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Influencias Cervantinas: Fuentes y Génesis del Quijote en su IV Centenario.

por Carolina Andrea Navarrete González
Artículo publicado el 21/03/2005

Al considerar que las aportaciones críticas del cervantismo en torno al Quijote han aumentado notablemente en las últimas décadas, resulta una necesidad considerar aquellas aproximaciones que más contribuyan al objetivo de trazar las líneas maestras del cervantismo actual. En este sentido, el libro de José Montero Reguera : El Quijote y la crítica contemporánea , galardonado con el Premio Fernández Abril de la Real Academia Española, constituye una pieza fundamental a la hora de hallar una acuciosa clasificación de los estudios publicados entre 1975 y 1990. Con esto Montero hace eco del renovado interés que muestra la crítica internacional en el Quijote y en su autor, interés que sin duda atestiguan el creciente número de revistas especializadas, asociaciones y coloquios dedicados al estudio y la difusión de Cervantes y los estudios cervantinos http://rusbankinfo.ru.

A cuatrocientos años de la publicación del Quijote, interesa ahondar en estos parajes sinuosos de la crítica especializada y rescatar los planteamientos que mejor iluminen tres líneas fundamentales en la génesis de esta novela: las fuentes que habrían contribuido en la elaboración de la obra; la influencia de Avellaneda en el Quijote de 1615 y, por último, la contribución que el teatro habría ejercido en la creación del Quijote.

Para tratar el primer punto se vuelve imprescindible hacer referencia a los libros de caballería como la fuente por excelencia en la elaboración de la novela de Cervantes. Al respecto, resulta pertinente recalcar entre los numerosos planteamientos de investigadores lo que E. C. Riley sostiene en su Introducción al Quijote respecto a la consideración de teorías pertenecientes a estudiosos ávidos en el hallazgo de fuentes: » Lo prudente sería no otorgar demasiada importancia a ninguno de esos precedentes, sean históricos, literarios o pictóricos. Los investigadores siempre a la caza de fuentes y afinidades, tienen tendencia a infravalorar la originalidad imaginativa de los escritores de ficción . A través de esta afirmación, Riley junto con valorar la presumible originalidad de Cervantes intenta llevar a terreno baldío las interpretaciones de los principales «modelos» literarios.

Ahora bien, en cuanto a la elaboración del Quijote conviene tener en cuenta la hipótesis que data de principios del siglo XX referente a la existencia de un texto primitivo anterior a las dos partes conocidas del Quijote, el que recibiría el nombre de Ur-Quijote o Quijote primitivo, planteamiento sugerido por J. J. A. Bertrand de acuerdo al modelo del Urfaust de Goethe. Este hipotético Protoquijote acabaría en el capítulo seis cuando se produce la primera vuelta de don Quijote a la aldea . Un aspecto interesante de destacar es que esta primera versión sería una parodia del Entremés de los romances, obra que ha interesado de sobremanera a los defensores de la hipótesis del Protoquijote. El primero en sostener la defensa que el entremés de los romances sería anterior al Quijote y, por tanto Cervantes pudo inspirarse en él para elaborar su personaje, fue Menéndez Pidal en su trabajo: «Un aspecto en la elaboración del Quijote». Sin embargo, L. A. Murillo sostiene una fecha de composición del entremés posterior a 1605. Sus argumentos, sin embargo, son poco consistentes, por lo que no invalidan el planteamiento de Menéndez Pidal.

En lo referente al estudio de los descuidos cervantinos en el Quijote , si bien se han formulado diversas teorías existiría la creencia de que estos descuidos serían concientes por Cervantes. Tanto Mauricio Molho como Thomas Lathrop sostienen una presunta deliberación en estas incoherencias de la obra fundamentalmente por el intento del autor de imitar los libros de caballerías, en especial el Amadís. Sin embargo, «lo más prudente sería llegar a un término medio, es decir, no todos los posibles descuidos que se han señalado son intencionados, pero tampoco todos son debidos al desaliño del escritor». (Montero Reguera)

La presencia de novelas interpoladas en el Quijote constituye otro de los miramientos de los investigadores de la obra cervantina. Martín Moran señala que el Quijote habría sido un «vehículo de transmisión» de una serie de obras de Cervantes, las cuales no habían encontrado modo de difusión impresa. Así, las novelas intercaladas no tendrían como función compensar ciertos vacíos de la trama quijotesca, sino, más bien, una dilatación de la llegada a la aldea.

El segundo aspecto que interesa destacar es el de la influencia de Avellaneda en el Quijote de 1615. La referencia al Quijote de Avellaneda aparece por primera vez en el capítulo cincuenta y nueve de la segunda parte. Sin embargo, hay autores, como es el caso de Nicolás Marín, que sostienen que la idea de Avellaneda está presente en la segunda parte del Quijote desde capítulos muy anteriores al cincuenta y nueve: «Cervantes sigue a Avellaneda desde mucho antes del capítulo 59, y lo que dice antes y después está condicionado por cuanto ha escrito el aragonés» . En todo caso lo interesante de la línea de análisis del Quijote de 1615 no se enmarca en el descubrimiento de «quién plagio a quién sino en el descubrimiento de cómo cada autor se apoderó de materias encontradas en la obra del otro y las utilizó para sus propios propósitos, constituyendo con ellas su propio ‘argumento literario’ con que rebatir a su rival» .

