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La presencia de la figura del diablo en los relatos de tradición oral del Estado de México: el caso de Zumpahuacán

por Azucena Ruiz Vásquez
Artículo publicado el 20/01/2025

Resumen
La salvaguardia, difusión y divulgación de diferentes manifestaciones del Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad incluyen a la tradición narrativa oral ya que enmarca el cúmulo de saberes vertidos en historias y leyendas propias de las comunidades como Zumpahuacán en el Estado de México, México.

Agradezco el apoyo del Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología, COMECYT, para la realización de este artículo que deriva de una investigación aún en curso.

Palabras clave: el diablo, tradición oral, oralitura, leyendas, identidad comunitaria, Zumpahuacán, Estado de México

 

Introducción
Analizar la presencia de la figura del diablo en la narrativa de tradición oral en algunos relatos de Zumpahuacán[1] representa tener una visión crítica propia de la construcción del imaginario colectivo de un pueblo y, de esta manera, comprender la importancia de tan emblemático personaje de la cultura mexicana. La vida en Zumpahuacán es mayormente campesina, lo que ha permitido de alguna manera la permanencia de antiguas herencias culturales presentes en las prácticas, ideas y valores tradicionales de la comunidad.

En el marco de la tradición se halla una fructífera narrativa oral que es recreación y prevalencia de la herencia tradicional de esta comunidad. Esta preservación de narraciones es importante ya que aquí se centran y sobresalen aspectos de la colectividad y el sentido de pertenencia.

El patrimonio cultural intangible forma parte de las declaraciones de la UNESCO[2] que establece la importancia de la preservación, documentación, estudio, revalorización, promoción y difusión del patrimonio cultural intangible de la humanidad además de brindar reconocimiento a bienes inmateriales afectados por la globalización y por las inevitables transformaciones sociales tal como sucede en los relatos de tradición oral. La UNESCO advierte también la fragilidad de este patrimonio cultural y por qué la promoción es importante para su visibilización, mismas que han de ser permanentes para su conservación con la finalidad de preservar el núcleo gestor de la tradición; la comunidad y que:

Pese a su fragilidad, el patrimonio cultural inmaterial es un importante factor del mantenimiento de la diversidad cultural frente a la creciente globalización. La comprensión del patrimonio cultural inmaterial de diferentes comunidades contribuye al diálogo entre culturas y promueve el respeto hacia otros modos de vida. [3]

Una de las figuras más importantes de la tradición oral local no sólo de Zumpahuacán sino de todo México, es la del diablo ya que en torno a él circundan diferentes ideas e imágenes ancladas en esta comunidad, como se puede ver en la compilación realizada por Urdapilleta y Mendiola (2023). Es importante mencionar que el diablo tiene una importante e innegable presencia en la tradición de las narraciones o relatos y es uno de los personajes centrales en la narrativa oral de Zumpahuacán. La presencia de este personaje en los relatos de tinte sobrenatural proviene de las personas que, por un lado, aseguran que tuvieron un acercamiento o encuentro inexplicable con este y por el otro, el haber sido testigos o escuchas de experiencias de otras personas. Aunado a estas experiencias los relatores aportan la descripción del Diablo en cuanto a aspecto físico, antropomorfo o zoomorfo y también a las sensaciones corpóreas experimentadas ante su encuentro o presencia; horror, espanto y angustia.

El diablo de la tradición oral mexicana posee múltiples rostros y máscaras, pero en esencia es un mismo personaje; pues debido a tal multiplicidad de representaciones y concepciones es capital señalar las más importantes en los relatos de Zumpahuacán puesto que representa convergencias entre diversas comunidades y es asumido como la representación total del mal.

Por otro lado, este personaje es descrito y asumido no sólo como un personaje maldoso sino también presenta cualidades carnavalescas, es decir, puede ser objeto de burla o se le puede engañar. [4] Estas ideas están apegadas al catolicismo popular de raigambre colonial visible en el cómo se construyó la imagen del diablo, que se formó y sigue vigente sobre todo en el mundo rural, aunque no deja de estar presente en las urbes grandes y modernas. Es entonces que se puede señalar el por qué y para qué en muchas de las narraciones de los encuentros con el diablo ya desde la tradición colonial se mencionan nombres de demonios y formas de invocación que posteriormente serían una forma de explicación de su encuentro con él. Estos testimonios fueron adaptados, resumidos o incluso aumentados por los escribanos ya que los testigos no tenían una forma de conocer las mencionadas distinciones porque no estaban en su ideología y vocabulario. Estas distinciones se han mantenido presentes hasta el día de hoy en los relatos orales tradicionales en las cuales múltiples factores tales como no conocer la lengua y cultura europeas refuerza el sentido que tenían estos relatos que configuraron poco a poco la forma en la que las personas comunicaron un acercamiento o invocación al diablo.

Es adecuado resaltar que el encuentro o aparición del diablo, presenta estas constantes en los que la reciben: desesperación por falta de recursos económicos, ambición, un mal momento de enfermedad o bien, tal como indica el pasaje bíblico, ser tentado para probar la fe. Esto respalda la idea que se tiene en torno al diablo, una entidad que separa y destruye la comunión de los hombres con Dios. De esta manera se puede argüir el hecho de que en las comunidades como Zumpahuacán se busque un emparentamiento o explicación de los hechos sobrenaturales como obra del diablo en donde este tiene una participación real y directa.

Es importante señalar que las narraciones de los pobladores, este personaje tiene diferentes formas de llamarse y esto se debe, entre otras cosas, a que desde la concepción de muchas personas se tiene la firme creencia de que ese nombre no debe ser mencionado ya sea porque sería invocado además de que le concedería más del tan temido poder que se le concede.

Desde este somero panorama de contexto, analizaré ahora algunos relatos en los que la figura del diablo se manifiesta sin que en varias ocasiones se mencione directamente como el diablo sino también como El Maligno o el Enemigo Malo.

