EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
PORTADA | PUBLICAR EN ESTE SITIO | AUTOR@S | ARCHIVO GENERAL | CONTACTO | ACERCA DE | ESTADISTICAS | HACER UN APORTE

— VER EXTRACTOS DE TODOS LOS ARTICULOS PUBLICADOS A LA FECHA —Artículo destacado


Sobre un artículo de Alberto Manguel.

por Carlos Almira Picazo
Artículo publicado el 14/08/2008

Al hilo de un artículo no tan reciente de Alberto Manguel quiero apuntar algunas ideas sobre la importancia y la urgencia de la lectura de obras de ficción. En su pequeño y brillante ensayo, Manguel distingue la lectura como mera descodificación de las normas sociales vigentes, del acto de leer como experiencia profunda del individuo. Quiero referirme aquí a esta segunda aserción aplicándola a las obras literarias.
Cuando uno se sumerge en la lectura de una novela o un cuento inicia un viaje muy diferente, pienso yo, que si se adentrara en la exploración de un mundo totalmente extraño. Incluso en las obras de Ciencia Ficción o Fantasía, los personajes y las situaciones nos resultan reconocibles, en la medida en que han sido plasmados por las emociones y la reflexión de un ser humano como nosotros. Además, la ficción sólo se deja abrazar por quien la vive realmente.
Así, los niños tienen miedo del lobo y del ogro porque hay lobos y ogros en el mundo; los que ya no somos niños podemos conmovernos ante las aventuras de Don Quijote porque (afortunadamente) tales seres existen. Aunque la realidad y la ficción tienen lógicas distintas ambas comparten, pienso yo, un sustrato mucho mayor de lo que estamos dispuestos a admitir.
Y es que las historias imaginadas, trasladadas a otros de viva voz o por escrito hunden sus raíces en nuestra experiencia. Las aventuras de Simbad el marino son los sueños de cualquier joven (o podrían, deberían serlo). ¿Quién no se ha despertado alguna vez con la sensación de ser un escarabajo o de tener al lado uno? Leer es descubrir la escritura desmañada de nuestra propia existencia y su posibilidad, su urgencia de mejora.
Tal vez lo que diferencia al arte de la vida, además de la realidad del dolor, sea la forma sabia o torpe de administrar el silencio; el subtexto de una buena historia o un día cualquiera: nuestra vida real está llena de ruidos, dispersión y arbitrariedad; con frecuencia es repetitiva y hace pensar más a menudo en la jaula que en el pájaro. Queremos vivir y de hecho no hay nada nuevo bajo el sol, salvo la posibilidad de nuestra mirada. Las normas y los valores, perfectamente codificados en ese nivel superficial de lectura escolar al que se refiere Manguel, la aherrojan. Pero una buena lectura quizás pueda liberarla.
Quien lee pues, se reconoce. Quien lee ficción se reconoce doblemente.
No sostengo que nuestra vida sea un libro en proceso de escritura sino que es una trama manifiestamente mejorable, y que esto es más fácil advertirlo tras haber leído Ana Karenina o Crimen y Castigo que antes. En este sentido, toda buena obra de ficción es una amenaza para el orden social y para el Estado que hipócritamente la fomenta. Leo y disfruto porque, aunque mi mundo real está en manos de otros (y quizás también en las mías, previamente atadas) ningún señor pueden levantarme de la silla donde monto mi máquina explosiva: otro mundo posible.
¡Lectores de todos los países, uníos! Somos escarabajos con alas escondidas.

MANGUEL, Alberto: Cómo Pinocho aprendió a leer, Letras Libres, octubre de 2003.

Print Friendly, PDF & Email


Tweet



Comentar

Requerido.

Requerido.




 


Critica.cl / subir ▴