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Preámbulo al premio nacional de literatura 2016. Y apoyo a Carmen Berenguer.

por Jaime Lizama
Artículo publicado el 20/06/2016

Más allá del paradigmático rechazo de Sartre al Nobel, del extrañamiento de Beckett o de la renuncia inexorable de Cioran a los homenajes y los premios, el reconocimiento literario suele ser un acontecimiento que despierta pasiones y un legitimo y saludable fervor crítico, pues en gran medida la literatura y, en particular, las obras de un conjunto de autores nacionales, logra un grado de visibilidad inusitada (aunque fatalmente transitoria en los medios de comunicación masivos), precisamente en la instancia previa a su deliberación final.

Incluso, sin ir más lejos, la frustrada promoción en el año 2014 al Premio Nacional de Literatura del rebelde y contestatario Pedro Lemebel, logró alcanzar una repercusión inédita en las redes sociales, gracias a un masivo apoyo que desbordó por completo los márgenes ilustrados del “mundo de las letras”. En aquella ocasión, el status quo cultural concertacionista, de sesgo más conservador, optó por premiar a Antonio Skármeta; en el fondo como una forma de premiar su propia trayectoria consensual y acomodaticia. En otras palabras, premiaron solidariamente a unos de los suyos, como si a través de las letras y la literatura, el ethos concertacionista lograba sublimarse o travestirse en algo éticamente más digerible.

La diversidad de autores y de poetas, en esta ocasión, no obsta que los centros de poder y de influencia cultural desarrollen sus dinámicas entre deliberativas y hegemónicas, editorialmente marcadas en los llamativos casos de la UDP, que lleva como cabeza de serie a Claudio Bertoni y en una segunda instancia al poeta José Ángel Cuevas, ambos sin lugar a dudas destacados y solventes autores, al que podría sumarse, dado su contiguidad escritural, el nombre de Juan Cameron, todos ellos tal vez como una forma de hacer más visible y más elocuente la ausencia de un autor límite: Rodrigo Lira. En un segundo caso, los autores de sesgo académico, Pedro Lastra, Delia Domínguez, que cuentan con el respaldo indubitable del Mercurio y una cierta transversalidad del mundo más conspicuo de las “Letras”.

Ante eso, muchos de los estamos aquí, allá y fuera del país, hemos optado por apoyar la vasta obra de la poeta Carmen Berenguer; apoyo que me parece que debe hacerse visible a propósito de un conjunto de consideraciones.

He aquí 5 razones porqué Carmen Berenguer merece recibir el Premio Nacional de Literatura 2016:

1- Por la construcción de una obra polisémica, cuestionadora y provocativamente política, donde los textos poéticos no son simples episodios o momentos de una subjetividad en la retaguardia de una pura pasividad académica o de la simple nebulosa reaccionaria de lo sentimental.

2.- Porque su escritura se sitúa con lucidez y radicalidad en la política conflictiva del género, indagando profusamente en el lenguaje, desde lo luminoso hasta la belleza plebeya y dura de los bajos fondos, desbordando lo femenino/masculino y sus ropajes complacientemente patriarcales.

3.- Por dar cuenta, abiertamente, del testimonio y el discurso de los “otros” no por sin simple corrección política y acomodaticia, sino mediante el despliegue de una escritura contestataria que cruza la represión política, el crimen y la violencia contra las mujeres y los marginados.

4.- Porque la trama desde “Boby Sand desfallece en el muro” hasta “Mi Lai”, es el itinerario de un potente registro escritural-poético en constante revisión y despliegue, siempre en tensión con el convencionalismo del género (la poesía), y su pretensión de pureza y de ensoñación académica.

5.- Por la intensidad y la fuerza crítica y disidente de sus más logrados textos, entre los que podemos nombrar: “Anticristo”, “Puente Arzobispo”, “Dos N ocuparon mi ciudad sitiada”, “Ruinas”, “Solamente Manhatttan”, “Pen Station”, “Nevada”, sólo para señalar algunos poemas que no requieren de la contextualización que carateriza, marcadamente, la obra de esta autora.

Jaime Lizama
Junio 2016
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Un comentario

Creo que Jaime describe con certeza razones para premiar a Carmen con el Premio, a lo que yo agregaría la consistencia ética de su proyecto poético con su conducta pública nunca complaciente con los poderes visibles del aparato político y académico chileno y asentada en una férrea defensa de género como también por su reivindicación de la condición humana ante el efecto histórico y vital con los poderes hegemónicos que realizan su genocidio antropológico y cultural.
La principal defensa de la postulación de carmen es su propia obra literaria, no la concesión complaciente que otros premiados anteriores han tenido con los gobiernos de turno.

Por Fabio Salas el día 04/07/2016 a las 18:01. Responder #

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Requerido.

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