La tradición narrativa oral
El estudio de la literatura oral es reciente en comparación con los estudios de textos escritos. Ong afirma que los estudios que se centran ahora en la oralidad fueron considerados menores además de minimizados puesto que se consideraba que tenían falta de seriedad y profundidad: Se extendió la impresión de que, aparte del discurso (gobernado por reglas retóricas escritas), las formas artísticas orales eran fundamentalmente desmañadas e indignas de examen serio. (Ong,1987: 9)

La tradición narrativa oral refiere al ejercicio de transmisión de relatos, creencias, mitos, leyendas y otros elementos cuyo vehículo de transferencia es el leguaje hablado. La tradición se gesta, transmite y se mantiene dentro del complejo entramado de la comunidad. De esta manera el relato oral adquiere un carácter tradicional justo por el proceso de transmisión; esto es, la forma de conservación y reiteración, que sucede a través de las distintas versiones. La narrativa de tradición oral es una herencia cultural en las comunidades. Como es bien conocido la tradición es una transmisión de saberes a través del tiempo que se entregan, se heredan como un fenómeno vivo y dinámico, al irse entregando se va haciendo y va creando un puente de conocimiento y formas de vida perdurando entre generaciones. La importancia de la narrativa oral se debe no sólo a que vehicula testimonios, creencias o relatos; sino al hecho de que guarda la memoria cultural colectiva de un pueblo misma que configura su presente y da cuenta de su pasado mediato y remoto además de brindar un sentido de identidad y pertenencia comunitaria. A propósito de esto Urdapilleta argumenta que desde el ámbito literario se ha acogido y estudiado la tradición oral, observando a la par que los estudios folclóricos, la creatividad de las pequeñas comunidades, así como la memoria o saberes tradicionales pues los relatos orales son un vehículo de transmisión importante sobre todo en sociedades sin escritura o de cultura oral predominante.” (Urdapilleta: 2023, 33)

El dinamismo, propio de la tradición y en constante transformación, es evidente y parte de la oralidad en la que la transformación, normal y necesaria, refuerza su tradicionalidad. Así la tradición oral narrativa se coloca alrededor de mitos, relatos, cuentos, leyendas, refranes y anécdotas que en conjunto constituyen la memoria colectiva de las comunidades y debe ser entendida desde los propios parámetros comunitarios que, aunque presentan convergencias, generalmente resguardan ciertos detalles diferenciadores entre una comunidad y otra en las que se toman como propias. En otras palabras, la tradición oral se entiende desde su contexto, desde el grupo social en donde el relato es el mensaje y precisa de alguien que lo dice y lo narra; así mismo de un receptor, quien lo escucha, lo recibe y después, para continuar el ciclo, este escucha lo vuelve a transmitir, naturalmente añadiendo o restando detalles sin que esto represente un debilitamiento del valor tradicional de los relatos cuya transmisión y constante recreación se realiza también a través de múltiples variaciones.

El diablo en los relatos de Zumpahuacán
Los relatos que se analizarán a continuación contienen elementos que los hacen de gran interés en torno al diablo. Tratar de descubrir o comprobar la veracidad de las narraciones del encuentro con el diablo, en este caso, es menos importante que analizar su carga semántica, simbólica e incluso moral en la comunidad. La descripción de tan emblemático personaje mantiene sus características y constantes en cuanto a los momentos y el desarrollo de experiencias del encuentro, las cuales pueden ser narradas en primera persona o de manera indirecta, es decir, una historia contada a voces. Un común denominador son las causalidades, lugares del encuentro, aspectos, sensaciones y sonidos que rodean a tan hostil personaje. Las interrogantes insolutas y que, en diversos momentos, según el testigo directo o indirecto, estos encuentros no son obra de la casualidad puesto que el asediado importunado estaba “de parranda”, “en el trago” o “por mal camino”, advirtiendo un comportamiento lejano a los constructos morales que caracterizan a lo aceptado como adecuado socialmente. Estos encuentros también responden a que las personas que desean poder económico o el exceso de los placeres han invocado al Enemigo Malo para hacer un pacto con él. Las formas en las que este personaje se presenta son en forma de hombres o mujeres hermosas; un charro con lujosa vestimenta de color negro y entidades con cara de caballo, patas de gallo o de cabra con cola y cuernos.

Los relatos que se analizarán son “El general Saavedra”, “Pacto con el diablo”, “El hombre que le pidió dinero al demonio” y “El ganado del diablo” ya que tienen el común de tratar y contar acerca de la preexistencia de un pacto con el diablo mismo que derivó en la destrucción o un final trágico de los personajes y que también tienen relación con encuentros no deseados o casuales con un personaje en común, un charro vestido con un traje negro al que lo acompaña un caballo del mismo color. El Charro Negro es protagonista en seis de los relatos: “El amate de la presidencia municipal”, “El jinete”, “Me cargó el diablo” “Cuando don Silvano montó al diablo” “Cuando el diablo espantó a la india” y “El enemigo malo”.[5]

En otros relatos se detalla cómo y por qué el diablo tomó posesión o control de ciertas situaciones como consecuencias de malas acciones en “La desaparición de un cadáver” y “El muerto que se llevó el diablo”. Posteriormente dos narraciones cuya constante es la figuración animal en la que el diablo se materializó en “Cuando el diablo espantó a la india” y “Los diablitos de la noche” y una historia más en la que la presencia del diablo, en forma de mujer reformó y reforzó la fe de un joven que se había desviado del camino del bien en “El joven descreído”.

