EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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San Pedro y San Pablo: Entre lo humano, lo espiritual y lo intelectual

por Francisco Díaz Céspedes
Artículo publicado el 06/06/2025

En coautoría con Jesús Espinoza P.
“Viendo la determinación con la que Pedro y Juan hablaban,
y dándose cuenta de que eran hombres sin cultura y sin formación,
no salían de su asombro y reconocían que habían estado con Jesús”
(Hechos 4:13)
“Replicó el comandante: -A mí me costó una fortuna adquirir la ciudadanía.
Entonces Pablo dijo: -Pues yo la tengo por nacimiento”.
(Hechos 22:28)

 

Francisco Díaz Céspedes (Izquierda) y Jesús Espinoza Pehuenche (derecha). Fotografía tomada por el profesor Erik Cordero Pavez, el 3 de junio de 2025 a las 16:32 horas, en la Capilla del Colegio Terraustral Oeste, comuna de Maipú, Santiago de Chile.

Francisco Díaz Céspedes (Izquierda) y Jesús Espinoza Pehuenche (derecha). Fotografía tomada por el profesor Erik Cordero Pavez, el 3 de junio de 2025 a las 16:32 horas, en la Capilla del Colegio Terraustral Oeste, comuna de Maipú, Santiago de Chile.

Resumen
El presente artículo analiza algunos aspectos de la vida de San Pedro y San Pablo, desde la perspectiva humana, espiritual e intelectual. Para ello, se obtuvieron citas relevantes del libro: Santa Biblia. Traducción de Casiodoro de Reina, 1569. Revisada por Cipriano de Valera, 1602, Edición Sociedad Bíblica de España, 2020.

Abstract
This article analyzes some aspects of the life of Saint Peter and Saint Paul, from the human, spiritual and intellectual perspective. To do this, relevant quotes were obtained from the book: Holy Bible. Translation of Casiodoro de Reina, 1569. Revised by Cipriano de Valera, 1602, Spanish Bible Society Edition, 2020.

Contextualización
En su expresión más tácita, sabemos que cada día 29 de junio es por esencia un día feriado religioso en concordancia a la Festividad de San Pedro y San Pablo. Sin embargo, no muchos o pocas personas tienen conocimiento riguroso de sus quehaceres en vida, como también su legado evangelizador consolidado en la Biblia; en especial, la versión y edición Reina Valera 2020, cuya edición es perteneciente a la Sociedad Bíblica de España.

Cabe señalar que San Pedro y San Pablo son considerados por el mundo cristiano como los apóstoles más significativos de la labor evangelizadora. El primero que acompañó a Jesucristo, mientras que el segundo tuvo la revelación de Cristo. En el relato bíblico, los prodigios y designios de los apóstoles mencionados transformaron la visión del mundo hasta donde se conocía; por lo tanto, a ambos se les puede denominar co-fundadores de la Iglesia, siendo San Pedro como el primer liderazgo y siendo San Pablo como misionero de la universalidad cristiana. Así, San Pedro y San Pablo asentaron las bases organizativas de la Iglesia, estableciendo la Buena Noticia en diversos lugares del Viejo Mundo, a través de la fe y de las obras, del testimonio y de lo profetizado, de lo experimentado y de lo legado.

San Pedro
Diremos de San Pedro, que es aquel apóstol que siguió a Jesucristo por difundir la Buena Noticia al pueblo judío, al necesitado, al postrado, al enfermo, al enajenado, al pecador. Y junto con Jesucristo, vivenció hechos ejemplificadores de lo que significa estar con Dios. Simón, su primer nombre, fue cambiado a Pedro, por palabra y conciliación de Jesucristo, tal como lo señala la escritura: “Andrés le llevó a donde estaba Jesús y Jesús le miró y dijo: -Tú eres Simón, hijo de Jonás. En adelante te llamarás Cefas (que traducido significa “Piedra)” (1).

Las dudas y afirmaciones certeras del apóstol Pedro fueron dando lugar a ciertos hitos que jamás olvidarán los lectores de la Biblia, tales como: que por boca del apóstol habló el malvado: “Pedro, tomándole aparte, comenzó a reprenderlo diciendo: -Señor, ten compasión de ti mismo. ¡Qué no te suceda jamás!

-¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mirada en las cosas de Dios, sino en las cosas humanas” (2); o en la negación: “Mientras tanto, Pedro estaba abajo, en el patio. Entonces vino una de las criadas del sumo sacerdote y vio a Pedro, que estaba calentándose, y mirándole le dijo: -Tú también estabas con Jesús el nazareno. Pero él lo negó diciendo: -No le conozco, ni sé lo que dices. Pedro marchó hacia la entrada. Entonces cantó el gallo. Cuando la criada lo vio de nuevo comenzó a decir a los que estaban allí: -Este es uno de ellos. Él volvió a negarlo. Poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: -Verdaderamente, tú eres de ellos, porque eres galileo y tu habla es semejante. Pedro comenzó a maldecir y a jurar: -No conozco a este hombre de quien habláis. Y el gallo cantó por segunda vez. Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús le había dicho: “Antes que el gallo cante por segunda vez, me negarás tres veces”. Y comenzó a llorar” (3).

De acuerdo a las verbalizaciones de Pedro, interpretamos que la humanidad del apóstol fue muy impetuosa, débil, miedosa e incluso de falta de entendimiento. No obstante, siempre se mantuvo fiel a Jesucristo, y lo demostró cuando dejó sus quehaceres cotidianos para seguirlo, tal como señala la escritura: “Al pasar junto al mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés echando la red en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: -Seguidme y os haré pescadores de hombres. Al instante dejaron sus redes y le siguieron” (4), o cuando demostró su amor genuino por Jesús, tal como lo señala la palabra: “Después de haber comido, Jesús le preguntó a Simón Pedro: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Le respondió: -Sí, Señor. Tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: -Apacienta mis corderos. Volvió a preguntarle: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le respondió: -Sí, Señor. Tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: -Apacienta mis ovejas. Le preguntó por tercera vez: -Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció por el hecho de que le preguntara por tercera vez si le quería, y le respondió: -Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: -Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras más joven te ceñías la túnica dispuesto a ir donde querías; pero cuando seas viejo, tendrás que extender tus manos y otro te ceñirá la túnica y te llevará a donde no quieras” (5).

Pasaría el tiempo, y la ambivalencia de Pedro sería transformada, en el célebre día del Pentecostés: “(…) De repente vino del cielo un estruendo, como el de un viento recio, y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Se le aparecieron como lenguas de fuego que, repartidas, se posaban sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu Santo les hacía expresarse. Vivían entonces en Jerusalén judíos piadosos provenientes de todas las naciones existentes bajo el cielo. Al oír este estruendo, se juntó la multitud. Estaban confusos, porque cada uno oía hablar de los apóstoles en su propia lengua” (6).

Los dones del Espíritu Santo se concretaron en Pedro y entre los otros apóstoles de forma simultánea, siendo el primer don de manifestación en hablar distintas lenguas (7); por lo tanto, inferimos que la palabra es el eje transversal de la comunicación y expresión con Dios, desde el inicio de la creación, tal como lo dice la escritura en Génesis 1: 1-31.

El primer discurso de Pedro, fue a sus pares y a todos los que asistieron al punto donde ocurrió el estruendo. Pedro levantó la voz y dijo: “Estos no están borrachos, como vosotros suponéis, pues solo son las nueve de la mañana. Se trata de lo dicho por el profeta Joel: “En los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Incluso sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré en aquellos días mi Espíritu y profetizarán. Y haré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra: sangre, fuego y vapor de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre antes de que venga el día del Señor, grande y glorioso. Y todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”. Israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, hombre acreditado por Dios entre vosotros con maravillas, prodigios y señales que Dios realizó entre vosotros por medio de él, como bien sabéis, Dios lo entregó conforme a un plan proyectado y conocido de antemano por él, y vosotros, valiéndoos de no judíos, clavasteis a Jesús en una cruz y lo matasteis. Sin embargo, Dios lo ha resucitado, liberándolo de los lazos de la muerte. Y es que era imposible que la muerte lo venciera (…)” (8).

Pedro, ya envuelto del Espíritu Santo, comienza a difundir la Buena Noticia, convincente de la palabra de Jesús, acusando a la multitud de haberlo crucificado y matado, pero también proclamando la autoridad y la resurrección de Cristo, venciendo a la muerte y siendo el verdadero camino a la vida eterna.

