EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
PORTADA | PUBLICAR EN ESTE SITIO | AUTOR@S | ARCHIVO GENERAL | CONTACTO | ACERCA DE | ESTADISTICAS | HACER UN APORTE

— VER EXTRACTOS DE TODOS LOS ARTICULOS PUBLICADOS A LA FECHA —Artículo destacado


Cómo leer la “Carta al Senado” de Pinochet sin morirse de mentiras: una sátira (voluntarista).

por Jaime Vieyra-Poseck
Artículo publicado el 20/07/2002

Publicado también en Primera Línea
(La Nación)

 

Odiadas excelencias:
Contiendas civiles absolutamente ajenas al quehacer del Ejército de Chile, me permitieron dar un golpe de Estado, en septiembre de 1973, apoyado y financiado por el gobierno norteamericano de esa época y por la C.I.A., en defensa de los intereses de la derecha económica, la seguridad nacional fascista y por los intereses de nuestra gente*.

Sin otro norte que ahondar en la desintegración y ruina de la nación, presidí la dictadura suprema de la nación durante 17 años y medio, poniendo mi cargo a disposición de la ciudadanía, obligado, por un estado de insurrección popular y por haber perdido el plebiscito de 1988, dejando a Chile una institucionalidad autoritaria que aseguraban la continuidad y el desarrollo integral de la patria basada en los enclaves autoritarios, léase: el sistema binominal de elecciones, los senadores designados y vitalicios (como yo mismo), y, sobre todo, la Constitución del año 1980, hecha a mi medida. Se instala así ―dejando el sufrimiento sólo de los sectores pobres que terminan en la extrema pobreza y de la clase media pauperizada―, el régimen cuasi democrático que inauguro, devolviendo al pueblo su derecho a decidir siempre un empate por el sistema binominal de elecciones que no les permitirá ser dueños de su propio destino, sino de mi propio statu quo, quiéranlo o no.

Desde entonces he aportado todas mis energías para que las instituciones que se heredan de mi dictadura no sean de nuevo plenamente democráticas, y nuestro país consiga progresar en desarmonía, a través de un esfuerza mancomunado del 99 por ciento de sus hijos más pobres en beneficio solamente del uno por ciento más rico, con todo tipo de exclusiones para los primeros. La obra realizada por mi dictadura será juzgada por la historia oficial, el de los vencedores del golpe de Estado de 1973. Aún subsisten plenamente nuestros poderes de facto ―FF.AA. y de Orden; el poder de los grandes empresarios y de las Iglesias pinochetistas― para que subsista nuestra pasión por entregar un veredicto absolutista, fundamentalista de los hechos y, por sobre todo, ajustado a nuestros intereses.

Por lo mismo, tengo la conciencia tranquila y la esperanza de que en el día de mañana se valore mi sacrificio de soldado, y se reconozca que cuanto hice al frente de las Fuerzas Armadas y de Orden no tuvo otro fin que no sea el exterminio de vidas (¿cuántas? ¡qué importa!); el desaparecimiento de personas (tampoco importa la cantidad, sino la calidad); el exilio de miles de anticompatriotas; la tortura sistemática, y, en fin, una barbarie made in Chile, todo para mantener nuestros privilegios. Pero no puedo dejar de mencionar, aunque sea una bagatela, el 45% de pobreza que heredaron de mi obra.

Problemas de salud insuperables y el implacable paso de los años, y, sí, mi “demencia senil progresiva” para escapar de la justicia y de mi responsabilidad en la Caravana de la muerte, que fue tan necesaria para consolidar mi dictadura, me obligan de hacer dejación de mi cargo de Senador Vitalicio, designación instituida en mi Constitución, aprobada en plena dictadura por el pueblo chileno en 1980.

No sería consecuente con el argumento de que tengo “demencia senil progresiva”, dado por mi defensa ante los tribunales de Justicia en el caso Caravana de la muerte, que tan brillantemente organicé y monitoreé, de continuar desempeñando mi cargo de Senador Vitalicio con la responsabilidad y eficacia de orgulloso militar y dictador que fui, soy y seré. Creo, por lo mismo, que la mentira diagnosticada me obliga a este renunciamiento, tanto más si con ello obtengo la inmunidad como ex Presidente de la República de facto y, así, contribuyo a blindarme de paz hasta mi muerte. No debo agradecer porque me lo merezco, tanto la inviolabilidad que me otorga mi fuero de exdictador como una dieta de 1.777 734/mes, más escolta y coche oficial con chofer, financiado por todos los chilenos y chilenas. Odiado Senado, que clausuré por 17 años y medio: sólo aspiro a que los últimos días de mi inmortal vida sigan siendo un claro testimonio de mi amor entrañable al “Chile de Pinochet”, a quien he entregado la plenitud de mis energías más allá de ningún sacrificio personal.

Movido sólo por mi bienestar y felicidad de mi familia llevé a cabo un latrocinio de fondos públicos depositado en paraísos fiscales de todo el mundo; me volqué para que mis camaradas de partido Unión Democrática Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), partidos-ejes en mi larga dictadura, que he amado pero no tanto como a mis Fuerzas Armadas y de Orden, como también a los empresarios que se hicieron ricos conmigo y a las Iglesias pinochetistas; a todos mi gratitud.

Al alejarme de la actividad ciudadana, no abrigo otro sentimiento que una inmensa gratitud hacia nuestro pueblo pinochetista, a mis compañeros de armas pinochetistas y, sobre todo, a la voluntad de Dios que, por parecerse tanto a mí, ha tratado siempre de imitarme en todo. Y que en medio de una dura encrucijada histórica, me brindó la oportunidad de organizar el golpe de Estado de 1973 y de entregarme por entero a la destrucción de un destino nunca mucho peor para Chile. Dios guarde a vuestras odiadas excelencias.

Augusto Pinochet Ugarte, Ex Dictador (o Presidente de facto) de la República de Chile.

Jaime Vieyra-Poseck

* El ex dictador, Augusto Pinochet, presenta su renunció como senador vitalicio ―una figura de representación política creada por la Constitución de la dictadura para los ex Presidentes de la República―, con una carta firmada el día 03 de julio de 2002. Lo hace, después de haber dejado la jefatura del ejército, en 1998, y a tres días de haber sido sobreseído irreversiblemente, por demencia senil, de los crímenes de la caravana de la muerte, un operativo militar represivo que recorrió el país asesinando opositores a la dictadura que el ex dictador creó y dirigió.
Print Friendly, PDF & Email


Tweet



Comentar

Requerido.

Requerido.




 


Critica.cl / subir ▴