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Cesare Pavese. Las letras de una tierra.

por Andrés Ugueruaga
Artículo publicado el 15/09/2009

“La experiencia de fracaso más ejemplar
de nuestro tiempo”, esas podrían ser
las palabras más exactas para describir
la vida de Cesare Pavese (1908-1950).
Éste es un escritor emparentado con figuras como
Virginia Woolf y Giacomo Leopardi por elegir
el suicidio como escape, pero también por el
gran talento a la hora de  crear libros
.

 

Muchos escritores  han escrito sobre su tierra y han alcanzado sin embargo un tenor universal. Cesare Pavese ha sido uno de ellos. El 27 de Agosto pasado, se cumplieron cincuenta y ocho años de su muerte. Su paso por este mundo nos ha dejado no sólo muchos libros para leer y disfrutar, sino que también ha dejado el ejemplo de cómo se vive una “vida trágica”, en el sentido griego de la palabra.  Es un caso peculiar: en su vida y obra ha sido reaccionario, ya que nos lleva a pensar en la tragedia griega, pero también es una figura visionaria,  cuando vemos en Cesare Pavese, una suerte de símbolo prematuro de la condición humana, del hombre moderno como premisa de hombre fragmentado, de extranjero en su propia tierra. Su vida ha sido marcada por la vida que él ha interpretado como “nada” tal como él declarara en alguno de sus poemas. Pero esta elección de vida le incumbe sólo a su persona, a nosotros nos queda solamente su obra.

Este escritor nació en un pueblo piamontés, al noroeste de Italia, llamado Stefano Belbo, en 1908. Fue hijo de una familia acomodada, por lo que tuvo la posibilidad de estudiar en un colegio jesuita de Turín, para después, realizar sus estudios universitarios en la facultad de letras de esa ciudad. A pesar de que jamás abandonó el credo católico ni al partido comunista, Pavese ha pasado por crisis tanto religiosas como ideológicas. Uno de los rasgos que más lo han caracterizado fue su miedo, rechazo o desprecio por las mujeres, producto de una férrea educación religiosa y de una sexualidad no del todo resuelta. Hacia 1914, su padre, lo cual es un hecho bastante traumático para su vida. Su madre, de hecho, compensará la ausencia del marido educando de modo bastante rígido a su hijo. Pavese cursó sus estudios secundarios en Turín con Augusto Monti, un  narrador y pedagogo que influiría bastante en su formación como escritor. Ese fue su primer contacto con el mundo de los intelectuales. En la universidad Pavese se licencia con una tesis sobre Walt Whitman.

Por otra parte la época que le ha tocado vivir fue ciertamente difícil: vivió una guerra que ha tenido trascendencia en toda Europa, como también una guerra civil entre los partisanos y fascistas. Sufrió en ese tiempo la persecución del partido de Mussolini y lo ha enfrentado clandestinamente.

1935 fue el año en que Cesare Pavese había caído en manos de los fascistas, en ese tiempo de confinamiento, es en el cual edita  Trabajar Cansa, una de sus mejores obras y comienza a escribir El Oficio de vivir: una suerte de diario intimo que Pavese lo declararía como El diario íntimo como «vivero de descubrimientos retrospectivos, de espantos”, y del que se encargaría de redactarlo hasta su mismo final.

Para esto Dominique Fernández, Cesare Pavese fue no solo una de las figuras más elevadas del último siglo, sino que también “la experiencia de fracaso más ejemplar  de nuestro tiempo”.  A esta alta personalidad de las letras italianas, el destino o una drástica decisión, le tenían deparado un final determinado: mediante la ayuda de drogas, el 27 de agosto de 1950, en la habitación de un hotel de Turín, Cesare Pavese se quitaba la vida, justo cuando el escritor comenzaba a posicionarse en los más alto de la literatura italiana de posguerra.

