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El vértigo del arte y la poesía en Antes de la cosecha, de Samir Delgado

por Oswaldo Guerra Sánchez
Artículo publicado el 06/11/2023

Resumen
Poesía y arte se dan la mano en la obra poética de Samir Delgado, escritor de origen canario-libanés que en la actualidad tiene fijada su residencia en México. Pintores como Manolo Millares, Fernando Zóbel o César Manrique han inspirado sus poemas, lo que ha dado como resultado libros que muestran una curiosa simbiosis entre dos actos creativos muy diferentes entre sí: el lírico y el pictórico. Una buena prueba de ello es su último libro, Antes de la cosecha, editado con motivo del 120 aniversario del artista hispano-norteamericano Esteban Vicente.

Abstract
Poetry and art go hand in hand in the poetic work of Samir Delgado, a writer of Canary Island who currently lives in Mexico. Painters such as Manolo Millares, Fernando Zóbel or César Manrique have inspired his poems, resulting in books that show a curious symbiosis between two very different creative acts: the lyrical and the pictorial. A good proof of this is his latest book, Antes de la cosecha, published on the occasion of the 120th anniversary of the Spanish-American artist Esteban Vicente.

Palabras clave: poesía, arte, pintura, Samir Delgado, Esteban Vicente.

 

Pintura, poesía o viceversa
Durante siglos, el lema horaciano Ut pictura poiesis ha conocido momentos brillantes en la historia de la poesía y del arte. Como la pintura, la poesía… Hasta el surgimiento de los movimientos romanticistas y modernistas a caballo entre los siglos XIX y XX, ambos lenguajes, el poético y el artístico, se han ido dando la mano en diferentes niveles de trasvase gracias al mundo de la figura retórica, ya sea a través del símil, la metáfora o el símbolo, o mediante motivados «homenajes», en el sentido en que tan brillantemente los planteó Gérard Genette en sus estudios sobre la intertextualidad.

A lo largo del siglo XX, estos trasvases incluyeron puntos de transgresión, ya fueran lúdicos o puramente críticos, mediante los quehaceres de las distintas vanguardias, con un estadio culminante en el movimiento surrealista: la subversión mediante la lectura del subconsciente no erradicó la relación entre poesía y arte, sino que, al contrario, la exacerbó. Pero la herencia del surrealismo no se cifró solamente en las posibles transgresiones entre arte y literatura, sino que allanó el camino para un ensanche de los vasos comunicantes entre todos los lenguajes. En el mismo nivel de la «caja» de un poema, ya sea en verso o en prosa, como glosa o apéndice, como pseudo-entrevista o micro-crítica, como diario de observación o simple anotación lírica, la mirada del pintor y del poeta se encuentran, se exploran, esencialmente sometidas a un diálogo que juega con la propia obra de arte, sus contextos y los subtextos que la acompañan.

Los mimbres poético-pictóricos de Samir Delgado
El ejercicio que nos propone Samir Delgado en buena parte de su obra, al aunar poesía y arte, mediante la combinación eficaz del plano estético con el intelectual, se asienta en el camino de vuelta: el subtexto es la obra pictórica, es decir, el cuadro, y la obra de llegada es el homenaje, o sea, el poema, y no al revés. En otros conocidos poemarios de la literatura universal se procede de forma inversa, especialmente cuando el artista (en el contexto de la literatura contemporánea) ilustra un poemario, o cuando un libro ha dado lugar a una exposición de cuadros o una performance artística.

Delgado ha transitado por esta fórmula en distintos libros. En Jardín seco (Editorial Bala Perdida) el homenaje es a Fernando Zóbel y aquellos artistas con quienes este prócer del arte se relacionó, especialmente con los representados en el Museo de Arte Contemporáneo de Cuenca (España). Las geografías circundantes, tributo a Manuel Millares (Gobierno de Canarias) se vuelca con la obra existencial del pintor abstracto canario, perteneciente al grupo El Paso y también vinculado a Zóbel y a la ciudad de Cuenca.  Pintura número 100, texto ganador del XXV Premio Internacional de Poesía Tomás Morales, está inspirado en el cuadro homónimo del gran César Manrique. Ahí el autor se vuelca sobre el espacio de creación insular del artista de Lanzarote, sobre las telúricas formaciones de esa isla plástica que tantas veces ha sido motivo de inspiración para escritores, artistas, arquitectos, músicos y cineastas de varias partes del Globo.

