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El castellano en Japón.

por Fernando Olszanski
Artículo publicado el 16/12/2002

El desarrollo del castellano como segunda lengua en muchos países avanza de manera más que sorprendente. El caso de Estados Unidos es tal vez el más llamativo. El hecho de que durante la última campaña presidencial ambos contendientes, Al Gore y George Bush, hayan dado sendos discursos en la lengua de Cervantes, lo demuestra con creces. La profecía del presidente saliente, Bill Clinton, de que él sería el último presidente monolingüe, parece estar siendo confirmada. Algunas palabras de origen español ya empiezan a florecer como normales dentro del léxico de los norteamericanos, incluso en aquellos que no tienen estrecharelación con la lengua. Vocablos como fiesta, amigo, empiezan a ser de uso cotidiano. Esta es una tendencia sana y provechosa para los hispanohablantes del país del norte de América, es una revalorización retrasada del pasado histórico y geográfico del español.

También el avance del castellano en Europa es considerable. Algo que no sorprendería en los países comprometidos con la Unión Europea, pero sí en aquellos de Europa oriental. Los hoteles y empresas turísticas empiezan a dar servicios en castellano, como pude comprobarlo personalmente en un reciente viaje.

Pero lo que me lleva a hablar sobre esto es que residiendo en Japón desde hace un año, he podido comprobar que la tendencia llegó a estas tierras asiáticas. Realmente está lejos de alcanzar al inglés, que por ser lengua de negocios corre con ventaja; pero como tercera lenguamantiene posibilidades intactas.

El boom latino
El mayor impacto publicitario está dentro de la propia industria automotriz japonesa. Todos los fabricantes buscan denominaciones latinas para sus modelos. Se pueden leer nombres como Amigo, Presea, Moderno, Alto, Rosa, Familia, y la lista continúa de manera interminable. La tendencia llega igualmente a la comida: una de las principales cadenas de restaurantes en las islas japonesas lleva como nombre Gusto. Asevero que sí es una moda, pero ha superado lo pasajero. Ya ha dejado las megaciudades para trasladase al interior del país; ahora es fácil leer títulos en negocios como Mi casa, Taberna, Fiesta Latina, a la par de nombres japoneses.

¿Pero en qué se basa este fenómeno hispánico en el lejano archipiélago japonés? La respuesta es un tanto compleja, pero en general, este movimiento se apoya en el retorno de los Nikkeis a Japón.

¿Quiénes son los Nikkeis? Son descendientes de japoneses en segunda o tercera generación que debido a las constantes crisis en los países latinoamericanos han decidido volver a las fuentes tratando de mejorar su situación. (El caso de Alberto Fujimori, ex presidente del Perú, es el más resonante. Hoy es un desocupado de lujo caminando por las calles de Tokio). Este desplazamiento genera inconvenientes idiomáticos y culturales. La forma de mantener fuertes los lazos afectivos con el pasado reciente es abriendo negocios de orientación latina. Han aflorado bares y restaurantes que ofrecen toda la gama de comida hispana; en el rubro bebidas, el ejemplo del Pisco Sauer es más que llamativo, imponiéndose en la preferencia de muchos. Estos latinos han traído ritmos caribeños y sudamericanos, como salsa, mambo, tango, cumbia o merengue. Los jóvenes japoneses pagan fortunas a profesores de origen cubano, colombiano o puertorriqueño por una sesión de aprendizaje de estos bailes.

Goles y lengua
Otro punto de apoyo para los Nikkeis fue la organización del Mundial de Fútbol, un deporte aún no completamente desarrollado en Japón. En la primera liga nipona juegan muchos brasileños, peruanos, argentinos y otros provenientes de países hispanos. La falta de conocimiento de la cultura latina en Japón les abrió las puertas a los Nikkei para otra profesión, la enseñanza del castellano. De los equipos clasificados para Corea-Japón, siete eran hispanohablantes; el español era el idioma de mayor porcentaje de asistencia. Se necesitaron asesores, traductores, guías que acompañasen y asistiesen a las diferentes delegaciones. Muchos jóvenes se acercaron a aprender el idioma, tanto en las universidades como de manera particular. Éste ha sido uno de los éxitos secundarios y no tan resonantes, pero para nada menos efectivo de la Copa Mundial de Fútbol.

Desde hace unos diez años, existe un periódico en español, el International Press, que antiguamente salía sólo en portugués. Actualmente tiene dos ediciones diferentes en ambas lenguas. Todavía es semanario, pero el nivel de suscripciones aumenta cada mes.

Las lenguas japonesa y española son más cercanas de lo que muchos suponen. No tocaré el tema de la escritura, por supuesto, porque no es mi especialidad, sino el de la pronunciación. Es más fácil para un japonés hablar castellano que inglés. La cantidad de similitudes fonéticas entre ambos idiomas es sorprendente. La palabra dame en japonés significa no hagas eso; ajo y vaca tienen parentesco con lo que los españoles llaman gilipollas, los argentinos boludo o los mejicanos huevón. El único sonido de la lengua japonesa que no figura en el castellano es la sílaba tsu, algo no tan complicado de asimilar. A ellos les cuestan las r, que pronuncian como l, pero con la práctica eso se supera. Otras palabras en común, con diferente significado, son: tango, kampo, tambo, sake, noto, etc.

Del placer a los negocios
Esta suma de aportes en la música, el baile, la cultura y el fútbol, a lo que se agrega una fuerte presencia inmigratoria, hace del idioma español una opción que pasa por encima de una simple moda. Empieza a ser una realidad cotidiana. Ahora el idioma es buscado, es el objetivo de muchos japoneses. El mercado latino, a pesar de la crisis, todavía es importante. El idioma español es hablado por muchos millones de personas en el mundo. Es la lengua oficial de una veintena de países, y la segunda lengua de muchos otros, como los EE.UU.

Los destinos para las vacaciones están cambiando de manera abrupta. Sigue en la preferencia de los nipones visitar Europa, y lógicamente España está en esa lista. Pero las playas y países caribeños empiezan a desplazar a las playas asiáticas. Hoy por hoy, suena más exótico bailar merengue en arenas de Dominicana que comer comida tailandesa en Phuket o bucear en Bali.

Llama la atención que en un país tan opuesto a la cultura latina en general como es Japón, exista una marcada tendencia hacia lo español. Esa tendencia podría desaparecer, y con lógica, mañana. Que se mantenga o no depende de muchos factores, como el caudal de inmigración, la aparición de una nueva moda, el cambio de los gustos de los jóvenes. Pero entre ellos, el volumen de negocios entre Iberoamérica y Japón puede hacer la diferencia. Los continuos vaivenes económicos de los países latinoamericanos, en los que abundan las materias primas que Japón tanto necesita, abren y cierran posibilidades de inversión de manera constante.

Hasta ahora la relación con el castellano ha sido de placer, de alegría; el día que se transforme además de eso en relación de negocios, será más duradera y efectiva. Los japoneses parecen prepararse para ese momento: en general ellos no dejan cosas al azar. Es hora de que aquellos países que despertaron esa pasión escuchen con atención este juego.

Japón, noviembre, 2002

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