Los prodigios de Pedro, siempre a través del Espíritu Santo, serán numerosos, entre los más icónicos destacan: la sanación de un cojo en la puerta del Templo (Hechos 3: 1-10); los aconteceres de Ananías y Safira (Hechos 5: 1-11); las sanaciones por la sombra de Pedro (Hechos 5: 12-16); la curación de Eneas (Hechos 9: 32-35); la resurrección de Tabita (Dorcas) (Hechos 9: 36-43); y Pedro liberado de la cárcel por un ángel (Hechos 12: 6-19).

En sí, dichos milagros, se sumarían a la esencia de cómo comprendemos el simbolismo espiritual e intelectual de San pedro, sea como el Pedro el Pescador, un hombre con riqueza Espiritual que fue escogido para ser apóstol; además, de atribuirle por sus contemporáneos devotos la esencia de patriarca de Abraham (milenario patriarca Sumerio, proveniente de Ur de los Caldeos), cuya espiritualidad abrahamica consistía básicamente en que: i. creía que todos los seres humanos fueron hechos «a imagen y semejanza de Dios»(9); idea sostiene que cada vida humana tiene un valor intrínseco y una dignidad inviolable. Lo que se convierte en un fundamento esencial del pensamiento humanista; ii. creía que el hombre y la mujer tienen la libertad de elegir entre hacer el bien o el mal (10), puesto que las personas tienen libre albedrío y, por tanto, son responsables de sus acciones. Este principio promueve la ética basada en la elección consciente del bien, en lugar de una obediencia ciega; iii. creía que la trascendencia espiritual de Abraham definía implícitamente el concepto de tzedaká (justicia/caridad), que no es simplemente dar limosna, sino una obligación moral hacia los demás, especialmente a los más necesitados. Esta visión ha inspirado numerosos movimientos de justicia social y trabajo comunitario en las infinitas sociedades. Mandatos como «amarás a tu prójimo como a ti mismo»(11), lo cual refleja un compromiso ético con el otro, sin importar su origen, pero con un particular enfoque humanista y universalista; y iv. creía que no debemos olvidar jamás la historia de nuestros antepasados, a través de la conmemoración de ritos y tradiciones, porque de estas se mantiene viva la historia, tales como: el éxodo egipcio, el exilio babilónico, entre otras (12).

En este sentido, la fe, la sabiduría y la bondad de San Pedro estuvieron vinculadas al actuar de Jesucristo. De igual manera, el apóstol de los pescadores tuvo que enfrentar las burlas y críticas de quienes aún no eran cristianos, o sencillamente de personas que no entendían la idea de salvación de Cristo. En rigor, San Pedro al igual que los otros primeros apóstoles serían la “roca” para levantar una Iglesia de la cual no se tenía conocimiento. Una Iglesia que atendía al amor por el pecador, una reconciliación entre el amor de Dios con su creación.

San Pablo
En el relato bíblico, nos habla de un joven llamado Saulo, involucrado directamente, en la muerte de Esteban, el primer mártir cristiano. Según la palabra: “(…) Esteban, lleno del Espíritu Santo, levanto la mirada al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: -Veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos y se arrojaron en masa sobre él. Lo sacaron fuera de la ciudad, y allí lo apedrearon. Los acusadores pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. Mientras le apedreaban, Esteban oraba diciendo: -Señor Jesús, recibe mi espíritu. Luego se puso de rodillas y clamó a gran voz: -Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y dicho esto, murió” (13).

Saulo, de origen judío, israelita, del linaje de Abraham, hijo de padres, procedentes de la tribu de Benjamín, nació en Tarso, capital de la provincia romana de Cilicia. De aquí, la interpretación de que es ciudadano romano, ya que posiblemente sus padres debieron ser liberados de la esclavitud (14). Con los años, tuvo una educación específica e instruida por Gamaliel en la ley de los antepasados (15).

Es de afirmar que Saulo estuvo de acuerdo con la muerte de Esteban, y ese día se desató una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén, salvo los apóstoles que se dispersaron por las tierras de Judea y de Samaria. Unos hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, y lloraron sentidamente por él. Mientras tanto, Saulo asolaba la iglesia: entraba en las casas, apresaba violentamente a hombres y mujeres y los enviaba a la cárcel” (16). En sí, Saulo de Tarso era un perseguidor de agitadores, que desde su pensar, no cumplían con el statu quo de aquellos tiempos, reafirmado y consolidado según la Ley.

