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No se puede dudar que los errores éticos y morales se pagan.

por Henry Aldea
Artículo publicado el 25/04/2018

En Chile, el presente artículo no ensaya que la Iglesia Católica o el Vaticano vaya cambiar sus estructuras basales, sólo esperar cambios administrativos-normativos, pues todo se trata de administrar el poder. Un error lo comete cualquiera, es cierto pero cuando se trata de Instituciones que gozan de la fe pública y espiritual es distinto. A eso se suma falta de credibilidad donde la administración del terror psicológico carece de sentido cada vez más y la escala de valores se relativiza desde todos los ángulos. Sólo queda esperar que esa voluntad de cambios sí se hace, la iglesia los viene realizando lenta-mente desde hace 2.000 años (Galileo hubo de esperar 500 años su reconocimiento).

Dada la revolución de las comunicaciones los tiempos se acortan, lo secreto se devela. La intriga se desvanece. La manipulación se descubre. (Cuantos años se habría adelantado la revolución Francesa, sí los súbditos hubieran visto la fastuosidad e hipocresía moral de la corte y su curia). Hoy no tenemos purgatorio, se reconoce que el infierno tampoco existe. Sí quedan creyentes es por temor a repetir otra vez un eterno sufrimiento y han vivido tal cantidad de calamidades que consideran que eso basta, o bien incredulidad, pues nada peor podría volver repetirse luego de la muerte o trágica existencia en la tierra. Así también el poder del miedo funcionaba.

Dudar no es malo. Pero en tiempos de la post-verdad o abrumadora cantidad de información, nada parece ser lo que es, donde hay que saber navegar, no sólo flotar en la información. La masa señala no distinguir lo correcto o justo de algunas premisas. Al menos sospecha, cuestiona. Cada uno vive íntimamente su virtualidad o realidad inmediata. Todo espacio social e institucional queda aislado, dudosa, temerosa y suspicazmente y con razón. Por la dinámica de los acontecimientos dirán desde la política. Se sospechaba de instituciones, que ocultan vital información y/o son cómplices de desastres económicos-socio-políticos de larga data. Así es fácil echar la culpa a nadie y a todos, como costumbre de hacer política. Los reales causantes del desprestigio son tanto mensajero como mensaje. A diferencia de países con democracias y sistemas que hacen responsables a quien corresponda y en ningún caso expiar la culpa culpando a la política.

En este contexto, llama la atención que el papa Francisco l, pida disculpas públicas por los escándalos de abuso sexual en Chile, no sólo al mundo eclesial. Ubicando un error de juicio de la máxima autoridad de la iglesia a una altura moral casi sincera. No hablamos, ni está en cuestionamiento la infalibilidad del papa en el orden de su fe. Sino la esperanza que éste hombre representa lo coloca a la estatura de las circunstancias. Que parte de su entorno lo llevó a cometer un fallo que luego resulto ser basado en mentiras y encubrimientos desde la misma curia vaticana. Desde su representante diplomático, cardenal y arzobispos implicados, ósea literalmente desde el “obispo y el papa”.

El statu quo de la política dice que toda comparación resulta sesgada u odiosa. “Todo depende del cristal con que mire” dirán los más figurativos. Qué tiene la diócesis Chilena que resulta irrelevante desde todo punto de vista comparativo. Como EE.UU. o Europa, donde hubo reconocimiento público, castigo efectivo y compensaciones para los abusados. Lo significativo para otros, es la preocupación mostrada hasta ésta periferia confesional el gesto de la metrópolis vaticana.

Sí hubo abusos siempre ha habido, nada asegura que no volverán a ocurrir. Es probable que haya que compensar, ósea se pierde poder, se desgasta por algún lado. La reciente visita papal lo demostró. Así el reconocimiento evidente del error desde todo punto de vista era insostenible y burlesco, sino pregunten tanto a practicantes y observantes sobre el asunto. Qué se pretende asegurar o satisfacer? Limpiar la curia? podría ser un pretexto. Re-ordenar la iglesia chilena. Quién pierde o mantiene desde el punto de vista y balance de poder e influencia, esa es la pregunta. El momento es innegable y propicio, el papa lo sabe.

La historia vaticana moderno luego de los Borgia, pueden dar cátedra maquiavélica de justificación respecto abusos, brutalidad, intriga y miseria moral. Justamente como ayer, el poder económico, el cinismo belicistas sostenía la corte y curia romana. Sí había que dar o hacer compensaciones en aquellos tiempos, era matizado por pingues reformas o consideraciones que no salían más allá de los interesados e involucrados en palacios y tronos bajo máximo secreto. Con visión histórica desde la distancia juzgamos con transparencia-analgésica y conformista y hasta con naturalidad justificada el hacer histórico de la época.