A) El pacto
En tres de los relatos el pacto con el diablo es el tema central, es decir, un acuerdo que se hace entre una persona y el diablo, situación que resulta en gran asombro y misterio para quienes lo narran. Los relatores describen que estas personas tenían un pacto con el Maligno ya que no podía haber otra explicación a los poderes mágicos que tuvieron como “El general Saavedra” personaje de un relato del México revolucionario que lideraba un gran ejército pero que al asistir a un bautismo y que, a consecuencia de un exorcismo, perdió los poderes sobrenaturales que tenía para las batallas y así, el pacto con el diablo era la única explicación para tales hechos y describen que
…hubo un enfrentamiento y quiso hacer lo mismo que antes hacía con su caballo: pasearse entre medio de las tropas, entre medio de la balacera. Y ya no: ya según ya no tenía el apoyo del Mal porque ya ese día fue cuando lo alcanzó una bala y es cuando él murió, el General Saavedra. Pero nunca de la historia que nosotros conocemos, nunca nos dieron nombre quién fue el autor de esa bala. Entonces, que ya la confusión que ya no se sabía quién era el autor. Entonces directamente ya con el tiempo, se fue desarrollando la investigación y ya se supo quién. Y ya de allí, ya después de que él murió, pues fue raro, porque ya no tuvo el poder que tenía, ya no tenía las habilidades que él tuvo en esos tres días y yo creo que el pacto que él tenía- como decía que había un pacto con la sombra del Mal – pues se había retirado. Y creemos que ese ruido que se oyó cuando iba a mitad del templo, ese fue el rompimiento del pacto que hubo. Y es allí donde se terminó el compromiso que tuvo ese general Saavedra con el… pues con el Mal; y allí es donde ya no continuó él, y es donde ya quedó libre y es donde ya no tuvo el poder para protegerse de todo ese problema. (p.223)

Una situación semejante se trata en el relato “Pacto con el diablo” la cual describe a un personaje alejado de la normativa moral y que, en palabras del relator: era malilla, robaba y mataba y pues no lo podían matar, porque tal parece que estaba protegido por algo sobrenatural. (p.218) Desde este planteamiento, la explicación que emparentaban a semejante protección era obra del Enemigo Malo ya que puntualiza la existencia de un pacto: “Cuentan que en una ocasión había un hombre que utilizaba tal vez malas artes, el llamado pacto con el diablo”. (p.218) La estructura de este relato, el fin de su protagonista y sus poderes en cuanto a ser casi inmortal convergen con el del “General Saavedra” que muere en un enfrentamiento violento hasta desangrarse con la variante que nuestro personaje del “Pacto con el diablo” portaba un amuleto que le fue retirado por su esposa para que el hombre pudiera morir después de haber sido herido. Ese amuleto se relaciona con el pacto que hubo hecho con el diablo.

En este momento es importante resaltar que el pacto con el diablo es una situación común en los relatos de tradición oral pero sólo en un relato de los analizados en este artículo se describe el cómo se hace; desde la invocación, el ritual y los elementos utilizados además que el invocador, al no haber cumplido los estatutos del trato, es castigado casi inmediatamente después de haber realizado tal acuerdo. Carranza (2020) indica que, desde diferentes puntos de análisis como el religioso y de tradición oral, cualquier mortal puede realizar un pacto con el diablo si lo requiere. El pactante comúnmente se encuentra en situaciones extremas o bien, como “El hombre que le pidió dinero al demonio” y “El ganado del diablo” en donde no se describen personajes dominados por la desesperación y la necesidad sino por la ambición: quería tener mucho ganado, dice el narrador. (p.230) Para analizar la precisión de la estructura del relato “El hombre que le pidió dinero al demonio” y su valioso contenido en cuanto a tradicionalidad, Ortiz (2014) señala que hay tres momentos que estructuran un el pacto con el diablo en la narrativa popular:

En primer lugar, acontece la causa o motivo que afecta al hombre, luego sucede una especie de tormenta interna denotativa de crisis espiritual y emocional que desencadena la petición urgente y desesperada de presencia diabólica o invocación del demonio, esto da paso a la materialización del espíritu maligno e inicia el proceso de acuerdo o pacto mediante un diálogo íntimo y secreto. La segunda etapa consiste en la enunciación más o menos clara de los términos del acuerdo, se trata del pacto en sí, principia con los señalamientos de condiciones, promesas y compromisos, luego se redacta la cédula o se sella mediante algún empeño de la palabra de honor, al final puede firmarse con sangre y quedar en posesión de alguna de las partes o guardarse en lugares ocultos o inaccesibles como el propio infierno. La tercera etapa constituye casi exclusivamente el comienzo de la relación hombre-demonio, en la cual los servicios, poderes y prebendas del pacto demoniaco formulado parecen generar éxitos materiales, pasionales y mágicos para el sujeto. El hombre pactante recibe los supuestos beneficios del contrato de acuerdo con la paga futura. Esto constituye una especie de crédito a la palabra humana, pero se ejercen los patrocinios antes de efectuar el ajuste de cuentas definitivo por la promesa de pago estipulada en el convenio. Y es precisamente porque el ejercicio fatal de la palabra expone la dimensión trascendental del acontecimiento mitológico por lo que la formulación explícita en frases declarativas es necesaria para establecer la estética simbólica de la narración del encuentro con el demonio. (Ortiz, 2014:77)

Esta secuencia estructural se puede encontrar y analizar en el relato casi como una fórmula, la que Ortiz señala, ya que en este se precisan los momentos y el método de la invocación refiriendo incluso a los elementos tonales y naturales que estaban presentes:

“Ira, un muchacho de aquí de Zumpahuacán quiso tener dinero por parte del demonio. Y se hace un círculo con bellotas y flores de sauco, se hace un círculo, y en punto de medianoche se va uno a la orilla, pues, a donde no hay casas, se hace el círculo grande y se mete uno adentro. Ya cuando está el círculo se le hace llamadas, le hace llamadas y se tiene que presentar, y se le dice: -Te has de presentar en forma de cristiano, pa que no me espantes. Y se presenta en forma de cristiano. Ya llega y le dice:

– ¿Qué cosa quieres?
Entonces él quería dinero, dice:
– ¿Sabes qué?: Yo quiero tener dinero.
-Sí, te lo concedo, pero me va a tener que firmar un papel donde va a constar que te vas a comprometer conmigo y me vas a cumplir.
Pues sí y entonces, el demonio saca y le da un papel para que firmara el señor, y firmó. Ya que había firmado, el demonio ve para el cielo, para arriba, y pide ese dinero que quería el muchacho. Entonces, de arriba bajó un cáliz con un velo blanco, venía para abajo. Ya llegó a las manos del demonio, y ya metió la mano en el cáliz y saca las semillas; son semillas preciosas, no es dinero, son semillas. Y ya las agarró y se las entrega. Ya que las había agarrado el muchacho, dice:
-Ora sí, fírmame aquí el contrato. Le firma el contrato. Dice:
-Bueno, ora sí ya firmaste con tu propia sangre, ya me voy. (p.226)

La causa de la invocación, el ritual para realizarla y el conjunto de todos los elementos tonales como la hora, después de la media noche, en un lugar apartado, así como como los elementos naturales como las bellotas y las flores de sauco[6], la petición, el pacto y finalmente el castigo por haber violentado los lineamientos de éste, están estructurados, de acuerdo a Ortiz, en los relatos tradicionales que tienen que ver con los pactos con el diablo.

En esta narración destaca una situación decisiva para el invocador que sucede cuando la persona en cuestión rompe con el acuerdo, reforzando así la estética oral tradicional, ya que los estatutos dictados por el diablo no son respetados y el desafortunado invocador, ha de pagar una dura consecuencia ya que al momento en el que

…agarra y se va el demonio. Entonces agarra y el demonio se va, y él se quedó entre el círculo. Ya cuando él se fue, se salió del círculo, ya cuando camino para irse a su casa. Empezó a oír ruidos y ruidos tremendos, espantosos, y no tendría que divisar para atrás pues porque iba a ver coas feas. Pero no aguantó y volteó a divisar, y al voltear a divisar dicen que vio unas serpientes, pero deformes, cosas feas. Entonces, él se echó a correr y ya llegó a su casa, pero ya no llevaba las semillas preciosas; se las quitó el mismo demonio, seguro. Y dicen que unos quedan trastornados del sentido, pues, porque al arrendar a divisar pa atrás… por ver las cosas feas que se ven, ven cosas deformes. Entonces, como el arrendó a divisar para atrás, pues ya no tuvo la gracia de tener ese dinero, ya no. Y que les da a unos por pelear, por correr, por maldecir, bueno, bueno, hacer muchas barbaridades. Entonces él así quedó, ya no tuvo el dinero, por eso así quedó, trastornado del sentido y así quedó. Hasta la fecha así anda. (p. 226)

En cuanto a los elementos naturales y animales, es de importancia señalar que en estos relatos se precisan figuraciones propias de la literatura religiosa misma que se puede afirmar con la presencia de la serpiente, personaje paradigmático diabólico desde la tradición bíblica en el Génesis, que refuerza las raíces católicas diseminadas en las ideas diabólicas populares en Zumpahuacán.

Situación similar se puede analizar en “El ganado del diablo” en el que a pesar de que no se describe el proceso del pacto, se toma como un precedente y una explicación al enriquecimiento repentino del pactante por causa de su ambición:
Un señor tenía sus animalitos, reses, pero no eran muchos, eran poquitos. Entonces dicen que este señor pues ambicionaba riquezas, pero él ni sabía cómo y se empautó, pero con el demonio ¡ah!, ¡qué pendejo! Entonces dice que el demonio agarró y que le dio ganado abastecido. (p.230)

En esta narración también se describen las condiciones del pacto:
Pero para esto el señor con el demonio según hicieron un trato: que el día que se muriera el señor iba a matar a un toro, el mero semental, el mero grandote, el mero que mandaba todo el ganado. Entonces dice que le dijo:
-mira, el día que te mueras, el toro semental lo tienen que pelar, pero ¡vivo!, ¡vivo!, ¡vivo!, sin matarlo. Entonces el señor con tal de que dijeran que hasta era rico, pus dijo que sí. (p.231)

Es así que el beneficiado logró tener gran riqueza para saciar su ego “que dijeran que hasta era rico” (p.231) cuenta la relatora y enfatiza el final trágico que caracteriza el fin de la vida de los pactantes: “Entonces dicen que se enfermó y se murió el señor.” (p. 231) La transmisora del relato asegura que no hubo ningún lujo disfrutable para el pactante ya que el desenlace fue que el señor del ganado no pudo disfrutar de su riqueza y que, a su muerte, el diablo le retiró todo el ganado que le había dado, al llevar a todas las reses a un barranco en el que murieron ya que siguieron al toro semental desollado vivo, trato que anteriormente hizo con el diablo:

Y entonces que lo fueron siguiendo, fueron siguiendo al pinche toro. Y dice que nomas en un ratito vieron cómo la tierra tiene artos resumideros y si no hay resumideros pues el mismo Enemigo hace un hoyo para el resumidero. Entonces dicen pues se fue ese toro pa abajo, se perdió el toro. Se fue pa bajo, pus ahí va el otro, ahí va el otro, y ahí va el otro, ¡sí! Hasta que se acabó y nomás se quedó con los que tenía. Fíjate, yo creo que así… no es bueno: imagínate, ¡no pudo matar ni un pinche toro!, ¿qué pinche lujo es ese? (p. 230-231)

B) El Charro Negro
La representación antropomorfa del diablo en Zumpahuacán es El Charro Negro, personaje que tiene gran presencia en relatos tradicionales de todo México. Aurelio González afirma que:

Otro personaje multifacético de cuentos y leyendas que puede tener una condición diabólica es el conocido como El Charro o El Charro Negro, aunque también puede aparecer simplemente como un personaje innominado vestido de negro. (González, 2021:8)

El Charro Negro presenta múltiples variaciones en las leyendas y relatos de una comunidad a otra, pero sus características son comunes; una imponente presencia llena de misterio, el color predominante de su vestimenta negra lujosamente adornada además de un caballo del mismo color en el que se le ve montado o que lo acompaña cuando las personas lo han visto pasar. Esta figuración del diablo tiene protagonismo en los relatos de Zumpahuacán y se le asocia con poder económico, además de una presencia sobrenatural que aterra y cuyos encuentros con los mortales coinciden con una aparición durante la noche, otro tópico narrativo común en la tradición oral.