Con el pasar del tiempo, Saulo de Tarso dispuesto en seguir apresando a los agitadores cerca de Damasco, y aconteció un hecho imborrable en la historia de la humanidad, a Saulo “(…), le rodeó repentinamente un resplandor que venía del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: -Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él preguntó: -¿Quién eres, señor? Y le respondió: -Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Saulo, temblando y temeroso, dijo: -Señor, ¿qué quieres que haga? El Señor le dijo: -Levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que debes hacer. Los hombres que iban con Saulo se habían parado, mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Cuando él se levantó del suelo y abrió los ojos no veía a nadie. Así que le tomaron de la mano y le llevaron a Damasco. Allí estuvo tres días sin ver. Tampoco comió ni bebió” (17).

Pablo sería escogido por Dios, como un instrumento para anunciar el evangelio a los gentiles (persona que no es judía), a las autoridades y al pueblo de Israel. Un discípulo de Dios, llamado Ananías visitaría al perseguidor de cristianos, y lleno del Espíritu Santo, Saulo recibiría la vista, cayendo de sus ojos elementos muy parecido a las escamas. Luego, Pablo bautizándose y alimentándose, recuperó fuerzas y vitalizó sus energías para continuar con su compromiso de fidelidad y lealtad con Jesucristo (18).

De acuerdo a la cronología bíblica, Saulo inició su prédica en Damasco, ingresando a las sinagogas afirmando que Cristo es el Hijo de Dios (19). La fama del nuevo predicador -que antes era el perseguidor de cristianos- ya estaba en oídos de todos sus conocedores. Sus labores cristianas y evangelistas continuaron sin dar espacio y tiempo a que estas se detuvieran.

Otro hito importante del apóstol misionero, es el cambio y reconocimiento de su nombre, tal como lo señala la escritura: “Entones Saulo, conocido también como Pablo (…)” (20), siendo lleno del Espíritu Santo, emprendería y ejercería dones espirituales de sabiduría y de milagros. En relación a estos últimos, sobresalen: la ceguera de Elimas el mago en Pafos (Hechos 13:4-12); la curación de un cojo en Listra (Hechos 14:8-10); la expulsión de un espíritu de adivinación (Hechos 16:16-18); los milagros extraordinarios en Éfeso (Hechos 19:11-12); la resurrección de Eutico en Troas (Hechos 20:7-12); la inmunidad a la mordedura de una víbora en Malta (Hechos 28:3-6); la curación de enfermos en Malta (Hechos 28:7-9), entre otros.

Dichos milagros, se adicionarían a la esencia de cómo interpretamos el simbolismo espiritual e intelectual de San Pablo, sea como Pablo el Ciudadano Romano, un hombre con riqueza docta, elegido para ser Apóstol. Así, Pablo es sin duda alguna el puente cultural y lingüístico entre la espiritualidad abrahamica sumeria y el mundo grecorromano, convirtiéndose en un instrumento clave para la expansión del original mensaje de Jesucristo, cuyas enseñanzas resaltaban su sencillez.

Pablo hablaba griego y conocía la literatura y filosofía helénica, utilizaba referencias culturales griegas y romanas (deporte y filosofía), usaba los derechos legales romanos para protegerse y extender su trabajo misionero por el Mediterráneo. Entre sus discursos resalta en Atenas, siendo el más relevante el discurso en el Areópago (21), al cual hacía mención al “Al dios no conocido” (22).

Pablo en el mundo griego, también sería un gran conocedor de los Juegos Griegos, como los Ístmicos de Corinto, tal como lo demuestra en la epístola a Corintos: “¿No sabéis que, aunque todos corren en el estadio, solamente uno se llevará el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. De igual modo, todo aquel que lucha, se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, para recibir una incorruptible. Así que no corro sin tener una meta definida; no peleo dando golpes al aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo someto a disciplina, no sea que, después de haber predicado a otros yo mismo quede eliminado”(23).

