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La poca vergüenza de la clase política de derecha en Chile: un repaso por la precariedad social y la herencia de la dictadura.

por Felipe Mujica
Artículo publicado el 08/07/2020

Resumen
Este artículo narra, principalmente desde una perspectiva ética-moral, la poca vergüenza que ha mostrado la derecha chilena frente a las injusticias sociales que se mantienen vigentes y han sido heredadas de la dictadura cívico militar de derecha que fue dirigida por el general Augusto Pinochet. A su vez, se discute brevemente la actitud política y las necesidades sociales frente al estallido social y la crisis que ha producido la pandemia.

Palabras claves: política, crisis social, moral, desigualdad económica, dictadura militar.

 

Introducción
Ningún esclavo puede servir a dos amos; porque: o a uno aborrecerá y amará al otro, o se aficionará al primero y despreciará al segundo. No podéis servir a Dios y al dinero (San Lucas, 16:13)1.

Comenzaré este escrito señalando que, en general, suelo ser bastante crítico con las ideas de izquierda y derecha, así como con sus representantes, porque considero que ambos grupos han cometido graves errores en las políticas sociales de Chile. Sin embargo, en esta ocasión dedicaré mi crítica a un solo sector, ya que percibo que los niveles éticos de dicho sector en Chile han estado a un nivel muy perjudicial para la ciudadanía en general, aunque no es primera vez que sucede aquello en nuestra historia. Como bien se puede apreciar en el comentario anterior, esta reflexión tiene un carácter principalmente moral, sobre todo, porque dudas ya no quedan de que en algunas ocasiones las emociones como la vergüenza se encuentran conectadas con la ética humana, por ejemplo, con la responsabilidad (Mujica, 2018, 2019a, 2020; Steinfath, 2014; Scheler, 2001, 2005, 2008; von Hildebrand, 2006, 2009).

Los últimos tiempos de este siglo XXI nos han dejado importantes sucesos históricos que marcan un antes y un después de la sociedad chilena. Uno de ellos es el estallido social de octubre de 2019, movimiento principalmente con reivindicaciones sociales y políticas de izquierda, el cual tuvo como logro un plebiscito para modificar la constitución heredada de la dictadura cívico-militar de derecha dirigida por el General Augusto Pinochet. A pesar de todo ello, un sector ciudadano y político de la derecha chilena, legítimamente, se han mostrado en contra de dicha renovación constitucional. Por cierto, otro grupo si se ha mostrado a favor, de modo que se ha visto una disputa interna de liderazgos. No obstante, es bastante representativo el sector que rechaza el tema, por lo que se considera adecuado generalizar la mirada de este escrito a una clase política de derecha que muestra poca vergüenza y responsabilidad frente a las injusticias sociales que existen en dicha nación, considerada una de las más desiguales del mundo. Paradójicamente, buena parte de la derecha chilena se hace llamar cristiana y expresan una hipocresía tremenda, porque el cristianismo se basa en el amor y la solidaridad, no en el egoísmo (Kardec, 1987; Kierkegaard, 1988, 2006; Marina, 2005; Mujica, 2019b; Scheler, 2005, 2008, 2010).

El empobrecimiento de la ciudadanía y las injusticias sociales estructurales
La pandemia que hemos vivido este 2020 ha dejado al descubierto, nuevamente, las precariedades de los sistemas sociales en Chile, así como las desigualdades entre los diferentes sectores de la sociedad chilena. Este escenario ha sido acompañado de una multitud de expresiones indolentes ante la precariedad social de muchas personas que, vergonzosamente para un país que aspira a ser desarrollado, han tenido que pasar hambre y plantearse reducir sus fondos de pensión para sobrevivir dignamente ante la crisis. A pesar de ello, todavía hay, principalmente, políticos de derecha que, ganado por lo menos 10 veces más que algunos ciudadanos, se niegan a reconocer que este problema incluye aspectos estructurales que requieren ser modificados y provienen del legado pinochetista. Sobre todo, si se quiere pensar una solución a mediano y largo plazo, porque habría que ser muy miserable para pensar que la desigualdad efectiva del país se mejorará con algún bono o una caja de alimentos. No obstante, la realidad es que todavía hay muchas personas miserables en Chile que no se muestran verdaderamente interesados para enfrentar las precariedades sociales de buena parte de la ciudadanía.

