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Taller del 81 en Simpson #7 y el libro el Car@col de su autor Miguel Salinas.

por Carmen Berenguer
Artículo publicado el 13/01/2016

Tuve la fortuna de conocer a este autor Miguel Salinas, en el año 1981 en la Sociedad de Escritores de Chile, en un taller que poco o nada se ha dicho. Dirijido por Jaime Quezada, Floridor Pérez y Jaime Lizama. Taller que fue un reguero de jóvenes que con mucho temor (estaban prohibidas las reuniones, y un decreto que no se podía andar de a tres en la calle) Quiénes vivieron esta experiencia?

Podrán recordar la adrenalina que se juntaba en la saliva seca en la boca, toda vez que acudíamos a juntarnos a la SECH. Miguel Salinas y Hernán Ramírez, cruzaban desde la Granja al centro de Santiago, Miguel Salinas, tenía 16 años era el Benjamín, pero todos con excepciones del Sr. García padre del músico Nino García y Raquel Zamora, eran muchachos y muchachas con deseos de escribir poesía, que solo puedo interpretar como búsquedas en busca de algún cobijo, resguardo y lugar de espera por mejores tiempos, leyendo versos, devorando páginas de Cardenal, Neruda, Huidobro, Mistral, Roque Dalton , Otto René Castillo lectura clandestina.

Y en esas tardes esperadas con innusitados bríos aguardando un resplandor lírico que nos volcara a esperar el respeto de llamarnos ‘poetas’ cuando era merecedor de prestigio ser poeta y una larga espera ser nombrado ‘poeta’ por tus pares, y que un maestro nos guiara, y tuvimos encuentros maravillosos con Humberto Díaz Casanueva generoso con la poesía de género, hombre del mundo y atento a sus acontecimientos en la provincia chilena, Jorge Tellier, se juntaba con sus muchachos en una taberna solo para hombres. ‘La Unión Chica’ Enrique Lihn nos mantenía a raya, no obstante participaba activamente de los bríos que iba teniendo la contracultura.

Nicanor Parra, dirigió un taller en la SECH y su tema en ese momento crucial ‘la ecología’, y nosotros dueños del conocimiento de la cuadra o de la población, miramos de reojo ese lugar desconocido y le achacamos que tomaba desvíos el maestro, no obstante, la ecología defiende los cimientos y las bases fundamentales del medioambiente, y que era una verdadera lucha política, más en europa, que en Chile.

Luego llegó del exilio Gonzalo Millán amigo y artista muy cercano. Gonzalo Rojas había llegado, no estaba en esa época, ellos eran los poetas mayores que teníamos alrededor, era muy importante. Claro está que el tema era candente en aquellos años, pues quién llevaba la batuta en la contingencia política, era la izquierda en la clandestinidad. Izquierda de la tradición, clásica para lo que se estaba viendo ya, la palabra democracia popular en boca del tirano y mercado neoliberal en la boca de sus adláteres.

Y nosotros ajenos y atentos, nos importaba lo que ocurría bajo nuestras mirada y la poesía era nuestro norte, que  bajo la lupa severa de la crítica, que lunes a lunes, los más de 50 muchachos y chicas esperábamos con ansias,  ser juzgados, sin pensar qué sería de nosotros. El porvenir, fuera de dar la lucha cultural y colectiva defender el único espacio ‘libre’, no lo teníamos claro para nada, sin pensar que las palabras en verso, sería el abrigo, ropaje y que vivir, era un destino incierto, nebuloso, oscuro.

Por ello ser consagrado ‘poeta’ en una lectura, era ser portador de un aura efímera y un  laurel glorioso consagrado poeta, hasta el próximo lunes.