Pero la obra de Pavese continua siendo un hito en la literatura del siglo pasado. Todos sus libros rondan entre lo mítico y lo real, lo cotidiano de esos pueblos perdidos en el interior de Italia, la ruda vida campesina, la muerte, la política, la sexualidad, los personajes que siempre son representativos de ciertos estereotipos, frecuentemente tocados por la pluma del escritor. Siendo un escritor aparentemente realista, concreto y objetivo, realizador de escritos  en el que todos sus personajes están vivitos y coleando, tienen sin embargo como carga, una culpa que deben expiar; esa culpa  es la  de haber nacido. La temática referente es fácil de entender: se trata  del Pecado Original, ese mito que pertenece al cristianismo, pero que es prestado de los pitagóricos, y que llega de diversas maneras al pensamiento actual,  es el que de base siempre sale al paso en cada uno de sus libros.  Según sus propias palabras, sus fines no eran meramente novelísticos o literarios sino que sus escritos; eran más bien un intento de testimoniar “lo mítico”. Profundizando en esto,  los mitos, o mejor dicho, el empleo que Cesare Pavese hace del mito,  es el que  lo distingue abismalmente de lo que se dice “escritores regionales”; es decir que el mito es lo que trasciende tal o cual región y al mismo tiempo la entidad que borra todos los limites.

Por cierto Pavese ha sido un ávido lector de los mitos de su tierra como también de los mitos griegos.  Según el critico José Carlos Mainé Baqué, nuestro escritor ha pasado por varios estadios: “El propio escritor distinguió  varios ciclos  en su obra -afirma-: un primer momento  de tanteos -´palabras y sensaciones´- correspondería a Trabajar cansa; la etapa  naturalista que correspondería a La cárcel, El bello verano, y La playa; le sucedería más tarde un periodo  de ´poesía en prosa y conciencia de mitos´ representado en los cuentos de Feria de Agosto. Y otro de ´naturalismo y símbolo separados´: La tierra y la muerte, El compañero y Diálogos con Leuco. Para llegar a una ultima etapa de ´realidad simbólica´ que agrupa La casa en la colina, El diablo en las colinas, Entre mujeres y La luna y las fogatas”.

Entre sus meritos está el de haber acercado a la lengua italiana diversos autores americanos Fue importante su obra como escritor, traductor y crítico, que además de la Antología americana que coordinó Elio Vittorini incluyó también la traducción de clásicos de la literatura, desde el Moby Dick de Melville en 1932 a obras de Dos Passos, Faulkner, Defoe, Joyce y Dickens. Vale decir que su actividad como critico, poeta y narrador han sido exiguos y muy influyentes en las letras contemporáneas. Incluso se lo ha relacionado con el realismo fantástico en calidad de precursor. Por otra parte Cesare Pavese ha sido uno de los que han estado cerca de la fundación de la Editorial Einaudi, casa de publicaciones fundada en 1933, para la cual ha trabajado. Nuestro escritor se ha mantenido tan fiel a Einaudi, al igual que sus contemporáneos,  Camus y Sartre lo han hecho con Gallimard. Sus esfuerzos por reivindicar la novela italiana después del fascismo le ha llevado a ser el iniciador del realismo italiano: el libro que se corresponde a tal iniciación es Allá en tu tierra (Paesi Tuoi en el original).

Aunque su modo de narrar haya  sido aparentemente simple y concreto, al igual que la narrativa de Ernest Hemingway, ese autor que elegiría también el suicidio como “punto final” para su vida (y con quien había trabado una profunda amistad y con quien mantenía una asidua correspondencia), en sus obras siempre hay  un complejo sistema de símbolos que se leen implícitamente, siempre hay un  significado oculto que el narrador no llega [o simplemente no puede] describir. Sus escritos se ciernen a la vida como si la vida fuese ya un asunto pasado, tal como diría un crítico argentino: “Convertir la vida en pasado, ese afán incesante del diario de Pavese, es en realidad la única defensa que el escritor tiene contra las ofensas de la vida. Es el arma secreta y la suprema vanidad de la literatura, que todavía sueña con ganar esa guerra insensata”.

Su relación con las mujeres ha sido sumamente desventurada. Se registran dos mujeres que han sido importantes en su vida: la actriz norteamericana  Constance Dowling, con quien mantiene  un noviazgo, y tras la ruptura con esta mujer, el escritor decide  quitarse la vida en un hotel de Turín. La otra es la “Joven Pierina” (tal vez para el escritor estas dos mujeres han sido sólo una),  a quien conoce poco antes de suicidarse. En el hotel se encontró una nota dedicada a esta joven que decía: “te quiero mucho Pierina, te quiero como una fogata. Llamémoslo el último resplandor de la vela…”

Pero si a musas nos referimos, a Constance Dowling le ha  dedicado  su poema Vendrá la muerte y tendrá tus ojos:

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Entre sus libros se puede recomendar algunos como La Playa (1942); El camarada (1947); La casa en la colina (1948); La luna y las fogatas (1950); El diablo en las colinas entre otros.

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