Hoy pedir disculpa o reconocer “el “error coloca al papa en una situación y condición horizontal evidente, dando un giro moral ejemplificador al gesto. Haciendo un guiño tal vez a instituciones que están tan manchadas como la iglesia católica, matando dos pájaros de un tiro. Por otro lado, el perdón es más profundo para el caso viene siendo siempre tarde. El propio arzobispo de Santiago de Chile, no fue capaz de pedir perdón. Cuando su trabajo terrenal y espiritual es buscar hacer, pedir y dar perdón. Este simple ejemplo de negativa y soberbia pone en tela de juicio el estándar siniestro desde donde se instala el prelado…Más allá de bien y el mal, como sí tuviera dominio de ambos, como si el resto de los humanos y creyentes son subvalorados y subyugados por la ideología de la religión que se supone santa. Ahí surgen otras dudas, pues sus representantes desde hace cientos de años están lejos de cualquier búsqueda a la santidad.

En Chile hay que reconocer que gracias a la convicción, sustrato social y económico de los afectados fue un detonante importante. La oleada de denuncias que se avecinan independientes de la condición social también deben ser públicas, reconocidas y reparadas. Sumadas las que encuentran entrampadas y duermen el sueño de los justos mediante formas y sortilegios refugiados en códigos canónicos de largos procesos burocráticos. Más otras demandas taponeadas por fácticas y oscuras influencias de manos invisibles, aceitadas sino con poder, con dinero para guardar silencio. Estas denuncias y causas de años comienzan a reventar, supurando todo el cuerpo de la representación religiosa. Ante esto resulta mejor una cirugía mayor y oportuna de una sola vez y aguantar el aguacero. Luego de esto la experiencia indica, se naturalizaran procesos y toman cause que deban tomar. Similar a casos castrenses contra derechos humanos y crímenes de lesa humanidad que terminan careciendo de la importancia que tienen, dilatando cualquier cambio para no cambiar nada. Pero la diferencia entre lo militar y lo papal, éste último reconoce el error. En cambio las FF.AA. en Chile desconocen los errores y el horror por tanto significará más tiempo recobrar sino su honra la confianza pérdida y mientras más tiempo pase sin realizar un sincero reconocimiento de perdón, el pozo y distancia con la ciudadanía será más profundo. Mientras tanto, se aíslan como elite en sus cubiles, alertas a la caza histórica y los cazadores morales que los aguardan.

Si algo va cambiar en Chile es como abordar el tema que puede llegar hasta lo judicial. Lo que realmente preocupa a la iglesia es la eventual desconexión con un grupo fanático aunque pequeño, poderoso en influencia y recursos. A esta elite le fueron abusados sus hijos. Así el temor que subyace es de romper con una larga alianza enraizada en los albores de la República con los Jesuita primero, hoy con los legionarios de Cristo y Opus Dei.

Para el resto de feligreses de otras latitudes estos “errores” se siguen y seguirán cometiendo. Mientras la masa creyente se les permita seguir con sus manifestaciones y rituales de profunda religiosidad popular. Otro hecho destacable del actual Papa perteneciente a la Compañía de Jesús, sea tal vez, un intento de restablecer confianzas y provocar un desequilibrio de poder en la Conferencia Episcopal que debe ser cambiada de “coronel a paje” en el mejor de los casos. Que se vayan todos dirán algunos, que se vayan los responsables sea lo justo y necesario como debe ser.

Al finalizar debemos recordar lo para muchos fue mera anécdota durante la visita a Chile del Papa polaco Karol Wojtyla, donde se suspendió en el Parque O’Higgins una las dos misas de campaña en toda la historia romana, siendo la primera en tiempos de Napoleón. También dejó una frase para la posteridad.* “No tengáis miedo de mirarlo a él” o la paliza que recibió un poblador luego de solicitar al Papa que intercediera ante el Dictador para acabar con la represión contra la población indefensa. Aun así iglesia recibió y dio amparo en sus comunidades, cuando pensar distinto era subversivo. Se extraña esa antigua practica de contra poder que tan eficazmente realiza la Iglesia. Esas comunidades de base irreverente, alegres, espontaneas, creativas y solidarias en cuerpo y esencia. El revuelo abordado por “el error declarado” termina siendo una anécdota más. En lo personal, creo lo más importante debe suceder en la curia, en ese que mece la cuna del poder, ese que desde la distancia conoce la realidad del asunto y hace llegar orientaciones y susurros que llevaron al Papa Francisco I a cometer un error de juicio y confianza con asesoramiento y consejos cargados de mentira y traición dentro del vaticano. La lección es “Que dios nos pille confesados”, sí eso ocurre en la casa de San Pedro, como será en el Gobiernos, FF.AA. Partidos Políticos, Corporaciones e instituciones del orbe y del país que, dudo reconozcan errores sino hasta ser descubiertos y exista legislación moderna para acusar.

 

* (Segundos antes de esa frase…Miles de jóvenes chilenos respondían en sincronía NO ¡!! Ante la pregunta, sí jóvenes y adolescentes de Chile, estaban dispuestos a dejar el sexo…Mientras la curía y conferencia episcopal estallaba en risas ante la sorpresa y espontaneidad. Más allá del manejo escénico y teatral del papa, ese estallido de respuesta nos refleja como comunidad y sociedad. Esa pregunta Papal a la Juventud Chilena fue un error de cálculo que tampoco la Conferencia Episcopal supo avizorar, porque cuando una masa de chilenos se une son impredecibles…

 

Henry Aldea Molina
Poeta y periodista

 

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