En algunos relatos El Charro Negro invita al trasnochador a subir a su caballo para llevarlo y en este viaje, en experiencia de los importunados, la distorsión de la percepción espaciotemporal es detalle predominante.

Vestimenta, apariencia y corcel
En la mayoría de los relatos la descripción del atavío del Charro y el porte de su caballo son detalles resaltados por los transmisores. La figura del caballo negro no es gratuita, sino que condensa toda una simbología en referencia con el inframundo y la muerte y así, asociado al Charro Negro, es una representación de misterio, secretos y pasiones terribles. (González, 2021:11) Tal como se describe en el relato de un hombre que dice que: “…cuando venía por ahí por medio llano se encontró un jinete, ya cerquita, bien elegante, el caballo bien grandote y bonito.” (p.215)

El caballo es la remanencia de la herencia colonial cuando representaba un animal temible y ajeno a los comunes para los indígenas en la colonización europea. Así mismo, en correspondencia con pensamiento colonial en cuanto a la figura del charro que se arraigó en México en el siglo XVI, se le relaciona con una clase social privilegiada, hallando en las descripciones su impecable y elegante vestimenta: “Entonces dice después que estaba un señor recargado así en la pared, un joven con chaqueta, bien peinado, bien arreglado” (pp.231-232) y también en el relato “El jinete” que contó:
Que agarro mi gabán y vámonos a ver a la muchacha, y ahí voy. Me paré en la esquina de la casa del difunto Florencio cuando que veo debajo del amate anda en su caballo, y las espuelas le suenan y hasta le relumbran.” (p.227)
En esta rememoración resaltan los detalles del brillo del metal que adorna la ropa del Charro, elementos que se comúnmente se dice que son de plata o de oro mismos que inciden con constancia en los relatos de Zumpahuacán reforzando la riqueza del personaje.

El enigma de un rostro
Los transmisores aseguran que El Charro Negro no deja que le vean el rostro. En “El Enemigo Malo” un testigo directo detalla que al ir con su acompañante
… ya íbamos por ahí, donde vive el maestro, cuando vemos que ahí viene el señor otra vez, pero ora ya venía para San Miguel, ya venía de regreso, entonces mi tía lo vuelve a saludar, pero el señor no le volvió a contestar y se voltió de modo que no le viéramos la cara al prender un cerillo pa prender su cigarro, pero con la luz de cerillo vimos su cara, pero no la vimos bien. (p.217)

Como en este relato, en la mayoría de las transmisiones orales el rostro del Charro Negro es un enigma, sin embargo, en otros, la presencia de características diabólicas como los cuernos es especificada. Esta configuración humana combinada con características físicas animales es otro elemento de análisis presente en las apariciones diabólicas de la tradición oral popular de Zumpahuacán. A propósito, González (2021) afirma que
No hay que olvidar que hasta bien entrada la Edad Media el Diablo fue representado casi siempre con apariencia humana. Fue después del Milenio que el Diablo empieza a ser representado con apariencia monstruosa y grotescamente por la combinación de lo humano y lo animal: cuernos, cola, patas.
Dichas descripciones son planteadas también por Eco (2011)

Es sólo a partir del siglo XI que el Diablo comienza a aparecer como un monstruo dotado de cola, orejas animalescas, barba y pies de chivo y cuernos, adquiriendo también alas de murciélago. Parece obvio, también por motivos tradicionales, que el Diablo deba ser feo, con forma terrorífica y diabólica, recordando el concepto medieval del amor cortés que la belleza física es reflejo de la belleza espiritual, si el Diablo es la encarnación del mal, necesariamente tiene que ser feo.[7]

Estos elementos descriptivos del Charro Negro están presentes en la experiencia de don Silviano que fue invitado por El Charro a montar en ancas de su caballo pero que cuando invocó a un santo, se dio cuenta que venía montado en el diablo y que
…entonces dice que cuando le gritó a San Miguel, él se dio cuenta de que no venía caminando, se dio cuenta de que él venía montado en… ¡En el diablo! Que él venía así an ancas con el diablo. Entonces dice que el tiempo de que le llamó a San Miguel, dice que entonces agarra y el diablillo se frenó feo, y se dio cuenta que él venía agarrado de los meros cuernos, que venía agarrado, montado en el diablo y venía agarrado de los cuernos. (p. 232)

El viaje
En los relatos de Zumpahuacán los encuentros con El Charro Negro están relacionados con el consumo de alcohol, momentos de susceptibilidad emocional y a caminar en soledad durante la noche por caminos escabrosos. En otros, el ofrecimiento de un viaje o “rai” se describe principalmente por alteración de la noción del espacio y del tiempo que percibieron aquellos viajantes, como lo narran en “Me cargó el diablo” que cuentan que
…un señor iba para Tenancingo, había tomado por allá, ya era tarde y no se venía, cuando quiso venirse ya no había transporte, ni nada; se le ocurre venirse caminando y cuando venía por ahí por medio llano se encontró un jinete, ya cerquita, bien elegante, el caballo bien grandote y bonito, de lejos le habló:

– Oyes, amigo, ¿Tú vas a Zumpahuacán?
– Sí.
– Súbete, te llevo.
– ¿Vas para allá?
– Sí.
– ¡Súbete!, te paso a dejar, por ahí voy a pasar.

