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Chile Vamos, ¿a dónde?

por Jaime Vieyra-Poseck
Artículo publicado el 15/04/2017

Publicado también en elquintopoder.cl y elmostrador.cl

contrato-socialEste análisis parte de la constatación de que el mayor problema del modelo chileno de crecimiento económico es la inequidad en la distribución del ingreso, y que toda propuesta de gobierno debe entregar soluciones concretas que la minimicen.

Esta constatación está corroborada en las declaraciones de instituciones internacionales como el Banco Mundial o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); organismos que no se caracterizan por ser de izquierda sino más bien muy conservadoras y con sentido de las proporciones dentro de la coordenadas de capitalismo actual. Todas plantean que Chile tiene una colisión socioeconómica insalvable: un volumen tributario muy bajo, según su porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB), teniendo una brecha de desigualdad en el ingreso de las mayores de la OCDE. La solución que todas dan es el incremento, sí o sí, de la carga tributaria para financiar las políticas públicas de inclusión y combatir así la desigualdad socioeconómica.

Los datos confirman e ilustran estas afirmaciones: el ingreso per cápita (IPC) mensual de las 1.200 personas más ricas en Chile es de USD10 millones al año, 3.000 veces mayor que el ingreso promedio del 80% más pobre de la población; el 50% de los trabajadores en Chile gana menos de $300.000 líquidos mensuales (USD 475).

Conociendo sin duda estos datos, Chile Vamos nos propone una política económica que ya es un lugar común: bajada de impuestos a las empresas y a los ricos. Continuar con una acumulación de riqueza privada de proporciones tan colosales como temerarias, donde el 0,01 y el 1% de la población se lleva el 57 % de las ganancias totales del país, es continuar haciendo más súper ricos a ese 1% con la desposesión del 99% de asalariados; y que ese 1% acumule más capital tributando cada vez menos, obviamente, no soluciona la distribución inequitativa del ingreso.

O sea, la propuesta de Chile Vamos es el neoliberalismo ortodoxo de siempre con su premisa central: el Estado es el problema y debe anorexiarse, mientras el mercado privado desregulado políticamente que es la solución de todo, debe bulimizarse expandiendo aún más la privatización en salud, educación y pensiones.

En política social a Chile Vamos resulta muy difícil imaginarla implementando un programa de protección social estructural con derechos sociales garantizados, y muy fácil verla instalada cómodamente en la política social paternalista-asistencial de siempre. El proyecto social de Chile Vamos, en rigor, continúa dependiendo de los dictados del mercado, omnisciente y omnipresente para la derecha: el tópico y típico (y humillante) chorreo automático que produce el mercado hacia las clases vulnerables según su nivel de crecimiento económico.

En cuanto a derechos laborales ─otro de los déficits sonrojante del modelo chileno que tiene directa relación con la desigualdad del ingreso─ la derecha continúa mirando con malos ojos la sindicalización y le indigesta la negociación colectiva, unos derechos laborales tan esenciales como básicos en todo sistema democrático con un estado de derecho consolidado.

En derechos civiles ─que van unidos a la evolución de los derechos sociales y económicos─ sufrirán una estagnación severa y, posiblemente, una regresión. El candidato de Chile Vamos, Sebastián Piñera, ya prometió “cambiar” la ley del aborto terapéutico que acaba de volver a legalizarse y, asegura que el matrimonio sólo se puede dar “entre un hombre y una mujer”, desestimando el matrimonio igualitario.

La reforma laboral con la negociación colectiva con titularidad sindical; la gratuidad de la enseñanza universitaria, y la reforma tributaria con una subida del 3% para financiar las reformas, fueron algunas de las transformaciones estructurales bacheletistas que apuntan a equilibrar la distribución del ingreso: una política fiscal redistributiva y una acción sindical distributiva son las herramientas eficaces para minimizar la desigualdad en el ingreso.

Sin embargo, el inmovilismo político, económico y social que, en rigor, nos propone Chile Vamos, es un programa contra las reformas bacheletistas. La propuesta de la derecha, si bien no es pasar la retroexcavadora promete obstaculizarlas y volver a la lógica del mercado: proseguir privatizando salud, educación y pensiones, las áreas que más necesitan de una gestión solidaria del Estado, o sea, de más política fiscal redistributiva.

Lo que se espera en la propuesta política en estas presidenciales, es que tenga muy presente que la nobleza y dignidad de un país no se calcula sólo en el volumen de su PIB, ni en las cifras macroeconómicas en azul, sino también y más que nada se mida en que la distribución del ingreso sea equitativa y alcance a todas/os. Se espera que la dignidad de un país se mida en que nadie se quede marginado del desarrollo; tirado en la cuneta por un sistema excluyente.

Con Chile Vamos vamos en esa dirección.

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