La reconocida Fundación Sol nos recuerda que existen los siguientes 11 pilares sociales estructurales que fueron heredados de la dictadura que todavía se encuentran vigentes2: a) plan laboral; b)sistema tributario; c) sistema de salud; d) desnacionalización del cobre; e) fomento forestal; f) sistema de AFP; g) privatización y abandono de la educación pública; h) sistema bancario; i) subcontratación; j) privatización del agua; y k) constitución política. Frente a tantos aspectos que requieren ser revisados y mejorados, porque, claramente, las crisis sociales de Chile derivan de ello, cabe preguntarnos, ¿por qué la clase política de derecha que niega con tanta energía a cambiar lo que ha fracasado y es injusto? Lo primero que debemos descartar es que sean personas poco inteligentes, porque no me cabe duda de que muchas de ellas pueden ser bastante ilustradas. Entonces, si el problema no es la inteligencia, hemos de mirar el aspecto ético y es ahí donde encontraremos el principal problema, manifestado comúnmente en la corrupción y los conflictos de intereses. Pero esto último salpica tanto a la derecha como a la izquierda. Entonces es algo que va más allá de la corrupción y los conflictos de intereses, es algo más profundo, pero no deja de ser algo ético. Creo que estamos hablando de un profundo egoísmo que produce ceguera moral (von Hildebrand, 2006, 2009) y un goce por ser la parte más privilegiada del país en términos económicos y que le molesta el valor de la igualdad. A su vez, dicho profundo egoísmo estaría expresado en la poca vergüenza de ser los principales responsables de tener una buena salud para gente adinerada y una mala salud para gente poco adinerada. Lo mismo sucede con otros aspectos sociales como la vivienda o la educación, es decir, una buena educación para gente adinerada y una mala educación para gente poco adinerada, considerando que el factor socioeconómico es fundamental en la brecha pedagógica (Falabella, 2015; Oliva, 2008; Oliva y Gascón, 2016).

Frente a lo anteriormente planteado, es fundamental preguntarse, ¿cómo no sentir vergüenza de que muchos colegios privados tengan piscina, varios gimnasios, áreas verdes, teatro, etc., mientras que muchos colegios públicos con suerte tengan una multicancha poco equipada? Las diferencias entre ambos son abismales y lo mismo se replica en los sistemas de salud pública y privada, sin desconocer que una gran parte de la población es la que acude a los sistemas públicos y, en el caso de la educación, cuando puede se arranca al sistema mixto (particular-subvencionado). Lo anterior claramente que podría ser superado, mejorado y transformado, pero se necesita de una solidaridad que nos suscite vergüenza antes los egoísmos y sus consecuentes injusticias sociales. Aunque sea un poco de vergüenza frente a tanta silenciosa y paciente desigualdad en que está sumida hace décadas la nación. Mientras tanto, seguiremos viendo, legítimamente, a la ciudadanía exigir dignidad para su calidad de vida y sin duda que seguirán logrando conquistas sociales, las cuales con el tiempo sí avergonzarán a cualquier clase política de derecha que se proponga configurar un país precario para una parte y un paraíso para su parte.

Notas
1. Los Santos Evangelios, Editorial Verbo Divino, España.
2. Con un café: Fundación Sol nos habla sobre 11 pilares que heredamos de la dictadura. Recuperado de: http://www.fundacionsol.cl/2018/09/fundacion-sol-habla-sobre-11-pilares-que-heredamos-de-la-dictadura/

 

Referencias bibliográficas
Falabella, A. (2015). El mercado escolar en Chile y el surgimiento de la nueva gestión pública: El tejido de la política entre la dictadura neoliberal y los gobiernos de la centroizquierda (1979 a 2009). Educação & Sociedade, 36(132), 699-722.

Kardec, A. (1987). El evangelio según el espiritismo. Barcelona: Humanitas.

Kierkegaard, S. (1988). Mi punto de vista. Madrid: Aguilar.

Kierkegaard, S. (2006). Las obras del amor. Meditaciones cristianas en forma de discursos. Salamanca: Sígueme.

Marina, J. A. (2005). Por qué soy cristiano. Barcelona: Anagrama.

Mujica, F. (2018). Educar y suscitar emociones en la educación: Análisis crítico de su contribución al desarrollo moral. Ensayos. Revista de la Facultad de Educación de Albacete, 33(2), 15-27. doi: 10.18239/ensayos.v33i2.1540

Mujica, F. (2019a). Suscitar buenas emociones en la educación formal: Análisis según la ética de Max Scheler. Revista Dilemas Contemporáneos: Educación, Política y Valores, 6(3), 1-15.

Mujica, F. (2019b). Formación emocional con un sentido moral humanista-cristiano: análisis en función del amor. Paulo Freire. Revista de Pedagogía Crítica, 17(21), 126-141.

Mujica, F. (2020). Educación ética basada en el amor. El valor moral de las emociones. Sevilla: Punto Rojo.

Oliva, M. (2008). Política educativa y profundización de la desigualdad en Chile. Estudios Pedagógicos, 34(2), 207-226.

Oliva, M. y Gascón, F. (2016). Estandarización y racionalidad política neoliberal: bases curriculares de Chile. Cadernos Cedes, 36(100), 301-318.

Scheler, M. (2001). Ética. Nuevo ensayo de fundamentación de un personalismo ético. Madrid: Caparrós.

Scheler, M. (2005). Esencia y formas de la simpatía. Sígueme: Salamanca.

Scheler, M. (2008). Ordo amoris. Madrid: Caparrós.

Scheler, M. (2010). Amor y conocimiento. Y otros escritos. Madrid: Palabra.

Steinfath, H. (2014). Emociones, valores y moral. Universitas Philosophica, 31(63), 71-96. doi: 10.11144/javeriana.uph31-63.evms

Von Hildebrand, D. (2006). Moralidad y conocimiento ético de los valores. Madrid: Cristiandad.

Von Hildebrand, D. (2009). El corazón. Madrid: Palabra.

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