El lunes que le tocó mostrar sus poemas a Miguel Salinas, el muchacho púber pero agrandado con la inocencia en la mirada, leyó con mucha destreza verbal unos sonetos luminosos  y observé que se produjo un silencio en la sala de los Premios Nacionales, fue sublime para mi que ya pensaba,  que el lenguaje lo era todo en un poema y lo sigue siendo, sin duda desconcertante,  pues eran sonetos de amor, amor en esos tiempos tan irracionales de tanta crispación y sospecha que unos sonetos delicados como cascada de rosas en la cancha de fútbol en la población La Granja, caían musicalmente en nuestros oídos con la dulzura de un muchacho de los márgenes que podría ser un rebelde y lo era, ya que se salió del registro literario del poema ‘Las cebollas’ de Rodrigo Lira, o del poema ‘Helicóptero’ de  Erik Polhamer o la ironía del poema de amor ‘Molly Chakes’  de J. Lizama, o Karramahuan, de Riedemann, o el testimonio brutal de otro muchacho apresado a los 16 años en Isla Dawson, me refiero a Aristóteles España y como telón de fondo en la voz profunda de Stela Díaz, ‘Las Areneras’ era lo que nos hacía sentido, como relevo y revuelo cercano a Zurita y Juan Luis Martinez los relevantes de la época, sin duda.

Bien, son los momentos en nos conocimos, muy importante, lo mismo Soledad Bianqui que en ese tiempo en un ‘Congreso de Escritores Jóvenes’ (1983) el (CEJ) realizado por nuestra organización gremial, en su ausencia por su exilio, leí su ponencia, lo digo con mucho aprecio por esta gran crítica y bella mujer convocada aquí mismo, hoy, que ha pasado el tiempo y nos vemos en este espejo del tiempo recobrado, en esta presentación de su Libro Car@col. El mismo que después no hace mucho, publica ‘Nadie’ una saga crítica neovanguardista en su estilo, tremendamente inquietante, que no se ha leído muy bien.

Pues bien entonces ¿quién es Miguel Salinas? que vive donde mismo,  sociólogo de profesión y que trabaja en la peni. Por supuesto totalmente a contraluz del primer poemario de sonetos, Miguel Salinas es un escritor de pluma libre de obrero ilustrado que como Calibán maldice la lengua sobrada del colonizador, pero la maldice desde la lengua para decirnos que vivimos esquilmados, humillados por ladrones con cara de palo.

Miguel Salinas, mi compañero de taller, es un ‘Car@col’   de una coraza dura, cómo podría negar este recuerdo memorial en el que estas manos y este abrevadero del barrio y el fuego pasional de la vida de un Beat y el canto Witman, rebelando el remojón lagrimero en las postrimerías del modernismo, la decadencia del entorno, dejada de lado sin soñarla siquiera, como despojo lentamente perdiendo sus bríos. Pero este Car@col con su casita al hombro saca sus cachitos al sol, sin dejar su Calibán pero en otro discurso del que diré en este libro monumental que:  consta de cuatro unidades podría decirse que de cuatro vigas de la casita: que su comienzo es con una dedicatoria a su familia hijos y madre, luego él, en la ruta que estoy siguiendo un epígrafe de (Decartes)

La I unidad como Vías de extinción, la II, De mal en peor/ de Caracol a Mall, la III El Espiral de la Violencia IV Tráfagos V Episodios Circulares, VI El Gemido del Caracol VII Gramática Orbital VII Mapa Orbital Nota Pos:  que relata su génesis, lo que dio lugar a la constitución de estos libros ocho en total, desde los años ochenta es decir, cada uno constituye una década viviendo y borroneando su poesía, sin pretensiones ni develaciones ni precisiones, sino más bien la signatura de andanzas de un sujeto que declara en el poema que da el título del libro, lo que es la construcción de su casita el Car@col – poemas: ‘es un bichito alegórico, retráctil y lunar sin nada de plétora, más bien, pusilánime un cuerpo blando y larvario , más adelante no sale de su coraza cuando está nublado. Solo el sol lo renace.

Bien entonces, yo retomé sus inicios en los ochenta y este libro es su consumación de estos tiempos, su autor nos devuelve su lectura de los signos posmodernos en aquel sujeto que se resguarda en sus vigas, para resignificarlos metafóricamente, a los pálidos transeúntes de este final.

 

Carmen Berenguer
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