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Ferocidad: los años sucios de Luis García de la Torre.
Una poesía impenetrable que hay que leer.

por Jaime Vieyra-Poseck
Artículo publicado el 12/11/2020

Siempre me ha parecido que el oficio del buen poeta es una suerte de ejercicio involuntario, pero inevitable, de striptease permanente de lo más profundo de su alma, y este libro cumple cabalmente ese ideal.

En esta poesía irreverente, expresada en un lenguaje caótico y muchas veces autodestructivo, tiene un solo afán: plasmar el horror de haber nacido en La Habana, de la decadencia total de un régimen que lo único que ha socializado después de 50 años en el poder, es la hambruna generalizada, tanto material como almática.

Poesía transgresora, que muchas veces se atasca en un hermetismo involuntario ―lo cual es un riesgo porque sólo los lectores vocacionales se atreven a continuar leyendo― nos conduce e ingresa a una selva virgen idiomática repleta de convulsiones caóticas y cerradas, cortando la frase poética selvática muchas veces a machetazos para poder continuar avanzando. Pero este hermetismo estremecido como recurso de expresión poética, funciona a la perfección para representar lo que es el paisaje humano de la vida en la isla, repleta de contradicciones tan vitales como trágicas en la desesperación colectiva e individual por vivir un día más sólo para lograr encontrar el alimento para la mínima sobrevivencia.

El sexo narcómano, lo mismo que la droga propiamente tal, blandas y duras,  no son una elección voluntaria de rebeldía contracultural extrema individual, como pudo ser la poesía de la generación beat en EEUU, a la que podría parecerse esta poesía, sino que aquí es la única alternativa a la angustia de no tener nada y soñar, sin esperanza alguna, por tener siquiera algo mínimo. Todo esto está reflejado en este libro: la erotización colectiva, muchas veces prostíbula, y la droga, es en realidad el único escape desesperado a la opresión y al desencanto absoluto de una generación que ya está formada por los tataranietos de esos abuelos totalitarios que han llevado a Cuba a un delirio tan total como permanente.

Esta es una poesía de radical, realismo sucio como sucia es la realidad almática y social en la Cuba del siglo XXI, paradojalmente congelada en el año 1959, donde el verbo “timar” se ha convertido en una institución estratégica frenética de todos contra todos para conseguir algo de comer. Esta poesía nos tima, con su lenguaje caótico, hasta llegar al hermetismo casi total en su intento desesperado por forjar su expresión de iracunda sobrevivencia, hasta terminar dejándonos como el “hobby” involuntario cubano, según nuestro poeta: “El hobby de los cubanos es dejarse caer fatigados”. Así terminamos con la lectura de este libro, igual como acaban los cubanos al finalizar un agotador día más de resistencia forzada.

Jaime Vieyra-Poseck

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