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“El descontento de una época a través de la mirada de Billy Prior, personaje central de la trilogía Regeneración, de Pat Barker”.

por María del Carmen Rosso
Artículo publicado el 24/03/2014

Todas las citas de libros en inglés son traducciones de la autora.

 

En la construcción que hace Pat Barker del personaje principal de su trilogía Regeneración publicada sucesivamente en los años 1991, 1993 y 1995, se puede vislumbrar el espíritu de insatisfacción de una época, más específicamente el comienzo del siglo XX, en Inglaterra durante los años de la primera guerra mundial. También se pueden intuir las fisuras que comenzaban a evidenciar conceptos tales como autoridad, instituciones, guerra, imperio, religión, clases sociales y sexualidad. Esto nos lleva a pensar que nuevas respuestas eran ineludibles y que los presupuestos o relatos manejados hasta el momento ya no alcanzaban. El análisis del personaje ficcional central nos ayuda a identificar ciertas características sociales que vieron la luz entonces y se consolidaron en años posteriores, en el transcurso del siglo.

La vida de Billy Prior se desenvuelve en tiempos de la primera guerra europea en un marco extremadamente conflictivo desde el punto de vista social y personal. Testigo de violencia familiar, abusado sexualmente desde temprana edad, adulto desprejuiciado en su vida sexual y ampliamente consciente de y resentido por la diferencia de clases dentro de la sociedad inglesa de su tiempo, soldado en guerra de trincheras y enfrentado con la autoridad a través de la relación médico-paciente con el personaje histórico de la novela, el doctor William Halse Rivers.

Este personaje complejo pero sumamente rico para el análisis tiene una percepción plena de los elementos destructivos que anidan en él. Billy Prior es muy inteligente, tiene el problema central de los héroes modernos que es el problema de la identidad, (cf. Hassan 21) su búsqueda es la búsqueda existencial, es dual, ambivalente, incompleto y fragmentado, necesita afecto y aceptación. Pero esto no es todo, a pesar de todas las fallas en su personalidad, Prior pudo desarrollar ciertos aspectos que lo redimen, que lo salvan y esto sucede, irónicamente, mientras participa de la guerra de trincheras en Francia. Debido y gracias a todos estos aspectos podemos decir que Billy Prior es un ejemplo de los anti-héroes descritos por Ihab Hassan en Radical Innocence a quienes el crítico egipcio-americano llama “héroes fragmentados”. (cf. Hassan 20)

Con todo su bagaje, este héroe insatisfecho consigo mismo nos suministra pistas sobre los muchos aspectos de su sociedad que estaban en crisis y pidiendo cambios a gritos. A un nivel de análisis más general, estos aspectos que exigían renovación se pueden tomar como signos de que las ideas de la Modernidad con sus pilares de razón y progreso para todos no estaban conduciendo a ningún puerto seguro y de que un nuevo concepto de hombre estaba comenzando a surgir.

Algunas de las preguntas que surgieron para el análisis en el trabajo de tesis fueron: ¿Se puede afirmar que en las novelas hay signos de un descontento generalizado que va más allá de las vidas de Billy Prior y del Dr. Rivers? ¿Se puede decir que tal descontento marca la convergencia entre el tiempo histórico de la obra, el fin de la modernidad y el tiempo de producción de la misma, la postmodernidad?

Algunas respuestas fueron las siguientes. En primer lugar, el vínculo entre Modernidad y Postmodernidad es innegable porque como todos sabemos, los tiempos históricos deben ser pensados en términos de cambio, ciertamente, pero también en términos de continuidad; una época es la razón para la próxima y sin ningún lugar a dudas la primera nutre a la segunda. El caso entre Modernidad y Postmodernidad sería entonces un ejemplo. El crítico literario rumano, Matei Calinescu, en Cinco caras de la Modernidad (1987) afirma que, “El Postmodernismo es una cara del Modernismo. Tiene un parecido tremendo con él (…) particularmente en el hecho de oponerse al principio de autoridad.” (312) Bradbury y MacFarlane, teóricos ingleses, afirman que muchos aspectos que hoy son identitarios del Postmodernismo son en realidad parientes cercanos de tendencias mucho más tempranas. Como ejemplos podemos mencionar la idea del sujeto fragmentado, la pérdida de fe en los relatos del pasado, el arte aleatorio y demás. Estos autores hablan de una “nueva disposición de antiguas fuerzas. (cf. Bradbury and MacFarlane 35)

En segundo lugar, podemos continuar diciendo que en la trilogía hay elementos suficientes para afirmar que en las distintas áreas de la sociedad inglesa de principios del siglo XX había cierta insatisfacción con los conceptos que habían guiado la vida hasta entonces. ¿Dónde está la autoridad? ¿Quién la ejerce? ¿Qué reglas y prácticas se deben seguir respetando y cuáles se deben ignorar? ¿Existe Dios? ¿Se justifica la guerra? ¿Somos los dueños de la verdad? ¿La tecnología y la razón son en sí mismas suficientes para obtener felicidad en este mundo?

