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Las serpientes de César Aira.

por Cristián Brito Villalobos
Artículo publicado el 25/10/2005

En el presente informe se realizará un acercamiento, tanto a la obra del autor argentino César Aira, como a su novela «La serpiente». Me planteo, entonces, realizar un análisis de la novela antes citada, pero antes, me referiré a Aira con mayor profundidad. La idea es, por lo tanto, destacar aspectos como su biografía y las características de sus obras.
El informe tiene por objetivo final, entregar un acercamiento de este escritor -un tanto desconocido en nuestro país (Chile)- a los lectores.

César Aira
César Aira nació en Coronel Pringles en 1949. Desde 1967 vive en Buenos Aires. Estudio Derecho y Letras. Es novelista, dramaturgo, ensayista y traductor. Sus ensayos y críticas literarias pueden leerse en distintos diarios y revistas. Dictó cursos en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Rosario. Tradujo y editó en Francia, Inglaterra, Italia, Brasil, España, México y Venezuela.

Es uno de los escritores más prolíficos de las letras argentinas, habiendo publicado más de cuarenta libros. Su novela «Cómo me hice monja», publicada en España en 1998, fue elegida una de los diez mejores lanzadas en aquel país. Tradujo, entre otros, a Stephen King, Shakespeare y Kafka. Aira ha dictado cursos en la Universidad de Buenos Aires (sobre Copi, Rimbaud) y en la Universidad de Rosario (Constructivismo, Mallarmé).

Entre sus principales obras destacan las novelas: Moreira (1975), Ema, la cautiva (1981), La luz argentina (1983), Las ovejas (1984), Canto Castrato (1984), Una novela china (1987), Los fantasmas (1990), El bautismo (1991), La liebre (1991), Embalse (1992), La guerra de los gimnasios (1992), La prueba (1992), El llanto (1992), Madre e hijo (1993), Cómo me hice monja 1993),Diario de la hepatitis (1993),El infinito (1994),La costurera y el viento(1994),Los misterios de Rosario (1994),Los dos payasos (1995),Abeja (1996),La trompeta de mimbre (1998),La serpiente (1998),El Sueño (1998),Las curas milagrosas del Dr. Aria (1998),La trompeta de mimbre (1998),La mendiga (1998),El congreso de literatura (1999)y Un episodio en la vida del pintor viajero(2000), además de ensayos y cuentos.

La vasta producción literaria de Aira, hace cuestionarnos el por qué de su desconocimiento en Chile, tal vez sea por una cuestión de las editoriales, pero sin duda, que su obra merece mayor atención.

Sobre Aira se dice que es uno de los secretos mejores guardados de la literatura argentina, además se menciona su personalidad como la de una persona chocante y subversiva 1. Existe una cualidad que va más allá de una mera peculiaridad, y es que en todas sus novelas, existe un personaje con su nombre, fenómeno que Aira explica de la siguiente manera: «Se debe a una cuestión de autodefensa, porque es una cosa extremadamente resbalosa ponerle nombre a los personajes que uno inventa o ponerle características personales. Yo encontré, desde que empecé a escribir, que era mucho más efectivo y gratificante para mí describir simplemente a alguien que existía, a un amigo, un pariente, un familiar (…) ahora, eso se presta a ciertos sentimientos ofensivos por parte de los damnificados y entonces empecé a incluir en mis novelas a un personaje que se llama César Aira, al que describo con mis rasgos personales, pero que es mucho peor que los otros personajes, ya que es un degenerado, en fin, tiene todas las anticualidades posibles.» 2

Otra de las características más llamativas de la narrativa de Aira es su brevedad, de hecho La serpiente sólo consta de 105 páginas. Este hecho se debe, según Aira, a que sus libros representan un experimento que por naturaleza es breve, que se agota al instante en que pasa, en que produce su efecto.

Como vemos la narrativa de Aira posee características propias e innovadoras, en el sentido si la situamos dentro del espectro global de la literatura Latinoamericana contemporánea. Estas cualidades y su calidad, no han pasado por alto para uno de nuestros mejores exponentes actuales en narrativa, me refiero al fallecido Roberto Bolaño, quien en su texto de crónicas Entre paréntesis, dedica un apartado especial a César Aira titulado El increíble César Aira, del cual rescataré algunos segmentos que nos permiten ver la verdadera opinión y admiración de Bolaño hacia él: «Digamos, para empezar, que Aira ha escrito uno de los cinco mejores cuentos que yo recuerde (…) Me dicen que Aira escribe dos libros al año como mínimo, libros que en ocasiones publica una pequeña editorial argentina llamada Beatriz Viterbo, como el personaje de Borges en «El Aleph». (…) Resulta una pena, porque quien lee una vez a Aira quiere seguir leyéndolo. Sus novelas parecen la puesta en escena de las teorías de Gombrowicz, con una diferencia fundamental: el polaco era abad de un lujoso monasterio imaginario, mientras que Aira es monja o novicia de las Hermanas Descalzas del Verbo. En ocasiones recuerda a Roussel (un Roussel de rodillas en la bañera roja), pero el único escritor actual con el que se le puede comparar es el barcelonés Enrique Vila-Matas. Aira es un excéntrico, pero también es uno de los tres o cuatro mejores escritores de hoy en la lengua española» 3 .

