La literatura de Clarice Lispector (1920-1977) no tiene, en mi opinión, nada que envidiarle a Joyce, ni a Virginia Wolf, y sí mucho que agradecerle a los filósofos existencialistas Martin Heidegger, Jean Paul Sartre, y Albert Camus -estos últimos también escritores de ficción además de filósofos-.
La novedad que la literatura de Clarice Lispector nos presenta es la de pintar a los personajes desde perspectivas inesperadas, desde su propio mundo, desde su más profunda psicología. A Clarice Lispector le interesa mostrar los padecimientos internos de sus personajes, sus dudas existenciales, sus tormentos pequeños o grandes, sus pasiones recónditas, etc. En “Lazos de familia”(Laços de familia, 1960) , por ejemplo, Lispector nos muestra una serie de relatos sumamente interesantes en los cuales destacan como características importantes: el elemento de sorpresa, el toque irónico, la profundidad psicológica, el mundo personal e íntimo de la conciencia, ese dejarse arrastrar por la vida sin saber por qué, impelidos por la intuición, hija de las circunstancias desoladas de cada personaje, de que la vida tal vez, después de tanto sufrir, y a pesar de todo, ( “a pesar de los pesares”, como dice Goytisolo) carezca de sentido.
En uno de los relatos de: Lazos de familia, llamado: “El crimen del profesor de matemáticas”, somos testigos de excepción de los tormentos de un profesor de matemáticas que está arrepentido de no haberle dado sepultura a su perro fiel, y quiere mediante un acto simbólico y de alguna manera inscrito en un tiempo mítico (incluso mito-poético), compensar esta falta, enterrando a otro perro desconocido. El profesor sufre y se lamenta por el animal que abandonó, y se siente miserable por sus acciones pasadas y al compartir con nosotros, mediante la pluma magistral, precisa y aguda de Lispector, al presentarnos sus dudas y temores también ese profesor de matemáticas se nos revela en toda su miseria existencial, en toda su pequeñez; pero también en toda su grandeza. En otro relato, en el que le da nombre a la colección: “Lazos de familia”, la hija, la suegra, el nieto, y el esposo están unidos por lazos de sangre en todos los casos, excepto en el del marido, que como yerno, su relación es sólo política. En este relato de Lispector, es posible sentir claramente la carencia no sólo de afecto en estas relaciones, sino también la falta de autenticidad a la que se refería Sartre, en las relaciones humanas; recordemos su célebre frase: “el infierno son los demás”.
Los personajes de Lispector en este relato y en todos los que conforman esta colección, no viven vidas auténticas, sino que habitan un mundo de apariencias donde todo es falso, y nada es seguro. Y si las relaciones entre los seres humanos en el espacio privado y el espacio social no pueden ser auténticas, ¿qué es lo que sí podría serlo?
De acuerdo a los existencialistas, cuando el ser humano se angustia al cuestionar su circunstancia, y se sabe inmerso en la nada, es cuando puede empezar a vivir una vida auténtica (si se rebela frente a su nada). Sin lugar a dudas, los personajes de Lispector viven angustiados, atrapados en sus pequeñas o grandes circunstancias donde parecen ser juguetes del destino.
La relación “amorosa” entre Macabea y Olímpico en la novela de Lispector: La hora de la estrella (A hora da estrela, 1977), merece en mi opinión, algunas líneas también. Si bien ambos son nordestinos que han emigrado a la gran ciudad en búsqueda de mejores oportunidades económicas, Olímpico y Macabea poseen personalidades muy diferentes. Olímpico es el típico pícaro, un “gallito de pelea” que está acostumbrado a sobrevivir y lograr sus sueños a través de la violencia, el robo e incluso el asesinato, y Macabea, por otro lado es una chica tímida que no quiere molestar ni incomodar a nadie, y a quien no parece importarle pasar desapercibida en todas partes. Olímpico está convencido que será famoso y tendrá dinero, y para labrar el futuro que desea para él, no tiene escrúpulos en hacer cálculos mezquinos: enamorar a Gloria porque es carioca y porque su padre es carnicero (lo que le ayudaría a Olímpico a surgir social y económicamente).
Macabea, por el contrario, se conforma con muy poco y no protesta por todo lo malo que le ha pasado en la vida, más bien se creía feliz hasta que visitó a Madame Carlota, y vio su pasado en perspectiva.
La gran ciudad une por desesperación y descarte a estos dos seres marginales que disfrazan la soledad que sienten y el vacío existencial que los envuelve apoyándose entre sí. Sin embargo, la relación romántica que se desarrolla entre ellos es muy desigual. Macabea ama en efecto a Olímpico; pero no se ama a sí misma y se deja humillar y anular por Olímpico, su novio abusivo, que parece gozar con la violencia verbal que ejerce contra Macabea. Y sin embargo, sospecho que la actitud negativa de Olímpico no es producto de una naturaleza mala ‘per se’, sino más bien creo que ese carácter rudo y violento es la resultante natural de sus orígenes humildes, y de haberse forjado a golpes en la calle.
La pregunta que cabría acá sería : ¿es posible el florecimiento del amor en medio de la violencia y el anonimato que parece caracterizar las relaciones interpersonales en la gran ciudad ?
Bibliografía consultada
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