Por último, cabe destacar el estudio concerniente a las posibles técnicas teatrales empleadas por Cervantes en la génesis del Quijote. Jill Syverson Stork ha sido quien ha estudiado de manera más extensa la posible génesis teatral del Quijote. Según la autora serían cuatro los aspectos fundamentales que permitirían hablar de la teatralidad del Quijote: la presencia de narradores «dramatizados» que aparecen y desaparecen de escena, con lo cual se propicia una mayor autonomía a los personajes; la importancia creciente del diálogo; la aparición de personajes novelescos que se ven a sí mismos como actores dentro de una novela, improvisando y representando obras teatrales y el método «dramático» cervantino de crear escenas» . Sin embargo las imbricaciones entre la novela y el teatro no siempre resultan fáciles de discernir, siendo por lo mismo muy discutibles. De todas maneras la experiencia e inclinación de Cervantes hacia la vocación teatral le sirvió ante todo para una efectiva renovación de los géneros narrativos de la época, mediante el préstamo de formas de caracterización de personajes y de creación de escenas, empleando la tendencia del género teatral hacia el suspense y la sorpresa, etc. Todos estos elementos, junto a muchos otros, condujeron a Cervantes a la creación de la novela moderna.

De este modo se ha trazado un recorrido por la génesis del Quijote, tomando en cuenta un destacado corpus de autores cuyos planteamientos rescata a la manera de un cuidadoso arqueólogo, José Montero Reguera. Por nuestra parte queda toda una constelación de aproximaciones cervantinas, conducentes hacia la comprensión de dimensiones caracterizadoras del origen de una novela, cuyo cuarto centenario invita a redescubrir en toda su complejidad ekapusta.

Notas _________________________
1. Montero destaca por su especial alcance e influencia en las siguientes asociaciones y publicaciones: The Cervantes Society of América, la Asociación de Cervantistas, la Sociedad Cervantina, el Centro de Estudios Cervantinos, la revista Cervantes, y la serie de estudios monográficos Juan de la Cuesta.
2. El Quijote y la crítica contemporánea, Madrid: Centro de Estudios Cervantinos, 1997.
3. Torres de Alcalá sostiene la posible influencia de la novela de Martorell, Tirant lo Blanc en el Quijote, pero su acercamiento resulta demasiado general; Enrique Rull ve el topos del castillo encantado, presente en diversos libros de caballería como El Caballero Cifar y El Olivante de Laura, una clara influencia en la conformación del castillo encantado que aparece en el capítulo cincuenta del Quijote de 1605; Thomas R. Hart considerando la interpretación que E Auerbach hace del Quijote, resalta la deuda cervantina con Ariosto tanto en el tratamiento de la literatura caballeresca como en el de la pastoril, anticipando técnicas que posteriormente utilizaron otros novelistas; Donald McGrady explora las posibles fuentes de inspiración cervantina en la novela italiana, en Boccacio y Bandello singularmente; Pilar Concejo examina algunas de las posibles huellas de Guevara en el Quijote bajo tres aspectos: historia-ficción, efectos humorísticos y estilo; Lina Rodríguez Cacho sostiene la importancia que el prólogo del libro Don Olivante de Laura pudo tener como posible fuente de inspiración en el episodio de la cueva de Montecinos.
4. E. C. Riley. Introducción al «Quijote». Barcelona: Crítica, 2000.
5. De acuerdo a E. Koppen el cervantista francés habría sido el primero en sugerir la posibilidad de un Ur- Quijote. Véase: Erwin Copen. «¿Hubo una primera versión del Quijote? Sobre una hipótesis de la filología cervantina» (1976), en su libro Thomas Mann y Don Quijote. Ensayos de literatura comparada. Versión castellana de Rafael de la Vega. Barcelona: Gedisa, 1990, p.160. Vid. Asimismo J. J. A. Bertrand, «La naissance d’un chef-d’oeuvre», ACer, 6 (1957), pp. 193-226.
6. Conviene tener en cuenta, sin embargo, numerosos planteamientos tanto favorecedores como contrarios a esta teoría. Por ejemplo, Luis Andrés Murillo se muestra escéptico ante la posibilidad de aplicar el título de Ur-Quijote a esta hipotética novela corta primitiva. Su argumentación sugiere que en realidad el Ur-Quijote pudiera ser la novela del capitán cautivo. Sin embargo, su hipótesis se basa en criterios temáticos y de interpretación muy subjetivos.
7. Téngase en cuenta las inconsistencias textuales que se producen en varios pasajes del Quijote de 1605: el episodio de Grisóstomo y Marcela, la pérdida del rucio de Sancho, la novela de El curioso impertinente, el cuento del cautivo y el discurso de las armas y las letras.
8. Como es el caso de la novela de Lucinda, Cardenio, Dorotea y Fernando o la novela de El curioso impertinente, por ejemplo.
9. Nicolás Marín, «Reconocimiento y expiación: Don Juan, Don Jerónimo, Don Álvaro, Don Quijote» (1978) en Estudios literarios sobre el Siglo de Oro. Edición póstuma al cuidado de Agustín de la Granja. Granada: Universidad de Granada, 1988, p. 250.
10. Albert A. Sicroff. «La segunda muerte de don Quijote como respuesta de Cervantes a Avellaneda», NRFH, XXIV (1975) p. 269.
11. Syverson Stork. Theatrical Aspects of the novel: A study of «Don Quixote». p. 21.
Bibliografía ______________________
– Miguel de Cervantes y Saavedra. Don Quijote de la Mancha. Edición del IV
Centenario, Alfaguara : 2004.
– Martín de Riquer. Aproximación al Quijote. España: Salvat, 1970.
– José Montero Reguera. El Quijote y la crítica contemporánea. Madrid: Centro de
Estudios Cervantinos, 1997.
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