Como se observa, César Aira es casi un personaje de ficción. Así se presenta en sus obras y en la vida real.
El hecho de que Bolaño se halla referido a él con esas palabras, destaca aún más su gran talento.
Ahora abordaremos su novela La serpiente, que, a pesar de su ya mencionada brevedad, refleja la gran calidad narrativa de este autor trasandino.

La serpiente de Aira
La acción de la novela transcurre en Dinosaur City. Este no es un lugar cualquiera, es un sitio muy peculiar, una ciudad donde todo está sujeto a cataclismos permanentes y es, además, el lugar que el protagonista de esta novela elige para escribir su libro Cómo salir bien en las fotos. La serpiente, en este sentido, representa el negativo de este intento de escritura, que comienza en clave de parodia, en el que no se escapan los textos de autoayuda, los sistemas para ganar dinero ni la ideología romántica de los escritores en soledad, y se va transformando, a medida que transcurren las páginas, en una sólida narración. Aquí las mutaciones se vuelven intempestivas, nada queda afuera y todo es marco de una aventura extraordinaria. En un doble juego con lo autobiográfico, el héroe de esta historia se llama César Aira, y está rodeado de nombres que no le son ajenos: Liliana, su esposa (que también es escritora), y las evocaciones de Daniel Molina y Arturo Carrera. Es posible entonces leer el texto a la manera de una representación cambiante, en la cual se simula un canon literario y personal. Como dice su autor: «La gente se renueva, los jóvenes toman el lugar de los viejos, a veces toman exactamente el mismo lugar. Es como si la naturaleza tuviera una cantidad limitada de moldes, y cuando se le terminan empieza a repetir. Hay gente que se parece, eso es indiscutible, pero no todos captan los mismos parecidos. Son objetivos-subjetivos»(Pág.48).

¿Quién es quién entonces en esta secuencia de moldes? Aira, el protagonista, dejando a un lado como un acto trivial a su familia, se sumerge en esta pregunta cuando se ve inmiscuido en la vida de una secta adoradora del Cristo-serpiente (cuya predicadora es, paradójicamente, una escritora de libros de autoayuda). Allí es tomado como víctima de un complot y victimario de una serie de actos que no escapan al contagio de los cambios continuos.

Los personajes, los edificios, las calles van transformándose en lo más temido -realizando una profunda crítica a la posmodernidad y sus consecuencias-, pero el narrador no duda en intercambiar los disfraces.

«¿Cómo decir la verdad del carnaval? El balanceo de las inversiones, el llamado Balanzón»(Pág.72), y abrirse así al espacio por donde pueden circular las máscaras que él mismo ha generado, ocultándose en las diferencias de los otros.

El humor se vuelve un instrumento inigualable desde sus primeras irrupciones, hasta consolidarse en el tono, en juegos de palabras, en los propios movimientos de la trama: «De pronto una serpiente con patas apareció ante nosotros, abriéndose paso entre la gente. Pensé que sería una de esas promociones de yogur, y hasta me hice el propósito de aceptar la muestra gratis, porque tenía la boca seca, pero Oscar se alarmó muchísimo, me tomó del brazo y me hizo dar media vuelta»(Pág.59).

Todo parece querer concluir en la vista del Glaciar que está en las puertas de la ciudad para finalizar y recomponer todo el gran enredo en el que el protagonista se ve envuelto a lo largo del texto en el reencuentro con su familia, la situación original. Pero el veneno utilizado para el complot está haciendo efecto y el desenlace se diluye, el camino trazado se vuelve circular dando lugar a que caigan los nombres de un gran secreto.

La escritura de Aira no se deja tomar con facilidad, tal como el propio autor lo deja entrever en un pasaje de la novela, dando una especie de definición de su propia narrativa y, por qué no, su parecer sobre la literatura en general:

«Sería un buen negocio fabricar un juego de block y lapicera adaptado a la hiperactividad cerebral. Tendría una demanda segura, pero sería difícil lograr un buen diseño; es un verdadero desafío a la imaginación» (Pág.25).