Desde esta mirada, de San Pablo, logramos distinguir entre sus pensamientos y sus palabras las expectativas culturales, aquellos paradigmas tan complejos de definir en nuestra actualidad; pero con un entendimiento profundo la predica del apóstol misionero estuvieron presentes en el actuar teológico, como su fe en la gracia divina y en la unidad de la diversidad en el evangelio de Jesucristo. En consecuencia, cada una de las cartas que escribió Pablo, hace hincapié en la enseñanza, la responsabilidad, la reflexión, y la universalización de Jesucristo para la humanidad en su totalidad.

La discusión de San Pedro y San Pablo
De acuerdo a la palabra relatada en Gálatas 2: 11-21, ocurrió la discusión en Antioquía, en el que Pablo reprende a Pedro, tal como lo dice la escritura: “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, me enfrenté a él cara a cara, porque su comportamiento era reprochable. Pues antes que vinieran algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, comenzó a distanciarse y a apartarse, porque tenía miedo de los partidarios de la circuncisión. Y de esa actitud de disimulo también participaron los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: “Si tú eres judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a comportarse como judíos?”. Nosotros somos judíos de nacimiento y no pecadores como gentiles. Sabemos que ninguna persona es justificada por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo. Por eso, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto las obras de la ley nadie será justificado. Ahora bien, si al buscar ser justificados en Cristo, también nosotros resultamos ser pecadores, ¿quiere eso decir que Cristo está al servicio del pecado? ¡De ninguna manera! Porque si las mismas cosas que destruí, las vuelvo a edificar, demuestro que yo soy el culpable. Yo por la ley morí para la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios, pues si la justicia se obtuviera por medio de la ley, entonces Cristo habría muerto inútilmente” (24).

Dicha discusión, evidenciada y escrita por San Pablo, orientó los lineamientos de la universalidad cristiana, dando carácter positivo a la libertad del evangelio, sin imposición algunas de las prácticas judías. A su vez, hubo un crecimiento mutuo y de responsabilidad tanto de San Pedro como de San Pablo al no perder el objetivo de divulgar el amor de Dios. Pablo, se continuaría reuniendo con sus pares de forma sigilosa y silenciosa, tal como se concretaría en la visita a Jerusalén (Hechos 9:26-30). Por lo tanto, la relación de San Pablo con los apóstoles fue de excelsa reciprocidad, cuyas proyecciones ampliaron aún más la colaboración predicadora -independiente de sus rasgos naturales humanos, espirituales e intelectuales- otorgando una identidad cristiana, siendo: i. la fe en Jesucristo; ii. el entendimiento de los principios del cristianismo; iii. la accesibilidad universal a la palabra de Jesucristo; y iv. el reconocimiento de la hermandad de los cristianos.

Conclusión
Cada 29 de junio, se conmemora y se celebra el día San Pedro y San Pablo. De modo que sus vidas revelaron la compleja instauración de la Iglesia cristiana. Pedro, el «pescador» de hombres, emerge como una figura de humanidad impetuosa, llena de dudas y debilidades iniciales, pero con una fidelidad inquebrantable al amor de Jesucristo. Su transformación, especialmente tras el día de Pentecostés, lo convierte en un evangelizador convincente, dotado de los dones del Espíritu Santo. Su espiritualidad se vinculan a las raíces abrahámicas, enfatizando la dignidad humana, el libre albedrío, la justicia y la importancia de la memoria histórica.

Por otro lado, Pablo, el «ciudadano romano» representa la conversión radical de un perseguidor a un incansable predicador. Su profundo conocimiento de la cultura grecorromana, y su habilidad para difundir el mensaje de Cristo a los diversos interlocutores, fueron cruciales para la universalización del cristianismo. Los milagros que realizó y sus epístolas, llenas de sabiduría teológica, sentaron las bases doctrinales de la fe cristiana.

La discusión entre Pedro y Pablo en Antioquía trató específicamente un principio trascendental y universal de la Iglesia cristiana, lo cual permitió a que se divulgará la Buena Noticia sin la imposición absoluta de prácticas judías. En esencia, ambos apóstoles, con sus distintas personalidades y dones, actuaron como la «roca» sobre la cual se edificó la Iglesia de Jesucristo, la comprensión de sus principios, la accesibilidad universal de su palabra y el reconocimiento de la hermandad apostólica. Sus vidas esbozaron la fe, la sabiduría, la bondad, la esperanza, el perdón, el amor y la salvación, mediante la gracia de Dios.