  • Y en un abrir y cerrar de ojos cuando él quiso darse cuenta, ya estaban cerca de Zumpahuacán, en la entrada donde está el puente: “Ay” ¿Cómo es posible?, apenas me subí, estaba yo lejos, ya ora ya estoy aquí. (p.215)

Situación similar se relata en “El jinete”. El asediado se dirigía a otro pueblo ya de noche y afirma
…que de veras, que se echó a caminar y como era un día sábado y por ahí están los sabinos, él iba caminando en su camino viejito que oyó el tropel, que viene uno de a caballo que dice:
-Ahí viene un canijo de a caballo, a lo mejor va para Tenancingo, por ahí nos vamos de amigos.
Y de veras que pronto, luego de poco caminar, lo alcanzan. Que era el demonio y que le dice:
– Amigo, ¿Adónde vas?
– Yo voy a Tepalcatepec a una fiesta, va a haber baile y voy a ir allá, voy a ver a mi novia. Y dice:
– Yo también voy a Tenancingo, ¿Quieres ir por ahí?, nos vamos juntos ¿Échate en ancas!, te llevo.
– ¿De veras?

Que agarro y que me monto, y ahí vamos platicando, pero al llegar al puente ya no me di cuenta, ya vi el puente, ya no sentí nada. Cuando yo me quise dar cuenta ya vamos llegando a Tepalcatepec por ahí por el llano. Yo no me di cuenta cómo me llevó pero la cosa es que cuando vimos ya íbamos llegando allá. (p.226)

El relator concluye con gran asombro en cuanto a que aquel que tuvo la experiencia de viajar a lomo o en ancas del caballo del Charro Negro llegó rápidamente a su destino y casi sin darse cuenta, habían recorrido un largo camino en muy poco tiempo y se preguntó cuando llegó a su casa:
– Bueno, ¿Dónde estabas tú? – [le preguntó su esposa]
Es que me emborraché en Tenancingo, cuando me quise venir ya no había transporte, me vine caminando. Por ahí un amigo me echó un rai, me subí a su caballo, iba a pasar a dejar a dejar aquí, pero después, ¿qué crees?, que me fue a dejar a la peña de allá abajo.
– ¿Cuál peña?
– Pues la peña de allá, la grande, la que le dicen la Cueva de Chapan.
– Mmm… ¿no crees que fue otra cosa?, fue el Enemigo Malo, ¡para qué te subiste!
– No, pues como yo vi que era un señor con caballo yo no pensé que fuera a ser el diablo. ¡Ahora sí de veras me cargó el diablo!

El Charro Negro en otras apariciones
En menor incidencia en los relatos se dice que algunos noctámbulos vieron al Charro Negro de lejos. Se trata de apariciones súbitas en áreas descampadas, coincidiendo nuevamente en los tópicos de ubicación comunes de los encuentros que si bien, no precisan una experiencia de ofrecimiento de viaje o de diálogo con el Charro Negro, la asociación diabólica de aspectos sobrenaturales y fantasmagóricos son comunes:

Pero cuando volvió a voltear [El Charro Negro] no vimos nada raro sino que pasó y nos lo quedamos viendo. Pero ¿Qué crees? El caballo iba caminando, hacía ruido y todo, como un caballo normal; se oían sus herraduras, sus pasos, pero el caballo no caminaba en el suelo, sino que iba volando, volando, sí, volando en el viento. Mi tía me agarró de la mano y me dijo “córrele hija, córrele y no volties”. Y me acuerdo que mi tía me llevaba rápido, y ya no voltié. Llegando a la casa yo oí, porque no querían que oyera, yo escuché que para que según no me diera miedo, mi tía contó a mi pa lo del señor y mi pa le dijo que ese fue el Enemigo malo porque como se explica uno que un caballo vuele, o sea, el caballo iba caminando y se oía que iba caminando, pero sus patas se movían como si fuera caminando, pero no asentaban. (p.217)

El Charro Negro está presente también en otros relatos y aunque presenta variaciones, las constantes son las mismas en cuanto a vestuario, presencia y en el relato de “Cuando el diablo espantó a la India”, El Charro también hace un ofrecimiento de ayuda, preludio de un pacto sin que este llegue a consumarse:
…entonces yo le levanto el gabán, cuando voy viendo una mano bien peluda y levantándole que le cierro compadre, me espantó. Cuando que le voy cerrando que alcanza mi mano y que me dice:
—No te desesperes, yo te voy a ayudar.
—Cuando yo le alcé, ya cuando vi que me alcanzó de mi mano, como alzó el pedazo de gabán, cuando lo voy viendo compadre, nomás le brillaba su traje. Estaba vestido de charro, compadre. ¡Híjole!, entonces sí me espanté porque dije: “Sí, éste es el diablo”. Cuando lo veo su capa nomás le brillaba compadre, y me dice:

—Tú no te desesperes, no tengas miedo, soy yo. Te voy a ayudar. Mira, ¿no quieres hablarme ahorita? Te voy a decir a dónde puedes hablar conmigo, pero yo estoy dispuesto a ayudarte. Yo sé que estás desesperado, pero tú no te preocupes yo te voy a ayudar, tú vas a salir adelante. Mira si no me quieres hablar ahorita, yo te espero allá en tu tierra, en Zumpahuacán te espero, mira ahí en el barrio de San Miguel te espero; a donde está un cabrigo con un amate, ahí es mi casa… (anexo 1)

C) Otros diablitos y otras apariciones
El Diablo en los relatos de tradición de Zumpahuacán se aparece o materializa zoomorfamente y si bien, como ya se ha mencionado, las características animalescas comunes están presentes además de los tópicos narrativos; la noche, la soledad y el alcohol, en estos relatos el diablo se presenta en forma de niños, comúnmente llamados diablitos puesto que son pequeños y se les asocia con espíritus juguetones con las características animalescas tradicionales por excelencia; las patas de gallo y las pezuñas de “Los diablitos de la noche” que espantaron a un señor que se alejó del lugar de reunión durante un velorio. El señor salió de la casa y dormitó, pero algo lo hizo despertar y dicen que:
…vio hacia el patio y oyó que gritaban, así, niños como si estuvieran jugando, pero que da la mirada hacia el patio y vio que eran unos niños; pero bueno, en primera se extrañó porque ahí casi niños no había, en un velorio y aparte de eso los que había ya todos estaban durmiendo. Después de que se queda atento viéndolos, para su sorpresa, para su gran sorpresa fue que al quedárseles viendo los analizó de abajo hacia arriba, sus pies no eran normales, de los niños. Al parecer eran tres niños; para esto sus pies, un pie era de una pata de caballo y otro era de una pata de gallo, uno y uno, así los pies estaban, estaban jugando; pero para esto él se impresionó, dice: -Pues ¿qué es esto?, solamente un espíritu, un personaje que solamente está así… es el demonio; porque el demonio se dice que tiene una pata de caballo y una pata de gallo y así es su presentación del demonio. Y pues él pensó. No, pues son diablitos. (pp. 232-233)