Los lenguajes que aborda Delgado en cada uno de esos libros son distintos, a veces con tono más lírico y contemplativo, en otras ocasiones más existencial, como es el caso del relacionado con Lanzarote. No es de extrañar, dada la vinculación del poeta con la crítica y el activismo ecologista, herencia segura, al menos en parte, del propio Manrique. No olvidemos la participación de Delgado en algunos proyectos de sensibilización ecológica sobre el fenómeno del turismo de masas, como Planeta Turista, libro en coautoría con David Guijosa y Acerina Cruz, publicado por Amargord Ediciones en 2014 (Madrid, España).

En cualquier caso, en todos los libros citados, el mundo lírico es muy personal y, lejos de ser la obra de arte homenajeada un simple motivo de inspiración, esta se convierte, en cada caso, en un verdadero diálogo de conciencia entre el poeta y las distintas personalidades de los artistas, sus vivencias y sus contextos. Es decir, el ejercicio del poeta ante la obra no se para exclusivamente ante esta, sino que también aborda al artista desde sus actitudes vitales, sus inquietudes, sus respectivos modos de ver la vida, cada uno en su tiempo, pero todos bajo el prisma del tiempo contemporáneo en que habita Samir Delgado.

A esta visión poética hay que añadir la mirada experta, pues Samir Delgado ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a la ardua tarea de la crítica de arte. Su formación como Máster en Bellas Artes por la Universidad de Castilla-La Mancha, así como sus frecuentes incursiones críticas en el mundo del arte en revistas especializadas, le han permitido conocer los entresijos de la creación artística contemporánea.

Antes de la cosecha: del cuadro de Esteban Vicente al poema de Samir Delgado
El libro Antes de la cosecha fue editado por el Consorcio del Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente (Segovia), bajo la coordinación de Ana Doldán, directora y conservadora de este centro dedicado al gran artista hispano-norteamericano, cuya Colección fue declarada Bien de Interés Cultural en 2019, en la categoría de bienes muebles, por la Junta de Castilla y León.

El volumen reúne una selección de ilustraciones de obras del artista, cuyo 120 aniversario se celebra este año 2023, reproducida cuidadosamente a color para acompañar al conjunto de poemas en verso y prosa poética de Samir Delgado, textos que «dialogan» con las pinturas, los collages y las esculturas seleccionadas del artista nacido en España (Segovia, 1903) y fallecido en Nueva York (2001), hermano de otro importante pintor, Eduardo (1909-1968), colaborador, entre otros proyectos, de la pionera revista revolucionaria Planas de Poesía (Islas Canarias 1949-1951).

No olvidemos que Samir Delgado, en su vertiente de crítico de arte, desarrolla actualmente una investigación creativa en torno a la importancia de la obra de Esteban Vicente y los artistas abstractos norteamericanos, con ayuda de una beca de movilidad internacional del Ministerio de Cultura del Gobierno de España, en el marco del proyecto La rosa de Bridgehampton, que se basa en la obra del artista ubicada en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa). Bridgehampton rose es precisamente el título del cuadro de 1970 de Vicente conservado en el MoMa, que da título a la poética en prosa que cierra el libro de Delgado.

La estructura del libro está cuidadosamente diseñada. Como se declara en sus páginas, Antes de la cosecha (Before harvest) es el título de una de las obras de Esteban Vicente fechada en 1999. En alusión a ese cuadro y a la dedicación fervorosa del artista a la jardinería doméstica, el poeta traza un círculo alusivo-simbólico al «cultivo» predilecto del autor: la pintura. Los jardines de luz y color, con diferentes tonalidades según época y estado de ánimos, aparecen respondidos por el poeta en una secuencia extraordinariamente pensada, casi dictada por las 120 obras en que se inspiran, una por cada año del aniversario que se festeja.