Francisco Díaz Céspedes
Artículo publicado el 06/06/2025

Bibliografía
Carrillo, S.: Pablo, apóstol de Cristo. Su vida y sus epístolas. Verbo divino, México, (s.f.).
Santa Biblia. Traducción de Casiodoro de Reina, 1569. Revisada por Cipriano de Valera, 1602, Edición Sociedad Bíblica de España, 2020.
Notas
(1) San Juan 1: 42, p. 673.
(2) San Mateo 16: 22-23, p. 617.
(3) San Marcos 14: 66-72, p. 644.
(4) San Marcos 1: 16-17, p. 630.
(5) San Juan 21: 15-18, p. 691.
(6) Hechos 2: 2-6, p. 692.
(7) De acuerdo a 1° Corintos: 12: 4-11.: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios, el que hace todo en todos. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para que sea útil. A uno, el Espíritu le da palabra de sabiduría, mientras que a otro, el mismo Espíritu le da palabra de conocimiento; a otro el mismo Espíritu le da fe, y a otro el mismo Espíritu le da dones de sanidades. A otro, el hacer milagros; a otro profecías; a otro discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas, y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, que reparte a cada uno en particular como él quiere”.
(8) Hechos 2: 14-24, p. 693.
(9) Cf. Génesis 1:27, p.3.
(10) Cf. Génesis 3, pp. 4-5.
(11) Cf. Levítico 19:18, p. 78.
(12) Cf. Éxodo, pp. 38-65; 2 Reyes 24-25, pp.254-255; 2 Crónicas 36, p. 295.
(13) Hechos 7: 55-60, p. 697.
(14) Cf. Según el estudio realizado por el investigador, Salvador Carrillo Alday: “Sus padres eran oriundos de Gischala, en el norte de Galilea, pero muy probablemente fueron llevados a Tarso como prisioneros de guerra y vendidos como esclavos, a causa de la insurrección surgida a la muerte de Herodes el Grande (año 4 A.C.), y aplastada por los ejércitos de Quintilio Varo, gobernador romano de Siria”. En Carrillo, S.: Pablo, apóstol de Cristo. Su vida y sus epístolas. Verbo divino, México,  (s.f.), p. 13.
(15) Hechos 22: 3, p. 709.
(16) Hechos 8: 1-3, p. 697.
(17) Hechos 9: 3, p. 698.
(18) Cf. Hechos 9: 15-19, pp. 698-699.
(19) Cf. Hechos 9: 20-22, p. 699.
(20) Hechos 13: 9, p. 702.
(21) Cf. Hechos 17, pp. 705-706.
(22) Hechos 17: 22-28, p. 706.
(23) 1 Corintos 9: 24-27, p. 730.
(24) Gálatas 2: 11-21, pp.742-743.

 

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Un comentario

El artículo es muy agradable de leer y presenta información valiosa. Sin embargo, desde una perspectiva histórica, la afirmación de que Pedro fue el primer líder absoluto de la Iglesia es debatida por diversos estudiosos. Historiadores como Philip Schaff y Oscar Cullmann señalan que Pedro desempeñó un papel crucial en la difusión del cristianismo, pero no hay evidencia concluyente de que haya sido el primer obispo de Roma ni la autoridad única sobre la Iglesia primitiva.

Además, diversos estudios indican que el liderazgo eclesiástico en los primeros siglos no estuvo centralizado en una sola figura, sino que involucró a múltiples apóstoles y comunidades cristianas. Algunos investigadores sostienen que Pedro pasó una parte significativa de su ministerio en Antioquía y Jerusalén, y que su papel en Roma, aunque importante, no lo estableció como líder supremo de la Iglesia.

Una revisión más profunda sobre el papel de Pedro dentro de este contexto enriquecería aún más el artículo, permitiendo una perspectiva más equilibrada y fundamentada sobre la historia eclesiástica.

Rony Morapasten Kalvis
Profesor de Inglés,Licenciado en Educación Certificado en Teología Cristiana.

Por Rony Morapasten Kalvis el día 07/06/2025 a las 16:59. Responder #

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