La presencia del diablo multiforme continúa. En el relato “Cuando el diablo espantó a La India” la persona que tuvo el acercamiento con esta tenebrosa presencia, lo vio también en forma de animal. Lo que resulta un interesante aspecto de análisis no es sólo la aparición del Maligno sino también los motivos circundantes que, desde la concepción del transmisor, la causaron. El ser maldecido por la madre, en la tradición católica representa un gran conflicto y una situación preocupante ya que contiene gran carga simbólica que genera una sensación de estar desprotegido en el mundo espiritual para quien fue maldecido. La experiencia del personaje masculino apodado La India converge con los tópicos narrativos de la soledad y la noche, además de la aparición del diablo en forma de un animal, de una vaca, evocando las pezuñas diabólicas, además de aparecer, desaparecer y no dejar huella alguna:
— ¿Qué crees? Que ya me vino a espantar una vaca.
— ¿A dónde, compadre?
— Aquí, ira, estaba yo aquí durmiendo en la piedra, compadre, se la pasó alrededor de la piedra, se vino a asomar una vaca, una vaca grandota compadre, bien que estaba la vaca. Pero, ira, se vino por aquí.
— A ver, a ver, vamos a ver.
Ya prendieron no sé qué, y dice:
— Sí, compadre, sí, aquí va el rastro de la vaca. Mira, brincó aquí, aquí brincó la cerca. Lo que más raro me cayó es que cuando brincó yo no oí que cayera al otro lado de la barda, pues ¿qué pasó compadre? la cerca está chiquita, alcanzó a brincar compadre ¿y ahora?
— A ver, vamos a ver.
Fueron a ver y nada de rastros de vaca, de así de las pisadas de la vaca nada, no había nada.
— No fue nada compadre, duérmete, ya se fue la vaca, duérmete.
— Sí compadre, yo aquí me quedo compadre, ya te dije que yo me quedo aquí.(anexo 1)

En este relato se precisa también la aparición de una mano peluda que, tal como indica González, es otro elemento común en las representaciones populares del diablo:
-Qué cosa quieres compadre, me reteespantó. Ira, estaba yo acostado y de lado, bien tapado de mi cabeza con el gabán que me prestaste compadre, bien que me había yo cobijado cuando sentí, una mano jala mi cobija, yo dije “¿quién será?” Yo digo “es tu cuñada”, la esta muchacha, yo pensé es ella, ya ves que es traviesa. Yo pensé que era ella; entonces yo le levanto el gabán, cuando voy viendo una mano bien peluda y levantándole que le cierro compadre, me espantó. (anexo 1)

D) Desapariciones
Hasta este momento se han analizado los relatos de Zumpahuacán en donde el diablo es protagonista ya sea como Charro o en presencias humanoides con características diabólicas animales; pezuñas, colas, pelos y cuernos. En los siguientes relatos el diablo desaparece cadáveres. Las características de estos personajes son la maldad, el adulterio y el suicidio, y son la antesala de la desaparición después de su muerte. En el dominio popular comunitario se dice que el diablo se “los llevó con todo y ropa” o “en cuerpo y alma”. En el caso del relato “La desaparición de un cadáver” se conjugan diferentes infortunios y acciones desaprobadas social y católicamente en donde una joven se involucra con un hombre casado, queda embarazada y al no recibir apoyo de su familia se suicida tomando veneno, víctima de la desesperación:

Al sentirse la joven sin apoyo, sin nada, decidió tomar veneno. Tomó veneno y se murió. Ya se dieron cuenta que eso había hecho, que se había tomado el veneno y, se la llevaron todavía al doctor en Tenancingo, pero no, ya había hecho efecto el veneno y no aguantó, se murió también la criatura, se murió al morirse ella. (p. 224)

Desde la concepción ideológica católica, Dios da la vida y un hecho es que los humanos no pueden quitársela por autoría propia y así, el suicidio es una acción emparentada a una falta máxima ya que el alma del autor de tal crimen pasa a ser del diablo. De esta forma se describe el porqué de la desaparición de cadáveres en los relatos de Zumpahuacán al recordar lo que pasó cuando las personas encargadas de vestir el cuerpo de la joven difunta
…fueron y abrieron la caja, y cual fue su sorpresa tan grande de que cuando abrieron esa caja, ya la muchacha ya no estaba. Y se alarmaron, se asustaron que pues ¿qué había pasado con el cuerpo? ¿Qué a dónde había estado si estuvieron velándola?, ¿cómo pasó? Y así pasó de que no aparecía el cuerpo. Entonces se cree que porque la muchacha se quitó la vida, y al quitarse la vida también la criatura que llevaba en su vientre se había muerto, que tal vez lo que pasó es que como el Diablo se la había ganado de que se había matado pues que se la llevó en cuerpo y alma. (p.224)

La desaparición como obra del diablo se puede analizar desde otro contexto y motivos en “El muerto que se llevó el diablo” ya que este personaje era malo. En el relato no se especifican las acciones réprobas que realizó en vida pero que fue por este motivo que el diablo, presentado una vez más en el Charro Negro, se lo llevó:

Entonces según ya lo iban a vestir y cuando lo buscaron en la caja a esa persona, ya no estaba. Entonces se cree que como era malito el señor, el difunto, aquella persona, se cree que esa persona, ese jinete que llegó, esa hora que lo vieron, esa hora ya fallecida esa persona. Entonces se cree que ese jinete jue el diablo y se lo llevó en cuerpo y alma a la esa persona que se había muerto pues porque solamente así se comprende que no apareció ya en la caja. (p.230)

Es entonces que el análisis de la figura y representaciones del diablo en la narrativa tradicional  está fuertemente arraigado en la ideología comunitaria de Zumpahuacán y funge una función muy importante como representación total de lo maligno, lo ajeno y lo aterrador además de estar relacionado con situaciones en las que, al no encontrar una explicación lógica y coherente, son emparentadas a una obra del Maligno, personaje que seguirá siendo un referente directo a estas experiencias e irá siendo un puente de transmisión de la ideología comunitaria tradicional.