Si miramos las cosas desde nuestro presente y desde nuestro tiempo histórico, podríamos decir que esta ansiedad inicial se fue consolidando en la medida que el siglo fue avanzando. Esas primeras fisuras que muchos ya podían ver y que podemos intuir a través de los conflictos que vive nuestro héroe Billy Prior y en las reacciones que él tiene frente a los mismos, en cierta forma se han intensificado y me atrevo a decir que no han encontrado todavía una resolución. Así es como llegamos al día de hoy en que, según el crítico inglés Terry Eagleton, “la actitud generalizada es de descreimiento en las ideas clásicas sobre la verdad, la razón, la identidad y la objetividad.” Muchos nos sentimos tentados a ver al mundo como “contingente, sin raíces, diverso, inestable, indeterminado, como un conjunto de culturas y de interpretaciones independientes y desconectadas, todo lo cual genera un grado de escepticismo con respecto a la objetividad de la verdad, la historia, las reglas, lo que nos viene por naturaleza y la coherencia de las identidades.” (Eagleton vii)

Allan Bullock, historiador inglés, afirma que, “La edad del imperialismo basada no sólo en la superioridad material sino también en la creencia ampliamente aceptada de la superioridad racial y cultural de las razas blancas europeas estaba llegando a su fin en aquellos días y la confianza en sí mismas y el orden del que las sociedades occidentales habían disfrutado hasta entonces habían empezado a tambalearse.” (Bradbury and MacFarlane 60) Las generaciones del fin-de-siècle y de la primera gran guerra le otorgaron a las ideas de Nietzsche un papel preponderante en lo que se refería a la revaloración de todos los valores y a su convicción de que la historia del hombre había llegado a un lugar marcado por el destino. (cf. Bradbury and MacFarlane 79)

En su libro Britain in the Century of Total War (1968) Arthur Marwick enuncia que, “El terrible ogro llamado tradición yace abatido en el suelo” y aún más, “Desde las trincheras, los campamentos militares, desde los hospitales y los hogares, la pregunta que surge breve y angustiada es: ¿Es que realmente hay un Dios? (Marwick 111)

El panorama descrito es el comienzo de un largo camino que nos trae a lo que tenemos hoy, “la incertidumbre ontológica” que surge de “la conciencia de la falta de centros, de lenguajes privilegiados o de discursos superiores.” con un yo postmoderno que ya no es “una unidad coherente con el poder de imponerse sobre su entorno. Un yo que ha perdido su centro.” (Bertens citado en Natoli y Hutcheon 3)

Entonces, cuando leemos sobre este joven que no puede aceptar la autoridad representada por el Dr. Rivers, cuando lo vemos cuestionar y poner a prueba al científico para hacerlo dudar de sus más preciadas convicciones en relación con la sexualidad, la guerra y sus justificativos, el tratamiento que le da a sus pacientes, su papel como médico dentro del ejército británico, sus creencias religiosas, su lealtad al gobierno y a sus lideres políticos y sus principios morales, sólo nos queda inferir que esto es un signo claro en las novelas que atestiguan la inquietud, la ansiedad y el descontento mencionados anteriormente. Todos los aspectos salen a la superficie en el enfrentamiento entre la persona mayor y el joven pero los trascienden.

La idea de un mundo liderado por el Dios de los blancos y por el hombre blanco donde se suponía que se podía alcanzar el bienestar para todos gracias a la tecnología y la razón empezó a encontrar detractores.

El mismo Dr. Rivers medita acerca del hecho de que ese Dios “que se mueve de manera misteriosa para realizar sus maravillas” (Regeneration 149) estaba empezando a perder discípulos vis-à-vis de la terrible experiencia de la guerra en las trincheras, el gran número de víctimas y el sufrimiento generalizado.

El apoyo a la guerra y a sus líderes empezó a declinar porque en palabras del Dr. Rivers, “Una sociedad que se devora a sus propios jóvenes no merece lealtad automática.” (Regeneration 249) Rivers se transforma entonces, dentro de la trilogía, en el personaje con la honestidad intelectual y la flexibilidad suficientes como para atreverse a repensar las nociones aceptadas y tradicionales sobre el poder, la nación, la política, el comportamiento moral y la autoridad.

Billy Prior, el personaje ficcional, también intuye que algo se está desmoronando y mientras contempla las aldeas francesas destruidas sus pensamientos son:

Éstas deben de haber sido casas burguesas sólidas en tiempos de paz, hogares de personas que se estaban abriendo camino en el mundo, personas que siempre creyeron que había cosas que nunca cambiarían, ¿dónde están ahora? Todas las casas de la calle están dañadas, algunas destruidas. Las ruinas se erigen descarnadas con sus negros bordes dentados bajo la luz blanca de la luna. (The Ghost Road 140)

Las reflexiones de Prior parecen vaticinar una destrucción mayor, la de antiguas creencias y certezas y Prior da pruebas de tener una lucidez particular sobre el tema. Hasta entonces los hombres habían estado seguros de tantas cosas y ahora, ¿qué había delante de ellos?