¿Un método para escribir con serpientes? Es posible que cualquiera de las dos Lilianas, la mujer del protagonista o la otra, sepan de qué se trata. Pero puede que nosotros, aun sin su ayuda, descubramos en cada nuevo libro de César Aira la enriquecedora muestra de uno de los exponentes más singulares de la literatura latinoamericana actual.

A continuación se dará una revisión más profunda de la novela, en la que se plantea principalmente a la metáfora como la forma más próxima para describir el relato presente en la obra 4.

Como ya sabemos, «él célebre escritor César Aira» es víctima de una mueca grotesca y puntualmente inoportuna.

El protagonista se propone aquí ayudar a la fraternidad dispersa de los monstruos fotográficos con un libro, al fin, práctico y eficaz, que lleva por nombre: Cómo salir bien en las fotos. El procedimiento se anuncia entonces como objeto del relato en la forma de la receta. Sólo que si un medio se valida en función de su eficacia cualitativa (en rigor, en Aira, la pregunta por cómo hacerlo es siempre la pregunta por cómo hacerlo bien), la inadecuación y la inejemplaridad no tardan en revelarse aquí, como sus aspectos consustanciales. No sólo el libro de autoayuda se desvía inmediatamente de su objetivo -en lugar de una receta de cómo salir bien en las fotos, tenemos múltiples recetas para la clásica formula de cómo hacer dinero-, sino que las técnicas son formuladas advirtiendo desde el comienzo sobre su inaplicabilidad, su absoluta impracticidad, como se da entender en el siguiente párrafo de la novela:

«¡Que a nadie se le ocurra imitarme, en forma mecánica, irreflexiva! Perdería todo. Si de algo es ejemplo mi esquema financiero, lo es de la particularidad absoluta. De lo inejemplar. Pero la autoayuda es la mejor inversión, porque tiene algo de mundo al revés» (Pág. 12).

Pero en un paso más allá en el camino del desvío y la inejemplaridad, el libro de autoayuda acaba por convertirse en la novela del viaje emprendido por César Aira a Dinosaur City para escribirlo. Lo que si debe quedar claro es que desde el punto de vista de la poética de Aira puede, resultar previsible (podría decirse: como no podía ser de otro modo, la aventura acaba por ocupar y apoderarse del relato), no garantiza sin embargo, en absoluto, su integibilidad. La serpiente es, en este sentido, una de las novelas más inextricables que he leído, en relación con su objeto y dirección. De un modo tal, por lo demás, que la pregunta que nos asalta a cada paso en lectura es: ¿por dónde avanza el relato?, o en otras palabras ¿A dónde va el relato?, y más precisamente ¿pero qué es, exactamente, lo que el escritor nos quiere contar? Y esto, no porque simplemente no se cuente nada (de hecho en la novela hay mil incidentes y pormenores) ni porque la novela no avance en la aventura, sino porque la metamorfosis a la que son sometidas no sólo la anécdota, sino también la misma forma del relato es tal y tan incesante, que la narración deviene como pura forma en continua transfiguración.

Con todo lo anteriormente señalado, y a impulso de relato de viajes, la aventura se empieza a contar. En medio de una catástrofe natural de grandes proporciones (que incluye sismos, volcanes, géiseres, y fuentes de sulfuro hirviendo), y con todo el frenetismo que la sitúa al límite del riesgo, la aventura de La serpiente lo posee todo de una auténtica y definitiva conmoción, que es a fin de cuentas: una conmoción de la identidad. El ingreso casual del narrador-escritor César Aira al templo de la predicadora Mae Goncalva y su peligrosa cofradía del culto al Cristo-serpiente, es el ingreso a un espacio de inquietantes metamorfosis -que incluye identidades segundas, parecidos asombrosos, máscaras, mutaciones y desdoblamientos- y a un espacio de tentaciones últimas -como el asesinato y la sodomía- que obligará a su vez, y continuamente, a las más variadas formas de la transfiguración -representación, mentira y simulacro- el relato avanza en este continuo desarrollo de metamorfosis hasta que al cabo de «un largo y sinuoso rodeo» que tiene la forma de «la vuelta al mundo» la trama se revela, finalmente, en su revés: todo había sido representación teatral a la vuelta de la esquina: el presente matrimonial en el aniversario de bodas.