La secuencia se divide en cinco partes que responden a otros tantos núcleos vitales, formales o simplemente inspiradores para el poeta ante la contemplación de la obra: Uptown / Dowton. Abstract Paintings (poemas I a XVII), Collages y esculturas (poemas XVIII a LI), Interior landscapes / Paisajes interiores (poemas LII a LXXI), Antes de la cosecha. El color es la luz (poemas LXXII a CXV), Untitled / 21 dibujos finales (poemas C XVI a CXX). Se cierra el libro con un colofón en prosa reflexiva: La rosa de Bridgehampton.

Uno de los hallazgos estéticos del libro es la capacidad del autor para combinar distintos elementos formales y rítmicos inherentes a la contemporaneidad literaria. El verso libre, el versículo, la prosa poética, el poema visual, el micropoema cercano al haiku, el poema discursivo frente al lírico, el pseudo aforismo, el ensayo poético, afloran a lo largo del texto de manera natural. No podía ser de otro modo, pues el trasfondo en el que se asienta el texto responde también, conscientemente, a la propia polifonía expresiva del artista. Recordemos que las referencias artísticas a la obra del Vicente no solo remiten a sus pinturas, sino que también hay collages, esculturas, pasteles, carboncillos, etc. Se trata de una multi-expresividad que no permite, no obstante, el extravío de la voz de poeta. La polifonía del texto obedece a la necesidad expresiva de cada momento, pero nunca se aleja de la identidad del autor con su propia palabra.

El otro hallazgo del libro es la capacidad del poeta para entrar por la puerta secreta de la obra y salir de ella con un elemento totalmente nuevo, una prístina creación, ahora de carácter literario. En este sentido interesa la confrontación de aquellos textos que especulan sobre las ensoñaciones vitales, sobre circunstancias inspiradoras de la vida de Vicente (no olvidemos que convivió y tuvo gran amistad con numeroso intelectuales de la Edad de Plata) y aquellos otros que salen directamente de una paleta de color que se injerta en la palabra para convertirse en verdadero «poema-luz». Entre los primeros hay numerosos ejemplos, como en este poema en el que el cuadro Discovery es interrogado a través de un diálogo a tres bandas que incluye al poeta Juan Ramón Jiménez:

II
DISCOVERY
DIÁLOGO CON JUAN RAMÓNN JIMÉNEZ

Dos hombres caminan
mirando al sol
de la colina de los chopos.

Y una sombra sola
dibuja la vida
para un mismo cielo.

Con amarillos del azul
y verdes del rosa –imajinados–

En la música del viento
y de la huella de los hombres
que cruzan juntos
como la última carta del amigo
de una verdad antigua

La soledad de dos corazones
es el lenguaje del universo

No olvidemos que Esteban Vicente, en su etapa productiva madrileña (1922-1928), mantuvo relación de amistad no solo con Juan Ramón Jiménez, sino también con otros poetas como García Lorca, Rafael Alberti, Jorge Guillén y Pedro Salinas, el cineasta Luis Buñuel y los pintores Francisco Bores, Juan Bonafé o Wladislaw Jahl. Este contexto vital, así como sus etapas posteriores, principalmente en EE. UU., es evocado por Samir Delgado en algunas secciones del libro.

Entre los «poemas-luz», aquellos en que Delgado se muestra más «pictórico», para cerrar el círculo que abrimos en el encabezado de este artículo en referencia al ut pictura poiesis, encontramos numerosos ejemplos en los que la trasposición sinestésica, metonímica o simbólica, barren el sentido primigenio para aposentarse en una nueva realidad:

LXXXVI
PAVANA

Esta ventana
es el secreto

de la luz

del mar
de noche

en el naranjal.

Esta otra cara del libro es la más prolija del conjunto, y centra especialmente la sección que queda arropada bajo el propio título del volumen, Antes de la cosecha. Acompañados por aquellos poemas que, necesariamente, apuntalan el ejercicio del poeta en torno a una interpretación global, contextual y personal de la pasión vital de Esteban Vicente, estos últimos condensan la «inmersión» que Samir Delgado lleva a cabo en la obra estricta del artista, hasta el punto de que podemos hablar de un verdadera «comunión expresiva» entre arte y poesía.

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