Conclusiones
El patrimonio cultural intangible debe ser promovido, visualizado, resguardado y documentado para coadyuvar a su preservación. En el caso de Zumpahuacán, el estudio de los relatos orales tradicionales colabora al resguardo y documnetación de la palabra viva para poder tener una visión más amplia acerca de su función en la comunidad y sus diversas directrices de configuración cultural.
La tradición oral permite la perpetuación de prácticas, saberes, ideas y formas de realizar diferentes actividades y brinda un sentido de anclaje y pertenenencia comunitaria; en otras palabras, de la conformación de su identidad como comunidad.
Desde el análisis de estos relatos es posible dar cuenta de las diferentes, pero constantes tópicos desde los cuales, la figura del diablo se ha anclado en la tradición narrativa oral de Zumpahuacán como una tradición que persiste y está vigente. Naturalmente se ha de ir transformando y adaptando al tiempo en el que los relatos sigan siendo transmitidos pero sin duda alguna, continuará configurando y reconfigurando todo un entramado cultural resistente al tiempo, anclado en las capas más profundas de la construcción cultural e identitaria de esta comunidad.

Azucena Ruiz Vásquez
Artículo publicado el 20/01/2025

Bibliografía
Aguilar González Luz Eugenia y Pérez Amezcua Luis Alberto. (2024) El Diablo en los cuentos populares mexicanos. De la tradición literaria europea al sincretismo cultural. Carmina Alejandra García Serrano (coordinadora) Guadalajara, Universidad de Guadalajara.
Carranza Vera, Claudia (2017) Del infierno al ámbito celestial, entidades sobrenaturales de la literatura tradicional hispanoamericana. San Luis Potosí, El colegio de San Luis.
Carranza Vera, Claudia (2020) “Fórmulas y estructuras narrativas para realizar pactos explícitos con el diablo en la tradición oral de México” en Escrituras americanas. San Luis Potosí. El colegio de San Luis, pp. 307-329. Disponible en https://colsan.repositorioinstitucional.mx/jspui/bitstream/1013/1365/1/F%c3%b3rmulas%20y%20estructuras%20pacto.pdf
Eco, Humberto (2011) Historia de la fealdad. Barcelona, Bompiani y Random House Mondadori.
González Pérez, Aurelio, “Diablos: sus máscaras, mensajeros y disfraces en la literatura tradicional de México.” Conferencia Magistral en el 4to congreso Internacional “Diablos, brujas y otros entes sobrenaturales y fantásticos de la literatura tradicional (virtual), San Luis Potosí, El Colegio de San Luis, 26-31 de abril de 2021.
Milanezi, Gabriela (2013) El diablo en la tradición mesoamericana: un estudio de narrativas maseuales. Ciudad de México, UNAM. Disponible en https://ru.dgb.unam.mx/bitstream/20.500.14330/TES01000692670/3/0692670.pdf
Ong, Walter (1987). Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. México, FCE.
UNESCO, El texto de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Disponible en  https://ich.unesco.org/es/convenci%C3%B3n
Urdapilleta Muñoz Marco Antonio y Mendiola Mérida Marlén (compiladora) (2023), Como que me agrada hablar pa macizar la palabra. Toluca, UAEMéx.
Notas
[1] Zumpahuacán pertenece al municipio que lleva el mismo nombre y está situado al sur del Estado de México. De acuerdo con el censo realizado por INEGI (2020) la población es de 4232 habitantes, 98.53% católica y solo el .03% habla una lengua indígena. El municipio se ubica en un valle cálido. De su superficie de 201.54 km, el 33.85% está dedicada a la agricultura, y el 5.85% se usa como pastizal. Además, el 32.97% es selva baja y el 26.6% de bosque.[1]
[2] El contenido de la expresión “patrimonio cultural” ha cambiado bastante en las últimas décadas, debido en parte a los instrumentos elaborados por la UNESCO. El patrimonio cultural no se limita a monumentos y colecciones de objetos, sino que comprende también tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas a nuestros descendientes, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional.
[3]  Idem
[4] La evangelización en La Nueva España trajo consigo la idea de la figura del diablo y así se construyó y transmitió el significado de este personaje como un ser maligno, gobernador de las fuerzas del mal y mundanas, que representa lo contrario a la pureza, la celestialidad y divinidad que representan la esencia de Dios. Como es bien conocido, la ideología cristiana de alguna manera desprestigiaba los originarios cultos de las culturas autóctonas; es decir, las representaciones físicas de lo divino se consideraron idolatría y de esta manera, ante los cristianos europeos, un culto al Diablo y el cómo las costumbres o rituales originarios se consideraron idolatría, es decir, que rendían culto al demonio.
[5] Todas las siguientes citas de los relatos son extraídas de la compilación Como que me agrada hablar pa macizar la palabra (Urdapilleta y Mendiola, 2023) y sólo se señalará la página en la que se encuentra el relato.
[6] Los elementos naturales que se reúnen para los rituales de pacto cambian de una comunidad a otra ya que no existen los mismos árboles o plantas en todo el país, condicionando así los elementos de la narración.
[7] Cf. en Humberto Eco (2011) Historia de la fealdad. Barcelona, Bompiani y Random House Mondadori.

 

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