Formulada de este modo, sin embargo, la descripción realizada, no es más que un intento fallido por hacer inteligible la trama de la novela: fallida en la medida que ha sido, hasta aquí, una explicación «por el contenido» cuando en rigor La serpiente exige, más una pura explicación por la forma. Si La serpiente se articula de un modo eminentemente en torno a la pregunta por el final y a la precipitación en el desenlace -no sólo nos preguntamos todo el tiempo ¿en qué va a terminar todo esto? sino que se deja entrever que la pregunta misma del narrador es cómo llegar bien al final. No es sino porque el cómo es aquí y más que nunca, objeto de una desarticulación radical. Por un lado, como llevando al extremo esa alternancia entre sucesividad y simultaneidad, la velocidad es tal que no sólo todo empieza a suceder de modo simultáneo, sino que la lógica del «mientras tanto» da forma a la misma enunciación, es decir, en lo que estamos leyendo, se está contando al mismo tiempo otra cosa. Por otro lado, la ley del mimetismo llega a un punto tal de perfección que, en su paso más allá de la transmutación de la anécdota en atmósfera, la serpiente que se encuentra en el culto de la cofradía y que constituye el ambiente que rodea la aventura (literalmente, «las serpientes caían sinuosas, enroscadas»), es lo que dicta la forma del relato: el trayecto hacia el final es pura forma que gira sobre sí misma, en un camino sinuoso lleno de retorcimientos. A impulso de una máxima velocidad y a impulso de un mimetismo absoluto, el objeto del relato parece estar siempre en otra parte. Y es por esto, seguramente, que no hallo mejor modo de describir la forma del relato sino es a través de la metáfora. Si no es diciendo, por ejemplo: Contra los venenos fatales que destila ese teatro de sierpes endemoniadas-la tentación del asesinato, el veneno de la sodomía- el relato toma, al modo de un antídoto directo y eficaz, un camino muy tortuoso. A través de los giros más raros de la mentira y de los avatares más increíbles del crimen, de la mutación y del simulacro, la vida se enrosca sobre sí misma, el destino da la vuelta al mundo, y el pequeño manual de autoayuda, mordiéndose la cola por el camino de la serpiente, nos enseña, finalmente, la lección de las lecciones: el retorno de la juventud, la verdad del amor, el triunfo de la realidad».

Ésta, aunque indirecta -como lo es siempre el camino de la metáfora-, se nos revela no obstante, como la vía más eficaz para dar con la forma y el objeto del relato. La prueba está en que a través de ella damos, al fin y al cabo de un extraño rodeo, con el objeto y el sentido que se promete en el libro, porque después de todo, ¿qué otro secreto y qué otra magia vamos a buscar en la autoayuda sino el secreto del rejuvenecimiento y la magia del amor? No hablaremos entonces del fracaso del procedimiento, porque la inadecuación, finalmente, se ha revelado eficaz. Sólo es valido señalar que la eficacia (que es «una verdadera serpiente) se ha transfigurado, por vía de las sinuosidades del relato, en la aventura única de una lección práctica y al mismo tiempo inejemplar.

A modo de corolario podemos añadir que La serpiente es, primero que todo, una obra compleja, llena de giros y transmutaciones que sólo se develan al llegar al fin. Tras su lectura, queda claro que César Aira es un escritor de prosa ambiciosa, de un estilo particular, sino cómo explicar la brevedad de la obra. Sólo es de esperar que su material comience a divulgarse con mayor rapidez en Chile, puesto que como lo señala Roberto Bolaño, Aira es un escritor poseedor de un gran genio y que, dentro de la narrativa Latinoamericana actual, se ha ganado un lugar entre el selecto grupo de los mejores.

Notas_________
1. Prólogo de entrevista realizada en Chile el 2002, realizada por Patricio Tapia.
2. Cita extraída de entrevista publicada en Diálogos con la cultura, 2002. Ed. Finis Terrae.
3. Cita extraída del texto Entre paréntesis, 2004. Ed. Anagrama, Págs. 136-137.
4. Idea basada en los postulados de Hayden White.
Bibliografía__________
-Aira, César. La serpiente. Ed. Lom, Chile, 2001. 105 págs.
-Bolaño, Roberto. Entre paréntesis. Ed. Anagrama, España, 2004. 366 págs.
-Diálogos con la cultura, tertulias 2002-2003. Ed. Finis Terrae, Chile, 2003. 79 págs.
-Contreras Sandra. Las vueltas de César Aira. Ed. Beatriz Viterbo, Argentina, 2002. 317 págs.
-White, Hayden. Metahistoria. La imaginación histórica en la Europa del siglo XIX. Ed. FCE, 1973.
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