Con respecto a la guerra, Billy Prior tiene ideas muy claras. Le niega cualquier tipo de racionalidad, no cree en ella ni en sus generales. (cf. The Eye in the Door 275) “Yo creo que las cosas son realmente peores de lo que se piensa, porque ya no queda ninguna explicación racional: esto se ha transformado en un sistema que su auto perpetúa. Nadie se beneficia. Nadie tiene el control. Nadie sabe cómo parar.” (The Ghost Road 144) A pesar de sus palabras, su decisión fue quedarse en el frente, ser parte de todo eso y quedarse junto a sus hombres.

Rivers reconfirma la irracionalidad de la guerra una guerra que se pelea en nombre de conceptos tales como Rey y patria a un precio tan alto: “Nada puede justificar esto. Nada, nada, nada.” (Regeneration 180)

Los grandes relatos del pasado empezaron a perder su fortaleza y atracción para Rivers, para Prior y para muchos más. Cuando Prior fue por primera vez a la guerra tenía un cierto grado de expectativa por vivir la gran aventura de su vida, pero pronto, lo que pudo haber aparecido emocionante y pleno de significado se volvió una pesadilla y lo único que encontró fue que, “las palabras ya no significaban nada. Patriotismo, honor, coraje: vómito, vomito, vómito.” (The Ghost Road 257)

El sistema de división de clases sociales en Inglaterra es uno de los temas que subyace en la trilogía y es una cuestión problemática tanto para Prior como para Rivers. Los roles de los géneros también fueron una víctima más de la guerra. El cuadro que se fue imponiendo ante la sociedad mostraba a los hombres ocupándose de sus soldados en el frente con la actitud que tendría una madre y a las mujeres haciéndose cargo en el hogar y en el país de las tareas que normalmente harían los hombres. Entonces, “…una de las grandes paradojas de la guerra fue que este brutal conflicto hubiera generado una relación entre los soldados y los oficiales casi… doméstica. Afectuosa.” (Regeneration 107) En palabras de Billy Prior, “Las mujeres parecían haber cambiado tanto durante la guerra, parecían haberse agrandado en mil direcciones, mientras que los hombres, a lo largo del mismo período, parecían haberse retirado hacia un espacio cada vez más pequeño.” (Regeneration 90)

Ya para terminar, consideremos lo siguiente: si permitimos que el pasado entre a nuestro presente por la puerta de atrás, siempre va a traer tanto buenas como malas noticias, tal como sucede en las novelas. Se puede decir que es verdad que no todo resultó tan fantástico e ideal como los europeos hubieran deseado. Aún así, Barker siente que hay lugar para la esperanza. La trilogía nos da pruebas de que los mayores pueden hablar con los jóvenes y aprender de ellos tal como el Dr. Rivers hizo con su joven paciente; los mayores no siempre van a mandar a sus hijos a guerras sin sentido; las personas a veces pueden ser honestas consigo mismas y admitir sus errores; hay posibilidades de cambiar y de avanzar a nivel moral; las personas pueden hacer elecciones que, aún cuando pongan en riesgo su propia supervivencia, pueden finalmente dignificarlas. O sea, la Regeneración es posible. Si bien no se encuentran en las novelas soluciones mágicas para nada y si bien las preguntas superan las respuestas, el nombre que la autora le dio a la trilogía no es totalmente inocente o sin propósito alguno. El mensaje escondido es positivo. La misma Pat Barker declara: “No se puede hacer un acto de creación teniendo como sustento la desesperación, razón por la cual es importante que un escritor no ofrezca una visión totalmente desalentadora del universo. (…) Si uno es parte de un proceso creativo es que hay esperanza.” (Contemporary British and Irish Fiction: Novelists in Interview 34)

Finalmente, debo decir que mientras lee las novelas, el lector tiene la sensación de que hay en ellas una fuerza emotiva excepcional y se puede afirmar que el hecho de que en ellas la autora debata cuestiones tan intensa y puramente humanas, hace que la trilogía devenga una obra profunda, notable y definitivamente cargada de significado.

 

BIBLIOGRAFÍA
CORPUS
Barker, Pat.  Regeneration 1991. London: Penguin Books, 1992.
—–. The Eye in the Door 1993. London: Penguin Books, 1994.
—–. The Ghost Road 1995. London: Penguin Books, 1996.
OBRAS CONSULTADAS
Calinescu, Matei. Five Faces of Modernity. Durham: Duke University Press, 1987.
Bradbury, Malcolm and McFarlane, James (ed). Modernism: A Guide to European Literature 1890 – 1930. London: Penguin Books, 1976.
Hassan, Ihab. Radical Innocence (1961) New York: Harper and Row Publishers, 1982.
Eagleton, Terry. The Illusions of Postmodernism (1996) Victoria, Australia: Blackwell Publishing, 2009
Marwick, Arthur. Britain in the Century of Total War (1968) Middlessex, England: Pelican Books, 1970.
Monteith Sharon, Newman Jenny and Wheeler Pat. Contemporary British and Irish Fiction: Novelists in Interview. London: Oxford University Press, 2004.
Natoli, Joseph and Hutcheon, Linda. A Postmodern Reader. Albany: State University of
New York Press, 1993.
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