra un espacio de resistencia hacia la aldea global y su oda al capitalismo.

Luego de la revisión de los espacios en donde se produce la obra literaria en el relato podemos decir que el autor pretendió desentrañar los vicios – muchos de ellos validados- del medio cultural chileno y su estrecha relación con los medios de comunicación de masas, estos llevando su poder trasgresor de los limites entre lo publico y lo privado al extremo televisan cualquier tipo de actividad humana, incluyendo la escritura, en estas esferas la obra es un producto transable en el mercado a gran valor no sólo económico sino también en términos de prestigio y poder. La literatura que propone Sánchez es la palabra de resistencia, huérfana, escrita desde el cuerpo hacia el cuerpo de la ciudad, la que debe existir mientras haya algo que decir, que gritar.

Bibliografía:
Sánchez, Marcelo. Rafael Denegri: Años de formación y aprendizaje. Santiago de Chile: Ediciones fuera de lugar, 2006.
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